Editorial - Axxón 160

El poder del divague
por Eduardo J. Carletti, Director de Axxón


Llevo muchos años participando de Talleres Literarios. Comenzamos tímidamente en la época del CACyF con talleres realizados en las mismas mesas del bar donde nos reuníamos (lo cual resultó difícil por el ruido ambiente) y en seguida en oficinas cercanas, en la calle Uruguay y en la calle Paraná. Luego pasamos a un centro cultural por el lado sur de Buenos Aires, a muchas, muchas cuadras de distancia, al que íbamos caminando y, de paso, desgajando conversaciones que nos servían como una especie de pre-calentamiento.

Luego de esa época continuamos en las casas y departamentos de varios, hasta terminar en reuniones de gourmets en las que nos cocinábamos exquisiteces por turnos, y que duraban hasta las 5 de la mañana.

A esos talleres se acercaron, en su momento, a contarnos sus experiencias con la escritura, algunas personalidades como Carlos Gardini, Sergio Gaut vel Hartman y Marcelo Di Marco (autor de un muy buen libro de Taller Literario llamado Taller de Corte y Corrección).

El Taller Literario es algo muy enriquecedor y estimulante. No es sólo para el que necesita aprender (aunque yo considero que todos necesitamos aprender siempre, no importa cuánto sepamos ya) sino también para el que cree que ya no lo necesita.

Es magnífico poner una idea ante una mesa compuesta de varias mentes inquietas y ver cómo se encienden y vuelan los motores de la imaginación. Varios autores conocidos que han pasado por esas mesas recordarán al leer esto las largas y febriles discusiones que hemos tenido.

Yo lo llamo el "divague". De estas discusiones especulativas y voladoras ¡sí que han salido ideas!

Imagínense, por dar un ejemplo, la consigna que pusimos en el Taller de Construcción de Universos que dimos juntos Alejandro Alonso y yo en la Fundación Ciudad de Arena hace ya un año: se trataba de construir un universo basado en las reglas del... ¡juego de metegol! (por las dudas que en otras partes se llame distinto, aclaro que es esa mesita con jugadores de madera unidos a un eje con la cual varios participantes juegan al fútbol).

La loca idea fue de Alonso... a mí no me miren...

Y es increíble los universos (y los cuentos sobre estos universos) que surgieron de allí.

A esto le llamo divagar.

Hoy nos comunicamos mucho —algunos de nosotros casi exclusivamente— por Internet, se realiza un extenso, intenso y enormemente productivo Taller Literario a través de la lista de correo Taller 7 de Yahoo. En esta actividad estamos metidos más de 120 miembros.

El Taller, como dije, es tremendamente activo, aunque extraño allí la posibilidad de divagar.

Claro (el coordinador del taller estará sintiendo deseos de apretar mi cuello hasta que me calle), si se empezaran a echar ideas a la lista y a divagar sobre ellas es posible que se desatara un caos. Ya son demasiados los mails que se producen con los comentarios de los cuentos.

Pero no hay que rendirse así de fácil. Quizás deberíamos pensar en un chat para hacerlo... aunque a mi gusto los chats son un poco caóticos para lograr un buen intercambio de ideas. Parecen más un club de monólogos más o menos interrelacionados que verdaderas conversaciones.

Voto por el divague en vivo. Instituyámoslo y venerémoslo.

Brainstorm. Discusión creativa. Divague especulativo. Como se le quiera llamar...

Espero poder participar de nuevo en algunos de ellos (y con esto espero acicatear a alguien para que los organice).

Eduardo J. Carletti, 1o de marzo de 2006
Mensajes a la revista: ecarletti@axxon.com.ar