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Nueva teoría sobre la explosión del Cámbrico
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Una teoría sugiere que el origen de la explosión del Cámbrico podría descansar en la aparición de las interacciones entre
las especies, tales como la depredación, que condujo hacia procesos evolutivos que aumentaron la complejidad de la
vida
Imagen artística de la vida marina en el Cámbrico
Hace unos días hablábamos en estas páginas sobre el papel que la depredación tuvo durante el Cámbrico. Ahora una
nueva teoría sostiene que precisamente la aparición de la depredación posiblemente originara la explosión del Cámbrico
misma.
La llamada explosión del Cámbrico consistió en una explosión de diversidad de una riqueza sin igual en la historia de la
vida. Se puede ver en el registro fósil cómo aparecen por primera vez, justo en ese momento y de forma rápida,
organismos pluricelulares más complejos que las criaturas simples, del estilo de esponjas, medusas y similares. Durante
esta explosión surgen aproximadamente, y de repente, cincuenta grandes grupos de organismos (filos), en muchos casos
sin que existan precursores evidentes.
Esta súbita explosión de vida, que ocurrió entre 542 y 490 millones de años atrás, ha dejado perplejos a los
paleontólogos desde los tiempos de Darwin. Obviamente dicha explosión sólo puede considerarse como tal de forma
relativa, desde en punto de vista geológico y en comparación con lo que pasó antes y durante los 500 millones de años
después, pues duró unos cuantos millones de años.
Hay varías propuestas que intentan explicar este fenómeno. El aumento de oxígeno en la atmósfera terrestre de aquel
entonces probablemente lo propició, así como el final de la era glacial denominada "bola de nieve" y la aparición de
mecanismos genéticos que permitieron la simetría bilateral, los huesos, los caparazones y la locomoción rápida.
Ahora el geólogo Charles Marshall de la Universidad de Harvard presenta una teoría más en la que se sugiere que la
razón podría haber sido la interacción entre las especies, tales como la depredación, que condujo hacia procesos
evolutivos de escala que finalmente dieron lugar al desarrollo de dientes, garras y a toda una variedad de características
anatómicas que todavía vemos hoy.
La explosión del Cámbrico es importante porque fue en ese momento cuando aparecieron todos los filos (grandes
grupos de clasificación filogenéticos), como por ejemplo el de los cordados, que incluye a los vertebrados, y por tanto a
nosotros.
Antes de esta explosión la vida sobre la Tierra era muy simple, primitiva y estaba constituida por criaturas de cuerpo
blando que se alimentaban de bacterias que flotaban en el agua o medraban en el fondo oceánico (fauna de Ediácara).
Pero estas formas de vida precámbricas desaparecieron antes de la explosión cámbrica. Los antepasados de los filos
modernos a los que reemplazaron no han sido encontrados aún en el registro fósil.
Marshall ha revisado las teorías que se han formulado con anterioridad llegando a la conclusión de que no explican bien
este fenómeno.
Quizás las criaturas del Precámbrico no desaparecieron completamente y, a pesar de que fueran muy diferentes de las
que le siguieron, serían lo suficientemente complejas para ser las semillas de la explosión. El hecho de que diversas
criaturas actuales, que van desde las moscas hasta los peces, compartan muchos genes apoyaría esta idea. Desde el
punto de vista genético estos seres difieren más en cómo usan los genes que en su presencia o ausencia. No hay muchos
genes nuevos que creen la innovación, sino la forma en la que se organizan.
Si el precursor de las criaturas del Cámbrico ya habitaba los mares de Ediácara algo tuvo que disparar este cambio tan
dramático.
Marshall dice que un modelo computacional sobre las formas de las plantas bajo diferentes ambientes podría
proporcionar pistas. El modelo muestra que la diversidad en las plantas puede surgir de un antepasado único cuyos
descendientes estén bajo condiciones diferentes. El modelo empieza con una planta simple y primitiva bajo seis reglas
genéticas básicas. Entonces se añaden cuatro presiones de selección que dirigen el cambio evolutivo: éxito reproductor,
estabilidad mecánica, interceptación de la luz y minimalización de la superficie. El modelo produce 20 tipos de formas
vegetales diferentes. Cuando se compara este resultado con el registro fósil se pueden encontrar todas estas formas.
Aplicando esta idea a los animales, Marshall empezó a investigar las fuerzas ambientales que podrían haber dirigido
cambios dramáticos en los animales que poblaban los océanos antes del Cámbrico. Se dio cuenta de que antes del
Cámbrico los animales no tenían órganos de interacción con el medio. Es decir, no tenían ojos, ni antenas, ni mandíbulas,
ni garras. Pensó que la nueva fuerza que aparecía en escena era la habilidad de los animales de interactuar unos con
otros.
Los animales de la Ediácara no interactuaban entre sí como lo hacen los actuales, y según este investigador sería
precisamente esta característica de las interacciones ecológicas la que daría lugar a la explosión del Cámbrico. Los otros
factores conocidos irían de la mano de esta fuerza.
Marshall admite no saber qué causó la aparición de estas interacciones ecológicas; podría haber sido tan sencillo como
la aparición de los primeros seres con "bocas", "mandíbulas", o "grandes estómagos" que empezaron a comer, a base de
"chupetones", el festín de cuerpos blandos que cubría los fondos marinos. La carrera de armamentos evolutiva de
medidas y contramedidas haría el resto.
Desde el punto de vista filosófico no deja ser curioso que nuestro propio origen y el de las criaturas más complejas se
asienten sobre conductas depredadoras.
Fuente: NeoFronteras. Aportado por Graciela Lorenzo
Tillard
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