Nuestra moderna Civilización, con su Ciencia y Tecnología, promesas y virtudes, y las proyecciones y sueños que vemos en la Ciencia Ficción, se apoya en el uso de energía barata. Esa es la gran diferencia respecto de todas las anteriores registradas en
la Historia.
Esa energía barata consiste de combustibles fósiles, esencialmente petróleo, carbón y gas natural.
Durante todo el siglo XX la Humanidad expandió sus capacidades en forma explosiva, y a la vez expandió el uso y dependencia de los combustibles fósiles. Sin importar el gasto, las reservas siempre se presentaron ilimitadas. Hoy es creencia común de que
ese es un estado "natural": disponer de energía en cantidad ilimitada, es un punto que no cuestionamos.
¿Pero qué pasa si se presenta la escasez de energía?
Marion King Hubbert nació el 5 de octubre de 1903, en el estado petrolero de Tejas. Entre 1943 y 1964 trabajó en la Shell, en el Área de desarrollo y exploración geológica en Houston, como investigador y director del departamento de geofísica. Hasta
1968 fue profesor honorario de geología y geofísica en la Universidad de Stanford.
En 1956, predijo que la producción de petróleo de EEUU alcanzaría su máximo de producción (o Peak de producción) durante 1969. Pese a las críticas recibidas, los hechos le dieron la razón: 1971 fue el año en el que los EEUU produjeron más petróleo,
y desde entonces ha producido cada vez menos. Sus cálculos comenzaron a denominarse curva de Hubbert.
La curva de Hubbert es, en esencia, una curva de campana, que refleja la explotación de un pozo petrolero o cualquier extracción minera. En el caso de un pozo, cuando se lo perfora y comienza la extracción de crudo, esta extracción tiene un costo mínimo
respecto de su producción: el pozo tiene máxima rentabilidad. Pero luego la curva de extracción se ameseta, y llega a un máximo (el Peak).
A partir de ese momento, el problema no es que el pozo no tenga más crudo, sino que cuesta cada vez más extraerlo y la producción desciende con el tiempo (conforme el yacimiento se sigue agotando) hasta que la curva de rentabilidad cae a plomo. En ese
momento (muy posiblemente antes, para evitar costos) las petroleras cierran el pozo y perforan en otro lado.
El tema es que cada vez hay más signos de que en ese estado está la producción petrolera mundial. Desde el año 2000 la producción de crudo, en todo el mundo, no crece. Para varios geólogos, esto es señal de que el Peak de Petróleo en todo
el planeta está muy próximo.
Se estima que no hay nuevos yacimientos de petróleo a descubrir, que tengan capacidad significativa. Con este dato, las previsiones más conservadoras apuntan a que llegaremos al Peak del Petróleo alrededor del 2010. Pero muchos observadores suponen
que ya lo hemos pasado en el mismo 2000.
¿Y cuál es el problema?
El problema no es el agotamiento del petróleo. Petróleo seguirá habiendo al menos por 100 años más. Pero habrá cada vez menos, cada vez será más cara su extracción. La era del crudo barato dejará de existir. ¿Y entonces?
Entonces el problema está en la demanda.
Todas nuestras tecnologías e industrias están relacionadas, en algún punto, con productos o subproductos del petróleo, y especialmente dependen de la producción de energía barata. El petróleo produce el 80% de la energía de nuestra civilización.
El petróleo y gas se usan para producción de energía eléctrica, transporte, lubricación, maquinaria agrícola, producción de fertilizantes y pesticidas, producción de plásticos y materiales compuestos o sintéticos, es base de multitud de productos químicos
y farmacéuticos. Si no es integrante de los productos, la energía barata que proporcionan facilita su producción.
En varios de estos procesos, para el petróleo no hay sustitución.
Toda esta estructura (replicada en todos los países) fue diseñada y perfeccionada en los ´50 -´70, época en la que el petróleo no sólo era muy barato, sino que se estimaba que seguiría en igual situación por lo menos durante un siglo más. Luego vino la
crisis petrolera de los ´70, los conflictos en Medio Oriente, recesiones económicas en esa década y la de 1990, cuando hubo episodios de escasez de crudo que se pudieron superar. Pero hoy la situación es diferente.
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Hoy somos 6400 millones de personas, no 4000 como en 1975, y la demanda se multiplica porque además de que en EEUU, Europa y Japón el consumo energético no deja de crecer, se suman China y la India al club. Media humanidad busca mejorar su
estándar de vida intentando igualar el modo de vida de los Estados Unidos y eso implica igualar (al menos) su consumo energético. ¿Pero cómo puede conseguirse eso frente al Peak de la producción petrolera? Forzosamente vamos a una época de escasez energética.
No se trata del transporte, de los autos. Eso sería el comienzo. Se trata de que sea escaso el gasoil para las cosechadoras, que cada vez sean más caros los fertilizantes y los insecticidas. Se trata de que haya energía para bombear agua y/o distribuirla
para riego o para consumo en las ciudades. Se trata del transporte para que las cosechas y la carne lleguen a los mercados. Un crecimiento del costo del crudo es un crecimiento del costo de los alimentos, del agua potable, los servicios básicos, la
salud pública. Y la población planetaria sigue en aumento.
Sumemos además el problema del cambio climático, que afecta las cosechas, que posiblemente consiga la elevación del nivel del mar y reduzca la disponibilidad de terreno cultivable. Crear diques y terraplenes, fertilizar terrenos nuevos o gastados,
recuperar terrenos antes anegados requiere energía y sin petróleo, ¿de dónde va a salir?
Existen energías alternativas (nuclear, solar, eólica, biomasa, metanol, hidrógeno). Se confía que con la suba del costo del crudo esas energías tengan un costo relativo menor que el que tienen hoy, y "la acción del mercado" termine derivando capital para
su desarrollo, perfeccionamiento y difusión, lo que compensaría la falta de crudo. Pero este razonamiento, según Richard Heinberg (en su libro "The Party´s Over"), puede ser falaz porque:
1) Ninguna de estas energías puede reemplazar al petróleo en facilidad de distribución y rendimiento energético
2) Todas estas energías tienen límites de eficiencia, o límites en su distribución, o riesgos en su empleo (que en comparación el petróleo no tiene)
3) El sistema de distribución energética planetario está en función del crudo y optimizado para él. Pasar a otras fuentes de energía implica la reconversión de este esquema de distribución, y también de reelaboración
de productos, procesos e industrias enteras
4) Todo esto implicaría cambios sociales que llevan su tiempo. Imponer una nueva tecnología lleva 20-30 años, pero además hay que pensar en la reconversión del entorno energético completo. Si estamos en el Peak, ya
es tarde: se calcula que los efectos violentos de la crisis empezarían para aproximadamente 2015
5) "La acción del mercado" no es confiable ni lógica pues depende de los intereses de los inversores, no del cuidado del bien común. A los inversores posiblemente les convenga concentrarse en apuntalar hasta el límite
el esquema energético petrolero, que ya está creado, con gasto de infraestructura mínimo, y que por eso requiere menos inversión. ¿Y qué problema hay mientras haya clientes que paguen? Cuando todo se derrumbe, posiblemente la energía alternativa sea opción,
pero probablemente sea una opción implementada a medias: las nuevas energías necesitan energía para su desarrollo e implementación, energía que en el momento crítico será escasa.
6) Nuestra mentalidad toma como axioma la existencia de energía barata, de consumo ilimitado. No acepta la existencia de límites y umbrales. Reconvertir el patrón energético de nuestra civilización en función
de esos límites implica en el fondo cambiar la sociedad, la economía, la organización política, pues todas dependen de ese patrón.
El punto 6 da la verdadera dimensión del Peak del Petróleo: no es un problema "energético", o "tecnológico", sino sistémico. No alcanza con desarrollar fuentes de energía alternativas, ni con poderlas implementar.
Por ejemplo, podríamos imaginar que el propuesto por el Premio Nobel Carlo Rubbia (Amplificador de Energía) no sólo es
una opción válida, sino que además tiene éxito: no sólo tenemos energía nuclear barata y segura, sino que además soluciona el tema de los residuos nucleares. Pero aunque esta opción garantice provisión energética, no basta: tendríamos energía eléctrica
en abundancia, pero el transporte estaría seriamente afectado. Aunque adoptemos el Hidrógeno como combustible para vehículos, posiblemente la estructura de transporte que conocemos quede herida de muerte. Sólo estos dos detalles implicarían remodelar las
ciudades hasta los cimientos.
Y nuestra sociedad, para adaptarse a esos cambios, deberá cambiar también. Hoy no conocemos alternativa a la sociedad de consumo, ni fines o aspiraciones diferentes a la que esa sociedad brinda, porque estamos condicionados por ella. ¿Podremos
crear otra, prácticamente desde cero, rodeados de problemas y crisis y colapsos, en medio de una escasez cada vez mayor?
La respuesta inmediata (y lógica) es no. Una civilización estable en función de un único elemento básico, forzosamente sea inestable y se derrumbe cuando ese elemento falte.
Nuestra civilización puede llegar a retroceder al 1700, antes de la Revolución Industrial. Sin fuentes de energía confiables y distribuidas equiparables al petróleo, la mayor parte de nuestra tecnología es inútil y gran parte de nuestros conocimientos,
sin energía barata, impracticables.
En 1700 la población mundial era de alrededor de 600 millones de personas, alimentadas con agricultura de baja o nula tecnología. Con poca energía, la producción agrícola mundial podría abastecer, al menos, a esa cantidad de gente. Pero con los desordenes
que se producirían frente a la escasez, más los efectos del cambio climático y posibles pérdidas de terreno cultivable por sobreexplotación, depredación, contaminación y/o destrucción en guerras por los recursos, probablemente alcance a proveer alimentos
a mucha menor cantidad de población.
Pero ¡alto! ¡Somos 6400 millones! ¿Comida asegurada para solo 300, 400, 600? ¿Qué pasa con el resto?
Con el resto, la visita de los Cuatro Jinetes: Hambre, Guerra, Peste, Muerte.
Posiblemente haya una estabilización en alrededor de 100 años, donde el tema de la escasez de energía se haya conjurado de algún modo. Pero esa Civilización del siglo XXII no sería para nada la que conocemos hoy. Y para llegar a ella deberíamos atravesar el mayor desafío que la Humanidad haya enfrentado jamás.
¿Es casualidad, en este contexto, la conducta de los Estados Unidos respecto de países que (nuevamente casualidad) son productores de petróleo? Estados Unidos depende casi exclusivamente de los combustibles fósiles. En el estado actual de su economía,
la conversión de sus industrias a otras fuentes de energía implica un costo inadmisible. La opción más pragmática, siendo la superpotencia militar planetaria, es controlar a cualquier precio las reservas disponibles en todo el planeta (http://www.redvoltaire.net/article4338.html).
A nivel militar, el petróleo es un componente estratégico fundamental.
China, inmersa en una expansión económica que le sería catastrófico detener, deberá tomar posición ante este problema. ¿Estamos viendo el comienzo de una "partida de ajedrez" entre EEUU y China sobre el tema energético? ¿Cómo quedan afectados Europa y
Japón? ¿Qué papel tendrá la OPEP, y en especial las naciones del Medio Oriente, fuente de petróleo del planeta?
¿Estamos viendo el nacimiento de una nueva Guerra Fría?
El siglo XXI, sin dudas, promete un futuro interesante... y más movido que lo que podíamos prever.
Más datos:
(Traducido, adaptado y ampliado por Jorge Korzan de diversos sitios de Internet)