FICCION BREVE (treinta)

Varios

Las fiestas quedaron atrás; ya estamos transitando el 2007. Pero no estoy tan seguro de que haya quedado atrás la resaca, el terrible banquete de fin de año. No, no hablo de comida: me refiero al atracón de Egan y Shua, Aldani y Gimenez, Watson y Capanna, Souza Causo y Gardini. No necesito imaginar que muchos de ustedes todavía están discutiendo consigo mismos, luego de uno o dos de esos platos fuertes, cómo encararán los otros. Pero Axxón no se detiene, no sabe detenerse. Todo lo que podemos hacer para beneficiarlos es disminuir la marcha, producir un comienzo de año ligero y dejarles, como al pasar, un puñadito de cuentos cortos, una Ficción Breve pequeña, apenas siete cuentos divertidos (o no tan divertidos) pero en todos los casos espumosos y burbujeantes, como para mantener vivo el recuerdo de todo lo que se echaron a la gola el 24 y 31. Que les aproveche. Pasen y lean.



CITA EN LA NIEBLA

Ruth Ferriz - México


Quisiera correr y brincar de alegría, pero se obliga a caminar lentamente. Debe disfrutar el momento, la cita ha sido clara y precisa, a la medianoche en el jardincito lateral de aquella casona de los suburbios de Londres.

Aunque ya es primavera, la noche es fresca y se envuelve en un poco de niebla. Siente un poco de frío, pero no quiere cubrirse, desea verse más hermosa que nunca. Ha elegido con cuidado el vestido que resalta la blancura de sus senos, su breve cintura y la plenitud de sus caderas, el escote descubre su cuello enmarcando su rostro. El maquillaje un poco llamativo, la hace verse más atractiva. En fin, todo aquello que como mujer, sabe que enloquecerá de deseo a su amado.

Ha hecho el viaje desde América en busca del misterioso conde. La información de que estaría en aquella ciudad resultó correcta y su empeño en encontrarse con él esta noche funcionó perfectamente. La vieja conseja que dice que los hombres no pueden resistirse a una mujer que los admire y escuche fascinada ha resultado cierta.

En la fiesta, el conde posó su mirada en ella y no pudo apartarla más. Hablaron, bailaron y concertaron una cita para más tarde. Este era el momento y ella sabía lo que significaba. Caricias apasionadas, uno y mil besos, pero además la entrega completa, el sentir sobre su cuerpo todo el fuego del empalamiento amoroso, y al final, lo más importante, un pequeño instante de dolor sobre su cuello, y los labios de aquel hombre mezclarían sangre y saliva, sorberían su esencia y a cambio le regalarían la inmortalidad. Serían amantes para siempre.

El ulular del búho rompe sus ensueños haciéndola volver a la realidad, pues faltan unos minutos para la hora de la cita. El revuelo de una capa se escucha a sus espaldas, emocionada, da vuelta tan rápidamente que tropieza y cae al suelo, una sombra negra la cubre.

La niebla se ha levantado un poco y la luz de la luna se refleja en el bisturí, pero el dolor lacerante de su vientre le hace comprender que sólo una parte de su deseo se ha hecho realidad, no será una muerta viva, una mujer vampiro, sino sólo una muerta más, pues a la cita ha llegado primero Jack el Destripador.


Ruth Ferriz (Ciudad de México). Estudió arquitectura. Obtuvo mención honorífica en un concurso organizado por Fatal Espejo. Fue una de las participantes de la Primera Serie de Axxón 100x100.


DIOS

Leonardo Killian - Argentina


La Gran Asamblea Ecuménica por fin se había puesto de acuerdo. Cardenales, rabinos, imanes, pastores, lamas y chamanes. Representantes de todas las religiones se abrazaban como hermanos. La discusión había llegado a su fin. Lo que parecía ser una cuestión semántica se convirtió en ideológica. El "Programa de las Naciones Unidas para la Búsqueda de Dios" según algunos, escéptico y agnóstico, mutó por el más apropiado: "Programa de las Naciones Unidas para el Encuentro con Dios".

El mundo se había vuelto miserable e irracional. El capitalismo había arrasado con los estados nacionales y lo que quedaba de estos era una patética muestra de impotencia para controlar el despiadado sistema de corporaciones que controlaba el planeta. Habían vuelto antiguas lacras como la esclavitud y las guerras de religión. Guerras emprendidas por ejércitos privados para el control de nuevos mercados y que la propaganda travestía como "conflictos religiosos".

Las Naciones Unidas eran, de hecho, un instrumento más de la dominación mundial. El viejo foro de discusiones servía ahora para cosas que un siglo atrás hubiesen levantado un mar de indignación. La anulación de los derechos elementales para las naciones "atrasadas" justificaba nuevamente la esclavitud de africanos, eslavos y mestizos americanos.

Las "repúblicas" eran fachadas vergonzantes donde minorías oligárquicas ejercían un poder brutal e idiotizante. Una cultura planetaria basada en el consumo había barrido con las particularidades y sólo se hablaban media docena de lenguas. Las grandes cadenas de televisión, la música estridente y las drogas sintéticas habían convertido a los humanos en un rebaño embrutecido. Los libros eran objetos despreciados por las mayorías. Los jefes políticos y religiosos hacían continuas campañas en su contra. No era extraño que las viejas religiones hubiesen vuelto con un poder semejante al del mundo medieval.

Con el regreso de los estados teocráticos, a nadie le sorprendió que científicos de todo el mundo se propusieran hablar con Dios, o por lo menos, escucharlo. Representantes de las religiones más numerosas, reunidos en una gran asamblea ecuménica, propusieron una simple pregunta que debía repetirse en todas las lenguas conocidas.

"Padre celestial ¿Nos escuchas? ¿Podrías enviarnos un mensaje? Los hombres y mujeres del planeta Tierra esperamos una señal tuya".

Las gigantescas antenas del SETI, con las que se buscaba desde hacía más de un siglo alguna señal de vida extraterrestre, rastreaban ahora la voz del eterno. Todos quisieron tener aunque fuera una porción de gloria. Se montaron gigantescos monitores en red en Jerusalén, El Vaticano, La Meca, Tibet, pero también en Machu Pichu, en las estepas siberianas y en los polos. Nadie quería estar ajeno. Al año de insistir con la emisión, unos jeroglíficos que aparecieron en las pantallas hicieron detener el corazón de los técnicos que, rutinaria y desganadamente, pasaban sus horas entre el póquer y la televisión. Durante varias generaciones habían esperado en vano alguna señal de vida extraterrestre. Era la primera vez que algo sucedía.

Durante días las sofisticadas computadoras se llenaron de signos incomprensibles. No faltó la idea conspirativa sobre un hacker bromista, pero rápidamente se descartó. La señal venía de los cielos.

Lingüistas, semiólogos y expertos en decodificación discutieron y analizaron hasta el cansancio las siete líneas que se repetían. El 7, número cabalístico por excelencia, pensó algún rabino trasnochado. El que contestaba no podía ser otro que el Dios judeo-cristiano. Sin embargo la lengua utilizada era una antigua forma semítica caldea a la que se fue agregando el arameo, copto, chino mandarín, luego maya, latín, griego, y por fin formas más modernas del árabe y hebreo. Otras resultaron incomprensibles aun para los más sabios.

En todas, el mismo mensaje se repetía invariable.

Durante más de un mes se rastreó toda posibilidad de engaño hasta desecharse la más remota. El mensaje era inequívocamente la voz del Supremo Hacedor que contestaba a la pregunta. Siglos y siglos de espera culminaban.

Las multitudes congregadas frente a las enormes pantallas estaban en éxtasis. En Roma, el Papa, hincado en posición suplicante, competía con las imágenes del Gran Rabino y con la de los ayatolás, que parecían estar en trance. Hubo escenas de histeria, de llanto y rezos frenéticos. De rodillas, los hombres veían como alucinados el mensaje del Creador.

Cuando por fin se detuvo la escritura que sin duda abarcaba todas las lenguas humanas, un estremecimiento recorrió el planeta.

En la vieja lengua de Cervantes el Padre Eterno decía inequívocamente.

"LA PUTÍSIMA MADRE QUE LOS PARIÓ. DIOS".


El sentimiento general, que era en principio de asombro y estupefacción, se transformó con las horas en furia homicida. En las grandes ciudades, inocentes grupos de Hare Krishna que cantaban en los parques fueron perseguidos y asesinados a garrotazos por turbas enloquecidas. Los temores atávicos encendían el peor de los odios.

La respuesta levantó una ola de interrogantes y de discusiones teológicas. ¿A quién se refería el Supremo Padre Celestial? ¿Había entonces una madre primordial ya olvidada?

Cristianos, mahometanos y judíos de todas las tendencias se acusaban mutuamente del mal humor divino. El clima de fraternidad se quebró como un cristal y las explosiones atómicas volvieron a asolar la Tierra.

"Ya habrá tiempo de mejorar las cosas", comentó con una sonrisa alcohólica George Bush IV, el presidente de los Estados Cristianos de América en la asamblea extraordinaria de las Naciones Unidas.

El representante de la joven República Evangélica de Patagonia, uno de los territorios en que se había dividido la República Argentina luego de la guerra civil de fines del siglo XXI, fue el primero en aplaudir el estúpido chiste.


Leonardo Killian (Buenos Aires, Argentina, 1952) es profesor de historia. El año pasado se publicó su libro El Gato Canoso. En Axxón publicamos, si no se nos escapó ninguno, cinco cuentos: "Ilsa Lund" (147), "En el valle" (148), "Nanuk" (151), "Salomón" (152), y "Robot" (169).


EDÉN

Georges Bormand - Francia


Gan Edén, el Jardín de Edén, existe. Lo sé, ahora. Tiene un sitio web también. Lo he encontrado, he visto sus imágenes, más claras, más detalladas de lo que jamás había imaginado que se pudiera tener en la web. He hablado con sus habitantes. Ahora busco el camino para ir allí.


Empezó como un juego: ingresé la palabra Gan Edén en el buscador, y leí las respuestas. Observé un enlace curioso, un www.ganeden.org, y decidí probarlo. Cargar la página de entrada fue muy lento, a pesar de sólo tenía una imagen de flores y una frase: Gan Edén acepta su ingreso. ¿Continuar? Contesté "sí".

La imagen pareció ensancharse y vi árboles gigantes, rodeados de flores maravillosas. Varios animales paseaban por todas partes, las fieras entre los herbívoros, aunque nunca vi que una fiera atacara a un herbívoro. Algunos hombres paseaban entre los animales, sin prestarles ninguna atención, como si todos fueran animales domésticos. No vi ningún animal que pareciera herido, o enfermo; ni hombre o hembra que no fuera hermoso. El Jardín del Edén tal como sería si Adán no hubiera pecado. No lo podía creer.

¿Cuánta memoria sería necesaria para una imagen tan precisa? Más de lo que mi computador y mi módem pueden manejar. Sin embargo, era más definida que un filme en la televisión. Y pude desplazarla, acercarme a los detalles que quería observar, alejarme para ver el paisaje completo. De hecho, pude alejarme tanto como quería; el jardín parecía infinito. Y llano, sin horizonte, sin curvatura. No era otro planeta, era otro universo.

De repente, apareció un mensaje en la pantalla: Alguien quiere hablar contigo. ¿Aceptas?

Contesté "sí".

Una mujer muy bella apareció en la pantalla y oí su voz, alta y clara, lo que no era posible porque los altavoces de mi computadora estaban averiados. Me dijo:

—Bienvenido al Gan Edén; no sé cómo has obtenido el acceso, pero si el Señor te lo ha permitido, debes ser un hombre justo.

¿Un hombre justo? Si jamás voy a la iglesia, nunca rezo, y cometí tantos pecados que no puedo contarlos... ¿Era posible que el Señor estuviera equivocado? Estaba asombrado, no podía creer lo que oía, no podía entenderlo. Contesté:

—Si lo dices, debe ser verdad. Pero no soy consciente de esto. ¿Quién eres? ¿Hay servicio de recepción en el Gan Edén?

—No, no es necesario. No tenemos muchas visitas. Me sorprendí al descubrir que había un visitante, y quise conocerte.

Hablamos no sé cuanto tiempo, tal vez horas, si no me equivoco, aún cuando mi reloj no lo confirmaba.

Al final, le pregunté: —¿Cómo puedo reunirme contigo? ¿Debo fallecer? ¿Seguro que no debo suicidarme?

—No, no, debes llegar vivo. Pero no puedo indicarte el camino. Debes encontrarlo por ti mismo. Espero que suceda pronto. Te espero.

De repente, la conexión se interrumpió; la pantalla presentaba esta leyenda: "Conexión interrumpida desde el otro lado". Intenté reanudar la conexión, pero siempre obtuve la respuesta: "Este sitio no existe".

Busco el camino que mi amada, porque ya es mi amada, me ha dicho que debo encontrar. Ya no sólo en el computador; en los libros, en las iglesias, en todas partes. Porque me ha dicho claramente: no debes esperar la muerte, debes llegar vivo. ¿Cómo? Ya lo hallaré.


Georges Bormand (París, Francia, 1950). Estudió matemáticas y ha enseñado esa materia en escuelas secundarias desde entonces. Escribe en el fanzine Présences d'esprits desde 1999, en el webzine Phenix y en la revista Lunatique. En Axxón apareció su cuento "La bala" (162) y participó en la Primera Serie de Axxón 100x100.


LA CADENA PERPETUA

José MĒ Mirete Hernández - España


El día que se promulgó la abolición de la pena de muerte se desató un enorme torrente de emociones. Había los que se enfurecían como osos despertados en plena hibernación y quienes mostraban alborozo por pertenecer a una sociedad tan progresista y humanizada.

La razón de tan cualitativa modificación del sistema penal estaba físicamente depositada en un maletín forrado de cuero de ternera argentina teñido de negro.

La prensa se posicionó con editoriales enfrentados durante un breve período de tiempo. Convirtió el asunto en un tema más de la búsqueda de aumento de tirada.

Donde verdaderamente se vivió con intensidad la nueva ley fue en el penal central del Estado, llamado Rincón Oscuro. No tanto por la opacidad de lo que allí sucedía como por estar ubicado en una hondonada turbera.

En general, los presos se alegraban porque los de afuera se mostraban más comprensivos con la población reclusa. A fin de cuentas, cualquiera podría en un determinado momento pasar de un lado a otro de la raya.

En la sala de televisión de la prisión, Goliath Mercader, el presentador del noticiario central del día, inició otro bloque de noticias: un número importante de físicos y matemáticos postulan que el tiempo no existe, dijo. Una carcajada general estalló en el recinto. Luego vinieron las coñas. En ese lugar todo el mundo pensaba en el tiempo constantemente. Era el filtro a través del cual todo se miraba. Algunos desesperaban porque les quedaba demasiado tiempo, otros por fin veían que el tiempo se les acababa.

Para estos hombres, el tiempo consistía en un elemento relativo de sus vidas. Si el espacio se mantenía como constante, el peso psicológico del tiempo se acrecentaba.

Pero lo importante ahora era de qué manera había afectado la noticia de la abolición de la pena capital a los reos de muerte. Sus familiares se sintieron egoístamente aliviados. Entre esta categoría de presos, aislados, una vez filtrada la noticia, hubo opiniones diversas que nunca supimos con precisión.

De manera genérica se puede decir que, sobre todo entre los familiares, predominó la alegría, hasta que se supo lo que guardaba el maletín negro. Acondicionados en una base mullida y segura, había tres frascos. Uno contenía un líquido viscoso y oscuro como el arrope; otro, líquido verde menta; y un tercero, un polvo blanco como cocaína pura.

El maletín permanecía custodiado en la capital del país, con medidas tan extremas como las que protegían los secretos militares o el tesoro nacional.

Las citadas sustancias, mezcladas en la proporción debida, producían un compuesto que inyectado en ausencia de enfermedad grave a un ser humano, y a cualquier especie de los dos órdenes de los primates, tenía como consecuencia la sucesiva prolongación de la vida de cincuenta a sesenta años más.

Paradójicamente, el primer condenado a quien se aplicó la pena sustitutiva se resistió como si fuera conducido hacia la inyección letal. Le volvía loco pensar que dentro de doscientos, y de trescientos años, y de cuatrocientos años, todavía estaría preso, ya sin familia directa, solo, viendo pasar generaciones y generaciones, camino de la cadena perpetua verdadera.


José MĒ Mirete Hernández (San Miguel de Salinas, Alicante, España, 1957). A la hora de fantasear, le gustaría haber escrito "El dragón", de Ray Bradbury, o El libro de arena, del maestro Borges. En Axxón apareció su cuento "El ciego y el tigre" (162).


LA LIBERACION DE LAS MORRUNAS

Diego Golombek - Argentina


Nosotras las morrunas somos muy parafolladas y mariquietas, pero si algún morruno nos encaterna con un tampazo, jojojo, pobre morruno no cuentapa la historiapa.

Porque nosotras las morrunas ahora baitirinamos con joropas y mantucos, no como antes, que platoqueteplato y agujamuliaguja y pianopoquitopiano.

Morruna heroúna hay sólo una: Luciferina Emanciposa Morruna Morruna, que cuentapan las gelisas que levantó los golfos y oiganquemeoigan encaternó a medio morromundo platando: "Morrunos necios que macacáis"... y se armó granjoropogran, timpaquetetimpa y tampazo lindo.

Luciferina Emanciposa Morruna Morruna dio su morunidad por nosotras las morrunas, que ahora laciamos por todos los tepos, pero antes radadófilas hasta la tuetanidad.

Antes de Luciferina Emanciposa Morruna Morruna, morrunas eran buenas platatas y a veces hasta biotininas, pero ahora, jajaja, cualquier morruna hija del tucutu llega a zazarata, o supositanta, o hasta princimaleta.

Yo, como regurgadora de la gusta heroúna de nuestra morruna jefa, no falopio en encaternar una vez dos vez tres vez: "Morrunas del currupato, meneláos!"

(Malato del encaterno encaternado con fiorito del recontratorio del granjoropogran de Luciferina Emanciposa Morruna Morruna).


Diego Golombek (Buenos Aires, Argentina, 1964), es licenciado y doctor en Biología de la Universidad de Buenos Aires. Actualmente es profesor y secretario de Posgrado en la Universidad de Quilmes, e investigador del CONICET. Dirige el laboratorio de Cronobiología de la Universidad Nacional de Quilmes, y ha publicado numerosos trabajos de investigación científica. Ha trabajado, además, como director de teatro, periodista y músico. En Axxón le han sido publicado dos cuentos antes de éste: "Clase de historia" (159) y "Superhéroe" (161).


QUÉ ES PEOR

José Luis Zárate - México


A veces, a la salida del colegio, un saludo lleno de sonrisas de su papá, siempre momentáneo. En ocasiones llega a una fiesta escolar de improviso, le da abrazos, habla con él unos minutos. Algún fin de semana puede verlo quedarse atrás, en la calle, con cara de querer jugar con él y no poder. Eso es lo que le da más tristeza.

Cuando quiere hablar de ello con mamá es el llanto de ella, las miradas enojadas, el hecho de que es mejor el silencio.

Pero a los niños no pueden ocultárseles las cosas. Por eso mamá se acerca a su cama, mira nerviosa sus manos mientras busca las palabras, empieza a hablar.

El niño tiene miedo. No sabe qué va a decir su mamá, se lo imagina, pero imaginar es diferente de saber. Saber es definitivo, no hay vuelta atrás, Escucha, temblando. Ignora qué será peor: que su mamá le hable de un divorcio, o de que su papá es un fantasma.


José Luis Zárate Herrera (Puebla, México, 1966) ha publicado con frecuencia en Axxón. Sus últimas apariciones fueron: "Rave" (142), "75-345" (146), "Trece ficciones apocalípticas" (152) y "El viajero" (160).


EL ELEGIDO

Vladimir Hernández - Cuba


El negro era feo y calvo pero vestía con cierto estilo. También era alto y musculoso.

—Bienvenido al "desierto de lo real", Leo. Te acabo de sacar de la Matrix. Eres el Elegido.

—¿La Matrix? —pregunté yo sorprendido, pues la Ciudad de la Habana acababa de desaparecer ante mis ojos—. ¿Qué es eso?

—El lugar donde has vivido toda tu falsa existencia hasta hoy, Leo —me dijo él—. Un engaño, una falacia virtual. La Matrix es una compleja realidad digital que ha estado conectada a tus sentidos desde tu nacimiento y... bla, bla, bla...

Estuvo hablando como quince minutos seguidos, pero cuando terminó de explicarme yo estaba a punto de llorar de alegría. Según aquel extraño, ahora me encontraba fuera de la absurda realidad en la que había vivido durante veinticinco años. Todo había sido un mal sueño, una pesadilla demasiado larga.

—¿Quieres decir —le interrogué— que ya no tendré que tomar ese infernal bus metropolitano, siempre repleto de gente, para llegar al barrio suburbano donde vivo, ni tendré que asistir a las reuniones diarias después de cada turno de trabajo, ni tendré que hacer interminables colas de cuatro horas en los servicios públicos, ni...?

—Para, para, para —dijo el negro aterrorizado—, que vas a traumatizarme a mí también. Tranquilo. Te he sacado de la Matrix para asignarte una misión. Toda mi vida he estado buscando a esa persona. Ahora eres nuestro nuevo Elegido.

—¡Ah! ¿Pero ya tenían uno antes? —me interesé.

—Sí —dijo él con gravedad—. Pero Neo siempre fue muy flojo de piernas. Se nos enfermó de los nervios a los tres meses y... tuvimos que regresarlo a la Matrix.

—¡Qué horror! —Dios mío, me estremecí con sólo pensarlo—. No te preocupes, compañero, que a mí NO se me van a aflojar las piernas. ¿Qué es lo que hay que hacer?

Me miró con aire misterioso, tosió con embarazo, y me puso una mano en el hombro.

—En honor a la verdad —sonrió—, la heterosexualidad no existe; es tan solo otra mentira que inventaron las Inteligencias Artificiales para simular que la especie humana se reproduce.

Le miré preocupado. De repente muy consciente de su enorme y cariñosa manaza sobre mi hombro.

—Me temo que no te entiendo, amigo —dije tímidamente.

—No te preocupes, muchachón; ya te enterarás.


Vladimir Hernández Pacín nació en La Habana, Cuba, en 1966. Ha ganado numerosos premios nacionales e internacionales, entre los que merecen destacarse el segundo lugar en el concurso Cuasar-Dragón-2000, La Habana, el primer premio de ciencia ficción, en el Concurso Internacional Terra Ignota 2001, el premio Espiral 2002, La Habana Cuba y las distinciones recibidas por las novelas cortas "Sueños de Interfaz" (2003) y "Signos de guerra" (2005), en el concurso internacional de ciencia ficción de la UPC, que organiza anualmente la Universidad Politécnica de Cataluña que fueron publicadas por Ediciones B. Actualmente reside en España.



Axxón 170 - enero de 2007
Cuentos de autores de procedencias diversas (Cuentos: Fantástico: Ciencia Ficción: Fantasía: Varios temas: Varios países).