22/May/09!f>
|
Revista Axxón
Axxón en facebook
Lectores de Axxón en facebook
|
|
Aprovechar la ciencia para crear el guerrero final
!t>
Se podrían seleccionar batallones de súper soldados para tareas específicas sobre la base de su factura genética y luego monitorearlos constantemente para
descubrir signos de debilidad; esto dice un informe elaborado por la
National Academies of Science (NAS) de EE.UU
Si un soldado está en batalla, un "colega" digital podría intervenir y advertirle sobre amenazas cercanas, o aconsejar a los compañeros que lo sacudan con un
electroimán para acrecentar su estado de alerta. Si toda la unidad está fallando, unos biosensores podrían advertir a los comandantes para que envíen un
equipo de reemplazo.
A medida que los avances en la neurociencia traen todo esto a la esfera de la realidad, hay asuntos éticos para considerar. La semana pasada, la
National Academies of Science publicó un informe evaluando el potencial militar de la neurociencia, proporcionando una rara visión respecto a cómo podrían
invertir su dinero los militares para crear futuros ejércitos.
Patrocinado por el ejército de EE.UU. y escrito por un panel de 14 prominentes neurocientíficos, el informe se enfoca sobre esas áreas con "alto potencial de
resultado", donde la ciencia es bastante confiable para convertirse en tecnologías útiles (vea más abajo "¿A dónde debería ir el dinero?").
"Una creciente comprensión de la neurociencia ofrece una enorme gama de recursos para mejorar el rendimiento y la eficacia de los soldados sobre el campo
de batalla", dice el informe.
Dentro de cinco años, se podrían usar bio-marcadores para evaluar qué tan bien está funcionando el cerebro de un soldado, y dentro de 10 años debería ser
posible predecir que si es probable que los individuos sean capaces de responder al estrés ambiental como calor y frío extremos, o a ejercicios de resistencia.
La prueba genética también podría permitir a los oficiales de reclutamiento determinar qué soldados son mejores para trabajos especializados. Por ejemplo, si
se combina la prueba psicológica con pruebas genéticas para niveles químicos cerebrales, se vería una imagen más clara de la capacidad de un soldado.
"Podríamos decir que teniendo en cuenta los altos niveles de
serotonina cerebral de esta persona, va a estar más
calmado bajo presión de modo que podría ser un buen francotirador", dice Paul Zak de la Claremont Graduate University en California, en el panel de la NAS.
Alternativamente, una persona con baja dopamina es menos probable que tome riesgos, dice, y por lo tanto sea más adecuado como un oficial al mando en una
área civil.
La selección por
genotipo podría estar llena de dificultades; los solicitantes
rechazados para ciertos trabajos podrían demandar sobre la base de la discriminación genética, por ejemplo. Anders Sandberg, neurocientífico en el Instituto
Futuro de la Humanidad de la Universidad de Oxford, dice que los militares también necesitan escoger los rasgos que quieren optimizar con cuidado. "El campo
de batalla está cambiando mucho ahora mismo. Las guerras se están volviendo más como juegos de computadora, que significa que en el futuro, tener los genes
que lo hacen un buen luchador físico podría no ser tan importante como tener una excelente coordinación mano-ojo".
Quizás sea más siniestra la posibilidad de que los neurocientíficos creen guerreros cognoscitivamente manipulados, cuyas emociones hayan sido embotadas, por
ejemplo.
Zak enfatiza que nadie le preguntó al panel cómo convertir soldados en mejores "máquinas de matar", aunque "todo el propósito de maximizar y sostener la
capacidad del campo de batalla es ganar superioridad sobre los adversarios", admite Floyd Bloom del Instituto de Investigación Scripps en La Jolla, California,
que presidió el panel.
No es por decir que alguien no lo vaya a intentar, sin embargo. El trabajo propio de Zak se concentra en el rol de la hormona
oxitocina en la confianza y la empatía. Si
se desarrollaran drogas para bloquear la oxitocina, el efecto sería una reducción de la capacidad de un soldado de simpatizar con el enemigo, combatiente o
civil.
"Hay muchos casos de soldados que se niegan a dispararle a otros soldados", dice Zak. "Si uno pudiera librarse de esa empatía, podría crear un soldado más
preparado para participar en la batalla y arriesgar su vida."
El panel reconoció que esos dilemas éticos podrían ser una consecuencia inevitable de su trabajo. Por esta razón, recomendaron al ejército estadounidense
contratar especialistas en ética para examinar las ramificaciones de tales desarrollos antes de que ocurran. "Necesitan ser explorados porque en algún momento
alguien va a hacerlo", dice Zak. "Los controles tienen que ser puestos en su lugar".
La neurociencia también podría ayudar a salvar vidas en un contexto militar. Si uno pudiera predecir qué soldados son particularmente susceptibles al estrés,
por ejemplo, podría ayudar a evitar una tragedia. La semana pasada, el sargento John Russell del ejército estadounidense fue acusado de dispararle a cinco de
sus compañeros y matarlos. Russell había terminado un viaje de 15 meses por Irak y estaba siendo tratado por estrés.
Otra investigación ha sugerido que es menos posible que los reclutas de la marina de guerra cuyo eje
hipotálamo-glándula
pituitaria (una área del cerebro
involucrada en la respuesta al estrés) sea altamente reactivo terminen el entrenamiento SEAL de la marina. Robert Ursano en la Universidad de Servicios
Uniformados en Bethesda, Maryland, y sus colegas han dicho que uno podría predecir las respuestas individuales al estrés al mirar la cantidad de receptores de
serotonina, y los niveles de p11, una proteína vinculada
a la depresión (Progress in Brain Research, Doi: 10.1016 / s0079 - 6123 (07) 67014-9).
La dificultad está en encontrar marcadores predictivos que sean bastante confiables, dice Simon Wessely en el King's Centre para la Investigación de la Salud
Militar en Londres, no involucrado en el informe. "Los indicadores actuales son demasiado débiles, y mientras pueden trabajar estadísticamente en grandes
grupos, no pueden decir que el Soldado A es vulnerable y que el Soldado B no lo es". Además, "si califica equivocadamente a alguien como vulnerable al
fracaso, uno está dañando su carrera y robando al ejército los recursos humanos que mucho necesita".
Un posible proyecto a corto plazo, más probable, es monitorear si el rendimiento mental de un soldado individual se está deteriorando por el estrés o el
cansancio.
Muchos errores involucran lapsus de atención, de modo que encontrar la manera de monitorear la atención podría tener grandes beneficios. Recientes estudios
han vinculado las variaciones en el flujo sanguíneo y la oxigenación con las ocasiones en que los observadores omiten señales, dice el informe, de modo que
unos sensores en los cascos para monitorear estas variaciones podrían alertar al soldado y a su unidad de que su atención está reducida.
Otra posibilidad podría ser el uso del escaneo cerebral para averiguar qué reclutas han comprendido los nuevos conceptos de entrenamiento. En un estudio
reciente, se utilizaó el fMRI para comparar la actividad
cerebral de unos estudiantes de física y otros, cuando observaban unas películas de dos pelotas de diferente tamaño que caían a la misma velocidad o diferente.
Se preguntó a los estudiantes si la película que vieron era compatible con sus expectativas de cómo debían caer las pelotas. En los estudiantes que no eran de
física, se encendió un área del cerebro relacionada con la detección de errores cuando pelotas grandes y pequeñas cayeron a la misma velocidad. En los
estudiantes de física, la misma área se encendió cuando caían a velocidades diferentes, indicando que habían comprendido totalmente el concepto de Newton de
que las pelotas diferentes deberían caer a la misma velocidad, sin considerar su tamaño.
Bloom enfatiza que mientras todas las tecnologías tienen el potencial de ser mal usadas, ésta no debe ser una razón para ignorarlas. En efecto, la inversión militar
incluso podría producir beneficios para la sociedad más amplia. "La inversión en esas oportunidades será de beneficio público, mejorando la manera en que
educamos a nuestros niños y nos comprendemos", dice.
¿Es éste el amanecer del súper soldado?
La noticia de que el ejército estadounidense está estudiando cómo la neurociencia puede "mejorar" a sus soldados levantará una vez más el espectro de
científicos amorales que usan cualquier medio a su disposición drogas, perfil genético, estímulo cerebral, implantes cibernéticos, lavado de cerebro para saltar
límites éticos en la persecución de objetivos militares.
El informe de la National Academies of Sciences, respaldado por el ejército estadounidense, anticipa que un día los soldados serán monitoreados por
biosensores, seleccionados mediante pruebas genéticas, estimulados por ondas magnéticas al cerebro y mejorados con pastillas. Esto provocará inevitablemente
discusiones sobre el surgimiento de súper soldados de ojos fríos que matan sin emoción, e indudablemente deberíamos estar alertas sobre el potencial
"mejoramiento" para deshumanizar a los soldados, sin mencionar las implicancias más amplias de este trabajo para la vida civil.
Pero de la misma manera, "mejorar" a los soldados es algo más que hacerlos eficientes y letales. Las depresivas atrocidades rutinarias cometidas por hombres en
servicio son el resultado de confusión, agotamiento y del trauma de ver a sus compañeros muertos por una bala, una trampa, o sanguinariamente desmembrados.
Estos son soldados en circunstancias extremasm equipados con armamento extremo y movidos a la violencia por la violencia. O podrían ser veteranos que
regresan del servicio a lastimar a su familia o suicidarse. Mucho mejor si la ciencia pudiera asegurar que los reclutas piensen clara y tranquilamente bajo una
presión extraordinaria.
Después de todo, los ejércitos modernos existen por una necesidad de evitar y controlar la violencia: los soldados son entrenados para usar la fuerza sólo en
situaciones bien definidas, y están sujetos a las reglas de la guerra y a la ley militar.
Eso no significa que no haya peligro de que las neuro-tecnologías sean mal usadas por los militares. Hay una tradición de guerreros enloquecidos por las
drogas, el alcohol y los hongos mágicos. Los gobiernos deberían pensar larga y profundamente en la ética de participar en esa investigación. Un soldado al
estilo Terminator sería una responsabilidad, no una ventaja.
Pero no perdamos de vista al potencial de la ciencia para librar a los ejércitos del que dispara y feliz, del vengativo y del trastornado. Recuerde que el mayor
desafío que el ejército enfrenta hoy es evitar el uso de la violencia a menos que sea completamente necesaria.
Tampoco nosotros deberíamos olvidar cómo la investigación puede intervenir en la guerra que se desencadena fuera del campo de batalla. Los veteranos están
lisiados por problemas de salud mental, desde los trastornos por estrés hasta la depresión y la auto-medicación con drogas y alcohol. Sería un crimen no usar la
neurociencia para reducir este sufrimiento, si fuera posible.
¿A dónde debería ir el dinero?
A corto plazo (dentro de 5 años)
- Realidad virtual inmersiva
- Variabilidad del latido
- Respuesta galvánica de piel
A mediano plazo (5-10 años)
- EEG en el casco para una interfaz cerebro-máquina
- Cabeza y torso con protección al impacto
- Bio-marcadores para predecir la respuesta del soldado a la tensión ambiental
Largo plazo (10-20 años)
- Despliegue en vehículos de un estímulo magnético transcranial
- Escaneo cerebral para evaluar la fisiología
En curso (dentro de 5 años con actualización continua)
- Bio-marcadores de campo desplegable del estado nervioso
- Bio-marcadores para niveles de sueño
Fuente: New Scientist. Aportado por Graciela Lorenzo Tillard
!c>
Más información:
Más noticias de Tecnología en Axxón
Artículo original (inglés)
Haciendo ondas con rayos láser en un cerebro
Los microchips podrían reemplazar funciones atrofiadas del cerebro
Una ventana permite observar cómo se recablea el cerebro en respuesta a las experiencias
Los guerreros del futuro "saborearán" el campo de batalla
Hallan cómo inhibir un mecanismo que permite consolidar recuerdos
Evolución humana a la carta
Un experimento con ratones devela la base cerebral de la ansiedad