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La catástrofe del 'Columbia': el trauma que todavía no ha superado la NASA
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Los siete tripulantes murieron tras desintegrarse la nave al reentrar en la atmósfera. Los problemas constantes en los lanzamientos amenazan el futuro del
programa espacial. Los recortes de fondos están dejando en el aire el plan de viajar a la Luna antes de 2020.
Cinco años después del accidente del 'Columbia', que se desintegró con sus siete tripulantes en su entrada a la atmósfera, la NASA no acaba de remontar
el
vuelo.
Los problemas constantes en los lanzamientos del transbordador espacial, el envejecimiento de la flota, los recortes de presupuesto y el éxodo creciente de
científicos están comprometiendo el futuro de la agencia espacial norteamericana y dejando cada vez más en el aire la posibilidad de volver a la Luna
antes del año 2020.
La NASA intenta compensar los tres funestos aniversarios de esta semana (se cumplen también 41 años del desastre del 'Apolo 1' y 22 años de la explosión del
'Challenger' en pleno despegue) con la celebración de los 50 años de la carrera espacial, que arrancó el 31 de enero de 1958 con el lanzamiento del
primer
satélite norteamericano: el 'Explorer 1', pariente lejano del 'Sputnik'.
Lejos de lanzar las campanas al vuelo, el administrador de la NASA Michael Griffin se desmarca estos días con un mensaje lacónico, «un día para el recuerdo»,
recalcando que todos los accidentes fueron en última instancia «fallos humanos» y asegurando que nunca más volverá a poner una tripulación en
situación de alto
riesgo y sin «vía de escape».
Los problemas del transbordador 'Atlantis', que debería haber zarpado el 6 de diciembre rumbo a la Estación Espacial Internacional y sigue anclado al cabo de
dos meses en Cabo Cañaveral, son sin embargo el fiel reflejo de la situación que vive en estos momentos la NASA.
Un fallo en los sensores de combustible –una constante en los últimos años– fue la causa del primer aplazamiento. Un desperfecto hallado ahora en una de las
mangueras de líquido refrigerante que previene el sobrecalentamiento de los aparatos electrónicos puede dar al traste con el lanzamiento previsto para el 7
de
febrero.
El 'Atlantis' y el 'Discovery, las dos reliquias del programa del transbordador espacial, tienen más de 23 años encima y arrastran un desgaste más que evidente
en los últimos vuelos (las reparaciones en órbita por los desperfectos sufridos durante el despegue comienzan a ser ya una peligrosa rutina).
El auténtico talón de Aquiles de la NASA, el desprendimiento de piezas de los tanques externos de combustible (causante de los desastres del 'Challenger' y del
'Columbia'), sigue sin resolverse y ha causado un preocupante retraso en el calendario de lanzamientos. La NASA se enfrenta ahora al dilema de alargar la vida
de los tres transbordadores –incluido el más joven, el Endeavour– más allá de la jubilación anticipada en 2010.
El propio Mike Griffin ha reconocido que el relevo del transbordador, el cohete 'Ares 1' y la nave 'Orion', pueden no estar listos para el año 2014. «Eso nos
obligaría a prolongar el programa del shuttle para evitar que haya un bache muy grande, como ocurrió en la transición entre 'Apolo' y el transbordador entre
1975 y 1981», admite Griffin.
El administrador de la NASA no ha especificado, sin embargo, cómo afectaría el retraso al objetivo, anunciado a bombo y platillo por el presidente Bush,
de
volver a la Luna antes de 2020, establecer allí una colonia permanente y preparar el salto hacia Marte.
El entusiasmo inicial de Griffin, que bautizó el programa 'Orion' como «un Apolo con esteroides», ha dejado paso al creciente escepticismo, sobre todo después
de los últimos recortes del presupuesto que han obligado a cancelar decenas de proyectos de la NASA y ha provocado una nueva fuga de científicos.
El presupuesto de la NASA para 2008 es de 17.300 millones de dólares, una minucia comparada con el aumento de los presupuestos de Defensa y con el
coste de la guerra de Irak. Pese a suponer un ligero aumento del 3% respecto al año anterior, los recortes (de hasta 577 millones de dólares) afectan incluso al
programa de exploración espacial.
«Si en los próximos cinco años no damos la financiación necesaria a la NASA, el tren de la exploración espacial corre el riesgo de descarrilar», advierte el
congresista demócrata Bart Gordon, que ha hecho un llamamiento en el Capitolio para «salvar la ciencia» e impulsar la carrera espacial. El senador republicano
Peter Domenici tiene ya el respaldo de más de la mitad de la Cámara Alta para reclamar un aumento anual del 10% en el presupuesto de la NASA hasta el año
2013.
Pero el presidente Bush, que nunca quiso pillarse los dedos ni calcular cuánto costará volver a la Luna, no ha dado su brazo a torcer. Los fantasmas de la
recesión económica y el cambio de guardia en la Casa Blanca pueden comprometer aún más la incierta transición hacia la nueva fase de la exploración espacial.
La NASA adjudicó en 2006 la construcción de la nave tripulada Orion al gigante Lockheed Martin.
Similar en el diseño a las cápsulas del 'Apolo', aunque algo más grande y con capacidad para seis astronautas, su coste aproximado se calcula en unos
5.500
millones de dólares. Gran parte de los actuales componentes del transbordador espacial serían adaptados a la nueva nave, que sin embargo sería
emplazada
sobre la punta del cohete, para evitar los riesgos de desprendimiento durante el despegue.
Fuente: El Mundo . Aportado por Gustavo Courault
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