No sólo las PCs rebootean (A propósito de Star Trek), Ricardo Goldberger
Agregado el 10 septiembre 2009 por admin en 200, ArtículosEn algún momento de mi adolescencia decidí, por razones que no vienen a cuento aquí, que ya era grande para andar «leyendo historietas». Lo pongo así, entre comillas, porque debería leerse con intención peyorativa: leer historietas era de nenes y yo ya había pasado esa etapa.
A los 35 años llegué a la conclusión de que leer comics (ya no se llamaban historietas) no era, necesariamente, una actividad infantil y que, de hecho, había muchas y muy buenas razones para seguir leyendo las revistas que tanto me habían fascinado de chico.
Lamentando los casi 18 años de tiempo perdido, decidí recuperar algo y comencé a buscar, primero en las librerías, luego en las recientemente aparecidas comiquerías (¡gracias, Gerardo, por permitirme ponerme un poco al día!) y finalmente, en Internet, aquello que me faltaba y que me permitiría ponerme al día.
De repente me vi envuelto en un mundo del que ya no entendía más nada. Cuando dejé de leer historietas, Lex Luthor era un científico malvado, Robin era Ricardo Tapia, Bárbara Gordon era Batichica y Johnatan y Martha Kent estaban muertos.
Cuando retomé la lectura, Luthor era el más grande magnate del mundo, candidato a la presidencia de los Estados Unidos, Robin no sólo era ahora Tim Drake sino que era el tercero, ya que el segundo, Jason Todd, había muerto. Bárbara Gordon estaba en silla de ruedas y se llamaba Oracle, Superboy era Conner Kent y no tenía nada que ver con aquél Superman infantil que, dicho sea de paso, nunca había existido (¿¿¿quééé??? Si yo lo vi) y Jonathan y Martha estaban vivitos y coleando. El mundo estaba revuelto, era un caos del que no sabía cómo salir pero, sobre todo, no tenía la menor idea de cómo ni porqué las cosas habían cambiado tanto.
Con el tiempo, y gracias a Crisis en Tierras Infinitas, Man of Steel y Batman Year One me enteré de un fenómeno que no sabía que existía: el rebooteo. ¿Pero cómo? ¿Eso no lo hacen las PCs? ¿De qué hablas, Willys?
Razones pura y exclusivamente de mercado (que no creo que vengan al caso discutir acá) habían dado origen a la necesidad de ir recontando, cada tanto, la historia de los personajes de nuestros sueños, para ir adecuándolos a la realidad de los lectores actuales. Es decir, los que eran lectores en la década del ’60, en los ‘80s y ‘90s y en el presente.
El rebooteo no era algo desconocido en la era dorada de los superhéroes. Ya en la década del ’40 y por la influencia de la radio, Superman pasó de llamarse Kal-L a Kal-El y el Daily Star de George Taylor pasó a llamarse Daily Planet, con Perry White como su editor. Eso sí, ahí no hubo ninguna explicación del cambio.
Con el correr del tiempo se hizo necesario ir adecuando las características de los personajes a la situación del momento. Por eso hoy las aventuras de los superhéroes durante la era de la guerra fría y del Código Hayes nos suenan sumamente ingenuas e infantiles, rozando el absurdo.
No debemos confundir la evolución que puedan tener los personajes o la adecuación a la época con un rebooteo. La década del ’70 trajo mayor seriedad a las publicaciones de superhéroes. Derribada la censura, temas como la drogadicción, la guerra de Vietnam y la violencia callejera tomaron relieve, porque estaban en la calle, en la temática diaria. Y los comics no quisieron quedarse afuera. Autores y editores como Denny O’Neil y la dupla Steve Englehart – Marshall Rogers, entre otros, volvieron a darle a Batman el tono oscuro que la serie de TV le había quitado.
El primer gran reinicio de la historia del Universo DC fue Crisis en Tierras Infinitas, de 1985 ante la necesidad de terminar con una buena parte de la confusión provocada por la existencia de múltiples universos paralelos. Fue el disparador de cambios profundos en todos los personajes.
Si bien la historia de Superman fue recontada un par de veces desde su creación, con la aparición de The Man of Steel de John Byrne en 1986, el Hombre de Acero obtuvo un nuevo origen, los personajes principales sufrieron importantes cambios y los propios poderes de Superman fueron modificados de manera sustancial.
Ese mismo año Frank Miller publicó Batman, el Caballero de la Noche en lo que muchos consideran que fue un relanzamiento del personaje. Actualmente se caracteriza a este libro más un «Elseworlds», pero enancado en esa historia, en 1987 Miller pública Batman Año Uno, en lo que sí puede considerarse el reinicio de la historia de Batman.
El tema del rebooteo da para mucho más y, en algunos casos, sería muy interesante revisar los detalles de cada episodio. Pero para lo que queremos decir en esta nota, creo que ya hemos dado suficientes argumentos como para dejar en claro que el reinicio es un mecanismo aceptado y eficaz.
Star Trek reinicia
Después de más de 40 años, era lógico que el Universo Star Trek sufriera un rebooteo. A diferencia de su análogo, el Universo Star Wars, la historia fundada por Gene Rodenberry siempre hizo más hincapié en las características de los personajes y sus interacciones que en las aventuras y la acción. Quizá eso hizo que el Universo ST tuviera más contactos cercanos con la realidad, a pesar de toda la metáfora subyacente al Universo SW. Y por eso se imponía un reinicio de una historia que necesitaba ser recontada.
Y esto que menciono no deriva de un estudio sociológico o antropológico sino de la realidad pura y dura de los números. Seis «sagas» televisivas (contando la serie animada) y 10 películas después de la creación de Star Trek en 1966, la caída en el rating y en la recaudación de los cines resultó ser un determinante bastante certero de la disminución lenta pero continua de la aceptación del Universo ST por parte de los televidentes y cinéfilos.
El reinicio se hace necesario, entonces, como un mecanismo de supervivencia. Es más, en este contexto, la elección de J. J. Abrams como gestor del asunto no es descabellada. Alguien más cercano a la historia anterior podía haberse sentido tentado de persistir en algunos clichés y hubiese tenido más reparos a la hora de cambiar la historia «canónica».
Precisamente lo mejor de Abrams, en este caso, es su irrespetuosidad. No tuvo empachos en cambiar la historia y dejarnos con unas cuantas preguntas del tipo «¿no era que…?».
Quizá no haríamos un análisis completo si no habláramos, aunque sea de manera somera, del mecanismo utilizado para los rebooteos. Si bien en los ejemplos que dimos, muy pocas veces hay explicaciones claras y concretas, es posible inferir algunas técnicas.
En Batman Año Uno no existe ninguna explicación: esta es la historia del origen de Batman. «Si no te gusta, tengo otra», diría Miller, parafraseando a Groucho Marx.
Crisis en Tierras Infinitas, en cambio, está bastante claramente indicada como producto de la confusión provocada por los distintos universos paralelos. Una amenaza contra su supervivencia, termina provocando la destrucción de casi todos a excepción del que queda redefiniendo la existencia de los personajes.
Prácticamente ninguno de los distintos rebooteos que ha sufrido Superman tuvo explicación alguna, excepto muy posterior, cuando en la década del ’70, durante la llamada Silver Age (aquella que conocimos a través de Editorial Novaro, con los magníficos dibujos de Curt Swan) nos dijeron que aquél Superman original, el de la «S» rara, que de niño vivió en un orfanato antes de ser adoptado por los Kent, era el Superman de Tierra 2. El mecanismo de las Tierras paralelas empezaba a extenderse por todo el Universo DC.
Abrams apeló a un mecanismo bastante utilizado en ciencia ficción pero que nunca habíamos visto tan ampliamente utilizado como en Volver al Futuro: la realidad alternativa. Pariente conceptual de los universos paralelos, la realidad alternativa es una línea de tiempo diferente de la original, provocada por algún evento que bifurca, cuánticamente, la línea del tiempo.
A raíz de la destrucción del planeta Romulus en lo que sería «nuestro» universo, «nuestra» línea de tiempo, un romulano viaja al pasado para vengarse del hecho. Pero en lugar de llegar al pasado de la línea del tiempo original, lo hace creando una alternativa. En esta línea, el Cap. Pike nunca fue a Thalos IV, el PonFarr probablemente no exista y el que desaparece destruido es Vulcano. Y no voy a contar qué otras diferencias hay para no adelantar información a quienes no vieron todavía la película.
Lo cierto es que tarde o temprano, en algún momento de una historia que lleva décadas desde su creación, el reinicio, rebooteo o como se lo quiera llamar, parece inevitable. Y suele ser la única manera que los autores encontraron, por ahora, de aggiornar, de actualizar, de hacer digerible a la audiencia actual, una historia que tiene… bueno, su historia.
Si nos gusta o no, si estamos de acuerdo o no, eso, pequeño Adams, es otra historia.
Artículo publicado en El Blog de Ricardo G.