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Elige: ¿Darwin o Spielberg?
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La clonación de animales en peligro como el lince o el rinoceronte blanco es cara, compleja y atractiva - ¿Jugamos a ser dioses ecológicos o a ciencia-ficción?
¿Esperanza para recuperar especies en peligro de extinción? ¿Experimentos sin sentido mientras no desaparezcan las amenazas sobre su medio natural? ¿Autobombo de centros de
investigación para vender sus avances en clonación?
El anuncio, por parte de varios organismos científicos británicos, de la futura clonación de una subespecie de rinoceronte blanco en peligro de extinción ha reabierto un debate que en
ocasiones se adentra en el terreno de la ciencia-ficción y el Parque Jurásico de Steven Spielberg, en especial cuando se piensa en la vuelta a la vida de animales ya desaparecidos,
como el mamut. Pero la verdadera valía de estas técnicas reside en recuperar especies actuales una vez agotadas todas las medidas de conservación y protección.
"En la actualidad contamos con el suficiente material genético para iniciar la clonación del lince ibérico en el caso hipotético de que fracasaran todas las iniciativas de conservación y
reproducción en marcha", dice Eduardo Roldán, uno de los responsables del Grupo de Ecología y Biología de la Reproducción del Museo Nacional de Ciencias Naturales y director
del banco de germoplasma y tejidos de especies ibéricas amenazadas. A este frozen zoo (zoo congelado), como se les llama por contener muestras congeladas de diferentes
animales, han ido a parar las de los últimos linces muertos en Doñana, como los tres cachorros encontrados sin vida a comienzos de mes. De ahí salió el semen helado de uno de
estos felinos con el que se fecundaron los óvulos de una gata doméstica, ejemplo que certifica la validez de estas reservas genéticas.
El Museo de Ciencias Naturales mantiene una base genética de cara a una hipotética clonación de linces, visones europeos, gacelas norteafricanas y otros felinos suramericanos. Se
trata de un proyecto similar al del zoo de San Diego (Estados Unidos), una de las instituciones conservacionistas de mayor prestigio que alberga el frozen zoo más importante del
mundo, con casi 10.000 muestras de células, semen, embriones, ovarios, sangre y tejidos de más de 800 especies y subespecies. Según Roldán, una de las condiciones esenciales
para que un programa de clonación tenga éxito es que "cuente con un amplio y diverso material genético procedente de muchos individuos de la misma especie para asegurar la
variabilidad genética y garantizar su viabilidad en el medio en el que se suelte".
Contar de partida con un reservorio genético que impulse cualquier intento de clonación distingue el trigo de la paja. En este sentido, la línea de investigación emprendida por
científicos de la Royal Zoological Society de Escocia y la Universidad de Edimburgo, con el fin de clonar una subespecie de rinoceronte utilizando su propio material genético y el de
otra subespecie en mejor estado de conservación, reparte entre la comunidad científica optimismo y escepticismo. El que se trate de ejemplares de una misma especie amplía las
posibilidades de éxito, pero la aplicación de una técnica novedosa limita, o al menos atrasa, el éxito. Hasta el momento, el sistema más utilizado consiste en introducir las células del
ejemplar a clonar en el ovocito vacío de una especie o subespecie cercana, donde se estimula el desarrollo embrionario para después implantarlo en el útero de la madre de alquiler.
Así nació la oveja Dolly y miles de ratones, ratas, gatos, caballos, vacas y también algunas especies amenazadas, como bóvidos salvajes (muflones, gaur, banteg) y gatos monteses.
La técnica utilizada por los científicos británicos recibe el nombre de inducción de células troncales pluripotentes (iPS en sus siglas en inglés). Estas células, extraídas de la piel, se
insertarán en un embrión del rinoceronte blanco del sur (el que no está amenazado), donde se mezclarán con las de este último formando lo que se denomina una quimera. Si las
células iPS forman otras que den paso a una quimera adulta, su esperma y sus óvulos serán los del rinoceronte blanco del norte. Lluis Montoliu, investigador del CSIC en el Centro
Nacional de Biotecnología, matiza la euforia de éste y otros anuncios relacionados: "Emplean un sistema relativamente nuevo y es posible que los resultados tarden en llegar".
En general, los científicos recelan y advierten sobre el efecto mediático de los anuncios que no están respaldados por un artículo en una publicación científica. "Tampoco ha pasado
tanto tiempo desde que se clonó al primer mamífero", advierte Montoliu. Fue la oveja Dolly, en 1996, fallecida siete años después por el envejecimiento prematuro de su organismo.
Entre las razas de animales domésticos existe el mayor número de intentos y éxitos. En algunos casos, como el de las vacas, hay bancos con cultivos de embriones desde los años
cincuenta, lo que permite contar con una información genética de gran valor. Pere Puigdomenech, presidente del Comité de Bioética del CSIC, advierte de que "no hay que echar en
saco roto ni desdeñar toda esta información porque la FAO ha constatado que, aparte de las razas de bovino que ya se han perdido, una cuarta parte de las actuales están en peligro
de extinción, con lo que supone de erosión genética de cara a la alimentación y la conservación de la biodiversidad". La depuración de la técnica de clonación entre las vacas ha
conllevado, según Puigdomenech, a que, "si antes se necesitaban más de 200 intentos de fusiones de células en los óvulos, ahora hay casos que lo reducen al 20%".
La cautela se convierte en una cualidad aún más significativa cuando se trata de especies desaparecidas. "Prácticamente no existen dificultades técnicas para clonar a este animal",
anunciaban eufóricos los científicos japoneses y rusos que dieron a conocer en 2005 la más que posible clonación del mamut a partir de restos congelados encontrados en Siberia.
Hace un año, en la misma región, se descubrió una cría de mamut en buen estado de conservación. Los bloques de hielo ayudaron a que se mantuvieran intactos la trompa, los ojos y
parte de la piel 10.000 años después de su muerte. De nuevo se lanzaron las campanas de la clonación al vuelo. Según Lluis Montoliu, "todo dependerá del estado de conservación
del material genético, porque se puede llegar a completar su genoma, pero otra cosa será tener los cromosomas del mamut, básicos para pensar en una reconstrucción de
embriones". Quedaría por averiguar cuál sería el sentido de su resurrección, dado que no existen las condiciones climáticas y biológicas que lo acogieron una vez en la Tierra. Esto
mueve a pensar que tras algunas investigaciones esté Spielberg más que Darwin.
En ocasiones, lo más sensato es dar marcha atrás. En abril de 1999, se capturó a la última hembra de bucardo y se le extrajeron muestras de piel que se enviaron a los laboratorios
de biología molecular del Centro de Investigaciones Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT) y del Servicio de Investigación Agraria de Aragón. Una vez extinguida la
subespecie de cabra montés, en enero de 2000, se intentó clonarla. No resultó. En enero de 2003, y tras dos meses de gestación en el útero de cabras montesas, los embarazos se
interrumpieron. José Luís Jorcano, director de Genoma España, era entonces jefe del proyecto de Biología Molecular del CIEMAT y fue el responsable de realizar las biopsias, de
cultivar y expandir las células que se usaron para la clonación. Ahora reconoce que "en situaciones tan extremas, cuando contamos con tejidos de una sola hembra, sin ningún macho,
los resultados no son los mejores, ya que solo conseguimos ejemplares genéticamente idénticos y con poca posibilidad de supervivencia". Advierte, además, que el proceso sería
demasiado costoso, ya que "habría que pensar en cruzarla con un macho de cabra montés y seguir realizando cruces para alcanzar un ejemplar lo más parecido genéticamente". Y lo
más importante, en el caso de conseguirlo, ¿habría sitio para los bucardos en un Pirineo alterado que ya los expulsó?
Luís Suárez, responsable de especies de WWF/Adena, señala a los políticos como otros de los interesados en amplificar el efecto mediático de la clonación, que en el caso del
bucardo considera "un sinsentido". "Les viene bien porque demuestran su apuesta por la investigación y aparcan una cuestión espinosa y arriesgada como es la protección integral de
equis hectáreas para conservar a una especie y los problemas derivados del enfrentamiento con cazadores, agricultores o ganaderos".
Teresa Abáigar, científica titular del CSIC en la Estación Experimental de Zonas Áridas, donde se ha conseguido reproducir en cautividad varias especies de gacelas africanas
amenazadas, considera la clonación "un reto admirable desde el punto de vista científico, pero que no representa una solución a corto y medio plazo desde el punto de vista de la
conservación". Como Luís Suárez o su colega del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Eduardo Roldán, entiende que lo más sensato es "resignarse y dar por perdido al
bucardo". Al igual que los ecologistas, Teresa cree prioritario trabajar en la conservación y recuperación de los ejemplares en estado salvaje y en la de su medio. "Hay que averiguar
las causas de desaparición de esa especie e invertir en solucionarlas. En ese escenario, la clonación queda un poco lejos". Y pone como ejemplo una reciente visita al norte de
Mauritania, a una zona donde prácticamente se han extinguido el oryx, la gacela mohor y el antílope addax. "Aquí no haría falta recurrir a la clonación, ni a la inseminación artificial o
la fecundación in vitro. Hay ejemplares de oryx en zoos de todo el mundo. El problema es que la caza furtiva acaba con ellos. Y lo que hay que hacer es eliminar esa causa".
Fuente: . Aportado por Gustavo Courault
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