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Brazos y branquias, conectados genéticamente
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La "caja de herramientas genéticas" que los animales usan para crear aletas y miembros es la misma que controla el desarrollo de parte del esqueleto de las
branquias en escualos
Sabemos más o menos cómo surgieron nuestros brazos y piernas a partir de las aletas de algún pez del
Devónico que quiso aventurarse a explorar tierra
firme, pero ¿de dónde surgieron sus aletas?
Pues al parecer usted puede caminar y manipular objetos con sus manos porque en un pasado aún más remoto un
cordado necesitaba respirar y desarrolló
branquias. Al menos esta es la conclusión a la que han
llegado Andrew Gillis y Neil Shubin de la University of Chicago, y Randall Dahn del Mount Desert Island Biological Laboratory.
"De hecho", afirma Gillis, "el esqueleto de cualquier apéndice del cuerpo de los animales está probablemente estructurado por el mismo programa genético de
desarrollo que ahora hemos conseguido retrotraer hasta la formación de las branquias en los tiburones". Es decir, han conseguido encontrar, atrás en el tiempo,
el origen del programa genético que controla la formación de aletas y miembros, y es más antiguo que lo se podía pensar en un principio.
El hallazgo es consistente con la vieja teoría, frecuentemente discutida en los libros de texto, de que las aletas, y más tarde los miembros, evolucionaron a partir
de las branquias de algún vertebrado ya extinto. Como el registro fósil está incompleto no se puede concluir definitivamente que los miembros evolucionaran a
partir de las branquias, pero esta investigación muestra que la arquitectura a escala genética de las branquias, aletas y miembros es la misma. Como las
branquias son imprescindibles a la hora de respirar bajo el agua no es difícil suponer que surgieran antes que las aletas.
Se conoce lo que fue un maravilloso hallazgo, el descubrimiento en 2006 de
Tiktaalik, un pez fósil que ya disponía de extremidades a
medio camino entre las aletas de pez y las patas de los
tetrápodos. Tal como en ese caso se
demuestra por la prueba fósil que la evolución usó el mismo programa de desarrollo que creaba las aletas para crear una estructura anatómica distinta, en este
caso fueron los miembros de los primeros animales que conquistaron la tierra firme. Como esta transición fue lenta dio tiempo a que algunos individuos fosilizaran
justo en la transición.
No se han encontrado aún fósiles de hace cientos de millones de años en un estadio en el que algunas branquias estén transformándose en aletas, pero los
genomas conservan muchos genes ancestrales que nos dan
pistas sobre cómo fue la evolución. La evolución no suele operar desde cero, sino que utiliza genes ya existentes y los modifica para nuevas funciones. Lo que se
suele ver desde el punto de vista anatómico es que ciertas partes del cuerpo son modificadas para convertirse en otras.
El esqueleto de los arcos branquiales del tiburón muestra radios branquiales primitivos que sólo se encuentran en tiburones y otros peces
cartilaginosos. Las branquias de los demás peces (derecha), los óseos, tienen arcos branquiales, pero ya carecen de radios.
En este caso han podido demostrar que el esqueleto de los arcos de las branquias y las aletas comparten los mecanismos genéticos de desarrollo. Además se
muestra por primera vez que los arcos branquiales de los embriones de una especie de
raya actual (escualo emparentado con los tiburones
actuales y con los peces más primitivos que vivieron hace cientos de millones de años, y que posee radios branquiales) responden al tratamiento con
ácido retinoico (un derivado de la
vitamina A) de la misma manera que lo hacen miembros
y aletas: haciendo un duplicado especular de la estructura según el embrión se va desarrollando.
Según los investigadores, la circuitería genética que estructura los apéndices que aparecen a pares, como brazos, piernas o aletas, tienen un origen evolutivo
profundo y anterior al origen de los propios miembros.
Añaden que cuando surgieron los apéndices de a pares, el mecanismo que se usó para crear el patrón esquelético fue tomado prestado de las branquias. Según
Gillis, quizás deberíamos pensar en las branquias del tiburón como en otro tipo de apéndice, uno que es estructurado esencialmente de la misma manera que las
aletas o miembros.
Las profundas similitudes reguladoras y funcionales entre apéndices a pares y el desarrollo de los radios branquiales, así como la antigüedad de la relación entre
branquias y estos apéndices, sugiere que la red de señales inducidas por el ácido retinoico tuvo una función de desarrollo en las branquias anterior a la aparición
de los apéndices en los vertebrados, y esta función ha sido retenida hasta hoy en día en las branquias de algunas especies de escualos.
Así que cuando se dé un paseo por el parque y su mente se sienta libre para volar, piense en sus piernas como el producto, en última instancia, de una remota
necesidad de respirar bajo el agua.
Fuente: NeoFronteras. Aportado por Graciela Lorenzo Tillard
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