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ZAPPING 0069, 17-04-2002 Pasa en la vida... (3) En la Ciudad de Buenos Aires, más precisamente en la plaza Naciones Unidas del barrio de Palermo, se inauguró una obra en forma de flor. Es una flor mecánico-cibernética, que se abre con la luz del sol y se cierra al anochecer. Sobre "Floralis Genérica", tal el nombre que el arquitecto argentino Eduardo Catalano dio a su obra, la página web del diario Clarín del 13 de abril menciona: La obra fue inaugurada poco después de las 14 en Figueroa Alcorta y Tagle, con una ceremonia en la que estuvo presente Catalano, el jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra y otras autoridades. "La Flor Gigante" de la ciudad de Buenos Aires de casi 20 metros de alto y con un peso de 18 toneladas, está compuesta de seis pétalos plateados construidos con aluminio y acero, montados sobre una estructura cónica. Esta obra, que estará abierta de día y cerrada de noche, contará con un sistema mecánico, compuesto por máquinas y computadoras, que controlarán todos los movimientos de la estructura. La flor está erigida en un espejo de agua de 44 metros de diámetro con un catarata, y, a través de su complejo mecanismo, moverá paulatinamente los pétalos con los primeros rayos hasta verse en su esplendor y se cerrará al atardecer. Esta "obra ambiental" como la define su autor, está emplazada en un entorno de cuatro hectáreas, cuyos caminos interiores fueron rediseñados para que la flor pueda ser apreciada desde distintos ángulos para obtener diversas sensaciones. En el marco de diferentes conmemoraciones, la flor estará abierta las 24 horas los días 25 de mayo, 21 de setiembre, 24 de diciembre, 31 de enero y cada luna nueva. Se inauguró un poco apresuradamente, aprovechando que su creador estaba en Buenos Aires. Todavía están tratando que funcione correctamente, pero yo temo que eso suceda. Yo vi esa flor, en otra ciudad que se parece en algo a ésta. La ciudad de Alcandor. Y cuando digo "vi", me refiero a que las palabras de "El libro de la tribu", de Carlos Gardini (El Aleph, 2001), la describen en una forma muy especial: "El techo abovedado de la habitación, el Pétalo más alto de la Flor de los Penitentes, terminaba en una claraboya por donde se derramaba una luz dura y nacarada. Al atacar a los Penitentes en su reducto, la particular textura de esa luz me había llamado la atención. Sólo ahora comprendía qué era: la claraboya se comunicaba con un tubo que ascendía al cielo de Alcandor, continuando el eje que hacía girar la ciudad, y ese tubo extraía el tiempo lento que le permitía vivir a expensas del universo. A través de esta claraboya la ciudad vampiro practicaba el Arte de la Succión. Mientras rezaba por la ciudad, el Penitente se bañaba en la sangre del mundo." "Los muertos de Alcandor caían en cascada: una repulsiva catarata se deshacía en una sinfonía de huesos quebrados, médulas rotas y músculos triturados, descendía en una masa humeante y se precipitaba en una acequia, haciendo girar las anchas palas de una rueda inmensa. La rueda, cuya textura evocaba la Estrella del Alba, se comunicaba por una serie de engranajes con un grueso pilar vertical. A través de los engranajes, la rueda hacía girar el pilar, que se elevaba hacia la enorme bóveda del techo. Aquí Lamec había llevado al paroxismo su amor por las máquinas. Comprendí, por la distancia que había recorrido, que había descendido desde el Santuario hasta llegar a los sótanos de la Raigambre. El pilar penetraba en la columna que sostenía los Pétalos de los Penitentes. Los muertos triturados empujaban las palas que hacían girar el pistilo de la Flor de los Penitentes, el centro de Alcandor. " ¿Qué catacumbas habrá debajo de la "Floralis Genérica" de Catalano? ¿Qué razas rendirán en sus entrañas el tributo de la sangre? ¿Qué oscuro secreto esconde esta flor, en este Buenos Aires que parece girar suspendido en el tiempo? Pasa en la vida, pasa en la Fantasía. Enviado por A. Alonso, 2002 |
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