Después del mes que nos tomamos para tener un respiro, aquí estamos.

Dentro de dos meses, en septiembre, llegamos al número 200 de Axxón. También se cumplen 20 años de la aparición del primer número. Poco después, más o menos en enero, estaremos alcanzando los 20 millones de visitas a nuestra portada.

Son números más que importantes. No nos hemos librado nunca de las crisis; la carrera de Axxón tiene como cimiento y núcleo haber superado, una y otra vez, los problemas y los bajones, los malos momentos de los que no se puede escapar ninguna persona en este mundo. Por esta tozudez, por la persistencia, o insistencia, creo yo, es que hemos logrado estos números y aquí estamos.

No hay superhumanos aquí. Se logró con renovación. Veinte años de Axxón nos han servido para aprender que es necesario renovarse constantemente. El entusiasmo que se siente por una actividad “por amor al arte” sufre un desgaste y muchas veces se esfuma y desaparece del todo.

Es muy posible que lo que pasa es que no se cumplan las espectativas que nos llevan a encarar estas “quijotadas”, y finalmente nos desinflemos.

No crean que escribo este Editorial con ánimo deprimente, sólo interpreto y quiero mostrar la realidad. La vitalidad de un proyecto debe estar en la posibilidad de renovarse. Y nosotros lo hicimos varias veces. Es muy posible que lo sigamos haciendo. La renovación, y el recambio, es casi como una ley del Universo (o mejor, una ley de los Humanos), y aunque duela, hay que decir adiós a algunos que se cansaron y recibir con un abrazo a los nuevos que llegan con muchas ganas.

¿Que con esto estoy opacando el entusiasmo, las esperanzas y el impulso de los que podrían comenzar ahora?

¡Nada de eso, porque ellos serán los mejores! ¿No ha sido cada vez mejor Axxón a lo largo del tiempo? ¿No ha crecido, no se ha diversificado, no ofrece cada vez más? ¡Cada uno que llegó hizo que Axxón sea mejor que antes! Y creo que esta es otra ley…

Así será ahora, gracias a los que quedamos, y primordialmente, gracias a los que llegan. Ha sido así hasta ahora, y espero que siga así para siempre.

Eduardo J. Carletti, julio de 2009

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