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LA COMUNIDÁ DEL
ANILLO
Capítulo 4
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Llegaron al Monte Viejo
justo cuando amanecía,
y a la lú del nuevo día
se les cerró la garganta
con esa paré de plantas
que dende el suelo crecía.
El Merry los jue llevando
entre los troncos ladeaos.
Parecía muy confiao
hasta que al fin se paró.
"Compañeros, creo yo
que nos hemos estraviao."
Estaba oscuro y el guía,
con la lengua tartamuda,
entre el quebracho y la ruda
dijo con voz temblorosa:
"Me parece que la cosa
se está poniendo peluda".
"Fiero monte ande no cantan
calandria, zorzal ni mirlo.
Bien ligero habrá que juirlo
¡y guay con el Tornasauce!"
Y en terminar de decirlo
se toparon con un cauce.
Tapando el ruido del agua,
el Merry pegó un grito.
"¡Tornasauce, el río maldito!
¡Ahura ya sé diánde estamos!
Pa' salir, el río sigamos.
¡Hasta si hay un caminito!"
Los otros le hicieron caso
y siguieron el riachuelo.
Pero no duró el consuelo:
mientras iban caminando
un sueño les jue dentrando
que los dejó por el suelo.
"¡Qué modorra me está dando!"
dijo uno remolón.
"Que me digan dormilón
la verdá no me molesta;
yo me viá echar una siesta
abajo 'el sauce llorón."
Al rato Merry y Pipino
roncaban a pata suelta.
Frodo y Sam se dieron güelta
cuando escucharon un ruido:
habían desaparecido
de las raíces regüeltas.
De adentro mesmo e' la planta
salían gritos apagaos.
El tronco se había cerrao
como si juera un estuche:
¡Ese árbol desgraciao
los había mandao al buche!
Dentraron a dar patadas
en el hermético aujero.
"¡Mis primos no son puchero!
¡Dejalos salir de áhi!"
Y pararon porque oyeron
un tremendo sapucay.
Un paisano redepente
salió del bosque machazo;
daba larguísimos pasos
cruzando charcos y zanjas
con una cesta e' naranjas
que le colgaba del brazo.
Parecía muy contento,
saltando de un pie a otro pie,
una pluma e' caburé
en el chambergo sencillo,
los zapatos amarillos,
y cantaba un chamamé.
Medio el Frodo se asustó
con el coso inesperao;
pensó que estaba mamao,
pero se olvidó e' la duda
y corrió a pedirle ayuda
a puro grito pelao.
"Quién es éste que se viene
gritando tanto, ¡qué digo!
ni que viera al enemigo
iba a ser menos sutil.
Yo me llamo Bombadil.
¿Qué se le ofrece, chamigo?"
"¡Ayuda, don Bombadil!"
lo apuró Sam al reclamo.
"A descansar nos tiramo'
pero aquel árbol cretino
se nos comió a don Pipino
y a don Merry Brandigamo."
"¡No me digan que el bellaco
se me ha güelto a retobá!
¡Lo viá tené que domá
al vegetal insolente!
¡Le viá enseñá a comé gente
como si jueran chipá!"
Dandolé con el rebenque
se puso a gritarle ansí:
"¡Tenés que echarte a dormí!
¡Largá a los pobres gurises!
¡Hacé lo que se te dice!
¡Largalos, añá membuí!"
El árbol se hacía el duro
y por un rato aguantó.
A la final se cansó
de los golpes del rebenque;
se aquietó como un palenque
y a los hobbits escupió.
"No hace falta que agradezcan"
dijo el gaucho bondadoso.
"El monte es muy peligroso
pa' unos hombres tan chiquitos;
a mi rancho los invito
pa' que tengan su reposo."
Ansí que a la casa jueron,
y a la noche se armó farra:
Sam le daba a la guitarra,
volaban prima y bordona,
Bombadil a la acordiona,
y entre tuitos a la jarra.
Y pasaron varios días
descansando en ese rancho
perdido en el monte ancho,
y entre asado y tereré,
entre polca y chamamé,
terminaron como chanchos.
Continuará...
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Otis
Febrero de 2003
Otis es el
seudónimo de un activo participante de la lista Axxón y del taller literario.
Axxón 123 - febrero de 2003
Fondo:
Variaciones
sobre La ida, de Rodolfo Ramos.
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