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Irracionalidad predecible
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El libro del investigador Dan Ariely relata cómo la gente es irracional de una manera predecible en determinados tipos
de situaciones
Hay una gran diferencia entre estar rodeado por el fuego en una explosión en Israel o dejar un billete en el refrigerador
de un dormitorio del MIT. Pero de una extraña manera esas dos cosas están conectadas.
Conexiones o relaciones inesperadas y sorprendentes están en el corazón de una fascinante investigación dirigida por
Dan Ariely del MIT. Su estudio del comportamiento económico ha demostrado, en una creativa variedad de maneras,
que con frecuencia la gente toma decisiones que parecen desafiar toda lógica, pero lo hacen de una manera predecible y
consistente.
Su libro, Predictably Irrational (HarperCollins), fue catapultado a la fama por la lista de los libros más vendidos
del The New York Times el pasado 19 de febrero y todavía sigue allí.
Tomar un billete de dólar es un ejemplo. Ariely ha quedado fascinado por la manera en la que la gente racionaliza sus
decisiones acerca de lo que es ético o no. Ha llevado a cabo pruebas -o tests- en pequeña escala en las que estaban
involucrados unos pocos dólares, y revelan patrones de pensamiento que quizás sean importantes para entender cómo
los líderes de una compañía como Enron entablaron una actividad criminal en la que estaban involucrados cientos de
millones de dólares.
Una de sus pruebas funcionaba de esta manera: Ariely y sus estudiantes fueron por ahí y distribuyeron al azar unos
paquetes de seis Coca-Cola en los refrigeradores de las residencias de estudiantes del campus universitario. Cuando
volvieron al cabo de unos pocos días todas las Coca-Cola habían desaparecido.
Pero cuando más tarde colocaron grupos de seis billetes de un dólar en los mismos refrigeradores, ni uno solo de los
billetes había desaparecido, cuando volvieron más tarde a comprobarlo. Aunque el valor de las dos cosas era el mismo,
la gente se comportó de manera totalmente distinta. ¿Por qué?
Ariely dice que cuando empezó a leer sobre el caso Enron le llamó la atención lo que denominó "contradicciones
extrañas". Esos directivos daban dinero a la caridad, y ésa no es precisamente la imagen de alguien malvado. Y había
10.000 personas trabajando para la compañía, que obviamente no eran mala gente. ¿Pudo haber algo en la estructura
de la compañía que permitiera a unas personas normales actuar de este modo?
Así que Ariely comenzó con sus pruebas sencillas sobre las decisiones éticas de la gente en situaciones cotidianas. Los
resultados, al igual que con las Coca-Cola y los billetes de un dólar fueron llamativos.
Por ejemplo, entregó a la gente un test consistente en preguntas matemáticas muy sencillas pero sin darles suficiente
tiempo para terminarlo. En promedio, la gente acertó 4 de 20. Entonces hizo que la gente hiciera el test, pero que se
evaluara a sí misma utilizando una plantilla con las soluciones. Súbitamente el promedio subió a 7 de 20.
Repitió el experimento, pagando a la gente una cantidad de dinero proporcional al número de respuestas acertadas;
obtuvo el mismo resultado. Todo el mundo engañaba, pero sólo un poco, incluso cuando era imposible que los pillaran,
ya que se destruían los papeles y ellos tomaban el dinero con sus propias manos de una jarra con 100 dólares. Nadie
reclamó los veinte dólares. Sólo reforzaban sus ganancias con un extra.
Pero entonces probó con otra variación: antes de hacer el test solicitó a un grupo de sujetos que nombraran 10 libros
que hubieran leído en el instituto. A otro grupo pidió que enumeraran los diez mandamientos según los pudieran
recordar. El grupo de los libros hizo lo mismo que en los casos anteriores, engañó sólo un poco. Sin embargo, el grupo
al que se pidió enumerar los diez mandamientos fue totalmente honesto.
Según Ariely explica, el simple acto de considerar la moralidad eliminaba el engaño.
Aunque su libro es con frecuencia comparado con Freakonomics, Ariely sostiene que, de hecho, el resultado de
su investigación es casi opuesto a la del otro libro. En el caso de Freakonomics sus autores encontraron casos
donde el comportamiento de la gente, incluso en contextos claramente irracionales, era perfectamente racional y seguía
los principios establecidos por la economía. En el trabajo de Ariely, por el contrario, se muestra que la gente se
comporta irracionalmente de manera consistente cuando la economía tradicional predice que seguirían el curso de su
propio y racional interés.
La fascinación de este investigador sobre por qué las personas se comportan como lo hacen y cómo justifican sus
acciones surgió inicialmente de su propia experiencia con el sufrimiento. Él se crió en Israel y a la edad de ocho años una
bomba quemó el 70% de su piel. Pasó tres años en una hospital en una recuperación extenuante, que incluía una hora
diaria cambiando las vendas que cubrían su cuerpo.
Estaba convencido de que debía de haber un método mejor para realizar esta tarea, quizás empezando por la parte más
dolorosa primero, y tomándose frecuentes descansos. Pero las enfermeras insistían en hacerlo de la otra manera:
empezaban por lo más sencillo y no descansaban. Después de que le dieran el alta, Ariely decidió hacer alguna
investigación sobre esta cuestión. El estudio, en el cual varios voluntarios fueron sometidos a un dolor controlado de
diversas maneras, confirmó que su idea era mejor.
Las enfermeras estaban equivocadas, pero, ¿por qué estaban equivocadas si tenían mucha experiencia y buenas
intenciones? Lo sucedido le condujo a una vida de exploración de situaciones en las que las buenas intenciones y la
experiencia no son suficientes, y las cosas terminan por salir mal.
Entonces empezó a hacer experimentos donde la gente toma decisiones. Ariely explica que la meta final de todo su
trabajo de investigación es simple y seria.
La economía del comportamiento puede proporcionar una visión deprimente de cómo la gente toma decisiones, según
él, pero puede además ser empleada para mejorar la manera en la que la gente toma decisiones. Usando estos
principios sabiamente, dice, "deberíamos ser capaces de diseñar un mundo mejor".
Fuente: NeoFronteras. Aportado por Graciela Lorenzo
Tillard
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