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08-Oct-2007



Los 10 pensadores más influyentes de la carrera espacial

Fecha de publicación en Astroseti: 03-Oct-2007

Con motivo del 50 aniversario del lanzamiento del Sputnik, New Scientist dedica un número completo a la era espacial. Con este artículo pretenden rendir tributo a los pensadores que la hicieron posible.
* 5 de septiembre de 2007
* Servicio de noticias de NewScientist.com

Konstantin Tsiolkovsky (1857-1935)

Piensen en toda la parafernalia de la era espacial: cohetes, trajes espaciales, estaciones espaciales y todo eso. Alguien tuvo que pensarlo primero. Esa persona fue Konstantin Tsiolkovsky.

Nacido en la ciudad rusa de Izhevskoye, Tsiolkovsky realizó masivas contribuciones a la era espacial. Él reconoció que los cohetes eran un prerrequisito para los viajes espaciales, y escribió la "ecuación del cohete" que describe cómo un cambio de velocidad del cohete depende de la velocidad del gasto del cohete y de la masa variable del mismo.

Tsiolkovsky propuso que una mezcla de oxígeno e hidrógeno líquidos debería dar a un cohete el mayor impulso químico. Y reconoció que, incluso con tan poderoso impulso, se necesitarían múltiples etapas en el cohete para alcanzar la órbita terrestre, dejando aparte el escape de la gravedad.

Los detalles del viaje espacial son sólo una pequeña parte de la contribución de Tsiolkovsky. Él soñaba con ascensores espaciales gigantes transportando gente a colonias espaciales, y con la raza humana dispersándose inexorablemente por la galaxia. "La Tierra es la cuna de la humanidad", escribió en 1911, "pero el hombre no puede quedarse para siempre en la cuna".

Tsiolkovsky inspiró directamente a Sergei Korolev, la fuerza motriz detrás del programa espacial soviético. En 1967, el Lunar Orbiter 3 de la NASA fotografió un cráter espectacular en la cara oculta de la Luna, que fue nombrado Tsiolkovsky en honor al visionario ruso. - El último libro de Marcus Chown es "Los interminables días de estar muerto" (Faber&Faber)

James Webb (1906-1992)


James Webb (en el centro) sirvió como segundo jefe de la NASA desde febrero de 1961 hasta octubre de 1968; el pionero diseñador de cohetes Wernher von Braun (derecha) sirvió como primer director del Centro espacial Marshall de la Agencia en Alabama desde 1960 hasta 1970.
Imagen: NASA-MSFC

En febrero de 1961 el presidente John F. Kennedy estaba luchando para designar un jefe para la NASA. Dos docenas de científicos respetados y líderes empresariales rechazaron el trabajo pues no creían que el negocio espacial tuviera futuro. Avergonzado por estos rechazos, Kennedy se dirigió a un personaje insólito: James Webb, un abogado de 54 años con un conocimiento si rival de la política de Washington pero escaso conocimiento del espacio.

Kennedy prometió que Webb podría llevar la NASA a su manera si aceptaba el empleo. Webb firmó la línea de puntos. Dos años más tarde, sin embargo, cuando Kennedy insistía airadamente en que la NASA debería dedicarse sólo al aterrizaje lunar de la Apollo, Webb luchó, insistiendo en que las misiones planetarias y astronómicas eran tan importantes como la llegada a la luna. También reforzó la red de lealtades a la NASA, distribuyendo contratos de grandes equipos y construyendo la red de centros de la NASA de tal forma que resultaba casi imposible para los políticos rebajar sus asignaciones por miedo a poner en peligro los trabajos en sus distritos. En 1966, Webb dominaba alrededor del 5 por ciento del presupuesto nacional.

La tragedia golpeó en enero de 1967 cuando la primera cápsula Apollo se incendió en el lanzamiento muriendo su tripulación. Webb protegió a la NASA de las críticas del congreso y mantuvo el proyecto Apollo vivo, pero el esfuerzo le costó su reputación. Sus enemigos le acusaron de corrupción en su manejo de los contratos espaciales. Webb dimitió unos pocos meses antes del éxito de la misión Apollo 11, y su nombre fue rápidamente olvidado por el público. Sin embargo fue su dirección y determinación lo que permitió a la NASA alcanzar la luna, y efectivamente sobrevivir en las tiempos modernos como la mayor y más dotada de las agencias espaciales. - Piers Bizony es autor de "El hombre que alcanzó la luna"

Sergei Korolev (1907-1966)

El ingeniero aeronáutico ruso Sergei Pavlovich Korolev estaba desarrollando cohetes simples en un laboratorio del ejercito en San Petersbugo en 1938, cuando se convirtió en víctima de la purga de terror de Stalin. Fue golpeado y hecho prisionero en un helado campo de trabajo siberiano. Tres años después, al borde de la muerte, fue enviado a Moscú. El ejercito de Hitler había invadido y Stalin necesitaba ingenieros. En 1945 Korolev fue enviado al corazón del territorio alemán donde encontró, para su disgusto, que los misiles V2 habían aventajado sus más salvajes ambiciones.

En 1957 Korolev creó el Raketa-7, el primer misil balístico intercontinental. Fue diseñado para enviar bombas nucleares hasta los EEUU, pero Korolev sabía que también serían capaces de ir al espacio. El 4 de octubre de aquel año lanzó el Sputnik hasta una órbita. Un mes más tarde el Sputnik 2 voló, llevando a la perra Laika.

Korolev dijo entonces a los generales del ejercito rojo que podía construir un satélite para fisgar en el oeste, pero primero tendría que alistar a un piloto con una vista excelente para mirar desde la ventana del satélite y calibrar lo que las cámaras espía podían ver. Los generales le creyeron, y en octubre de 1959 se formo una escuadrilla de cosmonautas.

La fortaleza de la personalidad de Korolev le permitió plegar el tosco sistema industrial soviético a sus propios fines. Fue su sueño del vuelo espacial, no el del Kremlin, lo que "puso a rusia en órbita". Diseño la Soyuz, el transbordador ruso, todavía en uso hoy en día. También empezó a diseñar el gigantesco cohete N1, que pretendía enviar a Rusia a la luna antes que los EEUU.

Korolev murió a los 59 años durante una operación rutinaria y su legado fue dejado en manos de administradores débiles. Quién sabe que habría ocurrido si hubiera vivido unos pocos años más - Piers Bizony

Tsien Hsue-Shen (1911- )

En octubre de 2003, China se convirtió en la tercera nación en poner un ser humano en órbita. Sonriendo en algún sitio, sin duda, se encontraba Tsien Hsue-shen.

Nacido en China, Tsien emigró a los Estados Unidos en los años 30 tras ganar una beca para estudiar en el Instituto de Tecnología de Massachusetts. Más tarde se pasó al Instituto de Tecnología de California en Pasadena, donde fue considerado inusualmente dotado incluso entre el estelar cuerpo estudiantil de Caltech.

La estrella de Tsien pronto brilló con fuerza, sus conocimientos en cohetería inspiró a la armada a convertirle en coronel y enviarle a la Alemania ocupada para entrevistar a científicos de cohetes nazis. A pesar de esto, Tsien se vio atrapado en la caza de brujas comunista del senador Joseph McCarthy y finalmente fue deportado a China junto a su esposa y sus dos hijos nacidos en los Estados Unidos.

Una vez allí, creó prácticamente sólo el programa espacial chino, su trabajo condujo al primer misil balístico intercontinental chino y, finalmente, al cohete que puso al primer astronauta chino en órbita.

Enfadado y desilusionado por su deportación, Tsien prometió no volver a poner un pie jamás en los Estados Unidos; ahora, a sus 90 años, ha mantenido su palabra. Aun así, y según se dice, ha mantenido su amistad con varios de sus viejos colegas en Caltech, quienes sólo pueden preguntarse qué habría pasado si la paranoia anti-comunista no les hubiese privado de una de las más brillantes mentes de América. - Greg Klerkx es el autor de Perdidos en el Espacio (Secker y Warburg)

Lyman Spitzer (1914-1997)

Hoy en día damos por hecho que podemos tomar bellas imágenes astronómicas desde observatorios espaciales. Pero cuando Lyman Spitzer propuso lanzar un telescopio gigante a la órbita terrestre, debió sonar como un loco fantasioso. El año fue 1946. NASA no existía. Y fue más de una década anterior al lanzamiento del Sputnik.

Un renombrado astrofísico, Spitzer pasó la mayor parte de su carrera en la Universidad de Princeton. En 1946 escribió un informe que argumentaba el caso del desarrollo de un enorme observatorio espacial que pudiese capturar imágenes mucho más nítidas que cualquier telescopio en el suelo. Sin impedimentos por parte de la turbulenta y borrosa atmósfera de la Tierra, también vería la luz infrarroja y ultravioleta que bloquea la atmósfera.

A partir de los años 60, Spitzer lideró sin descanso estudios de diseño del Gran Telescopio Espacial, y presionó a los científicos y al Congreso de los Estados Unidos para hacer que se produjese. Finalmente se le concedió la financiación en 1977. El proyecto era agobiantemente lento, y los costes se dispararon, tuvo varias experiencias cercanas a la muerte. Al final el observatorio fue lanzado en 1990, a estas alturas bajo un nuevo nombre: el Telescopio Espacial Hubble.

El Hubble a resultado ser todo lo que habían esperado los astrónomos, y más. Sus agudos ojos han tomado alrededor de 500 000 asombrosas imágenes de más de 25 000 objetos celestes, y ha arrojado luz a los astrónomos sobre un enorme rango de temas candentes, desde la edad del Universo al íntimo funcionamiento de agujeros negros y extraños planetas orbitando a estrellas distantes. Spitzer murió en 1997. NASA bautizó a su observatorio espacial infrarrojo más reciente Telescopio Espacial Spitzer en su honor. - Hazel Muir

Arthur C. Clarke (1917- )

Un satélite tarda 90 minutos en completar una revolución alrededor de la Tierra en una órbita cercana. Más lejos, donde la gravedad planetaria es más débil, el periodo orbital es más largo. A una altitud de 35 784 kilómetros, un satélite tarda justo un día en dar una vuelta a la Tierra por lo que aparenta colgar inmóvil en el cielo para alguien en la superficie.

Hoy, es obvio que un satélite en una órbita "geosincrónica" es ideal para retransmitir señales de TV y telefonía entre lugares distantes sobre el globo. Pero alguien tenía que ser el primero en proponer dicha idea. Esa persona fue un joven oficial de la Fuerza Aérea Real llamado Arthur C. Clarke.

Clarke publicó su idea en una revista llamada "Wireless World" ("Mundo Inalámbrico") en 1945. Luego describió como tres "estaciones propulsadas por cohetes" espaciadas en intervalos de 120 grados en una órbita geosincrónica podría proporcionar cobertura de comunicaciones global.

En aquel momento hablar de viajes espaciales era poco más que ciencia ficción. Sin embargo, Clarke había visto el futuro cuando los cohetes V2 alemanes llovían sobre Londres en tiempos de guerra. Era sólo cuestión de tiempo, creía, que versiones mejoradas llevarían carga de pago al espacio. Su gran idea se hizo realidad en abril de 1965 cuando el consorcio internacional de telecomunicaciones por satélite Intelsat lanzó sus satélites Early Bird.

Clarke nunca patentó su idea, pero aquellos en la industria citan su artículo de 1945 como su inspiración, y se refieren a Clarke como el padre de los satélites de comunicaciones. Por aquel artículo, que dio lugar a una industria de un billón de dólares, él cobró 10 libras.- Marcus Chown

Ed Belbruno (1951- )

Mandar carga a la Luna y a los planetas es un asunto de alta precisión. La última cosa que alguien querría hacer, se puede pensar, sería introducir caos en la mezcla. Sin embargo el matemático americano Ed Belbruno abogó por ello a comienzos de los 90.

Por aquel entonces la NASA estaba propulsando sus naves hacia los planetas a lo largo de órbitas devoradoras de combustible. Belbruno se dio cuenta de que si una nave tomaba ciertas rutas, conocidas como órbitas caóticas, sólo un pequeño empujoncillo en cualquier dirección podría enviarla a trayectorias totalmente diferentes. Estas órbitas son tan sensibles que la nave puede ser enviada casi a cualquier sitio sin utilizar casi combustible.

Nadie oyó cuando Belbruno sugirió su idea para la nave espacial que iba a la Luna. Luego, en 1991, el transmisor en la nave japonesa Hagoromo falló en la Luna. Desesperados por recuperar algo de la misión, los controladores de Tierra desviaron su atención a la estación de retransmisión del Hagoromo, Hiten, que estaba en órbita alrededor de la Tierra. ¿Podría ser enviada a la Luna? El problema era que sólo tenía el 10% del combustible requerido. El día de Belbruno había llegado. Los científicos de la misión Hiten comunicaron con el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena, California, donde trabajaba Belbruno. El encontró una órbita caótica que llevó a la Hiten a la Luna, aunque en varios meses más que en varios días.

Desde entonces las órbitas de baja energía de Belbruno se han utilizado por la misión Génesis de la NASA para estudias el viento solar, y por la sonda SMART-1 de la Agencia Espacial Europea a la Luna. - Marcus Chown

Walt Anderson (1954- )

Mucho antes de que Richard Branson, Paul Allen, Jeff Bezos y otros ricos empresarios se unieran al juego espacial privado, estaba Walt Anderson. Multimillonario magnate de las telecomunicaciones y entusiasta del espacio, Anderson financió muchas iniciales aventuras espaciales privadas y pavimentó el camino para los "astrocompradores" que siguieron.

La inversión más destacada de Anderson fue MirCorp, el comienzo en los 90 que brevemente privatizó la antigua estación espacial rusa Mir. El notifico inyectar más de 30 millones de dólares en la operación. Sin embargo sus profundos bolsillos no contaban con la decrepitud de la Mir o con la política bizantina del programa espacial ruso: la estación fue abandonada y se desplomo en picado en el Océano Pacífico en 2001.

De todas formas, el primer cliente de MirCorp, el empresario y antiguo científico espacial Dennis Tito, se convirtió en el primer turista epacial autofinanciado del mundo, volando a la Estación Espacial Internacional sólo unos pocos meses después de la desaparición de la Mir. Este evento se considera el comienzo en serio de la era espacial privada.

MirCorp podría retornar a ser el cenit de la inversión espacial de Anderson. En septiembre de 2006 fue condenado de ocultar hasta 365 millones de dolares de ingresos entre 1995 y 1999, una de las mayores acusaciones de evasión de impuestos de la historia de los EEUU. Aún cumpliendo sentencia actualmente, Anderson todavía financia actividades empresariales espaciales: en mayo, apareció en el programa de radio/web The Space Show, pregrabando su contribución desde un teléfono publico en la prisión. - Greg Klerkx

Lyndon B. Johnson (1908-1973)

Aunque es John F. Kennedy quien usualmente se considera como el gran campeón político del programa espacial de los EEUU, fue Johnson quien soporto la mayor parte del peso y lucho la mayoría de las batallas.

Como senados, Johnson defendió un programa espacial agresivo cuando el presidente Dwight D. Eisenhower se mostraba escéptico a la necesidad de un gran empuje americano en el espacio, a pesar del impresionante vuelo del Sputnik en 1957. Tras el siguiente logro espacial ruso - el vuelo pionero de Yuri Gagarin de abril de 1961 - Johnson convenció a Kennedy de que América podría volver a encabezar la carrera espacial enviando humanos a la luna y retornándolos.

El mes siguiente, Kennedy realizó su gran intervención que comprometía a los EEUU a "conseguir el objetivo, antes de que acabe la década, de posar un hombre en la Luna y retornarlo a salvo a la Tierra".

Podría decirse, sin embargo, que la mayor influencia de Johnson en el programa espacial estadounidense fue segada tras la muerte de Kennedy. Puesto que la NASA competía con los soviéticos, el esfuerzo lunar sufrió algunos retrasos y su presupuesto se infló. Fue en este punto cuando el público y los políticos americanos comenzaron a dudar de si la carrera espacial merecía el esfuerzo. Si se suman este creciente descontento civil y la intensificación de la guerra en Vietnam, el firme apoyo de Johnson al programa de la Luna parece aún más remarcable.

No es de extrañar que el mayor centro de la NASA, el Centro Espacial Johnson en el estado natal de Johnson, Texas, recibiera su nombre en honor al hombre que dedicó todas sus capacidades políticas para mantener el programa espacial estadounidense volando en lo más alto, incluso en los días difíciles - Greg Klerkx

Maxime Faget (1921-2004)

Maxime Faget dejó un gran impacto en el vuelo espacial humano. Diseñó la cápsula Mercury para la primera misión espacial estadounidense tripulada a principios de los 60 y la lanzadera espacial, y contribuyó al diseño de cada uno de los vehículos espaciales tripulados norteamericanos entre medias.

La involucración de Faget en el programa espacial estadounidense data de sus primeros tiempos: fue uno de los 35 ingenieros seleccionados en 1958 para dirigir el programa Mercury. Tras su retiro en los 80, Faget trató de lanzar una estación espacial privada denominada Instalación industrial espacial (Industrial Space Facility, ISF) para investigaciones corporativas. Aunque la ISF nunca voló, el proyecto de Faget consiguió bastante financiación e influencia política antes de colapsar, obligando a los gigantes espaciales industriales y militares a tomarse a los empresarios en serio.

Quizás debido a su estatus de pionero de dos eras espaciales - una nacionalista, la otra capitalista - Faget estaba entre los pocos VIPs que asistieron al primer vuelo de prueba del SpaceShipOne de Burt Rutan en 2003. El vehículo de Rutan consiguió los 10 millones de dólares del premio Ansari el año siguiente. El vuelo ganador tuvo lugar dos semanas antes de la muerte de Faget. - Greg Klerkx

De la entrega 2620 de la revista New Scientist, 5 de septiembre de 2007, páginas 48-51.

Colaboran en la traducción Ana F. Blanco y David Martínez.

Enviado a Astroseti por David
Enlace Original:http://space.newscientist.com/article/mg19526201.400


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