Entrevista con Un axxonita en la corte catalana A horas del anuncio de los ganadores del Premio UPC de Ciencia Ficción 2002, Alejandro Alonso conversó con Eduardo Carletti, director de Axxón, y otros miembros del equipo. En este reportaje, el autor habla de cómo concibió la novela ganadora, de la necesidad de tallerear los textos y de las vicisitudes de la CF en castellano. Las noticias de hace un año nos decían que un argentino, Carlos Gardini, lograba por segunda vez con el premio UPC de Ciencia Ficción. La noticia nos puso felices, y así lo dijimos en la entrevista de ese momento, porque premiándolo se hacía justicia al esfuerzo constante de un autor excepcional que sufre el hándicap de estar inmerso en el mercado literario de un país ingrato para este tipo de producción. Y este año la noticia no sólo nos pone felices sino exultantes, porque se trata de un amigo y un hermano: ¡Ganó Alejandro Alonso! No tengo palabras para describir la felicidad que me produce. Conozco paso a paso los esfuerzos de Alejandro porque venimos trabajando juntos desde hace 10 años. En 1992 publiqué su primer cuento en Axxón, Demasiado tiempo, justamente el cuento que presenta la idea en la que se basó luego para escribir la novela ganadora. He visto la preocupación, el esfuerzo constante, la ansiedad y el crecimiento de Alejandro, no quiero decir que es como un hijo, porque sería como erigir una barrera generacional y además como si me pusiera en una posición superior. Me considero más un amigo y un hermano. Como escritor me pueden dar envidia sus logros, pero más que nada me produce una enorme felicidad —repito— que haya ganado este premio tan importante, porque es totalmente merecido. Alejandro es un luchador, es una parte importante de Axxón y me siento muy orgulloso de ver que ha logrado —y nosotros también, porque no— un reconocimiento así. Para quienes no lo conozcan, Alejandro Alonso es argentino (nacido en la Provincia de Buenos Aires en 1970) y, además de ser escritor y activo colaborador de Axxón, es periodista y trabaja en publicaciones tecnológicas y de negocios. El Premio UPC de Ciencia Ficción al que se hizo acreedor (ex aequo con el escritor madrileño Pablo Villaseñor) es uno de los más prestigiosos del género en lengua castellana. Podrán ver más detalles en Esta noticia.
AX: ¿Cómo te enteraste de que habías ganado el premio UPC? AA: En realidad, la noticia me llegó el lunes 18 de noviembre por mail. Para ese momento yo ya había perdido toda esperanza. Entre ese día y el jueves siguiente no supe muy bien en dónde estaba parado. Todavía no lo creo. AX: ¿De qué trata el relato? ¿Cómo lo concebiste? AA: "La ruta a Trascendencia" es la concreción de una idea que ya aparecía en el primer cuento mío, aparecido en Axxón 33: "Demasiado tiempo". Sin embargo, ahí la idea estaba apenas sugerida. No estaba explotada en toda su potencialidad. Algunos años después la retomé, y la llevé al taller literario que los integrantes de Axxón hacemos los viernes, en la casa de Aníbal Gómez de la Fuente, para que fuera discutida. Tomé la precaución de grabar esa discusión, pero el desafío era tan grande que al principio no hice nada. El año pasado retomé la idea una vez más, pero desde otro ángulo. La acción transcurre en un pueblito llamado Trascendencia, donde una incursión extraterrestres dejó secuelas que afectan el espacio-tiempo. Los habitantes de este pueblo tienen una percepción distinta del tiempo y el espacio porque existen de una forma diferente. A partir de allí, el argumento incursiona en las paradojas que producen estas secuelas y en los conflictos personales y sociales de los habitantes. AX: ¿Cómo fue el proceso de corrección? AA: Cuando terminé el primer borrador "cerrado" no tenía más que un relato basado en la novedad del "punto de vista". Pero a medida que lo fuimos trabajando con Carlos Gardini y que lo fueron leyendo algunos amigos que tienen buen ojo crítico, los personajes ganaron en profundidad y emergieron algunas metáforas interesantes. Así que, al mismo tiempo que ajustaba el estilo, los ripios, algunas inconsistencias en la trama, emergían otras cosas. Carlos me hizo preguntas sobre lo que había escrito que, al ser respondidas, provocaban ideas nuevas o me hacían recordar otras que no había desarrollado. Eso terminó de redondear el relato. Hubo mucha gente dentro y fuera del Grupo Axxón que colaboró de una u otra forma. Sin ellos, "La ruta..." no sería lo que es. AX: ¿Por qué no viajaste a recibir el premio? AA: No pude preparar el viaje con nueve días de antelación y, además, como pasa con la mayoría de los argentinos, la situación económica no está para permitirme ahora ese lujo. Me hubiera gustado ir. Son eventos a los que uno podría asistir una vez en la vida. Hubiera querido agradecer personalmente a la gente que organiza el Premio UPC, a la universidad y al jurado, cosa que ya hice en un mail y ahora aprovecho a hacer por este medio. AX: Por lo publicado en Axxón y en otras revistas, veo que tenés preferencia por el género histórico. ¿Es así o sólo se aplica a un grupo de relatos? AA: Son etapas. No soy historiador ni me dedico seriamente a la Historia, pero cuando cursaba esa materia en el Círculo de la Prensa (en la carrera de periodismo), los profesores ponían tanta pasión que era difícil no engancharse. Así que leí un poco, y terminé descubriendo escenarios muy prometedores para mis relatos, contradicciones de nuestro pasado que bien podrían ser interpretadas de otra forma y, sin querer, me encontré especulando sobre eso. De esa especulación, de esa mixtura de hechos que están en los ensayos y los libros de texto con otros que aparecen en las novelas de CF o Fantasía, surgieron relatos de los que me siento muy orgulloso. "1807" —aparecido en Axxón— está en esa línea, pero hay mucho material inédito que espero redondear y publicar algún día. AX: ¿Te documentás mucho para escribir? AA: Empiezo con una idea vaga: "Acá hay algo". Entonces leo más sobre el tema, pero no con el espíritu crítico del estudiante, sino preguntándome dónde se puede poner un conflicto, en qué momento el diablo puede haber metido la cola. Lo demás es simplemente encontrar a los personajes y tratar de describir un escenario creíble y funcional. No me preocupa el rigor histórico más allá de lo que significa para el lector promedio que la historia sea coherente y, dentro de lo que el género admite, verosímil. Lo que sí trato es de revelar algún hecho histórico real y de teñirlo de fantasía. En "1807", por ejemplo, el desembarco y el recorrido de los protagonistas está basado en el diario de uno de los invasores: Lancelot Holland. Hay observaciones, cosas que llaman su atención y que bien podrían ser interpretadas de otra forma. Yo sólo agregué el elemento fantástico y los dejé interactuar. AX: ¿Qué otros proyectos tenés? AA: Tengo ideas, pero nada concreto. Estoy revisando muchos relatos que escribí hace tiempo y que se pueden mejorar a fin de hacer una compilación. En España, el sello Transversal (Equipo Sirius) planea editar la saga de relatos basados en Oniris: un universo que yo creé y que fui desarrollando segmentadamente a través de cuentos. Al igual que en "La ruta..." Oniris se nutrió de las ideas de mucha gente e incluso nacieron varios relatos —no todos concluidos, pero no pierdo las esperanzas— de otros escritores. Uno de los que sí lo cristalizó fue el español Eduardo Vaquerizo, y su relato formará parte del volumen. Lo bueno de este volumen es que al estar todos los cuentos juntos, el lector puede encontrar puntos de contacto entre los relatos y quedarse con la sensación de que todas las postales conforman una especie de novela, interpretado esto en un sentido amplio. Sinceramente me gustaría escribir la segunda parte de "La ruta...", tengo el título pensado y todo, pero todavía no encuentro el corazón de la historia. AX: ¿Cómo se llamaría? AA: Todavía no sé si lo voy a escribir, pero se llamaría "Persecuta". Se darán una idea del tema que quiero abordar si leen "La ruta...". También quiero escribir algo —novela, cuento largo, no sé— sobre un escenario extraterrestre creado colectivamente en la lista de e-mails de Axxón. Es un ecosistema que quedó apenas esbozado, sobre todo en lo que refiere a una de las criaturas, pero que promovió discusiones sobre biología, química, tecnología, astronomía, sociología. Es tan interesante que merece la pena hacer relatos sobre ese universo. Espero que otros se animen a hacerlo también. Se generó mucha información. Y, claro, cuando uno aporta a estas cosas, por poco que sea, también lo siente un poco suyo. AX: Por lo que decís, daría la impresión de que en torno a Axxón se generó una usina de ideas y de gente que las plasma. ¿Es así? ¿Cómo influye esto en la creación? AA: Es así. Tal vez no funcione de forma tan lubricada como algo instrumentado desde el vamos, sino que sea más informal, pero la gente que participa de la lista, del taller de los viernes y de la revista (lectores, escritores, el editor, los colaboradores) tienen mucho para decir. A la hora de especular y de orientar al escritor, tanto la lista de correo como la tertulia de los viernes son muy valiosas. Por otro lado, la influencia en la creación es un tema interesante. Tal vez tenga que ver con cómo yo desarrollo los relatos. A veces, uno sólo tiene ideas fragmentarias, o le falta apoyatura científica (algo que puede ser crítico en materia de CF), o está en medio de un nudo argumental que no puede desenredar. Tiene dos caminos: o se las arregla solo —y ciertamente hay muchas formas de hacerlo y es parte del desafío del escritor— o abre el juego y trata de enriquecerse con el aporte de otros. Ahí nace un nuevo desafío, que es el de aceptar ideas y críticas sin que lo que uno quiere decir cambie radicalmente. En este momento de mi vida como escritor, si es que tal cosa existe, me siento permeable y me gusta meter en la marmita las sugerencias. Ahí es donde esa usina de ideas contribuye a hacer mejores relatos. En última instancia, mal que le pese al ego del escritor, lo que importa es que al lector le satisfaga lo que lee y que el relato tenga calidad.
AX: ¿Cuál es el valor que le das a la corrección? AA: En general, cuando se termina de escribir un texto lo que se tiene es un borrador. Uno escribe rápido y sin tener en cuenta los detalles para que las ideas no se vayan, para que todo quede asentado. La primera corrección es de coherencia. Cuando hablo de "corrección", me refiero a una etapa donde hay decenas de lecturas y reescrituras. La segunda corrección es de legibilidad (para mejorar frases, elección de palabras, puntuación y el estilo en general) y, al mismo tiempo, se da un proceso que permite "ver" cosas que antes no vimos y que puede hacer que los personajes ganen en consistencia, que las metáforas sean más ricas, que el mensaje quede más redondo, que los detalles sean más explícitos. Ése es el valor. AX: ¿Sos de cajonear tus historias? AA: Hasta ahora no. Empecé hace poco. AX: Una de las cosas más difíciles en cuanto a los concursos es cumplir con el "metraje". ¿Te quedaron cosas en el tintero? AA: No, fue concebido para ser novela corta. Pero hay líneas argumentales que no desarrollé y que podrían ser la semilla de una segunda novela corta en el mismo universo. AX: ¿Qué estás escribiendo en este momento? AA: Estoy corrigiendo. No tengo mucha paz para escribir. Pero, como dice un colega, uno siempre escribe, aún cuando corrige. AX: Actualmente hay al menos tres libros de CF escritos por argentinos editados o en vías de estarlo; se están ganando concursos y hay posibilidad de publicar. ¿Pensás que se está alcanzando cierta maduración en la CF nacional? AA: No, es poco. Pero es un principio. Para que esto pase, los editores locales tendrían que ponerse a trabajar con los autores. Eso no pasa a menudo. AX: ¿Por qué pensás que no hay CF argentina en Argentina en editoriales profesionales? AA: En parte es un problema de crisis económica. No podés pensar en apostar literariamente si la empresa tiene que asegurar la rentabilidad en un esquema impredecible. Pero en las grandes editoriales también hay, desde hace varios años, muy poco espíritu para descubrir nuevos valores. También hay un preconcepto en la Argentina que dice que la CF no da ganancias. Pero tampoco se molestan en desarrollar el mercado local y regional. AX: ¿Qué diferencias notás entre España y Argentina en cuanto al interés editorial para con la CF y F? AA: Además de las publicaciones de gran tirada, en España hay mucha actividad de las empresas editoriales pequeñas y a nivel no profesional. Eso le da mayor dinamismo al mercado, impone cierta calidad literaria mínima y ayuda a expandir el género. Con todo, también están en crisis. Allá también se piensa que la CF española no da ganancias. La única diferencia es que se hizo la apuesta inicial y hay quienes quieren seguir apostando. Eso es muy valioso y, en el proceso, se horada cada vez más ese mito. AX: ¿Echás de menos la existencia de concursos locales de CF? AA: Sí. Es una lástima. Y eso hace que uno no sea profeta en su tierra. Afortunadamente, los premios que se conceden en España tiene el nivel de apertura necesario como para abarcar Latinoamérica. El caso del UPC es importante, pero el Pablo Rido o el Domingo Santos también tienen ese grado de apertura. Son motores de la literatura fantástica en castellano. El UPC, además, suma cierto prestigio por el nivel que tiene. AX: ¿Qué escritores hispanoparlantes conocés que debieran, a tu parecer, merecer mejor suerte? ¿De quienes recomendarías seguir la obra? AA: No conozco tantos. Pero me gustaría ver publicadas cosas de Eduardo Carletti y de Carlos Gardini, sobre todo localmente: que los lectores argentinos puedan acceder a ellas y que los autores obtengan un poco de reconocimiento tanto en palmas como en efectivo. Nadie vive del aire, y es difícil escribir cuando las preocupaciones inmediatas te abruman. Días atrás, Sergio Hartman me dijo que estaba escribiendo nuevamente y eso me puso muy contento. Alexis Winer es un joven valor que avanza a pasos agigantados. Otro que recomiendo es Marcelo Dos Santos. Me gustaría ver más cosas del cubano Yoss. En España hay muchos valores que están haciendo cosas muy interesantes, pero si yo los conozco es porque su obra está bien difundida. Tuve la oportunidad de charlar tanto con Eduardo Vaquerizo como con Víctor Conde y de leer sus trabajos, y me gustaron. No tiene sentido mencionar aquí a un Rafael Marín, a un Torres Quesada o a un Juan Miguel Aguilera, por dar tres ejemplos, que no necesitan de mi reconocimiento. José Miguel Pallarés o Félix Palma también estarían en esa lista. Pero lo que yo pueda decir sobre autores hispanoamericanos es muy limitado, incluso muchos que he leído luego se transformaron en amigos, así que no soy imparcial.
(Agradecemos a Laura Siri y a Daniel Vázquez por sus participaciones en esta nota.) Axxón número 120 - Noviembre de 2002 |