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ARGENTINA

 

 

Al mirar a mi alrededor puedo ver una infinidad de cosas que son de ciencia ficción. No me refiero solamente a los elementos tecnológicos —y principalmente informáticos— que hoy nos rodean o que esperan su momento en los laboratorios. Hay otros elementos, aquellos asociados a los fenómenos sociales, que también están transformando de forma apabullante la manera en que nos relacionamos. Bombardeados por una conectividad que vuelve prácticamente inmediato cualquier suceso, sea importante o no, no llegamos a valorar en su totalidad ni el medio ni el mensaje, porque ya hay algo más que reclama nuestra atención y entonces todo se vuelve vacuo y evanescente.

Mis hijos pertenecen a esa generación conectada desde su nacimiento. Yo también estoy inmerso en este mundo conectado, pero debo reconocer que soy un adoptado, alguien que ha migrado con ganas pero a la fuerza a este nuevo mundo que no termino de entender. Yo nací en otro siglo, cuando para interactuar con otra persona había que verla, tocarla, hablarle frente a frente. Como última opción estaba el teléfono, el cableado, no el omnipresente celular. Cuando recuerdo mi niñez, incluso mi adolescencia, veo un mundo diferente que funcionaba a otra velocidad, y eso se nota claramente en quienes debemos interactuar con nativos de este mundo que marcha a la velocidad de la luz. Ojo, no es un tema de nostalgia, sino de otredad: en este otro mundo vivimos inmersos en una revolución constante y frenética, y debemos estar preparados para una adaptación permanente.

Sin embargo, es obvio que esto es sólo uno de los niveles visibles de las cosas. En este mundo convulsionado hay muchas capas de realidad que se superponen, con corrientes y contracorrientes que pululan de forma invisible buscando su lugar y su supervivencia día a día. Porque las cosas que se han corporizado no son sólo maravillas.

Aunque en su nacimiento haya sido planteada como escapista, esta literatura que muchos hemos tomado como propia se caracterizó luego por ser revolucionaria, por empujarnos siempre un paso más allá, por abrirnos los ojos y, por sobre todas las cosas, la imaginación.

Jinetes montados sobre una ola gigantesca e inevitable, tal vez tengamos tiempo, todavía y a pesar del vértigo embriagador, para ver a quienes nos rodean y también a nosotros mismos. En esta realidad cambiante, muchas veces fría y cruelmente materialista, el arte sigue siendo un camino válido no sólo para levantar banderas de alarma, sino también para crear alternativas que nos permitan vislumbrar un futuro más justo y equitativo.

Que así sea, pues, nuestra revolución.

 

 


Axxón 247 – octubre de 2013

Editorial

6 Respuestas a “Editorial: «Revoluciones»”
  1. Eduardo Poggi dice:

    Excelente editorial: nunca tuvimos tanta información disponible, y jamás hubo tanta incomunicación. Aunque hubiera que esperar años para que te instalaran el teléfono de línea, la proximidad y los tiempos permitían que la comunicación floreciera. Hoy se mira y no se ve, se oye y no se escucha. Hoy no importa la respuesta certera, importa la rapidez en responder. La respuesta certera puede llegar tarde, y a nadie ya le importará: habrá otro tema en primer plano.
    Ojalá que esa esperanza de tu último párrafo eche raíces y crezca sana.
    Felicitaciones por el editorial, Dany: muy bueno.

  2. Teresa Mira dice:

    Amén a ese final

  3. Raúl dice:

    Somos nosotros, nacidos en otro tiempo, los más adecuados para revolucionar esta nueva cultura, actuando como una especia de rompeolas? O resultaremos simplemente un barrilete frente a un huracán? Por supuesto que es mejor intentarlo que terminar preguntándinos qué hubiese sucedido si…

  4. Ricardo Giorno dice:

    Todos los males del mundo son «hoy», siempre hoy. Ayer fue mejor, me decía mi abuelo con otras palabras. Sin embargo, soy de los que creen que hoy es mejor que ayer. Mirándome el ombligo puedo decir que hoy es mejor que ayer porque hoy estoy yo. Como dice la editorial: «Sin embargo, es obvio que esto es sólo uno de los niveles visibles de las cosas. En este mundo convulsionado hay muchas capas de realidad que se superponen, con corrientes y contracorrientes que pululan de forma invisible buscando su lugar y su supervivencia día a día. «. Y eso es lo que quizá miramos cuando afirmamos lo que afirmamos: solo un capa de la realidad.
    A no desesperarnos, el Hombre sabe por Hombre pero más sabe por viejo, y lo viejo termina irrumpiendo por el lado menos esperado: ya hay reuniones de jóvenes amigos donde se prohíbe ingresar con el celu encendido.
    ¡Hasta la próxima Editorial!

    • dany dice:

      Ricardo, en ningún lado se habla de «males» ni de desesperación (al menos no directamente). Lo que intento decir es que, entre otras cosas, debemos aprender a leer la realidad actual y actuar en consecuencia. Y también entender «cómo funcionan» quienes nos siguen, para quienes las cosas tal como se dan hoy son naturales. Raúl se pregunta quiénes somos nosotros, nacidos en otro tiempo, para «hacer de rompeolas». ¿Y si en vez de intentar romperlas las montamos?
      Creo que hay mucho para conocer, entender, y luego crear.

  5.  
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