Editorial - Axxón 147


Cuando en su momento aparecieron en este espacio de mensaje Editorial otras firmas invitadas, como Alejandro Alonso y Claudia De Bella, recibí algunos mails "nerviosos", digámoslo así, anunciando la preocupación de que me quitaran un lugar, etc. A lo mejor exagero, pero fue más o menos así. Así que sólo quiero adelantar aquí que he invitado a Sergio para que nos cuente este mes sus impresiones sobre la marcha de Axxón. No pasa nada raro, creo que es muy bueno que de tanto en tanto los que trabajan mucho para la revista se expresen aquí.

Eduardo J. Carletti

Construir
por Sergio Gaut vel Hartman


Axxón ha superado los 15 años de vida y se acerca al emblemático número 148. Si bien esta suerte de "competencia", tan frívola como cualquier otra, no tiene más valor que el que puede tener una zanahoria para un burro... hacia allí nos dirigimos: ¡cómo nos gustan las zanahorias!

Pero no conviene adelantarse a los hechos. Este es "apenas" el número 147 de Axxón; sólo hemos "empatado" a Nueva Dimensión (recordar que Axxón tuvo número 0); ya habrá tiempo para festejar en marzo. Así que recuperemos la compostura y encaremos esto como corresponde.

Mis editoriales, en la época en que los escribía para Sinergia y Parsec, solían hacer referencia a lo que habíamos construido y a los ladrillos que los nuevos cuentos, artículos y reseñas que poníamos en ese número representaban para el progreso de la obra global. Porque eso es, finalmente, una revista: un edificio que se construye día a día, mes a mes, año a año con el aporte de los obreros, los capataces, los maestros mayores, los ingenieros y arquitectos. Cada uno, desde su puesto de trabajo, realiza lo suyo para que, a los ojos de los que pasan por el lugar, sean visibles los muros y las ventanas, los arcos y las gárgolas...

Pero las cosas son distintas con Axxón. No hacen falta retrospectivas, ya que con mayor o menor disponibilidad, la historia misma de la revista, con sus ficciones y sus notas periodísticas, está al alcance de la mano. Entonces lo mejor será hablar del presente y del futuro, de cómo veo yo, desde la posición que Eduardo me invitó a ocupar, el proceso de construcción de este edificio.

Por lo pronto, pienso, es una posición privilegiada. A mis manos (a mis ojos, debí decir, es raro esto de leer sin tocar las hojas) llega mucho de lo que producen los autores consagrados y casi todo lo que se atreven a mostrar los escritores en ascenso y los que están en los primeros tramos de sus carreras. Es mucha ficción, lo aseguro, y eso da panorama, permite tener una perspectiva aproximada del estado actual del campo. Seguramente lo que yo pueda decir de ahora en adelante es nada comparado con la idea que el centenar de cuentos del 2004 formó en la mente y el corazón de los que los leyeron, por lo que esas ficciones se defenderán por sí mismas, aunque es indiscutible que pocas veces se ha tenido ocasión, en nuestro medio, de considerar un cuerpo de textos tan variado por temática y procedencia. No, quédense tranquilos, no llegó la hora de las estadísticas. Lo que se desprende de ese pasado reciente, del presente que se abre con este editorial y de la montaña de originales que me espera, de cara al futuro, es que nunca como hoy tuvimos tanto material para elegir y nunca como hoy pudimos subir, mes a mes, el nivel mínimo requerido para aceptar un trabajo. Cantidad no es sinónimo de calidad, pero ayuda...

Más allá de que este sea o no el espacio adecuado para hacer una evaluación de esa especie, y sin caer en generalizaciones o simplismos reduccionistas, me atrevo a asegurar que no existe un género literario más adecuado para expresar el imaginario, los temores y las astucias del humano del siglo XXI. Y eso es ahora más notorio que nunca, cuando hemos perdido la inocencia, maduramos como lectores y escritores y conocemos pros y contras de la tecnología y la ciencia. La crisis que nos ha tocado vivir, como dicen que dicen los chinos, es la señal de un tiempo interesante. Y si bien estoy seguro de que la ciencia ficción y las formas especulativas y conjeturales en las que ha devenido no son en absoluto válidas como herramientas de predicción del futuro, no tengo dudas, como no las tenía hace 50 años, cuando empecé a leer este género y lo adopté como una forma de vida, que es nuestra garantía de que seguiremos entendiendo lo que nos rodea, que lograremos, con los recursos y invenciones que proporciona, mantenernos a flote en medio de una sucesión de cambios vertiginosos. Aunque fuera sólo por eso (no es sólo por eso, pero este editorial tiene que tener un punto final), el edificio que está construyendo Axxón parece muy difícil de abatir, hasta para los terremotos de la mutación y el progreso. Y no se imaginan la felicidad que siento por ser parte de su construcción.

Sergio Gaut vel Hartman, 1 de febrero de 2005