Editorial: «Reflexiones», por Eduardo J. Carletti, director de Axxón
Agregado en 18 noviembre 2010 por Edu in 212, EditorialesEsta semana pude ver con tranquilidad, en el canal Europa-Europa, la extensa miniserie Dune (o Duna) realizada por John Harrison. No tengo la intención de comentar la versión, que considero muy buena, ya que me parece mil veces mejor que la pelÃcula de David Lynch. De lo que quiero hablar es de la obra en sà de Frank Herbert.
O quizás, más bien, sobre la creación literaria y los logros artÃsticos.
No sé si se considera a Dune como la obra cúspide dentro del género de la ciencia ficción, aunque sà —está claro— es una de las obras más reconocidas y ubicadas, con absoluta justicia y prácticamente sin discusión, dentro de las principales Obras Maestras de la ciencia ficción.
A mi gusto, podrÃa ser tranquilamente la que llegó a la cima, a la cumbre más alta que se puede alcanzar, el número uno en la lista de logros literarios dentro de nuestro género.
Quien haya leÃdo la novela sabe que se encuentra allà complejidad combinada con interés (porque podrÃa ser compleja pero aburrida), profundidad combinada con acción (algo muy difÃcil de lograr… hasta se consideran opuestos), una interminable catarata de ideas, personajes intensos, recordables, magnéticos, profundos. Un ambientación excepcional. Es una historia de sucesos grandiosos en la que no se tuvo necesidad de apelar a ninguna pirotecnia. SociologÃa, sicologÃa, religión, biologÃa. Ni hablar de la faceta extraterrestre, esos grandiosos seres, los gusanos gigantes de arena, el núcleo y el alma de la ecologÃa de Arrakis. Una ecologÃa en un planeta poco deseable a simple vista: un desierto gigante, árido, aunque con el poder de cambiar la historia de la especie humana en el universo.
Realmente Herbert logró lo que —entiendo yo— muchos de nosotros deseamos: una obra que, más que memorable, más que excepcional, más que lograda y excelente, es exactamente aquello que todos quisiésemos alcanzar: algo único.
Creo que muchos hemos buscado eso en la vida: dejar una marca en el ámbito de aquellas cuestiones que nos interesan. Claro, pocos de nosotros lo logra.
Yo hubiese querido escribir una obra como Dune. Sé que muchos de los que participan en esta revista sueñan, o soñaron, con un logro asÃ.
Pero el universo del arte es muy difÃcil de conquistar. Lo más probable es que pasemos por allà y dejemos algunas huellas, como los personajes de Dune en las arenas de su planeta.
Con los años unimos esta sensación de pérdida, de ilusión inalcanzable, de fracaso, o semifracaso, con un sólido halo de realismo. Sabemos que lo intentamos, que rozamos algo, pero no lo hemos logrado. Muchos dirán que el intentarlo, el luchar, es una buena parte de la gloria.
Bien, quizás algunos lo sientan asÃ. Es difÃcil.
Y aquà he rozado la frontera del tema que querÃa encarar en este editorial. Cuando somos jóvenes y no logramos lo que queremos, nos enfurruñamos. No enojamos. Dejamos que nos invada la furia, porque somos jóvenes y tenemos impulso para avanzar, y estamos esforzándonos, y no nos prestan atención, no nos aceptan, nos niegan el merecido aplauso, nos ignoran, nos quieren tapar, quieren negarnos, son envidiosos, están abrazados mediocremente a sus logros y no quieren que lleguen los nuevos a superarlos, a reemplazarlos.
Analicen sin pasiones y sabrán si no sienten, o han sentido, asÃ. Tendemos a echarle la culpa a alguien o a algo de lo que no hemos logrado. El mundo del arte, de la cultura, está plagado de conspiraciones.
Pero cuando se va alcanzando cierta madurez, cuando los años se convierten en un cúmulo de cosas logradas a medias y frustraciones, y pequeños triunfos, cuando la balanza se estabiliza y podemos mirar con cierta calma, y humildad, y resignación, el verdadero peso de lo que hemos logrado, también comprendemos lo difÃcil que es, cuán poco podemos cada uno de nosotros, y cuánto más se podrÃa hacer si las energÃas de la juventud se pudiesen unir, prematuramente, y no tarde, a la meditativa calma de la madurez.
Quizás esto nos ayudarÃa mucho. Como mercado. Como grupo. Como conjunto. Como comunidad. Como conglomerado de apasionados de una corriente literaria.
Unir, y no separar.
Mientras surjan personas con energÃas este movimiento continuará, claro. Siempre habrá generación de contenido, y de proyectos, sin duda. Habrá decenas —como hubo hasta ahora—, centenares, o miles de esfuerzos.
Analicemos cuántos de éstos —históricamente— llegaron a algo.
Cuando se alcance una madurez, si se alcanza alguna vez, los esfuerzos deberÃan unirse, se comprenderá que se construyen edificios sobre cimientos establecidos y firmes, agregando en lugar de demoler para hacer todo de nuevo.
A lo largo de muchos años en esto, he visto muchos intentos de lograr un trabajo en conjunto, pero no se ha logrado.
Yo también quise hacerlo. Este es mi fracaso, asà lo siento. Intenté unir gente, dar espacios para conglomerarse y crecer en común, y si bien me dirán que se ha obtenido mucho, poco es lo que se ha logrado si se mide la enormidad de lo que falta por alcanzar.
Lo que se ha alcanzado, midiéndolo contra lo que yo deseaba, es un cuentito de diez párrafos frente a la novela monumental de Frank Herbert.
Nadie tiene la culpa, eso lo sé. Ahora lo sé. Es parte del contexto en que debemos existir y es parte de las grandes limitaciones de una persona. No se puede lograr todo.
Somos simples humanos.
Continuemos luchando entonces como lo que somos, mientras se pueda.
Eduardo J. Carletti, noviembre de 2010
Mensajes al Editor: ecarletti@axxon.com.ar
Gracias, Edu.
Es un texto maduro, y sin resentimientos. No te aqueja la amargura de no haber logrado todo lo que querÃas. No. Tus palabras rezuman cierta melancolÃa, dulce y sentida, y dan ganas de tener una cuchara a la mano para robarte un bocado. Axxón te tiene como padre, y es la medida de tu generosidad, y es la profundidad de tu logro. No siempre la gloria en el mundo del arte la lleva el pintor; también, a veces, el que hace el marco, el que pone las luces, el que barre el salón antes de la inauguración, el que con sonrisa madura recibe a los invitados.
Por otras reflexiones tan nutritivas, nos leeremos. Gra
Gracias, Gra
Edu
«Don’t try to be a great man, just be a man. And let history make its own judgments»
Eduardo:
Creo que la Madre Teresa (uno de los pocos personajes de la Iglesia que respeto) dijo una vez: «Mi obra es como una gota en el mar, pero el mar no serÃa el mismo sin esa gota».
El director norteamericano Ed Wood estaba orgulloso de «Plan 9 del Espacio Sideral» considerada por muchos como la peor pelÃcula de la historia.
No he leÃdo «Dune», pero confÃo en tu apreciación sobre la condición de única de esa obra.
Tal vez nadie, en la historia, llegue a ese nivel. Y entre esos «nadie» estemos nosotros.
Pero el mérito está en dar de nosotros lo mejor que tenemos, aunque a otros ojos sea insuficiente.
En nuestras obras ponemos todo lo que podemos; lo que, francamente, no es poca cosa.
Por eso estamos vivos y no sólo respiramos.-
Fernando José Cots
Hola Edu:
Curiosamente acabo de releer «Dune», una vez más quedé sin aliento ante el universo creado en derredor de Arrakis, los fremen y las Bene Gesserit. ¿Qué se puede decir que no hayas dicho en tu editorial?
Siento lo mismo que cuando leo a Jorge Luis Borges: siento un abismo entre lo que hago y esos monstruos. Pero tampoco seré un artista marcial como Morihei Ueshiba o un maratonista como Emil Zátopeck. Pero ese hecho ¿nos impide caminar, ser ambiciosos con nuestros planes? ¿dejar de disfrutar de nuestros logros? Cuando el hombre llegó a la Luna, llegó por toda la humanidad, cuando Axxón pervive por años y años, lo hace por cada uno de nosotros. DÃganme por favor si estoy equivocado.
Hola Eduardo:
Concuerdo totalmente con Gustavo y los que le anteceden.
Gracias.
Hola Edu, dos cosas
1) El fracaso de uno es el gran exito de otro, El cuerpo de Axxon tomado como una obra es bastane monumental, a mi parecer.
2) Tengo que leer Dune!
Saludos
Miguel
¡Muchachos, una de las cosas que más quisiera en mi vida es volver a leer por primera vez un libro como Dune! No titubeen…
No conozco Dune no me suele interesar la ficción sino la ciencia. Pero en lo que dices Eduardo siento como un deseo de actuar las propias capacidades y aún potenciarlas en común. Esto suscitaron en mà sus palabras que con nuevos conocimientos sobre como aprender sobre un determinado tema los que participemos entremos en «autoorganización» y podamos potenciarnos mutuamente. Pienso en comunicaciones cerebro-computadora: como observarnos el cerebro y aún comunicarnos con los demás y decirles miren prueben esta actuación sobre el cerebro para lograr mejor lo que queremos. Aislados podemos poco, el conocimiento que tenemos es producto del trabajo de los logros de miles y miles de personas. A lo mejor está llegando el tiempo de una internet realmente activa (y esto no lo vio New Scientist).
Concuerdo con vos Eduardo, hace años queria hacer una obra monumental, ahora muy de vez en cuando escribo, pero leo, formo parte del Circulo Rosarino de Ciencia Ficcion, y pregunto, aunque ya tiene respuesta: Frank Herbert se propuso hacer Duna? Dan Simmons se propuso hacer esa otra monumental obra como Hyperion? Ellos se propusieron eso? Dijeron hoy me pongo a escribir una obra maestra? O simplemente les salio asi… Picazo decia: no busco, encuentro. Me parece que por ahi pasa la cosa.