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20/Ene/05




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Carta abierta de Ursula K. Le Guin, publicada en Locus

El siguiente texto es bastante elocuente por sí mismo. Baste aclarar que en él da las explicaciones del caso sobre la malograda serie de Terramar realizada por Sci-Fi Channel.


El Terramar de Frankenstein

Por Ursula K. Le Guin
(Para ver la versión en inglés)


Para aquellos que se preguntan "porqué los dejé" hacer la miniserie Leyendas de Terramar, aquí van algunas aclaraciones.

Los productores se acercaron a nosotros (mi agente para cine en ese momento era William Morris) con una oferta razonable. El contrato, por supuesto, solamente me daba el estatus estándar de "consultora". Esto significa exactamente lo que los productores quieran, casi siempre poco o nada. Pero ellos hablaban como si realmente fueran a consultarme cuando planificaran la película.

Hablaban de utilizar los dos primeros libros, Un mago de Terramar y Las tumbas de Atuán. Como yo misma había escrito un guión borrador de esos libros con Michael Powell, unos años antes, y también había trabajado con otro guionista planificando su guión de Un mago..., podía llegar a serles de utilidad. Conocía algunas de las dificultades de trasladar la historia a una película. Y también algunas de las posibilidades, las clases de cosas que pueden hacerse en las películas que no pueden hacerse en los libros.

Hablaban en términos de una película de cine a gran escala, con la miniserie en televisión como una posibilidad. Dijeron que ya habían arreglado con Philippa Boyen (co-guionista de El señor de los anillos) como guionista principal, e informaron que ella estaba ansiosa por trabajar en una película de Terramar. Como para mí el guión era lo más importante, su presencia fue el factor clave en nuestra decisión de venderles los derechos.

El tiempo pasó. Para el momento que consiguieron fondos del Sci-Fi Channel para filmar la miniserie y Robert Halmi Sr. se había embarcado en el proyecto, habían perdido a Boyen.

Eso fue un golpe. Pero yo había visto la miniserie Dreamtalkers del Sr. Halmi con su asombroso elenco de nativos americanos. Así que dije: Hey, ¿quizás el Sr. Halmi podría protagonizar Terramar con algunos de esos grandes actores? Me dieron a entender que para él había sido muy difícil trabajar con esa gente.

Bien, dije, ¿se dan cuenta de que la mayor parte de la gente en Terramar es de "esa gente" o que, de cualquier manera, no es blanca?

No me acuerdo cual fue su respuesta a esto —quizás usaran esa maravillosa frase multipropósito "ciego al color"— pero no me había dado mucha confianza, porque sí me recuerdo diciéndole a mi marido, oh, espero que no pongan un Ged blancucho....

Esto fue en la primavera de 2004. Finalmente se estaban moviendo rápido porque, si no entraban en producción, perderían sus derechos de propiedad. Mantengo el registro del intercambio de un par de amables emails. Les ofrecí una lista de fonética para los nombres, y les dije que, aunque bien sabía que una película debe ser distinta al libro, esperaba que no hicieran ningún cambio innecesario en el argumento o en los personajes —una cosa peligrosa de hacer, ya que por más de 30 años el libro ha sido conocido por millones de personas. Acerca de esto me respondieron que podían cambiar la historia del libro y los personajes tanto como quisieran, porque ellos llegaban a muchos más millones que los que yo había llegado.

Luego me enviaron el guión y me dijeron que la filmación ya había empezado. En otras palabras, yo quedaba afuera de todo el proceso. Nunca había formado parte de él.

Retiré la guía fonética que les había ofrecido (así que Ogión, que se lee como "Ogui-ón", es "O-shi-on" en la película).

Cuando vi el guión, me di cuenta de que lo que el escritor había hecho era matar los libros, recortarlos, sacar un ojo de aquí, una pierna de allí y juntar esos pedazos en una historia totalmente distinta, pegándolo todo con tripas de gato y pseudo-realidad. Iban a utilizar el nombre "Terramar", junto a algunas escenas de los libros, en una película McMágica estándar con un argumento tonto basado en el sexo y la violencia.

No había nada que pudiera hacer al respecto. No hay nada que el autor del libro pueda hacer; no con el contrato estándar de Hollywood. Hay mucha gente que no sabe esto. Aún los profesionales que reseñan las películas, que deberían saber un poco más, a menudo escriben como si el autor fuera responsable por la película. Las muy raras excepciones a esto (tal como el control que J. K. Rowling tiene de las películas de Harry Potter) son consideradas lo normal. Pero en la mayoría de los casos, la relación ente un libro y la película depende enteramente del honor, inteligencia y la integridad artística de los que hacen la película.

Larry Landsman, responsable del lado del libro en el Sci-Fi Channel, y quién fue gentil y comprensivo conmigo en todo este trance, me envió una copia en CD de la película por adelantado, así que la vi como un mes antes de que se estrenara.

Aún ahí no hubo nada que pudiera hacer, y no dije nada en público. Parecía malévolo atacar la cosa antes de que otra gente pudiera verla. Y de cualquier manera, ¿de qué sirve quejarse? Agarrá la plata y salí corriendo, como se dice siempre. Algún día, alguien podría hacer una verdadera película de Terramar...

Pero entonces el Sr. Lieberman, uno de los productores, publicó una aclaración diciéndole a la gente lo que "Ursula" (a quien él no ha conocido nunca) "intentaba hacer" con los libros.

Eso cambió la situación. Se estaban aprovechando de mi silencio para poner palabras en mi boca. Puse una respuesta a esto en mi sitio web, la cual todavía está allí.

Y ahora que la película ya fue estrenada, puedo hablar libremente. Pero aún ahora quejarse no sirve de nada. Aquí en Locus, lo que quiero hacer es señalar tres cosas sobre la película que creo que no solamente traicionan a los libros, sino que también traicionan la fantasía en si misma —y esto es algo que nosotros (los escritores y los fans) no deberíamos dejar que Hollywood nos haga continuamente. Hay algunas cosas que no deberíamos permitir que Hollywood suponga.

La gente que ve películas y mira televisión no lee libros. La gente que lee libros no mira películas ni televisión. Por lo tanto a nadie va a importarle si la película arruina el libro, y si les importa, que se jodan.

¡Esto es tan arrogante! ¿Por qué nos quedamos sentados y nos la aguantamos?

La fantasía es para chicos y estúpidos y para gente que quiere respuestas sencillas. Lo que pasa en una fantasía no necesita tener ningún sentido porque "no es real".

Tomemos este caso: En los libros de Terramar la magia funciona de une manera bastante específica, un asunto de lenguaje y de nombres. Tiene sus reglas, las cuales necesariamente establecen sus limitaciones y la naturaleza de esta magia es una de las metáforas fundamentales sobre las cuales se construye la historia.

No hay ningún sentido ni coherencia en la magia de la película, son solamente efectos especiales. Los dragones simplemente son monstruos, los Viejos Poderes son simplemente Malos. Lo más divertido es que el guionista llegó a intercambiar el nombre verdadero de Ged, su nombre secreto de poder, y su sobrenombre; así que ahora el pobre y viejo O-shi-on ¡lo tiene que bautizar solemnemente como "Gavilán"!.

Cuando en el primer libro Ged se encuentra con su Sombra y cada uno de ellos menciona el nombre secreto del otro, es el clímax del libro. En la película, la escena es un match de lucha libre sin sentido con un monstruo estándar. No tiene ningún sentido. ¿Cómo podría? El mundo, los hechos, los valores de la película son arbitrarios e incoherentes.

Uno o dos actores de color hacen que la película sea "ciega al color", de tal manera que todo el resto del elenco puedan ser blancos.

En Terramar, la gente del Archipiélago es marrón, cobriza, negra y los Kargos, mucho menos numerosos, son de piel blanca con pelo rubio u oscuro. Tenar es una mujer Karga, una morocha de piel blanca. Ged es del Archipiélago, un hombre de piel rojizamarronada. Vetch, también del Archipiélago, es negro.

En la película, Oh-shi-on (del Archipiélago) es negro y hay un par de caras de color en la Armada Karga del Rey Tyvek (espero que haya escrito bien el nombre de este rey, porque no es ningún personaje que yo conozca). Tenar es interpretada por una actriz que evidentemente tiene ascendencia asiática, muy hermosa. ¿Pero como llegó ella ahí? ¿Cómo llegó O-shi-on ahí? ¿De qué maldita isla son?

Oh, vamos, no es real. Es solamente una fantasía. Es solamente una película. No tiene importancia.

Sí que importa. Importa un montón. Vivo en un país racialmente intolerante. Desde el comienzo, vi a mi Terramar como una negativa deliberada de continuar tanto con el prejuicio que ve el blanco como la norma, como con la tradición fantástica que acepta ese prejuicio.

Si ustedes son blancos, pregúntenle a una persona de color que lea fantasía si esto importa. Pregúntenles qué tan seguido se encontraron a sí mismos en libros o películas fantásticas cuando crecían, y cómo los hacía sentir eso.

Solamente lamento que me haya llevado hasta el cuarto libro de Terramar para ser capaz de rechazar el prejuicio que ve a los hombres como la norma. Eso también importa. Y los realizadores de la película la hicieron bastante bien a este respecto, inclusive permitiendo que las chicas vayan a la Escuela de Roke. Una de ellas se llama Penélope. Lindo nombre, ¿no? Pero, ¿quizás se confundieran de Archipiélago?

Quiero decir que lo lamento mucho por los actores. Todos ellos trataron realmente duro. No lo lamento por mí, ni por mis libros. Nosotros estamos bien, gracias. Pero lo siento por la gente que puso el canal para ver la película pensando que iban a ver algo mío, o algo de Terramar. Intentaré ser más cuidadosa en el futuro, y no dejar que me engañen a mí o a mis lectores.

Y estoy inmensamente agradecida a toda la gente que se puso en contacto conmigo para acompañarme en esto, para maldecir a los realizadores de la película, para lamentarse por la oportunidad perdida y para decirme: ¡Los otaks son lo más!

- Ursula K. Le Guin

Nota: Le Guin ha publicado un agradecimiento a toda la gente que le escribió acerca de la miniserie de Terramar aquí.

Traducción: Laura Nuñez

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