Ciencia-ficción italiana: el estado del arte Ensayo de Giampietro Stocco |
Mientras escribo este artículo el jurado apenas ha terminado de juzgar a los competidores del Premio Urania 2005 y se celebra la segunda victoria en tres años de Alberto Costantini. Un episodio que ha sido muy controvertido entre los aficionados al género y que, según mi criterio, nos mete dentro del tema que estoy a punto de debatir: ¿qué es hoy la ciencia ficción italiana, quiénes son sus protagonistas, cuáles los caminos que el género está recorriendo?
Comencemos bosquejando la crónica de una crisis. A principios de 2006 no hay una sola editorial tradicional en Italia que se ocupe exclusivamente de ciencia ficción. La Perseo Libri de Hugo Malaguti continuó su distribución vía Internet, después de una profunda crisis económica; la colección Fantascienza, expresión de Delos Books, utiliza el mismo vehículo; Editora Norte se separa para siempre de su fundador, Gianfranco Viviani, y emprende un nuevo rumbo, inclinándose más al género negro que a la ciencia ficción. Para mantener en alto el estandarte del género sólo queda Urania, de Mondadori, de distribución periódica en quioscos de diarios, en medio de una marea de polémicas entre los aficionados sobre lo que elige el seleccionador, Giuseppe Lippi.
Y, sin embargo, 2006 es al mismo tiempo un annus horribilis y el año cero: es justamente Gianfranco Viviani, padre de la ciencia ficción italiana, quien llega para delinear el futuro a partir de la nueva colección que se prepara a dirigir, Odissea de Delos Books, que será localizable en las librerías y publicará novelas breves de ciencia ficción, 120-150 páginas como máximo, el rango hacia el que se están dirigiendo también las publicaciones de los Estados Unidos de América.
Renovación, en fin, pero dentro de la tradición. Historias más secas, pero originales, con una pizca de clasicismo y sobre todo mucha aventura y sense of wonder. Si Viviani y también Franco Forte y Silvio Sosio, los padres de Delos, deciden encarar este recorrido es porque desean provocar una reacción. Al principio del nuevo milenio la ciencia ficción italiana se halla subdividida en tres grandes fragmentos principales.
Por una parte encontramos quiénes todavía intentan escribir historias con un cierto tipo de ambientación, futurística ante todo, tratando de explorar cánones familiares a los aficionados al género: las nuevas fronteras de la aventura espacial (Massimo Pietroselli), los viajes en el tiempo (Lanfranco Fabriani), el cyberpunk y un cierto tipo de narrativa evocadora de Greg Egan (Alessandro Vietti).
Por otra parte encontramos el pequeño, pero aguerrido pelotón de los ucronistas. Con un ícono de Harry Turtledove en una mano y cierto espíritu revanchista, se impone a la atención de los lectores con autores como Donato Altomare y Mario Farneti, idealmente ligados a la búsqueda de Gianfranco De Turris. Farneti parirá, a partir del 2001, la trilogía de Occidente: el fascismo no ha caído en 1943, pero una Italia por fin digna de su gran tradición histórica ha sido creada; es inútil decir que entre los ucronistas y los aficionados puros a la ciencia ficción estallará una verdadera guerra, que verá a los primeros trepados a posiciones nostálgicas y de derecha, y a los segundos en la ribera opuesta.
En medio de estos aparece el tercer compartimiento de la ciencia ficción italiana, el de los atípicos. Encabezando este grupo vemos al ganador del Premio Urania 1999, Claudio Asciuti, con su prosa rica e imaginativa y sus historias a menudo lisérgicas, y sobre todo con sus iniciativas polémicas que le enajenarán las simpatías de los bienpensantes; y luego el #fenómeno# Roberto Quaglia, que se define #autor surrealista#, amigo íntimo de Robert Sheckley; un autor capaz de crear obras que de italiano pero también de americano tienen bien poco, y que parten de la ciencia ficción para ir a explorar rincones poco frecuentados del espíritu.
A primer golpe de vista da la impresión de que se trata de un panorama rico y con todo por explorar pero, de hecho, reina el estancamiento. El problema no son los autores: concursos como el de Fantascienza.com, con sus decenas de novelas en competencia, demuestran cómo todavía existen muchos que se lanzan a escribir historias de science fiction. El problema es dónde publicarlas. Delos Books anuncia, siempre en el 2006, la intención de no evaluar manuscritos fuera de los concursos que convoca. Como ya he dicho, la editora Nord está cambiando su apariencia y de género, por lo que para un joven autor aficionado de ciencia ficción es duro lograr ser publicado, por no hablar de Urania.
Impera el crossover. En Italia se venden muchísimos libros que mezclan elementos de géneros diferentes. Una novela de género negro puede albergar sin dificultad un asunto fantástico, pero tiene que mantener la misma cadencia clásica. Entonces, la #suspensión de la incredulidad#, es decir, el ejercicio típico que realiza el lector de ciencia ficción, aquí no vale. Se necesita, en cambio, estar preparado para leer algo que puede sorprendernos. ¿Cómo no recordar el éxito en Italia del Quinto Giorno di Schatzing, mezcla de policial ambientalista y lacrimosa historia de ciencia ficción, con raza desconocida que se aloja en las profundidades de los océanos incluida?
Sin embargo, es necesario que la historia también sea creíble, a pesar de que nos choquen algunos hechos ambientados en mundos diferentes del nuestro o en épocas muy lejanas. Entretanto, en Italia se siguen vendiendo bastante las novelas de la serie de los Vor de Lois McMaster Bujold, mientras se explotan sin pausa fenómenos cinematográficos como The Matrix, El Señor de los Anillos y X-Men.
¿Por qué, se preguntarán, en Italia el fantasy vende y la ciencia ficción está en crisis? ¿Por qué uno puede permanecer serio cuando lee acerca de combates entre ogros y enanos, mientras no se puede aceptar una historia que habla de astronaves o planetas lejanos, y los viajes en el tiempo resultan risibles?
Es una vieja historia. En Italia no existe una cultura científica como tal. Es difícil que un autor se siente ante su escritorio después de haber pensado durante varios días en una teoría como la que inspiró a Poul Anderson para crear #El factor tau-cero#. En Italia, país con millares de escritores frustrados y un cierto tipo de cultura humanística, la aproximación a la escritura es semejante a la que se observa para ser crítico: se piensa que el autobiografismo es la clave del éxito, o bien se imagina que construyendo improbables hechos policiales o de género negro se puede subir en la tabla de posiciones. He aquí pues que, quienes se preparan para escribir, lo hacen sin seguir cursos específicos y caen en los errores más clásicos; los que deben ser resueltos por el editor. Figurémonos qué puede pensar un editor si su aspirante autor tiene en mente hechos de ciencia ficción: en muchos casos se encontrará frente a descripciones estereotipadas y científicamente endebles; en otros ni siquiera leerá el manuscrito y dirá que #el género no vende#. Una mirada esclarecedora con respecto a la relación autor-editor en Italia se puede encontrar en un artículo de Gianluca Turconi: marquen este nombre por que lo volveremos a encontrar dentro de poco.
Hasta aquí la situación en Italia y la actitud de muchos editores además de la de diversos aspirantes a autores. Y hasta aquí una pequeña descripción de un desierto que ha hecho muy difícil que la ciencia ficción italiana emergiera como un fenómeno semejante al que produjeron otras expresiones. Un buen ejemplo de esto es la serie inventada por Andrea Camilleri, un policial que ostenta profundos vínculos con lo regional: la multiplicación por toda Italia de los clones del comisario Montalbano es una trama de ciencia ficción, pero esto es otra historia.
Otra limitación de la ciencia ficción italiana es quizás cierto esnobismo que la impregna: muchos autores no buscan sólo escribir una novela, sino #la novela#, cargando de expectativas y significados obras que si fueran más ligeras serían más legibles.
A diferencia de lo que ocurre en otros lugares, estos problemas vuelven complejo el afianzamiento de la ciencia ficción en el panorama cultural italiano. Pero debe ser recordado que el 2006 es un año de proyectos para el futuro ¿qué ciencia ficción sería, sin esperanzas? y de redescubrimiento de la propia dignidad.
Si nos fijamos por un instante en la ciencia ficción italiana como pozo de San Patricio y no como si fuera un tren de los deseos, he aquí que no son pocas las joyas que pueden serles presentadas al lector extranjero.
Hablamos antes de los tres fragmentos en que está dividido el género en Italia. Como autor ucrónico empiezo por lo que me es más familiar, aquello de la historia alternativa: Mario Farneti con su ciclo de Occidente ha creado una epopeya que, no importa como se la considere políticamente, ha vendido bastantes copias y entretenido a los italianos con el what-if. Hijo adoptivo de Richard Harris y Harry Turtledove, Farneti tiene en mente la grandeza de la Antigua Roma, y ve en el fascismo la realización de esa grandeza. Se define #afascista#, es decir no alineado, pero todos sus héroes pertenecen a una única facción. Esto puede molestar a algunos, pero la aventura está y se deja tomar aún más, por ejemplo, que la que se presenta en Great War de Turtledove. Una aventura tanto más atractiva por cuanto también ha engendrado una serie de comics, lo que no ha dejado de suscitar polémicas.
De diferente inspiración es la historia alternativa de la que se ocupa quien esto escribe: con Nero italiano y Dea del Caos he partido, sí, de la misma hipótesis de Farneti, es decir, que el fascismo neutral en la Segunda Guerra Mundial haya sobrevivido hasta los años '70, pero he llegado a conclusiones completamente diferentes. Dea del Caos también ha sido utilizada para montar una pequeña pieza teatral que se representó en el mes de marzo de 2006 en Finale Ligure del Teatro Garage de Génova, que llevará el espectáculo a la capital en una versión ampliada durante la próxima temporada teatral.
La historia alternativa es quizás el sector de la ciencia ficción del que en Italia más podría esperarse en términos de ventas; si se lograra vincularla con la novela histórica, género por el que en la Bota hay una verdadera pasión, el género podría despegar y convertirse en lo que ha sido el policial para toda una generación. Pero hace falta trabajar mucho y evitar que los autores se enfrenten en polémicas políticas, algo que le gusta mucho a los escritores italianos, y las peleas no siempre favorecen al producto final, aquello que los lectores leen...
Yendo a la ciencia ficción propiamente dicha, existen bastantes matices. Personalmente aprecio mucho a las novelas #de frontera#, y ésta es la razón por la que he señalado en primera instancia a autores como Asciuti y Quaglia. Existe un enlace referido a la obra de Roberto Quaglia que vale la pena señalar: http://www.robertoquaglia.com/rqhomex.html
Los amigos argentinos, que a menudo entienden bien el italiano, podrán abandonarse con placer a las muchas referencias culturales de un autor que considera la ciencia ficción como medio expresivo, más que como un fin último.
De Claudio Asciuti debe ser recordado el empeño multimediático ha cultivado la actividad teatral en el pasado y su fecunda producción. Los remito a una entrevista que le he realizado para comprender por qué sostengo que es un personaje increíble.
Hablé antes de cyberpunk: en Italia hemos tenido a un apóstol del subgénero en Alessandro Vietti. Alessandro es, desde mi punto de vista, uno de los mejores autores de la ciencia ficción tomada como conjunto, que el panorama nacional pueda ofrecer. De él debe ser recordado un tema: la relación entre océano y espacio y la ciencia ficción como metáfora: un gran discípulo de Greg Egan.
También existe un grupo aguerrido de autoras. Empiezo por Milena Debenedetti, que también ha participado en una antología de ciencia ficción femenina publicada por el editor siciliano Darío Flaccovio, un episodio encantador como pocos. Luego están Enrica Zunic y su empeño social y Clelia Farris y su ciencia ficción barroca, vencedora de un premio Fantascienza.com.
En el ámbito de la ciencia ficción combinada con novela histórica y la política tratada desde lo ficcional hay que citar también a Gianluca Turconi, esmerado dibujante de escenarios y auténtico maestro del suspenso.
Un panorama amplio y variado, donde emerge, como los aficionados argentinos ya habrán sospechado, una relación profunda entre los temas clásicos de la ciencia ficción y aquellos del compromiso social. En Rupes Recta de Clelia Farris el protagonista es un homosexual, Milena Debenedetti ha creado a una protagonista inusual para un fantasy, Il dominio della regola, que recuerda al mejor Serge Brussolo.
Aparece enseguida claro que para el renacimiento del género en Italia hace falta restablecer el vínculo entre autor y editor. Muchísimo está haciendo Delos, una asociación cultural que ya hace diez años que promueve ciencia ficción y no sólo eso, ya que con sus concursos está formando un importante conjunto de autores. El insustituible papel del Corriere della Fantascienza debe ser recordado; decenas de miles de contactos al día, lugar de intercambio de ideas y reflexiones, además de la divulgación lograda en el ámbito de la ciencia ficción. Debe ser mencionado que sin el trabajo realizado durante décadas por Silvio Sosio y Franco Forte la ciencia ficción italiana estaría mucho más atrasada. Ya veremos si la experiencia de la colección Odissea de Gianfranco Viviani puede convertirse en el trait d'union entre esta fragua y la librería.
Ya he dicho que los concursos son la principal caldera de la ciencia ficción italiana; ahora bien: además del Premio Urania, con el que hemos empezado, y el Fantascienza.com, en el que hasta ahora se han anotado cuarenta novelas, y los otros, como el que el vulcanismo de los organizadores de Delos ha agregado en los últimos años, hace falta recordar el Premio Oltrecosmo destinado a los cuentos breves. Además de ser el último nacido, también es el único completamente gratuito para los competidores, a lo que hay que sumar que la edición de este año tiene el apoyo de la comunidad de Open Office: en buena sustancia, como dicen los organizadores, se trata de un premio #open source#.
Queda por señalar el papel de internet. Ya se ha dicho que la gran red ha puesto instrumentos literarios en las manos de todos, y es una evidencia que del '95 a hoy, en Italia han aumentado peligrosamente las pilas de manuscritos sobre los escritorios de los editores. Pero Internet es también el lugar de encuentro de los autores afirmados, como de los aspirantes a tal condición. En materia de ciencia ficción hace falta hablar, además de los ya recordados sitios de Delos y del de Intercom, de los sitios Letture Fantastiche de Gianluca Turconi, y del portal conducido por quien escribe este artículo, The Uchronicles, con versiones en italiano, inglés y danés. También hay dos newsgroups dedicados a la ciencia-ficción. Son ellos: it.cultura.fantascienza e it-alt.arti.scrivere.fantascienza. Finalmente, existen listas de correo en las que los autores y aficionados de science fiction se encuentran y aún otra lista, la llamada Unione Fantascienza Organizzata, en síntesis U.F.O., creada por un grupo de autores con base en Génova y Liguria.
En conclusión, muchos concursos para seleccionar una comunidad de autores, un conjunto de sitios en Internet, listas de correo y newsgroups para reunirse virtualmente: hasta aquí la fuerza de la comunidad de ciencia ficción italiana; se ha llegado al punto final, en el que falta que el editor pueda hacer conocer a los autores; aquí la situación todavía es crítica. Pero el impulso desde abajo, necesario para crear un movimiento cultural, existe y es fuerte. Sólo falta averiguar si es lo bastante fuerte como para imponerse sobre la dinámica del mercado del libro.
Título original: Fantascienza italiana
Traducción del italiano: Sergio Gaut vel Hartman
Ilustrado por Valeria Uccelli
Axxón 171 - febrero de 2007