«Ray Bradbury (1920 – 2012)», Silvia Angiola
Agregado en 10 junio 2012 por dany in 231, ArtÃculos, tags: Homenaje, OpiniónARGENTINA |
Hace pocos dÃas el más amado de los maestros de la Edad de Oro de la ciencia ficción emprendió su último viaje, al menos en lo que a este universo se refiere.
Sus fanáticos recibimos la noticia con pena: es verdad que las obras que escribió nos van a sobrevivir a todos, pero no es menos cierto que adorábamos su presencia.
Como buen poeta, fue un profeta y un visionario. No se tapaba los ojos ante la maldad y los defectos de los hombres, no era un ingenuo, pero hacÃa volar nuestros espÃritus cuando relataba, una y otra vez, esas historias de inocencia, de alegrÃas cotidianas, de pequeños milagros con las que aprendimos a maravillarnos sin hacer muchas preguntas. La realidad estremecedora de Fahrenheit 451, una de las distopÃas más impactantes del género, abriga, sin embargo, una secreta esperanza: que cada hombre o mujer se convierta en un libro viviente.
¿Puede haber un amor a los libros más grande que ese?
Autodidacta, nunca se cansó de señalar la importancia de los libros y de la lectura. Y tenÃa razón: leer el libro adecuado en el momento adecuado es una de las formas de labrar nuestro destino. Si yo no hubiera leÃdo Fahrenheit 451 a los once años no serÃa quien soy ahora. Por suerte para mÃ, fueron sus textos los que formatearon mi cabeza.
Para terminar, quiero citar una frase de este niño eterno que memoricé hace muchÃsimo tiempo y que deseo con todas mis fuerzas que alguna vez se haga realidad:
«Y asÃ, felizmente lanzados hacia adelante, dotados de gracia e ingenio, en calmos mediodÃas, en climas serenos, ¿no somos las maquinarias de la alegrÃa de Dios?».
Silvia Angiola
Axxón 230 – mayo de 2012
ArtÃculo de autora latinoamericana (ArtÃculo : Literatura : Homenaje : Argentina : Argentina).
Te pasaste ;-)
¡Gracias, Juan Manuel!
:)
Creo que reflejaste claramente el sentimiento que nos produjo la partida de Bradbury. Imposible no quererlo después de conocer el mundo fantástico y poético que nos regaló.
Un saludo cordial a Axxón.
¡Muy lindo homenaje, Silvia! Me hizo pensar a qué edad fue que leà Fahrenheit, y fue a los dieciséis; después leà Las doradas manzanas del sol, después El vino del estÃo. Y después no pude parar. No cualquier autor logra tal magnetismo. Y, si bien lo tendremos a mano siempre, es cierto lo que decÃs: adorábamos su presencia.
¡Gracias, Nedda!
¡Gracias, Daniel!
Gran homenaje para un gran escritor, Silvia.
Ha sido un placer recordar al maestro a través de tus palabras.
Un fuerte abrazo
Mi gran recuerdo es «La Feria de las Tinieblas» (The Dark Carnival), donde en medio del mayor horror planteaba la eterna esperanza para el hombre, que era la alegrÃa.
Tal vez valdrÃa decir: «¡Scotty, ahà va otro!».
Guardo la esperanza de que todos aquellos que soñaron el futuro y de paso inspiraron el presente se encuentren tripulando esa nave gloriosa de la Ciencia Ficción.
Aún aquÃ, nosotros ya somos sus pasajeros.-
Gracias, Patricia! Abrazo grande.
Gracias Silvia.
El primer libro que leà de Bradbury fue «El hombre ilustrado» de ediciones Minotauro (1976). De ese libro el que más me marcó fue «Los desterrados». Las brujas de Macbeth, Poe, Dickens y Papa Noel, todos reunidos en Marte. No puedo evitar imaginarlo allÃ.
Gracias a vos, Alfredo, por el recuerdo :)
Acertadas palabras que captan la magnitud de Bradbury como humano y como visionario. Esa cita final deberÃa incluirse en algunos de los evangelios. Mi corazón ardió a más de 451 grados fahrenheit al escuchar de su muerte. Felizmente aún nos quedan algunos dinosaurios como Frederick Pohl y Jack Vance.
Crónicas Marcianas es el mejor libro de Bradbury. Una pena que se fuera uno de los mejores autores de Ciencia Ficción de todos los tiempos. DEP
Muy buena la nota, Silvia. Fue un grande de la ciencia ficción, sin ninguna duda. Acertadas tus palabras y el homenaje. Saludos
¡Gracias, Marcelo!
Me emociono, porque Bradbury siempre me trae recuedos de mi tio abuelo y sus historias :)
Lo más impactante de Bradbury, es que aún siento correr un escalofrÃo al leer por enésima vez «El ruido de un trueno» cuento verdaderamente magistral e inolvidable.