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Europa lanza su misión a Venus
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Europa va a Venus, el planeta más cercano a la Tierra, por primera vez. En octubre partirá para allá la nave 'Venus Express', similar a la 'Mars Express', en
órbita de Marte desde hace casi dos años. El lanzamiento lo hará un cohete ruso Soyuz desde Baikonur, en el marco de la creciente cooperación espacial entre
Europa y Rusia.
(El País) - Como dos automóviles de la misma marca y modelo pero adaptados cada uno al cliente, así son Mars Express, la nave espacial europea que
está en órbita de Marte, y Venus Express, su casi gemela, que saldrá hacia Venus, el segundo planeta más cercano al Sol, a partir del 26 de octubre.
En el espacio todo es muy caro y la Agencia Espacial Europea (ESA) ya está acostumbrada a políticas de contención de gasto en los programas de exploración
planetaria. En este caso tenía sentido aprovechar el diseño y el modelo industrial de Mars Express en otra misión, que habría de estar muy cerca en el tiempo
para que no parasen los equipos de ingenieros y técnicos que dan forma a las naves espaciales.
Se escogió la misión a Venus, la primera que emprende Europa a este planeta, porque se podían aprovechar algunos de los instrumentos ya fabricados como
repuesto para la misión marciana y para Rosetta, la nave que se dirige actualmente hacia un cometa. Con ellos resultaría factible estudiar la atmósfera venusiana
con gran detalle, el objetivo principal de la misión según la ESA.
Para ello Venus Express, que ya está en la base espacial rusa de Baikonur, desde donde será lanzada a bordo de un cohete Soyuz, lleva siete instrumentos, entre
ellos espectrómetros y cámaras, adaptados todos ellos al ambiente que encontrarán, cuatro veces más caluroso en Venus que en Marte y con mayor radiación
solar. También dispondrá de dos antenas en vez de una ya que la situación relativa de Venus y la Tierra lo exige para poder mantener la comunicación. Uno de
los instrumentos de Mars Express que va, ligeramente modificado, en Venus Express, es un espectrómetro planetario de Fourier (PFS), en el que participan
científicos del Instituto de Astrofísica de Andalucía (CSIC). Éste es el detector que ha encontrado indicios de metano en la atmósfera de Marte.
Venus Express ha sido fabricada en Turín por Alenia Spazio y puesta a punto en Toulouse en las instalaciones de EADS Astrium, el contratista principal, que ha
dirigido un equipo de 25 subcontratistas de 14 países europeos. Una vez lanzada la misión, su seguimiento correrá sobre todo a cargo de la nueva estación del
espacio profundo de la ESA en Cebreros (Ávila), que se inaugurará el próximo 28 de setiembre. Esta estación, que tiene una antena de 35 metros de diámetro,
se añade a la primera de este tipo que ha construido la ESA, en Australia.
La nave tardará 153 días en alcanzar Venus, donde se insertará en órbita en abril de 2006. Su misión principal durará 500 días, que son sólo dos días
venusianos, porque el planeta rota sobre su eje mucho más lentamente que la Tierra y además lo hace en sentido contrario. A pesar de ser muy parecido a
nuestro planeta en tamaño, masa y densidad, Venus es completamente diferente, según han podido comprobar las varias decenas de misiones de exploración
lanzadas hasta ahora por Rusia y Estados Unidos.
La última fue Magallanes, hace ya 10 años, dotada de un radar que permitió conocer que la superficie de Venus es relativamente joven, ya que parece haber
resultado completamente alterada hace sólo 500 millones de años mientras que el planeta tiene 4.000 millones de años de existencia. Está caracterizada por
grandes llanuras cubiertas de lava y regiones montañosas. Tiene cráteres, pero todos son muy grandes, de más de dos kilómetros de diámetro, debido, al
parecer, a que la densa y venenosa atmósfera de Venus detiene a los cuerpos celestes de menor tamaño, que resultan destruidos antes de llegar a la superficie.
Además de las naves enviadas especialmente a estudiar Venus, muchas otras han utilizado el planeta para aumentar su energía y poder seguir su camino hacia
otros objetivos. Es el caso de la nave Messenger de la NASA, que rodeará Venus en octubre de 2006 y junio de 2007 para alcanzar al año siguiente Mercurio,
donde empezará su misión científica en 2011.
Venus es un planeta en el que el ser humano se encontraría muy incómodo. No tiene agua en la superficie, su atmósfera está formada sobre todo por dióxido de
carbono y nubes de ácido sulfúrico, y la presión atmosférica en la superficie es 90 veces la que existe en la Tierra al nivel del mar. La temperatura es altísima,
unos 470 grados centígrados, debido al elevado efecto invernadero en la atmósfera. Como ésta es muy densa, atrapa la radiación solar incidente, que no puede
ya escapar. Sin embargo, la gravedad es casi igual que en la Tierra.
La extraña atmósfera de Venus, con su efecto invernadero disparado, es lo que más intriga a los científicos, en parte por las pistas que puede dar sobre el futuro
de la Tierra en caso de calentamiento global sostenido. Por eso Venus Express se dedicará sobre todo a estudiar la atmósfera. A unos 60 kilómetros de altura,
por ejemplo, existen vientos huracanados que dan rápidas vueltas al planeta. Veinte kilómetros más arriba se ha detectado la desaparición de rayos ultravioleta
procedentes del Sol. Hay científicos que creen que a esa altura existen colonias de bacterias que absorben la radiación. Los modelos informáticos sugieren, por
otra parte, que la densidad en continuo aumento de la atmósfera frenó en algún momento del pasado la rotación de Venus sobre su eje hasta pararlo totalmente.
Luego empezó a rotar lentamente en sentido contrario.
Sin embargo, la superficie y el interior del planeta también interesan, así como el origen de su débil campo magnético, que no es suficiente para desviar las
partículas cargadas procedentes del Sol, lo que ocurre en la Tierra. Una teoría indica que la presión interna en Venus no se libera, como en la Tierra, por
terremotos y volcanes, sino que se acumula hasta que se produce una erupción de ámbito planetario, que reforma toda la superficie y borra los cráteres
anteriores.Como dos automóviles de la misma marca y modelo pero adaptados cada uno al cliente. Así son Mars Express, la nave espacial europea que está en
órbita de Marte, y Venus Express, su casi gemela, que saldrá hacia Venus, el segundo planeta más cercano al Sol, a partir del 26 de octubre. En el espacio todo
es muy caro y la Agencia Espacial Europea (ESA) ya está acostumbrada a políticas de contención de gasto en los programas de exploración planetaria. En este
caso tenía sentido aprovechar el diseño y el modelo industrial de Mars Express en otra misión, que habría de estar muy cerca en el tiempo para que no parasen
los equipos de ingenieros y técnicos que dan forma a las naves espaciales.
Se escogió la misión a Venus, la primera que emprende Europa a este planeta, porque se podían aprovechar algunos de los instrumentos ya fabricados como
repuesto para la misión marciana y para Rosetta, la nave que se dirige actualmente hacia un cometa. Con ellos resultaría factible estudiar la atmósfera venusiana
con gran detalle, el objetivo principal de la misión según la ESA.
Para ello Venus Express, que ya está en la base espacial rusa de Baikonur, desde donde será lanzada a bordo de un cohete Soyuz, lleva siete instrumentos, entre
ellos espectrómetros y cámaras, adaptados todos ellos al ambiente que encontrarán, cuatro veces más caluroso en Venus que en Marte y con mayor radiación
solar. También dispondrá de dos antenas en vez de una ya que la situación relativa de Venus y la Tierra lo exige para poder mantener la comunicación. Uno de
los instrumentos de Mars Express que va, ligeramente modificado, en Venus Express es un espectrómetro planetario de Fourier (PFS), en el que participan
científicos del Instituto de Astrofísica de Andalucía (CSIC). Éste es el detector que ha encontrado indicios de metano en la atmósfera de Marte.
Venus Express ha sido fabricada en Turín por Alenia Spazio y puesta a punto en Toulouse en las instalaciones de EADS Astrium, el contratista principal, que ha
dirigido un equipo de 25 subcontratistas de 14 países europeos. Una vez lanzada la misión, su seguimiento correrá sobre todo a cargo de la nueva estación del
espacio profundo de la ESA en Cebreros (Ávila), que se inaugurará el próximo 28 de setiembre. Esta estación, que tiene una antena de 35 metros de diámetro,
se añade a la primera de este tipo que ha construido la ESA, en Australia.
La nave tardará 153 días en alcanzar Venus, donde se insertará en órbita en abril de 2006. Su misión principal durará 500 días, que son sólo dos días
venusianos, porque el planeta rota sobre su eje mucho más lentamente que la Tierra y además lo hace en sentido contrario. A pesar de ser muy parecido a
nuestro planeta en tamaño, masa y densidad, Venus es completamente diferente, según han podido comprobar las varias decenas de misiones de exploración
lanzadas hasta ahora por Rusia y Estados Unidos.
La última fue Magallanes, hace ya 10 años, dotada de un radar que permitió conocer que la superficie de Venus es relativamente joven, ya que parece haber
resultado completamente alterada hace sólo 500 millones de años mientras que el planeta tiene 4.000 millones de años de existencia. Está caracterizada por
grandes llanuras cubiertas de lava y regiones montañosas. Tiene cráteres, pero todos son muy grandes, de más de dos kilómetros de diámetro, debido, al
parecer, a que la densa y venenosa atmósfera de Venus para los cuerpos celestes de menor tamaño, que resultan destruidos antes de llegar a la superficie.
Además de las naves enviadas especialmente a estudiar Venus, muchas otras han utilizado el planeta para aumentar su energía y poder seguir su camino hacia
otros objetivos. Es el caso de la nave Messenger de la NASA, que rodeará Venus en octubre de 2006 y junio de 2007 para alcanzar al año siguiente Mercurio,
donde empezará su misión científica en 2011.
Venus es un planeta en el que el ser humano se encontraría muy incómodo. No tiene agua en la superficie, su atmósfera está formada sobre todo por dióxido de
carbono y nubes de ácido sulfúrico y la presión atmosférica en la superficie es 90 veces la que existe en la Tierra al nivel del mar. La temperatura es altísima, unos
470 grados centígrados, debido al elevado efecto invernadero en la atmósfera. Como ésta es muy densa, atrapa la radiación solar incidente, que no puede ya
escapar. Sin embargo, la gravedad es casi igual que en la Tierra.
La extraña atmósfera de Venus, con su efecto invernadero disparado, es lo que más intriga a los científicos, en parte por las pistas que puede dar sobre el futuro
de la Tierra en caso de calentamiento global sostenido. Por eso Venus Express se dedicará sobre todo a estudiar la atmósfera. A unos 60 kilómetros de altura,
por ejemplo, existen vientos huracanados que dan rápidas vueltas al planeta. Veinte kilómetros más arriba se ha detectado la desaparición de rayos ultravioleta
procedentes del Sol. Hay científicos que creen que existen colonias de bacterias a esa altura que absorben la radiación. Los modelos informáticos sugieren, por
otra parte, que la densidad en continuo aumento de la atmósfera frenó en algún momento del pasado la rotación de Venus sobre su eje hasta pararlo totalmente.
Luego empezó a rotar lentamente en sentido contrario.
Sin embargo, la superficie y el interior del planeta también interesan, así como el origen de su débil campo magnético, que no es suficiente para desviar las
partículas cargadas procedentes del Sol, lo que ocurre en la Tierra. Una teoría indica que la presión interna en Venus no se libera, como en la Tierra, por
terremotos y volcanes, sino que se acumula hasta que se produce una erupción de ámbito planetario, que reforma toda la superficie y borra los cráteres
anteriores.
Interés europeo en el Kliper ruso
Entre los temas que tratarán el próximo mes de diciembre los ministros de los países miembros de la Agencia Europea del Espacio (ESA) figura la propuesta de
participar en el programa ruso Kliper, para construir el vehículo sucesor de la nave Soyuz, que nació hace ya 40 años. Sería parecido al que planea también la
NASA estadounidense, que no ha tenido nunca un vehículo así.
El Kliper tendría capacidad para seis astronautas, tres más que la Soyuz actual, y una carga de 500 kilogramos. Sería reutilizable, al contrario que la Soyuz, pero
aterrizaría como ésta, con paracaídas, o como un avión. El plan es que el primer vehículo esté construido dentro de cinco años. El lanzamiento lo haría un cohete
ruso Onega, que es un cohete Soyuz modificado, y se podría lanzar desde las bases espaciales rusas y europeas. Serviría para la Estación Espacial Internacional,
viajes a la Luna y Marte, y el rescate de tripulaciones. La agencia espacial rusa ha presentado ya una maqueta a tamaño natural del Kliper en ferias espaciales de
Europa y Rusia durante los últimos meses.
Por ahora la colaboración se limitaría al diseño y estudios de viabilidad. Europa está especialmente interesada en la tecnología de reentrada de naves espaciales.
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Más información:
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La belleza de Venus
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