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La ruta de Obelix
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Una alineación de menhires desconcierta a los científicos
El menhir de Piedra Alta, en San Pedro Samuel (Burgos), está rodeado por los
molinos de un parque eólico.
En el frío páramo de Villaescobedo, enclavado en el Valle de Valdelucio (Burgos), yace una descomunal piedra partida
y derribada que ha servido de refugio improvisado a varias generaciones de pastores. Un equipo de arqueólogos
españoles acaba de publicar una investigación que revela que este bloque fracturado es mucho más que un paravientos.
El pedrusco, conocido como el menhir de la Cuesta del Molino, forma parte de uno de los mayores enigmas del
megalitismo español. Tras más de 20 años de trabajo, los autores han localizado medio centenar de menhires que,
aparentemente, forman un alineamiento que conecta las vegas de la cuenca del río Duero con la montaña cántabra.
Como los mojones de una autopista de la Edad del Cobre.
Para el arqueólogo Miguel Ángel Moreno, de la Universidad de Burgos, la fila de menhires, de 100 kilómetros de
longitud, pudo marcar una ruta para los ganaderos trashumantes, hace unos 4.000 años. "La alineación atraviesa zonas
de ocupación ganadera más que agrícola, y un caminante podía seguirla, cruzando valles y montañas, sin mojarse los
pies", explica.
Piedras mudas
Medio centenar de megalitos alineados conectan la cuenca del río Duero con la montaña cántabra Moreno,
acompañado del catedrático de Prehistoria de la Universidad de Valladolid, Germán Delibes, ha comenzado un largo y
complejo proceso de datación de los menhires para corroborar su hipótesis. Estos monumentos son elementos mudos
desde el punto de vista arqueológico, pero los arqueólogos necesitan comprobar que los 50 monolitos son coetáneos
para confirmar su teoría de la alineación. "Una piedra puesta en medio del campo puede ser un mojón contemporáneo
o, simplemente, una piedra que los mozos del pueblo han puesto en pie, porque al ser humano le gusta monumentalizarlo
todo", apunta Moreno.
La primera datación absoluta, la del menhir de la Cuesta del Molino, publicada en la revista Zephyrvus de la Universidad
de Salamanca, ha ofrecido resultados sorprendentes. Moreno y Delibes simplemente buscaban datar las piedras
hincadas, pero se han topado con los huesos de dos individuos, de entre 17 y 25 años, enterrados bajo la piedra en
época prehistórica y rodeados por un sencillo ajuar funerario compuesto por unas pocas piezas talladas en sílex y los
restos de al menos dos vasijas de cerámica hechas a mano. "Los enterramientos asociados a menhires son una novedad
absoluta en España y posiblemente en Europa; los primeros sorprendidos somos nosotros", asegura Moreno. Las
dataciones de carbono-14 del yacimiento suponen, además, otro rompecabezas para los arqueólogos.
Los arqueólogos han hallado, por primera vez en España, enterramientos humanos asociados a un menhir El monolito se
izó hace unos 4.400 años, pero la cronología de los huesos refleja una antigüedad de unos 2.900 años, en un momento
avanzado de la Edad de Bronce. Para los autores, "esto significaría que entre la hincadura del menhir y la construcción
del túmulo medió la friolera de quince siglos". A su juicio, esta incongruencia temporal obligaría a pensar que la tumba
heredó la carga simbólica del menhir pese al milenio y medio transcurrido. Un buen ejemplo de este tipo de legado
místico es la iglesia de Santa Cruz, levantada sobre un dolmen neolítico en Cangas de Onís (Asturias).
Este verano, los investigadores han encontrado fragmentos cerámicos y piezas de sílex de origen prehistórico en el
menhir de Las Atalayas, en Avellanosa del Páramo (Burgos); como antes hicieron en el menhir de Cantohito, en Revilla
de Pomar (Palencia), y en el menhir de Piedra Alta, en San Pedro Samuel (Burgos).
Estos resultados parecen confirmar la hipótesis de la alineación intencionada: los eslabones de este collar de piedras son
sincrónicos. La mayor parte de estas cuentas ha perdido todo su simbolismo, como demuestra el menhir de Piedra Alta,
acorralado por los aerogeneradores de un parque eólico. No es el único.
El propio Moreno ha presentado decenas de alegaciones a otros tantos proyectos de plantas eólicas que amenazan a los
megalitos españoles. Según sus cálculos, 40 yacimientos inventariados oficialmente están afectados por parques
construidos o proyectados. "Dólmenes y menhires son patrimonio arqueológico, pero la industria nos puede; estamos en
un grito permanente", lamenta. Algunos dólmenes, como el de La Serna, cerca de Burgos; o el sepulcro megalítico de
Longar, en Viana (Navarra), se han salvado "de milagro".
Unos 40 yacimientos prehistóricos están afectados por parques eólicos construidos o proyectados Uno de los
obstáculos para resolver el enigma de la Cuesta del Molino es la escasa investigación del megalitismo español. De los
500 menhires que se conocen en España, sólo se han excavado unos 10, y de forma somera. Según Moreno, su trabajo
es el primero que lleva a cabo un estudio concienzudo de los menhires. Además, los pueblos que levantaron estos
monolitos hace 4.000 años constituyen lo que los arqueólogos denominan una civilización de muertos. "Sabemos cómo
se enterraban, pero hay un gran vacío sobre cómo vivían, aunque se supone que lo hacían de manera itinerante, como
los indios de las películas", razona el profesor de la Universidad de Burgos.
Conexión con las estrellas
El astrofísico del CSIC Rodrigo Gil-Merino, del Instituto de Física de Cantabria, está colaborando con Moreno y
Delibes para estudiar una posible vinculación entre los menhires y la astronomía. De momento, todo son hipótesis. "En el
neolítico, en algunos dólmenes de corredor [en los que la cámara mortuoria está precedida por un pasillo], ese corredor
apunta a una misma dirección, que se corresponde con la salida del sol en mitad del invierno, pero en el caso de los
menhires no podemos establecer todavía ninguna relación con la astronomía", aclara Gil-Merino.
En el conjunto de Carnac, compuesto por unos 3.000 menhires colocados de manera organizada en el Neolítico, en la
Bretaña francesa, algunos investigadores han visto una correspondencia con las constelaciones, pero el astrofísico recela
de estas conclusiones. "¿Siempre que aparezcan tres megalitos lo debemos interpretar como un reflejo del Cinturón de
Orión?", se pregunta. Sin embargo, deja la puerta abierta a cualquier hipótesis: "Somos mucho más escépticos con los
menhires que con los dólmenes, porque es muy difícil medir una sola piedra, pero estas excavaciones ya nos han
ofrecido sorpresas, como los enterramientos asociados, a lo mejor nos sorprenden también en este campo".
Fuente: Público. Aportado por Graciela Lorenzo
Tillard
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