Revista Axxón » «El triste oficio de Winston Smith», Fernando José Cots - página principal

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¿Quién es Winston Smith?

Para quien no lo sepa, es el protagonista de «1984», la novela de George Orwell. Un clásico que relata un mundo opresivo, donde nada escapa a la supervisión del Estado -el «Gran Hermano»- ni siquiera los sentimientos más personales.

Cada casa tiene una especie de televisor donde lo único que se pasa es propaganda del Régimen pero que, a su vez, es una cámara que espía a los habitantes en forma rotativa. Sorprenden un gesto de «deslealtad» y de ese pobre infeliz no queda ni la memoria.

Ni el refugio del silencio les es concedido a los desgraciados habitantes de ese Estado llamado «Oceanía», quienes deben continuamente, por medio de gestos exaltados, ensalzar al régimen y denostar a sus enemigos.

Winston Smith se refugia en una vida gris, con un matrimonio a disgusto, procurando salvarse de peor destino gracias a ser «mentalmente invisible» por su silencio y su discreción.

Sin revelar ningún secreto clave de la novela, puedo decir en qué trabaja Winston Smith en ese mundo. Es una especie de… corrector periodístico.

 

El mundo de «1984»

Winston vive en una tierra dividida en tres grande potencias: Oceanía, Eurasia y Estasia. Si consideramos que el libro fue escrito alrededor del año 1948 y en China recién estaba asomando Mao… hay que calificar a Orwell de visionario.

Pero estas tres potencias están trenzadas en una guerra cruel que se parece demasiado a nuestro juego de «Tute Cabrero», donde juegan tres jugadores; dos se confabulan contra un tercero, pero esa alianza es efímera ya que uno de ellos puede aliarse con el atacado y volverse en contra de su antiguo socio.

Y el juego puede volverse infinito… y desesperante.

Cuando eso pasa en medio de una guerra de tres partes, el resultado peor no puede ser. Pero nadie, en toda Oceanía, puede cuestionar ese juego de lealtades falsas. Aún sobre la marcha, si el enemigo pasa a ser amigo y viceversa, los propagandistas no hacen más que cambiar los nombres propios del discurso. Y la gente está obligada a seguir con sus expresiones públicas de entusiasmo o condena.

Y ése es el oficio de Smith: Corregir los diarios hacia atrás, eliminar toda referencia a la amistad con el actual enemigo y la enemistad con el actual «amigo».

Por algunos detalles, sopecho que Orwell no acabó de corregir el original antes que fuese publicado. Las actuales publicaciones tienen un epílogo descriptivo del mundo orwelliano cuando el desarrollo de la historia ya ha terminado. Si no, no se explicaría cómo Smith, más allá de corregir las informaciones de los diarios de archivo, podría corregir los ejemplares que cada lector guarda en su casa.

Pero este oficio de «corregir la Historia hacia atrás» es el eje de este ensayo… y la referencia a uno de los géneros de Ciencia Ficción más difíciles de transitar: Las Ucronías.

 

Las diferentes «Historias»

Según una teoría cuya demostración no dispongo, existirían infinitos «universos» o «continuos». Cada uno de ellos es un calco de nuestro universo, sólo que con diferencias marcadas por el desarrollo de la Historia.

La pregunta clave que dispara la Ucronía es: ¿Qué habría pasado si, en vez de suceder lo que sucedió, hubiese sucedido lo contrario?

Y muy erradas no andan algunas Ucronías. Según referencias, ya en la Biblioteca de Alejandría (la de la antigüedad)había diseños de máquinas de vapor, sistemas de navegación a mar abierto, propuestas de máquinas voladoras, formas alternativas de energía, etc.

Más cerca en el tiempo, ciertas crónicas relatan que el monje inglés Roger Bacon diseñó esos mismos artilugios y que se defendió de una horda por medio de un «shock» eléctrico.

El mismo Leonardo da Vinci diseñó máquinas que, si se hubiesen aplicado en su tiempo, el perfil del mundo habría sido muy diferente.

Y a Willhelm Reich se le reían en la cara cuando hablaba de la energía «Orgónica»; lo calificaron de loco, al punto de internarlo en un manicomio. No obstante, resulta sospechoso que el FBI haya allanado su domicilio tras su muerte y haya secuestrado todos sus archivos.

Lo que me hace pensar que este mundo que conocemos tiene una especie de «guardianes» que procura que no tomemos ciertos caminos antes del tiempo que ellos consideran «adecuado».

Isaac Asimov, en su «Trilogía de las Fundaciónes»los llamó la Segunda Fundación y les dio un carácter benévolo. ¿Serán realmente así?

Aún así, la especulación sobre esos mundos posibles es materia legítima de la literatura, dependiendo su calidad del grado de conocimiento histórico y reflexión filosófica de cada autor.

Pero… ¿De qué Ucronía estamos hablando?

 

La legítima Ucronía

La Ciencia Ficción abunda en obras de este género, muchas de ellas excelentes. Siempre se parte de un hecho histórico conocido, se invierte el resultado y se pinta un mundo «actual» pero de evolución diferente, que sirve de marco a la historia que se relata.

Así la Ciencia Ficción anglosajona ha dado a luz relatos en mundos donde fracasó la Revolución Americana, donde el sur ganó la Guerra de Secesión, donde Napoleón triunfó en Waterloo y sometió a Inglaterra, donde el III Reich triunfó sobre el mundo, etc.

En Argentina ha cultivado mucho este género Sergio Gaut Vel Hartman, quien tiene una serie de relatos relativos a la «Secretaría de Asuntos Estrambóticos». Es un edificio que existe en un universo paralelo y que tiene muchas puertas, cada una de ellas sale a un universo diferente, pero en el mismo tiempo.

Entiéndase bien: En los relatos de Gaut Vel Hartman nadie viaja en el tiempo. Esa Secretaría se limita (salvo en algún relato que yo no haya leído) a observar esos otros mundos e investigar el punto de quiebre de cada historia.

 

La Ucronía soberbia

Pero existe otro tipo de Ucronía, ésta carente de toda legitimidad. La Ucronía que involucra viajes en el tiempo para «corregir la Historia».

Recuerdo un relato (no su título)sobre un grupo de judíos, algunos sobrevivientes del Holocausto, que desarrollan una máquina del tiempo y contratan a un sicario para que mate a Hitler mientras él es niño.

El sicario viaja en el tiempo; pero como él tiene la memoria de acontecimientos que sucederán después, llega al pasado con amnesia y la misión fracasa.

Aún así, me interesa hacer una semblanza de dos filmes muy conocidos y reflexionar sobre su verosimilitud.

 

«Volver al Futuro»

En esta historia, Marty Mc Fly, un chico hijo de una familia de perdedores, hace amistad con el profesor Emmet Brown, a quien muchos consideran un loco inofensivo; pero él tiene afecto por el «Doc», como lo llama.

La familia de Marty está constituida por un padre pusilánime, quien es humillado y explotado por Biff desde que iban ambos al secundario; la madre, una mujer abandonada de sí misma; un hermano mayor naturalmente zaparrastroso y una hermana menor hipercontrolada por su madre como si estuviese destinada a un convento.

Marty viaja al pasado y, por accidente, impide que sus padres se conozcan, lo que pone en compromiso su misma existencia. Con la ayuda del «Doc» de esa época, corrige su error y sus padres se conocen y se enamoran; el resultado es que, cuando él vuelve a su época, su padre se ha convertido en un triunfador, su madre en una señora que cuida su aspecto, su hermano mayor en un «gentleman» y su hermana en la más popular de todas las chicas.

Y entonces cabe preguntarse:

Si Biff basurea al padre de Marty y quiere a toda costa tener a su madre, casi hasta como trofeo… ¿cómo podrían haberse casado? ¿Sería Biff el verdadero padre del hermano mayor de Marty y, por la época, el padre de Marty habría «cubierto las apariencias»? En ese caso, en el nuevo hogar de Marty ese hermano no existiría, ya que ese hombre que descubre su carácter y su determinación sería el escudo que su futura esposa necesita contra el prepotente Biff.

Si la familia original de Marty, familia de perdedores, vivía en un plan de vivienda… ¿cómo es que la nueva familia de ganadores vive en el mismo lugar, por cuidado que esté? Si el padre, desde joven, se consagró como escritor, lógico es que viva en una casa mejor, en un vecindario mejor.

Si Marty fue criado en esa familia de perdedores… ¿qué pasó con el Marty criado en esa familia de ganadores? ¿A dónde fue? ¿Habría sido amigo del profesor Brown?

Y las preguntas se podrían extender hacia el infinito, que quedarían en su mayoría sin respuesta.

Aunque habría una explicación que podría dar una respuesta general, que satisfaga resignadamente.

Por referencias sé que el guión original de «Volver al Futuro»(la primera)durmió varios años en un cajón hasta que alguien se acordó que existía. También sé que la máquina del tiempo no era un De Lorean, sino que no estaba definida.

Y lo más importante de todo, este filme se produjo durante la Era Reagan, una era signada por el optimismo forzado y una sorda censura a temas comprometidos o simplemente «bajoneantes».

Así que es muy probable que el guión haya sido manipulado para lograr este imposible «happy end» sin preocuparse demasiado por la Filosofía de la Historia.

El éxito determinó que, casi sin pérdida de tiempo, se produjesen sus dos secuelas, las que tendrían su miga para analizar, pero que resultan igualmente incoherentes.

 

«Timecop»

Si bien no pasa de ser un producto para lucimiento de Jean Claude Van Damme, vale referirse a esta historia.

Aquí ya se trata de toda una organización policial que «vigila» el «normal curso de la Historia», para evitar que viajeros en el tiempo la alteren en su provecho.

Pero hay un capitoste importante que aspira a convertirse en dictador absoluto de su mundo, así es que viaja al pasado y comienza a crear las condiciones para tener ese poder en el presente.

La misión del «Héroe» es viajar al pasado para impedir esos cambios, pero va y vuelve, cada vez a un universo diferente (uno donde la tiranía ha triunfado y él escapa de milagro), hasta que por fin logra «enderezar el entuerto» y normalizar su mundo, esta vez ya sin el capitoste problemático.

Y entonces cabe preguntarse:

¿Qué pasa en todos esos universos, donde la tiranía ha triunfado o las circunstancias están cambiadas? ¿Hay otros «heroes» que han vencido, se han adaptado o han sucumbido?

 

Un caso personal

Mi abuelo materno era un ser contradictorio. Por un lado, simpatizaba con la República Española y fue uno de los fundadores del Centro Republicano Español, que desde Argentina tendió ayudas al legítimo gobierno amenazado.

Por el otro, era un guardián celoso y tiránico de mi madre (púber por entonces)y sus dos hermanas menores. A tal punto que mi madre sólo pudo conocer a mi padre cuando éste, en 1947, en su calidad de Instructor Scout, visitó su casa buscando al único hermano varón de mi madre que era de su tropa. De otra manera, yo no habría nacido.

Ahora bien; como todos saben, en nuestro universo el III Reich fue derrotado y el tirano Francisco Franco debió hacer, a partir de ese momento, buena letra con las potencias triunfantes.

Pero si el III Reich hubiese resultado triunfador, las tiranías de entonces habrían hecho buenas migas con nuestros derechistas telúricos, que ya estaban en el poder a partir de 1943.

Eso habría significado la deportación para mi abuelo, quien nunca se nacionalizó argentino, para que una vez en España fuese fusilado o terminase de por vida en una cárcel franquista.

Entonces mi madre se habría visto libre de su férula y difícilmente habría conocido a mi padre.

Por lógica, en ese universo yo no habría tenido demasiadas oportunidades de ser gestado.

Como pueden ver, las probabilidades que propone la especulación de la Historia afectan -y mucho- las historias individuales. Distinto es la Macro Historia o Historia propiamente dicha, que se rige por leyes que Isaac Asimov intuyó y expuso en su «Trilogía de las Fundaciones».

Allí es más difícil -no imposible- que un acto individual cambie el devenir de los acontecimientos. Podrá haber diferencias sutiles, pero en esencia habría sido lo mismo.

Como creo haber citado en otra parte, la situación de Alemania no sólo tras la I Guerra Mundial, sino tras la crisis de 1930, era tal que, si no hubiese estado Hitler, alguien habría hecho algo parecido a lo que él hizo.

Y eso se puede aplicar a casi todos los acontecimientos históricos que han tenido alguna relevancia.

 

La Soberbia

No es extraño que el Cine y la Literatura norteamericanas tengan este tipo de Ucronías, donde la Historia se cambia a placer viajando en el tiempo.

Es otra expresión de soberbia de quien se sabe Amo en el resto de los terrenos, por más que procure forrar su garrote con sedas.

Ese es el triste oficio de Winston Smith, inventar un pasado de mentiras para conformar al Gran Hermano. Tristes creadores que, sin cultura y sin reflexión, se prestan a ese manoseo de la Historia.

Sí rescato las Ucronías legítimas, las que especulan sobre un posible mundo a partir de un determinado resultado histórico.

Y más rescato aquellas obras hechas por autores que conocen la Historia a fondo y que han ejercitado la Filosofía. Que son críticos con respecto a algunas probabilidades y que son lo suficientemente honestos como para respetar sus premisas.

 

Casi una Ucronía

Un curioso ejercicio ucrónico sería rescatar células de grandes personajes y crear clones a partir de ellas, haciéndolos vivir en nuestro tiempo y en condiciones similares o distintas a las del original.

Esa es la clave de la novela «Los Niños del Brasil»de Ira Levin, en la cual un discutible doctor Menguele, refugiado en Paraguay, desarrolla una serie de clones de Hitler para luego criarlos en hogares similares a los del «Führer», de modo de lograr un nuevo líder para las generaciones futuras.

Y aunque el Menguele de la novela muere a manos de un parafraseado Simon Wiesentahl (con otro nombre), uno de sus clones se perfila como el líder del futuro.

El error de Ira Levin consiste en creer que se pueden reproducir todaslas circunstancias de la vida de Hitler en sus clones.

Por ejemplo: Cuando para adoptar los clones se le acaban los matrimonios de edades tan dispares cuyo padre sea un funcionario (como eran los verdaderos padres de Hitler), se resigna acudiendo a ejecutivos; cuando un ejecutivo tiene una mentalidad distinta a la de un funcionario. Alois Schicklegrüber, el verdadero padre de Hitler, era un ser mediocre, cosa difícil que un ejecutivo sea. Su mayor orgullo era tener los bigotes dos centímetros más largos que los del Kaiser.

Asimismo, esa disparidad de edad entre ambos cónyugues hace que las agencias legales les nieguen la adopción… y por eso recurren a la adopción clandestina que Menguele les ofrece, sin saber de qué se trata. Si un matrimonio adopta, significa que no tiene hijos. Hitler tenía hermanos y hermanas mayores. La crianza en un hogar así es distinta de la de un hijo único.

Por no mencionar los años de Viena, misteriosos hasta para los mismos historiadores nazis, donde el joven Hitler parece haber sufrido experiencias terribles que jamás confesó.

Aún así, esta extraña Ucronía es válida como fuente de literatura. Y más lo es cuando se da al clon una vida diferente del original.

El original Napoleón Bonaparte era capaz de dictar cuatro o cinco discursos a la vez sin perder el hilo en ninguno de ellos. Recordaba a sus soldados por nombre y apellido sin equivocarse. Organizó el sistema de impuestos de Francia de modo tal que siguió usándose hasta pasada la mitad del Siglo XX. Fue el que dijo: «China es un gigante dormido. Déjenlo dormir. El día que despierte temblará el mundo.»

¿Se imagina un clon de Napoleón, hoy, estudiando informática? ¡Tiembla Bill Gates!

Y siempre sería hermoso pensar en un clon de Norma Jean Baker criándose en un hogar sano. Por supuesto, no sería Norma Jean Baker ni Marilyn Monroe. Sería una muchacha normal, bella, con absoluto derecho a la felicidad que le fue quitada a la original.

 

Conclusiones

Nosotros somos nuestro pasado y el pasado es fáctico; vale decir, inmodificable. Ese pasado nos ha formado y nosotros no seríamos lo que somos si no hubiésemos tenido esas vivencias.

De ese modo, si alguien viajase al pasado y alterase alguna de esas vivencias, nuestro modo de ver las cosas sería diferente, por lo que no habríamos podido jamás inspirar ese viaje al pasado con esos objetivos.

Ahora bien: Que el pasado sea fáctico, no quiere decir que sea determinante. Podemos haber cometido errores, haber vivido experiencias terribles, etc. Pero está en nosotros definir, desde el presente hacia el futuro, si seguiremos tropezando con las mismas piedras o intentaremos, con serenidad y cerebro, cambiar el rumbo para mejor.

De otro modo, nos haríamos cómplices morales de esas Ucronías soberbias, sin darnos cuenta que contribuiríamos a dejar de ser lo que somos para terminar no siendo nada.-

 

Fernando José Cots

Marzo de 2010