AxxónCINE: «Sector 9», Adrián M. Paredes
Agregado en 22 octubre 2009 por admin in 201, ArtÃculos, tags: CineSector 9 (District 9)
AxxónCINE |
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Por Silvia Angiola |
Sector 9
Comentario por:
Adrián M. Paredes
Dirección:
Neill Blomkamp
País:
Estados Unidos, Nueva Zelanda
Año: 2009
Duración: 112 minutos
Género
Acción, Drama, Ciencia-Ficción, Thriller
Intérpretes
Sharito Copley, Jason Cope, Nathalie Boltt.
Guión
Neill Blomkamp, Terri Tatchell
Música
Clinton Shorter
Producción
Peter Jackson
Estreno en cine:
24 de septiembre de 2009
Johannesburgo, Sudáfrica, 1982. Una colosal nave extraterrestre se posa sobre una de las cuarenta áreas metropolitanas más grandes del planeta, donde el contraste entre clases sociales es abrumador. Es el primer contacto con una inteligencia de otro mundo. La humanidad espera luces, música celestial, tecnologías asombrosas. En lugar de eso, se encuentra con humedad, mugre, enfermedad, pobreza y una colonia alienígena de trabajadores desnutridos, que mueren encerrados en la oscuridad de la nave.
Estamos frente a una ucronía hecha y derecha. Una década antes de la presidencia de Mandela, los langostinos (nombre despectivo con el que el pueblo llama a los alienígenas) son condenados a vivir en las peores condiciones de discriminación e indigencia que ha visto la humanidad. Inspirado en la cruel Era del Apartheid, se crea el Sector 9 (District 9 en su idioma original), donde los extraterrestres son recluidos y separados de la población humana. Con los años, la situación empeora, los langostinos son violentos, agresivos; la gente dice que roban zapatillas de marca y que después te matan. La tensión social crece y se hace insostenible, el clamor popular pide que se lleven lejos a los langostinos. La MNU (Multi-Naciones Unidas) es la encargada de trasladar el Sector 9 a un área menos poblada.
Sector 9 (District 9, 2009) comienza con este clima de caos social al borde del estallido. En clave de documental, con entrevistas y recorridos cámara en mano, sumerge al espectador en esta realidad alternativa donde la situación está fuera de control. Entre risas nerviosas y golpes bajos, Neill Blomkamp mezcla alienígenas desbordados con imágenes reales de noticieros para presentarnos una descarnada ópera prima que late a ritmo endiablado durante 112 minutos. Poco a poco, el estilo documental va cediendo para dar lugar a la película. El cambio gradual entre crítica social y argumento es uno de los grandes aciertos de Blomkamp. Así es como nos vamos adentrando en los desafortunados sucesos ocurridos a Wikus Van De Merwe (Sharito Copley), un personaje que a primera vista reconocemos como un hijo de puta, pero que, a falta de otro protagonista, comenzamos a comprender.
Todos sabemos que el mundo está lleno de personas como Wikus. En este tipo de películas, uno espera ver que un personaje así sea ferozmente maltratado y, tras brutales baldazos de realidad, recapacite y se convierta en el Oskar Schindler de los langostinos. Por suerte no es de ese tipo de películas. Sí tenemos montañas de explosiones, sí tenemos toneladas de disparos y secuencias ininterrumpidas de acción a lo Michael Bay, pero estamos frente a una película muy poco condescendiente, políticamente incorrecta, como para no formar parte de la basura que Hollywood llama ciencia-ficción (como Babylon A.D. o Transformers). No nos confundamos, tampoco es que estamos frente a cine independiente, inmune a todo convencionalismo. Hay situaciones trilladas y el argumento cuenta con algunos escapes poco creíbles, pero qué sería de la ciencia-ficción sin la suspensión de la incredulidad que tantas obras maestras nos ha dado. A Wikus le cuesta mucho cambiar, le cuesta mucho volverse humano (si es que esa palabra tiene algún sentido en este contexto). Las ironías subrepticias del guión hacen que Wikus sufra una transformación que demuestra que la piedad y la moral son (nunca mejor dicho) inversamente proporcionales a la condición humana.
Blomkamp ya había hecho un ensayo de apartheid con extraterrestres, un corto de seis minutos y medio llamado Alive in Joburg que puede encontrarse en YouTube. Cuando se vio frustrado el proyecto de la versión cinematográfica del célebre videojuego Halo, Peter Jackson (El Señor de los Anillos, King Kong), que iba a ser el productor, y Neill Blomkamp, el director, se pusieron de acuerdo para filmar District 9, basada en el cortometraje de este último. Peter Jackson confió plenamente en su amigo sudafricano, radicado en Canadá, y lo bien que hizo, ya que, a pesar de que la inversión hecha en Sector 9 fue inferior a los 30 millones de dólares (cifra irrisoria para los bombazos de Hollywood de hoy), luce efectos especiales formidables, excelentes efectos sonoros y va camino a convertirse en un film de culto (y encima, taquillero). Al no trabajar con actores conocidos, Blomkamp logró ahorrarse unos cuantos millones de dólares. Esto nos hace pensar si realmente vale la pena pagarle a un Harrison Ford 65 millones por una sola película.
Sector 9 es una película de ciencia-ficción formidable, en la línea de Niños del Hombre (Children of Men, 2006), que sabe manejar la emoción y la expectativa para que vayan creciendo de forma exponencial hasta el final. Hay sorpresas que no vale la pena revelar. Hay escenas crudas, suficientes como para que los padres que la confundieron con una simpática fun movie de extraterrestres salgan corriendo despavoridos del cine, tapándole los ojos a los nenes. Hay armas al mejor estilo Unreal Tournament. Carteles, que ya habrán visto por la calle, al estilo Portal (otro videojuego camino a convertirse en un clásico). Y hay sentimiento, sobre todo al final. Mucho sentimiento.
El mayor acierto de la película es lograr mezclar conceptos filosóficos interesantes con cámaras pegadas a las armas, algún que otro robot al estilo Transformers y militares por doquier corriendo con sus jeeps y largando testosterona con sus ametralladoras y sus gritos (arquetipos que no son de mi agrado). Los langostinos están muy bien logrados y la poca tecnología que se ve del mundo de ellos también. Desde mi punto de vista personal, se extraña una película de ciencia-ficción más contemplativa, sin tanta acción y no tan dependiente de los golpes de sonido y la espectacularidad de las balas. También admito que probablemente ése sea el gancho para que Sector 9 sea taquillera y no se pierda en el olvido como muchas otras obras excelentes. La actuación de Sharito Copley es destacable; Copley muestra competencia a la hora de hacer sentir al espectador toda su angustia.
Sector 9 produce estupor; el espectador que no la soporte se marchará del cine y nadie lo extrañará. Sector 9 produce tristeza; y en eso un poco ayudará la banda de sonido de Clinton Shorter con abusivos fragmentos étnicos, que en ciertos momentos transmite el efecto apropiado. Sector 9 produce polémica; en Nigeria fue censurada por mostrar a una banda de nigerianos criminales y caníbales, cuyo líder comparte apellido con el anterior presidente de ese país, Olusegun Obasanjo. Pero ante todo, Sector 9 produce un espectáculo inteligente y es, definitivamente, la revelación del año, tal como venían diciendo. Ojalá siente precedente para un auge del cine de ciencia-ficción de calidad.
Adrián M. Paredes