Eduardo
J. Carletti
La
mayoría de la gente que escucha por primera vez el témino
"nanotecnología" cree que se habla de las técnicas incluidas
en el término "microtecnología", la tecnología usada
en la microelectrónica y que ha transformado enormemente la sociedad
en las últimas décadas. La relación no es del todo
incorrecta, pero no es exacta.
La microtecnología
es la tecnología que nos permite fabricar cosas en la escala del
micrón. Un micrón es una millonésima de un metro,
o, para darse una idea más clara, la milésima parte de un
milímetro. Todos sabemos cuánto es un metro: más
o menos la distancia entre nuestra nariz y la punta de nuestros dedos
cuando extendemos del todo un brazo hacia un costado de nuestro cuerpo.
Si tomamos una milésima parte de esta longitud, tenemos un milímetro.
Un milímetro es muy pequeño, pero todavía podemos
verlo. Ahora imaginemos que tomamos un extremo de este milímetro,
lo apoyamos en nuestra nariz y lo estiramos hasta que llegue al extremo
de los dedos de la mano que se encuentra en el brazo que hemos extendido.
Ahora volvemos a dividir en mil partes. Tenemos una milésima de
la milésima parte de un metro, una longitud llamada micrón.
Esta es la escala en la que se trabaja cuando se construyen dispositivos
tales como memorias, circuitos lógicos y de computación.
Los dispositivos
de memoria y de lógica en venta en 1985 tenían estructuras
con componentes de aproximadamente un micrón de ancho. Para 1995,
momento de la aparición del Pentium, se habían alcanzado
tamaños de más o menos un tercio de micrón, 350 nanómetros.
Se trabaja ya en estructuras de 100 nanómetros, es decir, de un
décimo de lo que se había logrado en 1985.
Un nanómetro
es la medida que se obtiene si uno toma un micrón, aplica un extremo
sobre la punta de la nariz, lo estira hasta el extremo de los dedos del
brazo extendido y lo divide en mil partes. Es una milésima de una
millonésima de metro, es decir, una milmillonésima de metro.
El nanómetro
marca el límite de reducción a que podemos llegar cuando
hablamos de objetos materiales. En un nanómetro caben entre tres
y cinco átomos. Aunque en el universo hay cosas más pequeñas
que los átomos, se trata ya de cosas que no se pueden manipular.
En nuestra vida cotidiana, los átomos son los ladrillos de construcción
más pequeños que podemos utilizar.
Ahora que estamos
pensando en términos de átomos, démosle una mirada
a un objeto producido por microtecnología. Aunque la estructura
tiene una millonésima de metro de ancho, sigue siendo muy grande.
Hay miles de átomos en la superficie de este objeto y miles de
millones en su interior. Es un trozo del macromundo. En el interior de
este macroobjeto del tamaño de un micrón existe la posibilidad
de hacer miles de divisiones para obtener un nivel mayor de detalle. Si
logramos llegar a un nivel de detalle del orden del nanómetro y
trabajamos con una precisión de nivel atómico, el poder
de nuestra capacidad para controlar el comportamiento de este objeto puede
hacerse inmenso.
El ejemplo más
grandioso de esta potencia se presenta en cada cosa viviente. Se requiere
un entorno de agua —el elixir de la vida—, y por esto se le suele llamar
"el lado húmedo de la nanotecnología". Las formas de vida
que conocemos están hechas de células rellenas con agua,
pequeñas bolsas de vida que típicamente tienen tamaños
de varios micrones, como en el caso de los glóbulos blancos de la sangre
humana.
Cada una de estas
"bolsas" está repleta de miles de pequeñas máquinas
que se mueven por el mundo líquido de la célula, ocupándose
de la industria de la vida —enzimas, hormonas, RNA y ADN—, todas esas
cosas que uno oye nombrar en los nuevos textos de medicina, biotecnología
e ingeniería genética. Esas pequeñas máquinas
son moléculas. Tienen un rango de tamaño de entre uno y
varias decenas de nanómetros. ¡Son nanomáquinas! Están
formadas por entre miles y decenas de miles de átomos. Y cada uno
de esos miles de átomos tiene una ubicación exacta, definida
con precisión por un diseño de ingeniería, de modo
que el conjunto de esa nanomaquinaria pueda funcionar correctamente.
El ejemplo más
impresionante son las enzimas. Cada una de ellas es una factoría
química completa reducida a una escala de nanómetros. Estas
enzimas han evolucionado durante miles de millones de años para
lograr una fabricación cada vez más perfecta de sus productos
químicos. En la mayoría de los casos han alcanzado los límites
de la perfección. Son los catalíticos finales y fundamentales
para esa reacción química que es su trabajo vital. Estas
nanomáquinas moleculares son quienes hacen que la vida funcione,
no sólo para ellas mismas, sino en cada planta, pájaro o
entidad que se arrastra o ha arrastrado sobre la superficie de nuestro
planeta.
Esta nanotecnología
húmeda es increíblemente poderosa. De hecho, cuanto más
se sabe sobre ella más se comprende lo mucho que queda por saber.
Pensemos en la hermosura de una joven, o de una flor, o qué increíble
es que un ojo humano pueda ver o que un cerebro pueda pensar. Y entonces
uno piensa: este lado húmedo de la nanotecnología (que la
mayoría de la gente llama biotecnología) puede hacer todo.
Pero a pesar de este
increíble poder, hay varias cosas que no se pueden hacer y que
nunca se podrán hacer en el lado húmedo. Una de las más
importantes es conducir electricidad como un hilo metálico, como
una conexión dentro de una computadora o incluso en un semiconductor.
Nunca se logrará —las razones son largas para describirlas aquí—
con esta biotecnología. De hecho, la mayor parte de la revolución
industrial que impulsa la sociedad moderna no es un tributo de la biotecnología,
es producto del desarrollo de máquinas de vapor, motores a nafta
y todo tipo de artefactos eléctricos, como radios, televisores,
teléfonos y computadoras, todos ellos producidos por la tecnología
del otro lado, el lado "seco", un área que parecería apuntar
a ser la de mayor desarrollo potencial.
Imagínense
lo que podría llegar a ser nuestro mundo si se pudiesen fabricar
en el lado seco, sin agua ni células vivas, objetos con el grado
de perfección atómica que la vida logra rutinariamente en
el lado húmedo. Imagínense por un momento el poder que tendría
el lado seco de la nanotecnología. La lista de cosas que se podría
lograr con una tecnología así parecen algo así como
la lista de deseos navideños de nuestra civilización.
Veamos algunas:
Una nanomáquina
de escribir
En 1989, unos físicos
del Centro de Investigación de Almaden de la empresa IBM, ubicado
en San José, California, sorprendieron al mundo científico
al usar un microscopio de sonda vibrátil para mover unas serie
de átomos de xenón sobre una superficie de níquel,
escribiendo una versión microscópica del logo de IBM. Aunque
el experimento demostró que se podían construir cosas a
nanoescala, no dejaba de ser una experiencia exótica y única,
que requería un microscopio fabricado a propósito, una habitación
especial a prueba de vibraciones y un ambiente de temperaturas alrededor
de los -270 grados centígrados, sólo unos grados por encima
del cero absoluto.
Pero sólo
diez años después se ha creado el AFM, sigla de Atomic Force
Microscope. Este instrumento está cambiando la manera en que los
científicos interactúan con la materia en pequeña
escala.
Dentro de la cámara
del AFM, de un modo invisible al ojo normal, los extremos de unas delgadísimas
agujas se introducen en un substrato de moléculas orgánicas,
luego estas agujas, afiladas hasta tener sólo unos átomos
de ancho en la punta, escriben palabras de sólo una decena de nanómetros
de ancho. El proceso funciona basándose en que las moléculas
orgánicas, tal como la tinta en una lapicera fuente, fluyen desde
el extremo de la aguja a la superficie de escritura, hecha de oro. Incluso
tienen la posibilidad de usar distinto tipos de "tintas" y de cambiarlas
en un momento. Para tener una idea de la escala de la escritura resultante
digamos que, con la ampliación óptica que se necesita para
leer esas letras, una línea escrita por un bolígrafo se
vería de más de un kilómetro de ancho.
Para dar un poco
de espectáculo, que para los yanquis nunca viene mal, usaron un
AFM provisto con un conjunto de ocho agujas para escribir en menos de
10 minutos una página completa de un famoso texto que el físico
Richard Feynman concibió en 1960, en un impresionante y certero
acto de predicción, sobre las posibilidades de la nanotecnología.
Y todo eso a temperatura
ambiente.
Esa fue sólo
una prueba. El sistema no está pensado para escribir, por lo menos
no en el sentido convencional que le damos a la palabra. Este sistema
de litografía puede convertirse en una rápida solución
para manufacturar nanocomponentes, desde microelectrónica a chips
ADN (usados en genética) más rápidos y densos. Puede
ser en la manera de producir nanoestructuras de manera masiva. Y puede
ser el primer paso en la evolución de las herramientas que se necesitarán
para fabricar nanomáquinas que luego sean capaces de hacer copias
de sí mismas y construir otras: los nano robots.
Los nano robots:
Los nano robots ya
han sido explotados en la CF y las aplicaciones propuestas pasan por ítems
difíciles de imaginar unas décadas atrás: Mantenimiento
del cuerpo por dentro, reparación y recableado de tejido cerebral
a control remoto, reparaciones corporales (arterias, cristalino, oído,
órganos internos, tumores) sin necesidad de operación.
La tecnología
aún está lejos de producirlos, pero, como en el campo de
la Inteligencia Artificial, es una cuestión tan complicada y tan
difícil que se avanza en diversos frentes. Una de la áreas
sería la tratada en el bloque anterior: las herramientas; ya dimos
una idea de cómo es una de las propuestas más concretas.
Pero con carrocería solamente no se puede funcionar, también
se requiere control, y aquí entra un mundo diferente al de los
sensores nanoscópicos, las matrices de tamaños de nanómetros
y las moléculas gigantes: la computación a nivel de la nanotecnología.
Hace años que se diseñan compuertas lógicas mecánicas
compuestas de unos pocos átomos y parecería que sólo
se esperan las herramientas necesarias para construirlas. El panorama
no es tan simple, pero existen innumerables laboratorios trabajando en
la "inteligencia" nanométrica. Y ya hay algunos anuncios.
Memoria:
En un laboratorio
de IBM en Zurich, uno de los que ayudaron en la invención de aquel
microscopio AFM de 1986, se trabaja en la miniaturización a nivel
nanómetro del registro de datos. El sistema de almacenamiento se
basa en un conjunto de 1024 agujas de AFM en una matriz cuadrada que pueden
escribir bits de información de no más de 50 nanómetros
de diámetro. El mismo conjunto es capaz luego de leer la información
e incluso reescribirla.
La capacidad de guardar
información a esa escala es una noticia excitante para el mercado,
pues multiplica inmensamente la cantidad de información que se
puede almacenar en un área determinada. El mejor sistema actual
de registro, basado en la memoria magnética, puede guardar alrededor
de dos gigabits por centímetro cuadrado; los físicos creen
que el límite físico de la capacidad este sistema —no alcanzado
aún— es de alrededor de 12 gigabits por centímetro cuadrado.
El sistema de matriz de agujas descripto más arriba, bautizado
"Millipede" (Miriápodo, por tener mil patas), ofrece 35 gigabits
por centímetro cuadrado (y hasta 80 gigabits si se utiliza una
aguja única) y es capaz de hacerlo a la velocidad de los artefactos
magnéticos actuales. Con unidades de almacenamiento provistas de
matrices gigantescas, con millones de agujas, se puede lograr un almacenamiento
en el orden de los terabytes, algo así como 40 veces lo que está
disponible hoy comercialmente.
Computadoras ubicuas:
La miniaturización
a nivel nanométrico apunta a la inserción de potentes computadoras
en relojes de pulsera y teléfonos celulares que posean algo que
hoy no tienen: un disco rígido. Se supone que la tecnología
del "Miriápodo" proveerá de discos rígidos de una
capacidad en el orden de los gigabytes y de un tamaño de un centímetro
cuadrado. Una de las cosas más importantes es que este nanodrive
de tecnología AFM requerirá mucho menos energía para
su operación que los de tecnología magnética, un
factor extremadamente crítico en los productos portátiles.
Exploración
espacial: sondas autorreproductoras:
Si bien los logros
en el rubro de la autoconstrucción son mínimos, algunos
laboratorios han demostrado, por ejemplo, que cubriendo la superficie
de una placa de base (hoy se usa oro) con una pegajosa capa de material
orgánico se logra, bajo las condiciones apropiadas, lograr que
miles de estas placas se acomoden por sí solas para formar estructuras
tridimensionales. Esto parece caótico y anárquico por definición,
sin embargo, en la Universidad de Harvard han logrado crear un circuito
electrónico relativamente funcional usando una técnica similar.
En la Universidad
de Texas en Austin, un científico ha buscado, entre millones de
proteínas, aquellas capaces de reconocer y unir diferentes tipos
de materiales inorgánicos. Se ha fundado ya una compañía,
Semzyme, que busca crear una "biblioteca" de bloques de construcción
mediados por proteínas.
En la Universidad
de California, en la Universidad Yale de Los Angeles, en la Universidad
Rice y en Hewlett-Packard se avanza en el desarrollo de computadoras moleculares
auto-construidas.
En la web se puede
encontrar un proyecto de la NASA relativo a las sondas basadas en sistemas
autorreproductores. Es un plan que se lanzó hace más de
veinte años para lograr que, en lugar de enviar la totalidad del
equipamiento necesario para una exploración desde la Tierra, lo
cual significa muchas toneladas puestas en el espacio, se envíen
solamente ciertos robots capaces de construir el resto del equipamiento
a partir de la materia prima extraída del lugar de aterrizaje.
La NASA no pensó concretamente en nanotecnología, pero los
científicos de este área creen que será la única
tecnología capaz de superar los problemas que presenta el proyecto,
especialmente el de conseguir, reconocer y extraer los materiales necesarios
para la construcción. Es un tema tan interesante que dejo su desarrollo
para un próximo Tecno Núcleo.
Medicina:
En la industria de
medicamentos se busca lograr, por medio de nanotecnología, lo que
logra en cada instante nuestro cuerpo y el de millones de seres vivos
sobre el mundo, pero en condiciones controladas de laboratorio: la construcción
átomo a átomo de moléculas complejas que hacen a
las funciones primordiales de la vida (como la insulina, por dar un ejemplo).
El logro de este objetivo sería un inmenso avance para la medicina,
pues simplificaría los procesos necesarios para obtener las complejas
drogas que componen hoy los medicamentos y pondría al alcance de
la ciencia una enormidad de proyectos hoy imposibles.
Aprovechamiento máximo
de la energía solar:
En Texas, estado
de EEUU donde tienen el problema de que consumen gran cantidad de energía,
proponen construir por medio de nanotecnología ciertos artefactos
(que no se describen) capaces de atrapar cada fotón que les llega
y así lograr un aprovechamiento muy eficiente de la energía
solar. Estos colectores solares serían capaces de atrapar los fotones
en unas nanoestructuras de escala menor que la longitud de onda de la
luz solar, que es de entre 400 y 1000 nanómetros. El sistema de
almacenaje funcionará como un capacitor (que almacena electrones),
pero retendrá en su interior a los fotones.
Conclusiones:
La nanotecnología
es, evidentemente, por lo que pude mostrar, un área en la que se
está aún en pañales. Pero los que leemos material
de tecnología sabemos que cuando se empieza a saber a nivel de
divulgación de proyectos como los descriptos en este artículo,
suele haber muchos más en las sombras que no se dan a conocer por
razones de protección industrial, resguardo de ideas y razones
estratégicas de estado. La Ciencia Ficción nos ha mostrado
la nanotecnología en las dos últimas décadas —aunque
algunos pioneros lo hicieron antes—como una especie de magia moderna del
futuro, aunque lo mágico es que en la mayoría de los casos
las ideas que los escritores presentaron fueron analizadas y pensadas
con total racionalidad. Y son posibles. Es decir, no es la magia de un
libro de Fantasía, porque han imaginado los mecanismos que serían
capaces de lograr esas cosas, aunque la tecnología aún no
sea capaz de fabricarlos. Una actitud típica de la más rancia
CF... aunque los resultados de estas especulaciones son a veces dignos
de un Merlín, o un Gandalf, o el viejo y conocido Mandrake de la
cultura popular, sorprendidos en el mejor de sus momentos.
Axxón
número 110, enero de 2002To read this article in Bulgarian : http://www.fatcow.com/edu/nano-tecnologia-bl/
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