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Publicaciones recibidas: "El Consejo de Hierro", de China Miéville
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Reseñamos la última novela del británico China Miéville, ambientada en la ya mítica Nueva Crobuzon.
Título original:
Iron Council
Autor: China Miéville
Premios: Arthur C. Clarke
Traducción: Manuel Mata Álvarez-Santullano
Colección: Solares Ficción n°69
Editorial: La Factoría de Ideas, 2005
Páginas: 432
Gracias a la generosidad de La Factoría de Ideas, hemos tenido acceso a la última de las novelas de China Miéville editadas en español: El Consejo de
Hierro. Para quienes no conozcan la obra de este imaginativo escritor británico, baste citar la muy premiada La estación de la calle Perdido y La cicatriz, las cuales comparten universo con El
Consejo....
Miéville se inscribe en lo que se dio en llamar a New Weird, cuyos exponentes más notables son Justina Robson, M. John Harrison, Steven Cockayne,
Alastair Reynolds, Steph Swainston, Thomas Ligotti, Neil Gaiman, Valerio Evangelisti y el mismo China Miéville. En la literatura de Miéville se combinan de
manera notable la exhuberancia de la fantasía siempre alejada de los cánones tradicionales, la opresiva angustia del terror lovecraftiano y la ordenada
estructura de la ciencia ficción, dejando lugar para apuntes sociales, políticos, para le épica bien entendida e incluso para el amor.
Buena parte de la producción de Miéville se desarrolla en el mundo de Bas-Lag, donde coexisten la magia, las tecnologías derivadas del vapor (steampunk) y
una multitud de razas exóticas. De hecho, mientras que la fantasía tradicional prefiere asentarse en modelos similares a los de la Edad Media, en Bas-Lag es más
fácil encontrar paralelos con la Revolución Industrial. Las novelas citadas en el primer párrafo, más relatos cortos como "Jack" (aparecido en la compilación
Looking for Jake, de 2005) se ubican, o tienen como escenario eventual, la ciudad de New Crobuzon (Nueva Crobuzon, en las traducciones al
español), dentro del continente Rohagi. La ciudad es un personaje más en estos relatos por varias razones. Por un lado, tiene una rica historia -desarrollada en
relatos anteriores o como parte del background que el autor nos expone- y esa historia sigue evolucionando a medida que leemos. En segundo lugar, cada
barrio y cada gueto, cada monumento, están bien caracterizados. Esto no quiere decir que el lector que se inicia en la lectura de Miéville no se perderá más de
una vez durante el relato, pero sí que da gusto perderse en lugares tan fascinantes como éste.
[En este prolífico contexto, me han resultado de utilidad los artículos correspondientes a "Bas-Lag", "New Crobuzon" y otros ítems relacionados, que publica la
Wikipedia en inglés. Con todo, a menudo extrañé no disponer de un mapa de la ciudad y otro del continente, los cuales al menos en esta edición brillaron por
su ausencia. Ignoro si la edición original los traía pero, si no fue así, es hora de que lo vayan meditando los editores y el mismo autor.]
El Consejo de Hierro es, en primera instancia, una novela épica que se va construyendo trabajosamente en las primeras páginas, pero que conforme
avanzamos va ganado en ritmo, en densidad y en líneas argumentales que terminan convergiendo de una manera satisfactoria. Es también la obra más politizada
(en el sentido de que la política juega un papel importante en la vida de los personajes) de las que Miéville ubica en Nueva Crobuzon. Si bien la lectura de esta
novela puede ser abordada con prescindencia de las anteriores, el lector riguroso encontrará mayor placer atando cabos si dispone de los antecedentes del
caso.
El escenario nos ubica en una Nueva Crobuzon convulsionada: en el frente externo, la guerra con Tesh parece no ir tan bien; en el interno, el alcalde y la milicia
están más dictatoriales que nunca y se comienza a sentir la fuerza de los diversos grupos embanderados en la resistencia. En este contexto, la leyenda del
Consejo de Hierro comienza a resurgir. No es una leyenda mágica ni de predestinación: es un pedazo de Historia que emerge poco a poco para hacerse
presente.
Decir más sobre la novela sería arruinar la lectura. Sin embargo, merecen una alusión aparte los personajes, sobre todo los humanos. Miéville los caracteriza, los
pule, los profundiza de a poco pero sin pausa, alejándose de los arquetipos fantásticos. Románticos activistas políticos, híbridos mecanobiológicos esclavizados
en el despliegue de los ferrocarriles, empresarios aventureros y poderosos golemistas, entre muchos otros, se dan cita en una instancia que es en parte viaje y en
parte retorno, y donde los conflictos sociales salpican todas las relaciones.
En algún sentido, las ideas que Miéville expresa con tanta contundencia y exhuberancia recuerdan otras novelas, como Los desposeídos, de Ursula
Leguin, o los cuentos "La torre de Babilonia" y "Setenta y dos letras", de Ted Chiang. Con originalidad y amplitud de recursos, Miéville las coloca dentro del
esquema de este universo, les da carnadura, les da un pasado y un significado concreto, moviéndose entre lo posible y lo utópico en viaje de ida y vuelta.
La edición de La Factoría (un grueso volumen con más de 400 páginas de tipografía compacta, aunque muy legible) es buena, si bien presenta algunos errores
de tipeo que no entorpecen la lectura.
Alejandro Alonso para Axxón y Garrafex News.
Aportado por Alejandro Alonso
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Más información:
China Miéville: "El desprecio por la literatura fantástica es inexplicable"
"El consejo de Hierro", de China Miéville, en La Factoría de Ideas
China Mieville gana el premio Arthur C. Clarke 2004
Coleccion de relatos de China Miéville
El consejo de Hierro en Distrimagen