Página Axxón Axxón 110

Nuestro asiduo escritor Colombiano, nos ha mandado otro de sus escritos. Y esta vez está muy alejado del estilo Lovecraftiano que tanto caracteriza a su estilo, acercándolo, si así se quiere definir, a coquetear con el cyberpunk.
Sin embargo, considero correcto publicar en esta sección a este cuento ya que es una variante interesante sobre esa casta de muertos vivientes conocidas como vampiros.
Si desean contactarse con él pueden hacerlo al: euribe@trauco.colomsat.net.co

2015 o El vampiro moderno
Enrique Uribe J.
COLOMBIA

Hay un silencio inexplicable que llena el ambiente. Un vaho que cubre y corroe todo lo que se encuentra a nuestro alrededor. Me detengo y grito, hasta que el silencio consume mi voz.

Graffitti

La hora del racionamiento llegaría en cualquier momento. Saldría de mi covacha para acechar en las sombras a los transeúntes. Yo no buscaba poder, dinero ni nada similar; buscaba una sensación que me era ajena y no podía experimentar, la sensación de estar vivo, de sentir que todo lo que me compone es parte de mi ser y no un sencillo ensamble de circuitos y electricidad. Recordar lo sensible de mis ojos, lo triste de mis lágrimas, la perfecta función de cada uno de mis órganos. Todo lo había perdido por un mendrugo de pan. Ahora asalto a caminantes desprovistos de suerte, buscando arrebatarles sus carnes, sus órganos, su vida, para reponer la mía. Soy un monstruo, un vampiro moderno sediento de cuerpos, cuyo único deseo es sentirse vivo... de nuevo.
     Ocurrió hace ya tanto tiempo que apenas puedo recordarlo. Las frías y vacías calles de Bogotá se postraban como enormes demonios que me consumían al verme sufrir. Las constantes úlceras de un estómago que pide comida. La angustia de estar vivo sin disfrutarlo. Si pudiera cambiarlo, habría preferido morir entonces, pero mi ímpetu juvenil me llevo a cometer un grave error.
     Había oído ya acerca de las clínicas que compraban, a muy buen precio, los órganos vivos; era un negocio tan redondo que con el dinero que recibiría podría comprar un reemplazo cibernético y aún disponer de algo de dinero. Primero pensé en vender mi riñón en una de esas tiendas del mohoso centro de Bogotá; pero luego, bien fuese por avaricia o estupidez, vendí uno de mis ojos, uno de mis testículos, que por estar bien provisto de espermatozoides me devengó mucho más que lo básico y la mitad de mi páncreas, adquiriendo después los ya muy comerciales reemplazos cibernéticos.
     Al principio todo parecía excelente. Tenía dinero, no pasaba hambre y era mucho más feliz que antes. Llegué a pensar que podría vender mi otro ojo, ahora agradezco no haberlo hecho.
     Lo que ocurrió posteriormente es algo que me queda difícil de definir. Me sentía vacío, inocuo, falso. No lograba entender cómo había sido capaz de subastar mi cuerpo. Aunque todo funcionaba de maravillas no me sentía bien. Debía pasar un escáner sobre mi abdomen para conocer el estado de mi riñón. Cuidar excesivamente los cristales de mi ojo para no rayarlos con las partículas de polvo que llenaban el ambiente, ya que la cirugía láser para repararlos era muy cara y el dinero escaseaba.
     No pude botar lágrimas el día de la muerte de mi madre, y tras un accidente quedé estéril, tuvieron que extirpar mi testículo para salvar mi vida. Ahora soy un eunuco, decepcionado de esto que llaman vida, y en quiebra.
     Me dedico a cazar por la noche buscando las partes que ya no tengo y algunas otras que pueda vender para sostenerme. Soy un monstruo, un vampiro moderno, que deambula las noches de racionamiento, asaltando cuerpos sanos que algún día se sentirán como yo. Ya lo dije antes, haré lo que sea por lograr sentirme de nuevo vivo. No importa cuánto sufrimiento me tome.

Axxón número 110 - Enero de 2002