LOS JINETES DEL RECUERDO
Van como espectros
Deambulando por las praderas desérticas
De la vieja comarca de los francos
Tienen los ojos hundidos y oscuros
El cuerpo magro y pálido
Cubierto de andrajos
Y largas y delgadas las manos
(como espigas marchitas)
En las noches estrelladas
Salen de sus cuevas a buscar el aire
Y el agua de los cactus
Y a verse las arrugas de sus rostros
Con la claridad de la luna
Son los jinetes del recuerdo
Que cabalgan camélidos
Mutantes
Por las dunas y las ondas
Repensando la vida y el camino
Dicen que sus voces susurran
Los buenos viejos tiempos
Anteriores al retorno de los ángeles
Y que relatan los sonidos del horror
Las carnes desgarradas
La tierra asolada por el fuego
Que vino del segundo círculo
Más allá del cielo de las naves
Ellos cuentan que fueron los
Mensajeros radiantes de los dioses
(quienes ayer les dejaron el pan
la luz sagrada y el sueño)
Los autores del estruendo
Y refieren que regresaron silbando
Extrañas melodías de arena
Y que se sintieron defraudados
Y que decidieron
(con el dolor de sus antenas)
Quemar las páginas mal escritas
De esa historia
Y comenzar de nuevo
APOCALIPSIS XVII
A Hollywood, factoría de ilusiones
Primero fue una inmensa ola
Que ahogó toda la vida de esa orilla
Después el alarido de la tierra
Que sepultó las esperanzas de
Los Ángeles
Y el aire se llenó de lamentos
Y de nubes de polvo y muerte
Y en la visión apocalíptica
Del bardo
Los sembrados amarillos
Fueron enlodados por el trueno
Años más tarde
La visión del poeta dijo
Que todo fue cercenado limpiamente
Por el fuego
Que la nostálgica playa de los astros
Desapareció montada en una cresta
Diluida
Y que desde el borde del acantilado
Tenebroso
Que limitó el trayecto de los sueños
Los jinetes del recuerdo aún perciben
Las sonidos de la furia
Y el olor embriagante
De los naranjales en flor
Sincelejo, marzo de 2002
LA HOJA QUE SE MUERE
La vi caer suavemente sobre el césped
De la alameda de los últimos días
Mientras observábamos la soledad del mar
En esa playa del pasado
Que fue sol, amor y alegría
Yo leía los versos dolorosos del adiós
Que le decían al mundo que la vida
Tendría una segunda oportunidad
En otra parte
Y la vi caer segura de su suerte
Tú estabas a mi lado ¿lo recuerdas?
Te dije entonces que una hoja sin sol
Era la muerte
Como una mujer sin amor
O una cometa sin brisa
Y tú me preguntaste
Por las razones escondidas de la nube
Y por la desaparición de las mañanas
Y yo te contesté que la noche se acercaba
Para vestir de negro los colores
Y almacenar las ilusiones de los hombres
En el sueño eterno de Hiroshima
Que la vida podía reverdecer
En otras hojas
En otros tiempos
Y que había que grabar en la retina
(Para no olvidar su brillo y su mensaje)
La luz de la última estrella
Sincelejo, marzo de 2002
¡QUE GRAN DESPERDICIO!
A Carl Sagan, autor de "Contacto",
in memoriam
Si esa luz que nos llega de Sirio
O de Andrómeda
No alumbra el sueño de otros seres
Si en todo el universo
(como dicen los escépticos)
La vida es ausencia
En medio de la noche
Y si la palabra reside solo
En este valle del cosmos
Y el infinito es arena y gas
Y una que otra hoguera
En el tapete azabache
De los dioses
Qué gran desperdicio de espacio
Señor...
¡Qué falta de visión la tuya!
¡Cuánta soledad!
¡Cuánta tristeza!
Sincelejo, diciembre de 2001
SATURNO
Inmensa burbuja coronada
Por el polvo residual
De alguna luna disgregada
Me embelesan
Tu corona rielante
De roca y hielo
Y tus bandas de nubes paralelas
Contemplo tus veloces pastores
Abrir en tus anillos surcos reservados
Para mantener el control de tus
Corceles diminutos
Y pienso en la esperanza de encontrar
La arquitectura de la vida
En las aguas embriagantes de Titán
Saturno tiempo achatado
De color naranja
En el pozo del recuerdo
Pareces una nave que se acerca
Sincelejo, febrero de 2002
ATLÁNTIDA
En las profundidades del lago Titicaca
Las piedras cuentan tu presencia
Y confirman la tragedia
Del agua y del fuego
Que ocultó a los talladores del tridente
De la bahía de Paracas
Y a los dibujantes del aeropuerto
De los pájaros
De Tiahuanaco y de Atlantis
(Los puertos de los dioses
Del ancestro)
Salió la nave del rey Toth
Rumbo a Tartessos
Cargada de maíz
De oricalco y de tabaco
El aciago día del desastre
Entonces la memoria de Toth
Se asiló en el valle de las moles
Que apuntan hacia el cielo
Y su sabiduría se expandió
Por las costas de Ugarit, Tiro y Sidón
Y el eco de sus naves ancló en Jonia
Y surgieron las ciudades del hierro
Y el pensamiento dio un salto de gigante
Y en Atenas la pluma del filósofo
Dejó constancia de su gloria
Atlántida mil veces sumergida
Imperio fabuloso
De murallas transparentes
De cristales de fuego
Y navegantes pelirrojos
Que trillaron los caminos
De los dioses
De oriente y de occidente
Atlántida edénica
De palacios, canales y vergeles
Estás allí dormida
En el regazo de Los Andes
En el folclor y en las palabras
De los jinetes del recuerdo
Y en la sangre del hombre
De Indoamérica
Sincelejo, febrero de 2002
LA ESFINGE
Estás allí
Con tu mudez de piedra
Conservando el mensaje de los signos
Y la gloria de otros tiempos
Estás allí
Coloso astral con rostro de mujer
Y cuerpo de león
Indicando la fecha del diluvio
Que sepultó la isla de las letras
Estás allí
Soportando la arena del desierto
Y la ceguedad del hombre
Que te mira y no comprende
La angustia de tu rostro
Sincelejo, marzo de 2002
Antonio Mora Vélez
Antonio Mora Vélez
nació en Barranquilla, Colombia, en 1942, estudió la secundaria en Montería
y la carrera profesional de Abogado en la Universidad de Cartagena. Trabajó
durante veinte años en la Universidad de Córdoba como docente, Secretario General,
Decano de Educación y Jefe del Departamento de Humanidades. Reside en Sincelejo
desde 1993 y se desempeña como Vicerrector de Bienestar Universitario, Director
de la Revista Institucional y miembro de la Junta Directiva de la Corporación
Universitaria del Caribe (CECAR), institución de la cual es Miembro Fundador.
En reconocimiento a su labor literaria el diario El MERIDIANO de Montería lo
escogió como uno de los personajes del siglo XX en el departamento de Córdoba
y "The Internacional Writers and Artists Association" con sede en Bluffton,
Ohio, USA, le otorgó un pergamino por su contribución al humanismo desde la
literatura.
Es ampliamente conocido como escritor de ciencia ficción en su país. Ha publicado
los libros de cuentos "Glitza" (Ediciones Alcaraván, Bogotá, 1979) "El juicio
de los dioses" (Casa de la Cultura, Montería, 1982), "Lorna es una mujer" (Centro
Colombo Americano, Bogotá, 1986) "Lorna is a woman" (Colombian Cultural Center,
New Delhi, 1990) y "La Duda de un Ángel" (Ediciones e-books de CECAR, 2000)
siendo éste el primer libro electrónico que se edita en Colombia. Ha publicado
también el libro de ensayos "Ciencia Ficción: el humanismo de hoy" (CECAR, Sincelejo,
1996) que fue reproducido en México y los poemarios "Los caminantes del cielo"
(CECAR, Sincelejo, 1999) y "El fuego de los dioses" (Ediciones CECAR, Sincelejo,
2001) próximo a ser lanzado. Ha sido antologado varias veces. Destacamos la
antología internacional "Joyas de la Ciencia Ficción" (La Habana, 1989) y en
la cual figura al lado de los mejores narradores del género en el mundo y la
antología colombiana "Contemporáneos del porvenir: Primera Antología
de la Ciencia Ficción Colombiana" (Bogotá, 2000) y en la cual el antologista
René Rebetez le reconoce su condición de precursor de la ciencia ficción colombiana.
Ha ganado varios premios de literatura y su nombre figura en "The Encyclopedia
of Science Fiction" de John Clute y Peter Nicholls (New York, 1995, página 696).
Sus cuentos y poemas han sido traducidos y publicados en revistas impresas y
electrónicas y en suplementos literarios, nacionales y del exterior. Axxón
publicó su libro "Los caminantes del cielo" en el número 105.
Axxón 127 - junio de 2003
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