14/Ene/06!f>
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Cyborg: experimentan con una cucaracha controlada a distancia
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Un experimento que ya lleva algunos años en marcha y que ahora se recuerda en la prensa (no sabemos por qué), nos trae a la mente algunas historias de ciencia
ficción, en las que seres humanos y otras entidades son controladas como títeres (como ocurre en la clásica historieta argentina El Eternauta).
(AP) - Es un experimento que lleva años en marcha. Recientemente la prensa de tecnología en Internet lo ha sacado del freezer y lo está rememorando (creo, incluso, que ocurre a
partir de una broma del 28 de diciembre sobre los spammers). Como nuestra función es alimentar las mentes ávidas de los lectores y escritores de ciencia
ficción, pues aquí está:
Una gran cucaracha marrón se arrastra a través de la mesa de laboratorio de una de las universidades más prestigiosas de Japón. El investigador la observa con
nerviosidad, pero no se apresura a buscar el veneno en aerosol. Toma un control remoto. No es un insecto ordinario de los tipo de debajo del refrigerador: esta
cucaracha ha recibido un implante quirúrgico que le ha aplicado una mochila micro-robótica que permite que los investigadores controlen sus movimientos. Es la
robo-cucaracha.
"Los insectos pueden hacer muchas cosas que la gente no puede", dice el profesor Isao Shimoyama, quien dirige el equipo de investigación de bio-robótica en la
universidad de Tokio. "Los usos potenciales para la humanidad de este trabajo podrían ser inmensos".
Dentro de algunos años, dice Shimoyama, se podrían utilizar insectos controlados electrónicamente que lleven mini-cámaras fotográficas u otros dispositivos
sensoriales para realizar una variedad de misiones sensibles, como arrastrarse a través de los escombros de un terremoto para buscar a las víctimas, o deslizarse
debajo de las puertas cuando se hace un espionaje.
Aunque todo esto no parezca muy creíble, el gobierno japonés ha juzgado la investigación suficientemente seria como para concederle a este equipo y a los
biólogos de la universidad de Tsukuba un fondo de $5 millones. La universidad es un centro líder de la ciencia micro-robótica en Japón. El dinero de este fondo,
que se distribuirá en cinco años, les comienza a llegar este mes, y ya hay una cola de investigadores jóvenes que buscan un lugar en el equipo de Shimoyama.
El equipo se provee de cucarachas criando varios cientos de ellas en compartimientos plásticos. No sirve cualquier cucaracha. Los investigadores utilizan
solamente la cucaracha americana (Periplaneta americana) porque es más grande y más robusta que la mayoría de las otras especies.
De esa provisión seleccionan las cucarachas que equipan con unas "mochilas de alta tecnología", que son minúsculos sistemas de microprocesador y electrodos.
Antes de la cirugía, los investigadores adormecen a la cucaracha con bióxido de carbono. Se le quitan las alas y las antenas. Donde estaban las antenas los
investigadores fijan electrodos emisores de impulsos. Con un telecontrol, los investigadores envían señales a estas mochilas, que estimulan los electrodos. Las
pulsaciones de estos electrodos hacen que la cucaracha dé vuelta a la izquierda o a la derecha, avance hacia delante o retroceda.
En los últimos tres años, los investigadores han reducido el peso de esta mochila a unos 44 gramos, que es unas dos veces el peso de las propias cucarachas.
"Las cucarachas son muy fuertes," dice el investigador suizo Raphael Holzer, parte del equipo de la universidad de Tokio. "Pueden levantar 20 veces su propio
peso".
El control, sin embargo, todavía tiene algunas fallas. Holzer le aplica un impulso eléctrico a una cucaracha para hacerla mover levemente a la derecha y
mantenerla sobre un camino de 25 mm de ancho. En lugar de hacer eso, la cucaracha se va del borde de la mesa y cae en la mano de Holzer.
"La colocación de los electrodos sigue siendo muy inexacta", admite, colocando al insecto de regreso en la pista.
Aunque una cucaracha con su mochila sobrevive varios meses, en un cierto plazo se va haciendo menos sensible a los pulsos electrónicos, un gran problema si
los insectos debieran ser utilizados en misiones más extensas. Holzer es optimista. La tecnología no es tan difícil", dice. "La dificultad es entender de verdad qué
está sucediendo en el sistema nervioso".
Y, quitando su lado tecnológico, la robo-cucaracha sigue siendo, después de todo, una cucaracha.
"No son insectos muy agradables", confiesa Holzer. "Son un poco olorosas, y hay algo [feo] en la manera que mueven sus antenas. Pero parecen más agradables
cuando usted les pone un pequeño circuito en su lomo y les quita las alas".
Aportado por Eduardo J. Carletti
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