Teatro de Revistas
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He aquí un título destinado a causar sensación. Lo tiene todo, es "políticamente incorrecto" y es autoconclusivo. Ciertamente llamará la atención de mucha gente. No obstante, ¿qué nos encontramos en el guión? Una historia que en el fondo es tan de superhéroes que resulta hasta tópica. Eso sí, el tratamiento es muy agresivo y extremo, lleno de referencias a lo que deberían ser los superhéroes pero vueltas del revés (gente que muere, gente que hace dinero y un largo etcétera). El problema es que estamos en el 2003. La reconstrucción de los superhéroes está tan avanzada que hasta un lector no especialmente aficionado se da cuenta de que empieza a oler a mortaja. ¿Resultado? El factor sorpresa de Fuerza-X no existe. De todas formas intenta la excusa innovadora de incorporar el contexto de la "globalización", pero no lo aprovecha más que para mencionarlo en un par de ocasiones, despistar un poco y no llegar a nada al final. Y tampoco parece que sea una parodia, porque, como les dije, en el fondo la historia se supone seria. Pero bueno, si somos capaces de ignorar la mediocre idea de partida, lo lógico es tratar de buscar un guión consistente como los que sabe hacer Milligan. Pero... ni rastro, nada de nada. Es pura mediocridad en diálogos, situaciones y personajes. Sí, tiene algunas ideas, pero se quedan en apuntes dispersos. Lo único destacable parece ser el juego constante al que somete al lector habitual de superhéroes rompiendo los códigos del género. Pero ni tiene ningún mérito ni es nada nuevo. Y lo peor es que sé que Milligan sabe hacerlo mejor, mucho mejor. En cuanto a lo gráfico, he de reconocer que me gustó bastante. Realmente Allred es un buen dibujante que sabe aportar espectacularidad, dinamismo y claridad a la historia. Además, la narración gráfica, que combina el estilo desaforado actual con toques de clasicismo, consigue transmitir un espíritu fresco muy apropiado para el género. CONSEJO: este Fuerza-X es un cómic que resultará aburrido a cualquier persona que no sea aficionada a los superhéroes y más concretamente a los mutantes. Eso sí, a estos últimos les encantará por la misma razón que nos gustan las tres primeras películas de Kevin Smith a los frikis. El resto de gente debería abstenerse de intentar pescar en el desierto y, en todo caso, buscar mejores cómics de superhéroes, que los hay.
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Ya está en mis manos el numero ocho de una de las series más laureadas. Y no es para menos. Charles Burns, conocido autor entre los aficionados a esa cosa informe que solemos llamar cómic "alternativo" o "underground", consigue con esta serie trascender las fronteras de su público natural sin despojarse de ni una sola de las características de su estilo enfermizo. A través de sus diversas obras, Burns ha ido desarrollando un universo peculiar donde sus personajes son esclavos de una naturaleza caprichosa que gusta de la deformidad y lo morboso y provoca (también en el lector) ansiedad e incluso miedo. Pero el acierto de este "Agujero Negro" del que carecían en mayor o menor medida sus otras obras ("Burn Again" y "El Club de Sangre") es que hace de esas circunstancias el núcleo central de la trama al tiempo que las convierte en algo metafórico. Así, una extraña enfermedad de transmisión sexual que afecta sólo a los jóvenes y les convierte en monstruos, sirve para desarrollar las angustiosas experiencias del paso por la adolescencia apelando al inconsciente del lector. Hay que puntualizar, por tanto, que hay sitio para una variada gama de sentimientos, entre los que encontramos de forma destacada el amor. Contenidos a parte, lo cierto es que el guión sabe conjugar la agilidad de ritmo con la fijación en los detalles que son realmente importantes. Resulta muy difícil no quedar atrapado por la trama, fascinado por sus personajes y totalmente implicado en las situaciones. Además, la coherencia en el desarrollo de las sucesivas entregas y el aumento del nivel y el interés en cada una de ellas convierte "Agujero Negro" en un cómic excepcional que bien merecería una edición recopilatoria. En cuanto al dibujo, muy característico del autor, sigue siendo oscuro y pesado. Grandes manchas de negro cubren las páginas para representar ambientes sórdidos en donde objetivamente hay espacios cotidianos. Asimismo, el cuidado de los detalles de todo tipo que pueblan esta obra aporta la justa sensación de "representación de la realidad" que permite sintonizar con los sentimientos de los personajes. A esto hay que añadir, por supuesto, la imaginación viscosa de Charles Burns a la hora de recrear todo tipo de disfunciones del cuerpo y la mente.
La narración gráfica presenta también esa doble vertiente que apuntaba antes: lo cotidiano que a la vez es sórdido. Encontramos por tanto una distribución de viñetas rectangulares donde la atención recae sobre una excelente planificación centrada en mostrarnos los detalles importantes de la historia (a veces algo tan aparentemente peregrino como la "cola" de un personaje). Destacan en este sentido el uso de planos subjetivos como modo de identificación. No obstante, las composiciones de viñeta convierten los objetos mostrados en simbólicos y establecen todo tipo de relaciones entre ellos. Así, se modifica nuestro modo de percibir ese mundo "real" y se subrayan las escenas oníricas y/o psicotrópicas.
CONSEJO: "Agujero Negro" es un gran cómic recomendable y asequible a cualquier público maduro. La edición en formato "oficio al diome" de La Cúpula, si bien no hace justicia al contenido, ha permitido un buen precio que acerca la obra a un público mayor, lo cual siempre es de agradecer. La pena es que salgan los números tan cada tanto, que se produce un "efecto Bone" de tardanza que nunca es agradable. En cualquier caso, debido a las re-ediciones, están disponibles en las librerías especializadas todos los números de esta fabulosa serie que recomiendo enérgicamente.
BALDOR – De nada... de nada... ¡No! ¡No me mires así! ¡No te acerques! ¡Quieetoooooo! ¡Basta! ¡Te lo diré! ¡Te lo diré! Es Sorn, se está maileando con Moony.
Axxón 123 - Febrero de 2003