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F i c c i o n e s

ESE DÍA
Yoss

Cuba

Ese día...
Ese día Li Chan Huao, de 64 años, se graduó de Arquitectura en la Universidad de Beijing; el Partido lo felicitó. Ese día murieron 1526 niños de SIDA en África. Ese día fracasó otro experimento sobre la antigravedad en los Laboratorios Bell; pero el vocero de la compañía declaró que los objetivos teóricos se habían cumplido al 100%. Ese día el abogado colombiano Jorge Domínguez no descubrió ninguna razón para no disparar el revólver apoyado en su sien; pum. Ese día murieron 60 soldados pakistaníes y 70 hindúes en una escaramuza en Cachemira; cada gobierno culpó al otro del incidente. Ese día la búlgara de 16 años Irina Korometiéva probó la cocaína por primera vez en un pub del Soho, Londres; cuarenta minutos después dejaba de ser virgen. Ese día Snow, el mapache albino del zoo de Los Angeles, murió de viejo; tenía 12 años. Ese día el diputado liberal Shiro Mashimoto declaró su homosexualismo ante toda la Dieta Imperial japonesa. Ese día el noruego Daag Svensen impuso un nuevo premio Guinnes destapando 156 botellas de cerveza seguidas con los dientes; la Colgate la contrató como testimonio publicitario. Ese día fue sentenciado a cadena perpetua el pedófilo belga Jean Louise Lambert, de 54 años; las pruebas encontradas en Internet lo condenaron. Ese día el cultivador de sorgo camerunés Mvamba Obongo miró a lo alto y le preguntó a Dios por qué era tan pobre; Dios no le contestó. Ese día el Parlamento Europeo continuó el debate sobre la legalización de la marihuana; sin ningún acuerdo. Ese día Jeff Stryker, estrella porno gay, declaró que se retiraba; fue decretada una jornada de luto en San Francisco, EUA. Ese día el stunt-man alemán Rutger Ender cayó de su motocicleta mientras intentaba saltar sobre el Gran Cañón del Colorado; sufrió fracturas menores. Ese día Morivangsin Anaragaragh, de 6 años, aprendió su primera letra en Dakka, Bangla-Desh.
      Ese día, en fin, no había pasado nada de particular, hasta que, de repente...
      Aparecieron...
      
Aparecieron ecos inidentificables en el sonar del submarino nuclear ruso Minsk. Aparecieron, moviéndose lentamente, quince paralelípedos metálicos de seis metros de altura en Les Champs Elisées de París. Aparecieron nubes malvas sobre Ulan-Bator, Mongolia; llovieron ranas y peces vivos. Apareció el monstruo de Loch Ness ante los espectadores que seguían una regata en el lago escocés; tampoco esta vez lograron fotografiarlo. Aparecieron cinco descomunales pirámides de cuarzo refulgente junto a las de Keops, Gizeh y Micerinos, y nadie pudo tocarlas; las rodeaba un fuerte campo repulsor. Aparecieron unas formas ojivales de kilómetros de largo en un foto del Cinturón de Asteroides tomada por el telescopio espacial Hubble. Aparecieron millares de pequeños insectos azules en la sala de los Echevarría, en Guayaquil, Ecuador; cuando Gloria, su sirvienta indígena, trató de barrerlos, recibió una potente descarga eléctrica a través de la escoba. Aparecieron dos billetes de un millón de dólares en la bóveda de un respetable banco de Lausana, Suiza. Aparecieron de la nada diez árboles sin hojas en torno al oasis sahariano de Sidi-Al-Fayum; medían casi trescientos metros de altura. Aparecieron seis coroneles Ulrich Ohm idénticos en el aeropuerto militar de Tempelhof, Alemania; todos jurando ser el real. Aparecieron manchas rojas en la nieve alrededor de la estación rusa Mirni, en la Antártida; en cuestión de minutos crecieron coloreando de escarlata todos los alrededores. Aparecieron millones de palomas migratorias sobre los cielos de Wisconsin; se habían extinguido más de cien años atrás. Aparecieron varios extraños vehículos sin ruedas que flotaban a 15 centímetros del suelo en un parqueo de la calle Ginza, en Tokio.
      Aparecieron en tan poco tiempo tantas cosas y seres, y tan extraños, que todos los seres humanos, por una vez, llegaron a la misma conclusión: finalmente, habían aparecido...
      Los extraterrestres...
      
Los extraterrestres que se posaron con su nave en el Central Park de New York eran humanoides de piel verdeazulada; en un perfecto inglés, dijeron venir de la Nebulosa de Andrómeda y que querían ver un musical de Broodway. Los extraterrestres que iban en las inmensas naves ojivales detectadas entre Marte y Júpiter siguieron de largo sin siquiera acercarse a La Tierra. Los extraterrestres humanoides de grandes cabezas y oblicuos ojos negros que entraron en la tienda de Simón Waleska en Iquitos, Perú, pidieron una botella de Graujanga bien fría en un horrible español, y como no tenía, Simón les dió Coca-Cola; ellos la escupieron con asco. Los extraterrestres arbóreos surgidos en torno a Sidi-Al-Fayum no reaccionaron ni los gritos ni a los disparos de los beduinos, pero en cuestión de minutos absorbieron toda el agua del oasis; y florecieron. Los extraterrestres que se materializaron en el desierto de Gobi eran reptiles bípedos y sin lengua que sólo se comunicaban por señas, pero los pastores mongoles les ofrecieron igualmente el kumis de la hospitalidad; les encantó. Los extraterrestres que subieron riendo a los vehículos flotantes del parqueo de Ginza habrían pasado por niños humanos, de no ser por sus grandes orejas de murciélagos; jugaron a perseguirse durante horas... atravesando de vez en cuando alguna pared. Los extraterrestres titánicos y piramidales en Egipto no hicieron nada ni dejaron que nadie se acercase. Los extraterrestres rojos de la Antártida resultaron ser bacterias coloniales inteligentes y se distribuyeron sobre la nieve formando letras, palabras y oraciones, todo escrito en sánscrito, que ninguno de los presentes podía leer; aunque por el mapa estelar que dibujaron, un geógrafo supuso que eran de Próxima del Centauro. Los extraterrestres que se habían mimetizado como el coronel Ulrich Ohm empezaron a cambiar de forma cada vez más rápidamente; ante los ojos del verdadero y atónito Ulrich Ohm y de sus camaradas militares aparecieron rápida y sucesivamente 5 Madonnas, 2 Hitlers y 3 Mussolinis, 4 Mahatma Gandhi y un Umberto Eco y al fin, de nuevo, otros 5 Ulrich Ohm. Los extraterrestres bajitos y con aspecto de enanos negros enfurruñados que aparecieron en las cabinas transparentes de Amsterdaam fueron recibidos con gritos de horror por las señoritas que allí se exhibían ligeras de ropa hasta que una misteriosa niebla azul opacó las vidrieras; segundos más tarde ya sólo se escuchaban intensos gemidos de placer. Los dos extraterrestres con aspecto de billetes de un millón de dólares se comieron todo el efectivo de las bóvedas del pequeño y respetable banco suizo; su apariencia cambió entonces a la de billetes de 100 millones de dólares. Los extraterrestres que surgieron desde las alcantarillas bajo la inmensa Avenida Libertador de Buenos Aires recordaban a mantis religiosas gigantes con escafandras; eran tantas, tantísimas, que cuando comenzaron a desfilar por la ancha alameda, ni el ejército ni la policía argentinos se atrevieron a hacer nada... ni siquiera cuando empezaron a morir a miles en plena calle. Los extraterrestres acuáticos que rodeaban al submarino nuclear ruso Minsk no se molestaron siquiera en intentar comunicarse con sus tripulantes; pero atrajeron a todas las ballenas y delfines en millas a la redonda para sostener un animado coloquio.
      Extraterrestres de todos los tipos, tamaños y procedencias parecían haber invadido la Tierra a la vez, y la humanidad contuvo el aliento, esperando. Pero, salvo algunas molestias menores, todos parecían interesados en una sola cosa: Mirar.
      Vieron...
      Vieron la pornografía y las tarjetas de crédito electrónicas. Vieron el río Ganges frente a la ciudad santa de Benarés y la Plaza de España en Roma. Vieron a Michael Jackson y la tumba del Soldado Desconocido en Arlington. Vieron la guerra y los deportes de contacto. Vieron Machu Pichu y las cataratas de Victoria en el río Zambeze. Vieron a Serguéi Bubka y a Tom Clancy. Vieron las camisas de poliéster y los autos familiares 4x4. Vieron el desierto de Kalahari y el lago Tanganika. Vieron la pesca submarina, los divorcios y los hospitales psiquiátricos. Vieron el cráter humeante del Vesubio y la isla de Ascensión. Vieron las armas de fuego y la comida precongelada. Vieron el SIDA y los sostenes Wonderbra. Vieron un sermón del padre Constantino en el monte Athos y un recital de Britney Spears en Moscú. Vieron los monopatines y el barbecho trienal. Vieron una exposición retrospectiva de Picasso y a Kristo envolviendo en polietileno la Opera de Sidney. Vieron los dragones de Comodo y los huesos del último dodo de las Islas Mauricio. Vieron el paracaidismo acrobático y los suicidios masivos. Vieron el Mäelstrom frente a la costa escandinava de Lofoden y la Gruta del Mamut en los Estados Unidos de América. Vieron a los Rolling Stones tocando en vivo y a la momia de Elvis Presley. Vieron el nacimiento de dos gemelos de oso panda gigante en el zoo de Shangai y el fracaso del primer trasplante de cerebelo humano. Vieron la televisión por cable y las bicicletas. Vieron a Saddam Hussein y a Pamela Anderson. Vieron las islas Feroe y la Estación Espacial Internacional. Vieron las plataformas petroleras oceánicas y las discotecas. Vieron un videogame de Batman vs. Joker y otro de Cristo vs. Satán. Vieron escenas de canibalismo en Uganda y en un palacio de la avenida Unter Der Liden de Berlín. Vieron las minas de carbón de Pennsylvania y a una artista de circo finlandesa cuyo acto era fumar con la vagina. Vieron el campo de concentración de Auschwitz y las Torres Petronas de Kuala Lumpur. Vieron un debate entre el candidato presidencial republicano y el demócrata en Philadelphia, y las elecciones en Islandia. Vieron una ejecución por inyección letal en la presión de Shwshanl. Cincinatti, EUA, y la autocastración ritual de un fakir brahmán en Calcuta.
      Vieron tantas cosas que prácticamente se podría decir que vieron toda la Tierra. Y, cuando la humanidad esperaba lo peor (como, por ejemplo, ser juzgada, hallada culpable y exterminada) simplemente...
      Se fueron.
      
Se fueron las bacterias rojas inteligentes y los reptiles bipedos y las inmensas pirámides. Se fueron y la canción de todas las ballenas del Océano Pacífico cambió. Se fueron y una sirvienta de Guayaquil se negó a barrer de nuevo, mientras varias decenas de señoritas en Amsterdamn suspiraban nostálgicas. Se fueron y surgieron mil cultos, sectas e iglesias que hablaban del Dios Cósmico y el Sagrado Aterrizaje, y otros mil desaparecieron sin ruido. Se fueron y sobre un redondel de césped aplastado en el Central Park de Manhattan quedaron dos entradas para Cats y 200 millones de dólares menos en un banco suizo. Se fueron y en la ONU, la NASA, La Agencia Aeroespacial Europea y el Pentágono se desató un frenesí de reuniones secretas. Se fueron dejando centenares de miles de cadáveres insectoides en la Avenida Libertador, que los basureros argentinos se negaron a limpiar, un charquito de Coca-Cola junto a la tienda de Simón Waleska en Iquitos, y un oasis seco en el Sahara. Se fueron y las series televisivas estilo X-files se volvieron epidemia. Se fueron y algunos quedaron tan impactados por su visita que no quisieron creer que se habían ido, y otros empezaron a desconfiar de todos sus vecinos y hasta de sí mismos. Se fueron y hubo olas de matrimonios, los índices de natalidad se dispararon hasta las nubes y se volvió a hablar de explosión demográfica. Se fueron y en la pintura y la música hubo una explosión de vanguardismo bajo el rótulo genérico de Postvisitación. Se fueron y el Parlamento español prohibió las peleas de perros por crueles e inhumanas, y en el Yemen islámico aprobaron la pena de muerte por beber alcohol. Se fueron y el millonario Rufus Wallace anunció sus planes de construir una flota espacial privada para salir al cosmos a buscarlos. Se fueron y tres días más tarde un tifón desvastó las Filipinas. Se fueron y unos suspiraron aliviados mientras otros lloraban decepcionados. Se fueron y el Monstruo de Florencia mató otra vez. Se fueron y la mayor parte de la gente se encogió de hombros y trató de seguir viviendo como antes... y algunos hasta lo consiguieron. Se fueron y dejaron a los científicos especulando sobre la razón de su marcha: unos decían que se habían asustado de la humanidad, otros que tenido pena; para los terceros había sido asco, para los cuartos, simple envidia...
      Todos discuten, todos hipotetizan...Cada ser humano parece tener su propia teoría, y mil pruebas para apoyarla. Pero todos se hacen la misma pregunta:
      ¿Regresarán?



JOSÉ MIGUEL SANCHEZ GOMEZ (YOSS)

Yoss ha publicado en España una colección de cuentos llamada Se alquila un planeta (Ediciones Equipo Sirius, colección Tau-ciencia ficción) donde se puede encontrar alguno de los cuentos publicados hace tiempo en Axxón.
Nacido en La Habana (1969). Licenciado en Ciencias Biológicas de la Universidad de La Habana (1991). Comenzó a escribir a los quince años, con su incorporación a los Talleres Literarios. Es miembro de la UNEAC (Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba) desde 1994. Actualmente trabaja en varias novelas y libros de cuentos.

Ha obtenido los siguientes premios literarios:
     Premio de la revista "Juventud Técnica" de cuentos cortos de ciencia ficción, 1988.
     Premio David de ciencia ficción, 1988 con el libro de cuentos "Timshel".
     Premio Plaza de ciencia ficción, 1990.
     Premio de cuento de la revista "Revolución y Cultura", 1992 con "Las avispas no saben llorar".
     Premio de cuento "Ernest Hemingway", 1993.
     Mención en el Premio UNEAC de novela "Cirilo Villaverde", 1993 con "La cáscara de los perdedores".
     Finalista en el Premio "Casa de las Américas" de novela, 1994 con "Jugando a rumiarse el tiempo".
     Seleccionado en la segunda convocatoria del concurso Los Pinos Nuevos, 1995 con el libro de cuentos "W".
     Mención en el Premio UNEAC de cuento "Luis Felipe Rodríguez", 1995 con "Reina es la noche".
     Mención en el Premio de cuentos de la revista "La Gaceta de Cuba", 1996 con "Huéspedes".
     Premio único en el concurso «Luis Rogelio Nogueras» de Literatura de ciencia-ficción, fantástica y policíaca, 1998 con «Los Pecios y los Náufragos».

Ha publicado:
     "Los delfines no son tiburones" (cuento), La Gaceta de Cuba, 1988.
     "Timshel", Ediciones UNION, 1990.
     "Las avispas no saben llorar" (cuento), Revista Revolucióin y Cultura, 1992.
     "Rufus el suicida" (cuento) en la antología "Los últimos serán los primeros", editorial Letras Cubanas, 1994; en la antología "Fábula de Ángeles", editorial Letras Cubanas, 1994; en la revista suiza "Entwürþ & Zündschrift", 1995.
     "Balsatur S.A." (cuento) en la antología italiana "Alabbra nude", Feltrinelli, 1995; en "Revista de la Universidad de Antioquía" (Colombia), 1995.
     "Reina es la noche" (cuento) en la revista italiana "MAX", 1995; en la antología italiana "La baia delle gocce notturne", BESA, 1996.
     "Despertarte, sentirte, pensar" (cuento) en la antología anterior.
     "Carne de cercanía" (cuento) en La Gaceta de Cuba, 1996; en la antología "El cuerpo inmortal", Letras Cubanas 1997.
     "W" (libro de cuentos), Letras Cubanas, 1997
     "El Encanto de Fin de Siglo" (noveleta a cuatro manos con el escritor italiano Danilo Manera) en la antología "Vedi Cuba e poi muori", Feltrinelli, 1997.
     "Los meandros de la historia", en Axxón 51.
     "Trabajadora social", en Axxón 56.
     "La maza y el hacha", en Axxón 83.
     "Destrúyenos porque nos amas", en Axxón 94.
     "El tiempo de la fe", en Axxón 97.
     "El arma", en Axxón 106.
     "El performance de la muerte", en Axxón 110.
     "Las chimeneas", en Axxón 113.


Axxón 128 - julio de 2003

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