Entrevista con Sergio Gaut vel Hartman


De Enciclopedia de la Ciencia Ficcion y Fantasia argentina

Sergio Gaut vel Hartman tiene mucho de apasionado y de memorioso. Es esa capacidad de recordar, que no debe ser confundida con rencor, la que le permite saber dónde está parado y de dónde viene. Todavía se agitan en su memoria las imágenes de la época en que él mismo era un recién llegado dentro de la cf nacional, frente a figuras como Bajarlía o Gorodischer. En su función de editor admite ser respetuoso en lo que respecta al mensaje del autor y al gusto del público. Tal vez porque en esa consideración busca distanciarse de otros editores que lo precedieron. No olvida que fue Marcial Souto quien lo incluyera hace diez años en una importante compilación editada por Eudeba.

El editor, el crítico, el escritor y el ser humano frontal e hiperactivo se funden en una sola memoria, en una misma historia que poco a poco nos proponemos recorrer.

Axxón (Alejandro Alonso): ¿Qué significó para vos la edición de Sinergia? ¿Qué te propusiste al crear la revista y qué cosas pudiste concretar?

Sergio: Sinergia duró 5 años (12 números) y publicó (no los conté) unos cien relatos, docenas de notas, facilitó la aparición de varias revistas (propias y ajenas) y fue el banco de pruebas de numerosos escritores locales. Sin embargo tengo la sensación de que Sinergia no significa nada; hoy no significa nada. Para quienes la hacíamos (Sánchez, Parini, los colaboradores, yo mismo) representó un enorme esfuerzo sin recompensa. Entiendo que aportamos un marco adecuado para que mucha gente sintiera que podía hacerse escuchar, pero eso no implica necesariamente un gran resultado. Si bien los diferentes elementos de un movimiento espontáneo como el nuestro se articulan en torno a un tronco visible, los méritos individuales de tal o cual publicación no deben, a la distancia, considerarse decisivos. No estoy tratando de parecer modesto (todo el mundo sabe que ésa no es una de mis virtudes); sólo la cadena de publicaciones, relevándose una a otra en el tiempo, configuró el campo adecuado para la aparición y el crecimiento de los escritores. Sinergia, Nuevomundo, Cuasar, Vórtice, Parsec, Gurbo, Potencial, Axxón, Neuromante le sirvieron más a los autores y lectores que a los editores. Por esa razón, a la distancia, me queda la sensación de que hicimos Sinergia porque había que hacerla, porque alguien tenía que procurar un medio que diera cabida a la expresión literaria local; algo parecido deben haber pensado en su momento Pestarini, Verrecchia y Carletti. Crear la revista fue sencillo, tras un año de leer y seleccionar material acumulado por largo tiempo. Junté la plata (colaboraron hasta aquellos que luego serían despiadada competencia), compuse a máquina los textos, los armé, los hice duplicar. Y se lograron cosas simples, como publicar a muchos que jamás hubieran tenido una oportunidad en el mercado editorial. Que siguieran o no en la brecha, que crecieran o no como escritores, es problema de cada uno de ellos.

En otro plano, como descreo de las influencias unívocas, me parece que Sinergia afectó a unos y dejó indiferentes a otros. A Daniel Croci, personaje legendario por su oblicua visión de las cosas, le creó la necesidad de competir a muerte, polemizar y formar opinión con su propio producto. A Verrecchia y Pestarini tal vez los fue empujando, tras descubrir que Sinergia no representaba el tipo de literatura que los hacía vibrar, hasta convertirlos, a su vez, en editores. Y crearon revistas que no se parecían a Sinergia. ¿Qué necesidad tenían de imitarme habiendo tantos mundos sin explorar? Creo que todos nosotros obedecimos a un impulso casi suicida, en el que se mezclaban la necesidad de realizar sueños con la de obtener algún aplauso, si lo hubiera. El único mérito de Sinergia fue haber sido la primera... bien, eso, fue la primera, abrió el fuego.

Ax: ¿Volverías a hacer una revista como Sinergia?

S: No volveré a editar una revista como Sinergia. No niego tener proyectos editoriales, pero corren por otros carriles y no corresponde ventilarlos aquí. Hoy por hoy no me interesa editar en la forma "revista" porque como tal entiendo un medio que "muestra", casi arbitrariamente, lo que hacen los escritores en diferentes ámbitos y respondiendo a diferentes estilos y modas. Identifico la forma revista con lo heterogéneo y prefiero la forma "colección de relatos", como un modo de acumular elementos en base a unidad temática, lo que permite una profundización que la cultura de la imagen escamotea. La revista es cómplice del zapping literario y aunque no soy ajeno (de hecho estoy colaborando con las revistas) me parece que los lectores se limitan a picotear un cuento aquí, una nota allá, algunos granos de información por el otro lado... No reniego; me gustan las revistas, pero insisto: contribuyen a la dispersión. Mi objetivo es apoyar con todas mis fuerzas a los proyectos en curso, pero al mismo tiempo desarrollar núcleos de discusión y debate a partir de la publicación de antologías de relatos unidos por la necesidad de dar respuesta a problemas específicos. La serie Fase, que se reanudará a partir de este año, es un ejemplo en ese sentido.

Ax: Desde el punto de vista del editor que llevás adentro, ¿cómo ves el panorama nacional de cf? ¿Cuáles te parecen los modelos a seguir?

S: Nunca desarrollé el vicio del censor, y como crítico tengo muchas limitaciones. Como editor publiqué todo lo que a mi buen saber y entender aparecía como mínimamente legible, respetando las necesidades expresivas de cada cual. Se escribió, se escribe y se escribirá de todo. Faltan experimentos colectivos, como los que en el pasado realizamos con Graciela, por un lado, con Alvaro R. de Mendarozqueta y Litto Imwinkelried, por otro. Hay que probar formas, estilos y venas alternativos, y no seguir modelos. Admito la metabolización de lo que se lee, pero de ninguna manera el reciclado; especialmente reniego de la tendencia a adoptar la corriente de turno en Anglosajonia del Norte como propia. El panorama nacional de cf no tiene significado si no se dispone de 100 relatos locales publicados por año. El problema de la calidad está unido al de la cantidad hasta un punto que ni siquiera los editores parecen advertir. Si los escritores atiborraran a los editores con sus manuscritos ocuparíamos mucho menos espacio mencionando cuánto costó Waterworld. Pero ojo: hay mucha necedad e inmadurez en los lectores. Se critica con vehemencia a Gardini porque produce textos exageradamente "literarios" y se aplaude cualquier cagada en la que los personajes tienen brazos cibernéticos y se expresan mediante interjecciones. Habrá avances significativos en el campo de la cf local si los autores se olvidan de las excusas y la autocomplacencia (escribo robándole horas al sueño, no te pagan, encima te critican) y los lectores leen en serio y se dedican a comentar en profundidad lo que leen.

Ax: ¿Seguís escribiendo?

S: Sigo escribiendo. Escribo más que nunca y proyecto escribir aún más.

Ax: ¿En qué se diferencia el escritor de los comienzos al de hoy? ¿Sobre qué temas estás escribiendo?

S: Tengo más claro que hace 25 años, cuando publiqué mi primer relato, qué cosas quiero decir, qué me preocupa y ocupa hasta el punto de merecer un cuento o una novela. Escribo sobre la hipertrofia del capitalismo, sus probables colapsos, las vías de escape a esos colapsos. Escribo sobre la muerte y el no morir. Escribo sobre los multimedios y la nueva tiranía, la tiranía invisible. Escribo sobre la vuelta al espacio como salida a los insolubles problemas demográficos, ecológicos, étnicos, ideológicos y políticos que nos abruman.

Ax: ¿Qué escritores te inspiran?

S: No me reconozco "inspirado" por escritor alguno, aunque he limitado mis lecturas a aquellos autores que me ofrecen respuestas a las preguntas que tengo necesidad de formular: LeGuin, Dick, Lem, Ballard, Vonnegut, Priest.

Ax: ¿Qué temas o historias son los que más te identifican (ya sea por el estilo en que está escrito o por la cercanía que los personajes tienen con vos)?

S: El hombre que descubre una conspiración invisible a su alrededor. Las configuraciones de la realidad que no responden a las convenciones. Los experimentos científicos que alteran la naturaleza humana o la de la sociedad. La posibilidad de no morir, ya sea cambiando a un cuerpo descartable, digitalizando la personalidad, hibernando. La droga como ejemplo de nueva esclavitud y la droga como vehículo de experiencias en los límites de la mente humana. Las especulaciones sobre el futuro de la sociedad en que vivimos, extrapolando a partir del ilimitado desarrollo de las líneas actuales (desocupación creciente, el poder en manos de ineptos voraces y rapaces, aumento de la corrupción, multiplicación de la violencia, idiotización a través de la pantalla de TV, mercantilización ad infinitum, multimediación al absurdo).

Ax: La pregunta que todos estaban esperando, ¿cómo fue concebido el CACyF? ¿Cuáles fueron los objetivos?

S: El CACyF fue una casualidad, y el que diga lo contrario miente. No fue concebido, ya que nadie podía prever cuál sería el efecto de la carta que escribí y Souto publicó en El Péndulo. La idea era juntar a los que leían cf, pero no necesariamente en una "institución"; no creía en 1982, y no creo ahora, en las "instituciones". De hecho transcurrió ese primer año en medio de reuniones de amigos en un bar de Salta y Moreno, cerca de la redacción de El Péndulo. Allí nos juntábamos con Roberto Plaza, Juan Carlos Prieto Cané, Norma Viti, Carlos Gardini, Raúl Alzogaray, Elvio Gandolfo y Marcial Souto para charlar de cf, para mostrarnos lo que escribíamos. La idea de hacer el CACyF fue posterior, tal vez de Plaza o de Croci, pero no mía. Por supuesto adherí y fui parte, contribuí con lo que pude desde Sinergia, pero nunca abandoné las reservas y prejuicios que me acompañaron siempre en lo referente a las "instituciones". Cuando el nexo de un grupo es un tema, una afición, un hobby, la selección del personal se realiza a partir del factor común. Nadie pudo evitar que el CACyF se llenara de locos, imbéciles y borrachos a quienes, por supuesto, les gustaba la cf. Sentía por entonces que para compartir mi gusto por la cf con Souto, Gardini, Pestarini, Carletti, Norma Viti, Verrecchia, Alvaro Ruiz de M. y Carlos Sánchez, entre otros, había que pagar un precio muy alto: soportar los delirios alcohólicos de Fulánez, la manía persecutoria de Mengánez y la mórbida estupidez de Perengánez... Sigo, lamentablemente, sintiendo lo mismo: cambian las caras pero no los vicios. Así que he decidido verme con aquellos que quiero en otros ámbitos y no volver a pisar el bar de San José. Tal vez estoy demasiado crecido para algunas cosas y he perdido la poca paciencia que tuve alguna vez.

Ax: ¿Qué diferencias ves entre el CACyF de los primeros tiempos y este?

S: Las diferencias entre el CACyF de los primeros tiempos y este tienen que ver con la degradación cultural de nuestro medio, pero tal vez no sean decisivas. Mucha gente interesante que conocí en 1982 sigue concurriendo a las reuniones del CACyF y mucha nueva gente se ha agregado. No debe interpretarse mi rechazo a las instituciones como una pretensión de invalidarlas. Las instituciones no necesitan a Sergio GvH para existir y evolucionar. Mis problemas personales son sólo míos y ni siquiera los estúpidos tienen la culpa de serlo.

Ax: ¿A qué se dedica Sergio Hartman en la actualidad? ¿En qué proyectos estás involucrado?

S: Desde 1991 tengo una editora de video. Mis proyectos tienen que ver con la literatura (escribir varias novelas, participar en concursos importantes y ganarlos, de modo tal que pueda dedicarme full time a escribir) y el cine (tengo esbozos de guiones que pretendo vender a productoras locales o foráneas para que se filmen y me paguen mucho dinero de modo tal, etc.)

Ax: Una valoración final. Evidentemente la ciencia y la tecnología han confirmado lo escrito por algunos autores de cf y han refutado a otros. ¿Cuál es tu visión de los problemas que sufre la humanidad? ¿Cómo afectarán al futuro del hombre? ¿Creés en un futuro a lo ciberpunk o concebís otras posibilidades menos oscuras?

S: Nunca entendí a la cf como una literatura profética. Acertar o no cuáles serían los cambios científicos, tecnológicos, sociales, políticos y culturales me parece infinitamente menos importante que especular con esos cambios, proponiendo múltiples vías de interpretación de los mismos. Es la capacidad para aceptar los cambios y hacerlos jugar en una nueva configuración lo que convirtió a la cf en la literatura más interesante e importante del siglo. Podría citar un gran número de obras que no acertaron nada, que no se proponían hacerlo, pero lograron un enorme impacto en la psique de algunos individuos. La realidad sigue siendo más rica que cualquier ficción, ya que mientras la primera es, por así decirlo, autodefinida, la segunda carga con el peso de explicar sus intenciones y extensiones a cada paso. Sin embargo Ubik y Rascacielos, Crónicas Marcianas y Más que Humano, Solaris y La Afirmación, Las Sirenas de Titán y El Fin de la Infancia, Los Desposeídos y Pórtico, Los Amantes y El Hombre Demolido, La Tierra Permanece y Hacedor de Estrellas trascienden largamente los acuerdos o desacuerdos a los que pudieron haber llegado confrontándose objetivamente con la realidad. La humanidad ha sufrido y seguirá sufriendo. Algunos individuos no parecen comprender (o no les importa) que sus actitudes lastiman y matan a otros y siguen ejerciendo el poder irracionalmente, atendiendo a sus propios humores e intereses. En este punto puedo no extenderme, ya que debe haber quedado claro que lo que interpreto como "problemas de la humanidad" coincide con los temas que me interesan y preocupan "literariamente". Como ya dije no creo en la profecía y me siento incapaz de prever si el futuro será negro ciberpunk, rojo narcokiller, amarillo multimedios, gris genocidio o rosa bucohollywood. Sé que será caótico, que desafiará de un modo creciente la capacidad de los seres humanos para adaptarse a nuevas y nuevas y nuevas formas de vida.


Pero Sergio Hartman sí tiene sus propias especulaciones sobre "ese futuro", o por lo menos sobre unas cuantas áreas de realidades alternativas. Mucho de él (del crítico, del editor, del ser humano) sale a la luz dentro de esa visión. Porque a veces el escritor, incluso el profesional, desnuda el alma en lo que cuenta. En el caso de Sergio, ése puede ser un ejercicio permanente.


Entrevista por Alejandro Alonso - Axxón, 1995

 



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