Editorial - Axxón 137 |
Mentiras S.A. Me impresiona, aunque de verdad no me sorprende, la fuerza que ha alcanzado la mentira en todos los ámbitos de la vida y en el mundo entero. No sólo los políticos mienten: mienten las instituciones, las empresas, los periodistas, la gente común. Pero me impresiona mucho más ver que los que mienten pierden rápido su capacidad de medir a quién están mintiendo. En una votación, la masa gana. Es claro que a los políticos les interesa poco que les crean todos, mientras les crea la masa. Así que su descuido con cierta franja de la población que piensa más no le produje ningún perjuicio a sus planes. Pero cuando se trata de otras cosas, parece increíble que gente inteligente crea que puede manipular a otra gente inteligente por medio de mentiras. Uno de los más lúcidos dichos populares es el que dice que la mentira tiene patas cortas. Ni los más poderosos sistemas de inteligencia están siendo capaces de mantener las mentiras durante mucho tiempo. No digo que por esto vayamos a entrar en un "mundo mejor" en el que no nos puedan mentir. Ya se pulirán y ya descubrirán nuevas técnicas. De todos modos, creo yo, más pronto o más tarde serán descubiertos. Lo mismo que vale para grandes corporaciones o gobiernos poderosos vale para las personas. Hay que ser un genio para mentir y al mismo tiempo interactuar con aquel al que se le miente, a menos que sea un idiota. Si existen personas capaces de hacerlo, bueno, no me he enterado, son genios. Pero otros son patéticos. No es este el lugar o mejor dicho, no es el momento para contar experiencias personales. Digamos que estuve envuelto en una nube de mentira por un tiempo, pero todas las nubes, más tarde o más temprano, se disipan. Cuando regresa la visibilidad, da mucha bronca, así lo decimos en Argentina. ¿Por qué será que la gente decide que mintiendo, u ocultando cosas, obtendrá beneficio? Yo pienso que es por los ejemplos que ha visto, que ve constantemente. En las estructuras de poder, de dinero, parecería que, de todos modos, a los que mienten, aún después de ser descubiertos, les va bien. "Esto es una jungla, y se juega con reglas de la jungla". Así piensan muchos. Yo pienso diferente. Tengo un defecto muy grande, que en realidad al que más perjudica es a mí mismo. Aún sabiéndolo, no pienso corregirlo. Soy honesto y no miento. El problema más grande que tengo es que la sinceridad muchas veces hiere, y me gano enemigos. Pero digo las cosas de frente, nunca especulo con la mentira. Ya lo sé, nunca me voy a hacer rico... Bueno, depende de qué riqueza hablamos. Por ahí a mí esa riqueza, obtenida de esa manera, me parece la pobreza más grande de la que uno se pueda avergonzar. Sí, oigo las risas. Debo sonar como un dinosaurio... Pero volvamos a ese "giro" del tema que puede justificar ponerlo en este Editorial: teniendo en cuenta las cosas que se han hecho ya, y las posibilidades al alcance de aquellos que dominan la tecnología, me pregunto qué sistemas se estarán implementando para lograr "meter" mejor las mentiras en la cabeza de la gente, de los electores, de los consumidores. He visto textos que trabajan sobre esto, aunque los que recuerdo han quedado vetustos. Me acuerdo de los mensaje "subliminales"; hubo una época que estaban de moda. Ballard escribió un interesante material sobre esas técnicas, aunque no me acuerdo en este momento en qué cuento o novela fue. ¿Hay alguien por estos lares que haya trabajado sobre este tema, o que le interese hacerlo? Propongo discutirlo la Lista de Axxón puede ser un buen lugar y plasmarlo. Creo que se pueden escribir interesantes especulaciones. Y una buena corriente de especulación sobre el tema de la mentira puede ayudar como ayudaron los cuentos sobre los horrores post Guerra Mundial Atómica a tomar conciencia, prever cosas y defendernos un poco mejor. Dejo el desafío llamémosle mejor propuesta en vuestras manos. ¿Qué tal una antología con el nombre Mentiras S.A.? Eduardo J. Carletti, 1 de abril de 2004 |