«Entrevista a Laura Ponce», Ricardo Giorno
Agregado el 3 marzo 2013 por dany en 240, Artículos, tags: EntrevistaARGENTINA |
Laura Ponce
AXXÓN: Me gustaría comenzar con tu faceta de escritora: ¿Cómo, o por qué, te iniciaste en la ciencia ficción?
LAURA PONCE: La ciencia ficción siempre me atrajo, incluso antes de enterarme de que existían clasificaciones conocidas como «géneros literarios». Supongo que siempre la entendí como algo más, algo que se salía de los moldes tradicionales, e intuitivamente la preferí. Al conocerla y entenderla mejor, reafirmé esa elección. Terminé de asumirla como forma narrativa, como modo de estructurar el pensamiento, como manera de ver el mundo; terminó haciéndoseme carne.
Cuando empecé a escribir, a los trece años, lo primero que escribí fue una historia sobre una invasión extraterrestre. Fue lo que salió. Lo que tenía ganas de contar. Y no podía ser contado sin los recursos o las herramientas de la ciencia ficción. Con todo lo mal escrita que estaba, no era «Romeo y Julieta» en una nave espacial; era la historia de un choque cultural, de la invasión tecnológica y el cambio social, de adáptate o perece.
Escribir es un proceso que siento muy ligado a mi identidad, creo que nunca soy más yo que cuando escribo. Sin embargo, no es un proceso exclusivamente interno o autorreferencial, también se alimenta de lo que está afuera de mí, de todo lo que vivo, y se halla irremediablemente unido a la lectura. Después de leer «Crónicas Marcianas», de Bradbury; «Ciudad», de Simak… era inevitable que volviera a la biblioteca del colegio para ver qué más había en el mismo estante. Y en el de abajo estaba «Ficciones», de Borges. Ahí me deslumbró la belleza, el descubrimiento de que la literatura podía ser más que contar una historia, podía tener capas y múltiples significados, podía ser el placer de una filigrana.
Y nunca más abandoné ese camino. Siempre que escribo pienso que lo que hago tiene que ser algo más que contar una historia.
AXXÓN: Me gustó eso de «como manera de ver el mundo». ¿Vendría a ser el inverso proporcional de pinta tu aldea y pintarás el mundo? O sea que ¿hablo de seres imposibles, para hablar libremente de mi vecino?
LAURA PONCE: Sí, en parte de trata de eso, de la ciencia ficción como metáfora o extrapolación de lo cercano, de eso que se nos presenta como realidad inmediata, pero con la que no sabemos del todo cómo tratar. La ciencia ficción es un ámbito de ensayo para las ideas, teorías e interpretaciones.
Pero no me refería a eso, sino a algo más personal, más de aplicación en la vida diaria, en todas las actividades y ámbitos que la componen, no sólo en lo literario: creo que, para los que hacemos esto, la ciencia ficción se convierte tarde o temprano en una dinámica del pensamiento, un modo de percibir y analizar todo lo que nos rodea y nos sucede, una forma de estructurar el proceso mental basada en la racionalidad, la capacidad de extrapolación y anticipación, y en cierta agilidad, en cierta cualidad adaptativa. Clarke decía que el escritor de ciencia ficción presta un gran servicio a la comunidad, porque al trazar los mapas de los futuros posibles e imposibles, estimula en los lectores la flexibilidad mental, los prepara para el cambio, que es lo único seguro en un mundo en constante evolución científica y tecnológica. Me parece que es difícil lograr eso si no empezamos por nosotros mismos.
AXXÓN: ¿Qué distancia hay entre «La tormenta» y «Esas pequeñas cosas»?
LAURA PONCE: ¿Distancia temporal?
Me parece recordar que fueron escritos más o menos en la misma época. Al poco tiempo de que yo «descubriera» Internet, y empezara a relacionarme con la gente del Grupo Axxón, allá por el 2005. Tuve una buena producción en esa época, escribí unos cuantos cuentos que siguen gustándome mucho; casi todos los que integran «Relatos de la Confederación» nacieron en ese período (2005 – 2008). Se ve que me hizo bien descubrir tan buen espacio de intercambio y participación, je.
«La Tormenta» se publicó en la Revista Cuásar en junio del 2007, y hasta ahora no ha salido en ningún otro medio.
«Esas pequeñas cosas» se publicó por primera vez en NGC3660 en noviembre del 2006, y ahora, el mes pasado, seis años después, la Revista NM publicó una versión corregida.
Para mí es una alegría, porque es uno de mis cuentos favoritos.
AXXÓN: Me refería más a una distancia de estilo narrativo y de «madurez» en la forma. Fijate que, a mi entender, los dos cuentos difieren entre sí, no en la temática, sino en la representación interna que te habrás hecho y en la exposición ante los lectores.
LAURA PONCE: Ah, comprendo. Bueno, en cierto modo la literatura también es eso para mí: tratar de evolucionar, buscar nuevos desafíos. Yo no tengo formación académica, técnica ni científica, de modo que el primer desafío que me impone la ciencia ficción es aprender, investigar para hacer que lo que cuento (aunque su tema central sea otro y no pretenda escribir un tratado de divulgación científica ni mucho menos) resulte verosímil y con una pata bien apoyada en lo conocido; eso no representa un problema ni una restricción terrible porque afortunadamente vivimos en un universo fascinante, del que cada día se descubren más y más detalles sorprendentes; la realidad misma brinda material y herramientas más que suficientes si uno ejercita apenas un poco la curiosidad.
El segundo desafío que me plantea el acto de escribir es la búsqueda estética, eso que nombraba al principio como la construcción de capas y filigrana.
Escribir es contar algo, encerrarle un significado (a menudo, más de uno), pero es también contarlo de determinada manera.
Me gusta jugar con eso —porque también escribir no es un acto exento de egoísmo; escribo, antes que por ninguna otra razón, por mi propia necesidad y para mi propio placer—. Me gusta «construir» algo con el texto. Una forma. Una impresión estética. Pero no la estética por la estética misma, sino al servicio de lo que estoy narrando. Es como cuando le encargo a un artista que ilustre un cuento para PRÓXIMA: lo que busco es que complete, acompañe o resignifique la narrativa del texto, no un simple adorno.
En el caso de «Esas pequeñas cosas», un cuento acerca de la memoria, se me impuso contarlo hacia atrás, de algún modo intentar recrear ese proceso de reconstrucción (muchas veces engañosa) que implica el recordar; lo fui armando con eso en mente, ese propósito estuvo presente a lo largo de todo el proceso de escritura, por esta razón no es un recurso artificioso agregado después, no es «maquillaje», sino un aspecto ligado a la identidad del cuento.
Cuando escribo, también me interesan los aspectos simbólicos, las capas de significado, lo que me impone nuevos desafíos…
Creo que mientras exista ese estímulo, mientras me genere este entusiasmo, podré seguir escribiendo.
AXXÓN: Ya que nombraste a PRÓXIMA (je, me la dejaste picando en el área), y estamos con las distancias, ¿qué distancia hay entre PRÓXIMA y SENSACIÓN?
LAURA PONCE: ¡Jajaja! Perdón, no fue esa mi intención. Pero ya que lo preguntás… :-P
Entre PRÓXIMA y «SENSACIÓN!» hay varias distancias reconocibles. Quizás la menos significativa es la distancia temporal.
Son dos publicaciones en papel, pero la idea que las originó nació de la publicación digital. Para mediados del 2008 estaba trabajando en Axxón, formando parte del equipo de dirección editorial con Carlos Daniel J. Vázquez y Eduardo Carletti, fascinada por la cantidad y calidad del material que nos llegaba para el sitio, pero ya notando la contradicción que plantea la publicación digital, su capacidad para llegar a los puntos más distantes del planeta, pero su limitación con respecto a quiénes tienen acceso a ella (ahora podrá ser común tener Internet en casa o incluso en el teléfono celular, pero no lo era entonces; yo empecé leyendo Axxón en los cybers; para el trabajo de edición iba y venía con los diskettes 3 ½ ). En esa época, a raíz de que me publicaron un cuento en «Ópera Galáctica», me enteré de que existía algo llamado fanzines, y me interesé en esto de la publicación independiente, la posibilidad de publicar en papel y de llegar a otro público. Así surgió «SENSACIÓN!» , cuyo primer número se presentó en enero de 2009. Era un homenaje al pulp y el «sense of wonder», ese exotismo y aventura que caracterizaba a las revistas de la época de oro de la ciencia ficción, como «Amazing». El subtítulo lo decía todo, era: «SENSACIÓN! En Tecnicolor» . Fue un poco el experimento, el banco de pruebas, un modo de explorar las posibilidades del medio y del formato. Pero, aunque me gustaba ese perfil y esa línea editorial, y me interesaba y me divertía la propuesta de recuperar algo de esa mirada inocente y fascinada, la ciencia ficción que a mí me gusta es la más moderna, la que tiene menos de fantasía y más de ciencia, pero también que está más seriamente interesada en los aspectos filosóficos de las problemáticas humanas. Del mismo modo que escribo por motivaciones egoístas, cuando edito para una publicación mía lo hago siguiendo mi propia preferencia, armando el rompecabezas de lo que a mí me gustaría leer. Y la presentación no me parecía un aspecto menor; del mismo modo que quería plantear cierta línea editorial, también quería lograr cierto aspecto estético; quería concretar un objeto con determinadas características. Así, en marzo de 2009 salió PRÓXIMA 1 – VERANO.
Este mes acaba de salir el Nº 17, con el que estamos comenzando el quinto año del proyecto. Parece mentira cómo ha ido creciendo la nena… :-)
AXXÓN: Siendo ahora una —para mí— exitosa editora, ¿cómo te das —o no— un espacio para tu faceta de escritora?
LAURA PONCE: Gracias por el elogio, me halaga :-)
Y de algún modo me siento así: exitosa, porque estoy haciendo la revista que quiero hacer. Con todos los errores que tiene o todo lo que le falta por mejorar y crecer —y me falta a mí por aprender—, siento que se valida número a número, reafirmando sus propósitos.
La faceta de escritora pasa por un período complicado. El trabajo de edición me insume mucho tiempo y energía, no sólo energía organizativa sino también creativa. A eso se le suman situaciones y procesos personales —vengo de un par de años difíciles, y este fue particularmente duro—. Además, como te decía al principio: escribir es para mí algo ligado a la identidad y a mi manera de comunicarme, y quizás un modo de intentar conocerme a mí misma; tal vez en este momento esté haciendo eso de otras maneras, buscándolo por otros medios.
AXXÓN: ¿Lo fantástico fue llenando los estantes que pertenecían a la ciencia ficción o me equivoco de par en par?
LAURA PONCE: No, lo fantástico siempre tuvo un lugar importante en la biblioteca de mi preferencia, pero la ciencia ficción lo supera ampliamente; y la proporción se viene manteniendo más o menos constante a lo largo del tiempo :-)
AXXÓN: Yo me refería a los estantes de las librerías. El tema de las preferencias de los lectores.
LAURA PONCE: Ah, perdón. ¡Me pongo muy autorreferencial a veces!
El tema de las preferencias de los lectores o del público en general es siempre un asunto complejo. La oferta también influye en la demanda: cuánto se difunde, cuánto se da a conocer, la cantidad y variedad de productos disponibles, la publicidad que se les dé, el modo en que se instalan como propuesta y como moda desde los medios de comunicación. Eso se modela más allá de las preferencias reales del público. Las preferencias también se construyen. Sin embargo, asumiendo esas preferencias como verdaderas (tan verdaderas como pueden ser las veleidosas preferencias de una sociedad), podrían escribirse estudios sociológicos intentando explicar o discernir por qué en determinado momento se instala la ciencia ficción (Star Trek) y después la magia (Harry Potter), y más tarde el tema de los vampiros (Crepúsculo), o el de los muertos vivos (The Walking Dead), qué nos dice eso de la sociedad, de su idea acerca del futuro, de su construcción mítica, de su necesidad de ejercitar el imaginario en determinada dirección. Podría postularse, por ejemplo, que la sociedad está más abierta a considerar lo fantástico, aceptar una situación sin más explicación que lo axiomático (es así porque es así), porque garantiza la evasión, porque le permite alejarse de su vida cotidiana de un modo más absoluto que una ficción científica, que siempre tendrá una pata bien apoyada en la realidad, que quizás requiera un esfuerzo de entendimiento mayor y cierto compromiso intelectual. Lo fantástico también trabaja con símbolos y también permite la extrapolación; cuando se habla de brujas y duendes, de vampiros o de muertos vivos, también se trata de arquetipos, de figuras a las que se les da determinado significado, y se las usa para hablar del otro y de las relaciones y conflictos humanos (la sexualidad, la pérdida de la inocencia, las desigualdad social, etc.). La fantasía no es menos válida como herramienta para trabajar esos temas, pero no tiene más ancla en la realidad que el inconsciente. Quizás esa libertad es lo que le atrae al público. Pero me parece un acercamiento un tanto simplista. No hay una sola respuesta. El tema es muy complejo.
AXXÓN: Me encantó esta respuesta, tocaré algo de su contenido más adelante. Ahora me entra una duda: ¿Star Wars es ciencia ficción o fantasía?
LAURA PONCE: En mi opinión, Star Wars es fantasía. Podés trasladarla perfectamente a un escenario medieval; tiene un «maquillaje» de ciencia ficción, una estética, pero no requiere de sus herramientas; la ciencia ficción no es condición ni fundamento en la historia que cuenta.
AXXÓN: Me pareció una respuesta demasiado acotada (muy buena, pero poco explicativa), personalmente hablando. ¿Podrías extenderte un poco más?
LAURA PONCE: Sí, cómo no. La definición o parámetro que aplico para determinar si una historia es ciencia ficción o no, es bastante simple, se basa en preguntarme: ¿Los elementos de ciencia ficción que tiene el relato son indispensables para la historia? ¿Qué pasa si los saco? ¿El relato se sostiene? ¿Puede contar lo mismo sin ellos?
Hagamos el ejercicio con Star Wars: ¿Qué pasa si saco los robots y los reemplazo por sirvientes? ¿Qué pasa si saco las naves espaciales y las cambio por otros vehículos o directamente por caballos, o dragones? ¿Qué pasa si saco las espadas-láser y las cambio por sables, a los que hasta podría darles nombre? ¿Qué pasa si saco la variedad de «razas» extraterrestres y la cambio por elfos, enanos, ogros, etc.? Para que tenga el registro más reconocible de la fantasía épica no tengo ni que cambiar la identidad de los personajes, hasta tienen títulos nobiliarios: hay princesas, emperadores, duques… Tienen, incluso, un Caballero Oscuro… ¿Qué más se puede pedir? Si hago todo eso, si cambio todo eso, igual puedo seguir contando la misma historia, porque se trata de un argumento de caballería, de fantasía épica, no de ciencia ficción.
Tratemos de hacer el mismo ejercicio con «2001: Odisea del espacio», o con la novela «El fin de la eternidad». ¿Se puede? Quizás pueda sacar las naves y el viaje espacial, puedo reemplazarlo por una base submarina, o un puesto de avanzada en el desierto, pero si saco a Hal 9000 o al monolito ¿puedo contar lo mismo? Si saco el viaje en el tiempo, ¿qué me queda de la aventura de Harlan, el ejecutor? Si saco la paradoja temporal, ¿puedo contar lo mismo? Creo que no.
La línea se hace más borrosa cuando nos alejamos de la ciencia ficción dura y ya no tratamos con elementos tecnológicos o científicos reconocibles sino con especulación sociológica, psicológica, filosófica. Pero creo que en estos casos el parámetro lo da la seriedad de la especulación, siempre con un pie bien apoyado en la realidad, en los conocimientos adquiridos mediante esas «ciencias no exactas». Desde ahí, si se hace con habilidad, se puede saltar hasta donde quieras.
Y después pueden diferenciarse un montón de matices, claro: historias de ciencia ficción, con ciencia ficción, sobre ciencia ficción, etc.
Axxón: La siguiente pregunta es más una duda que me persigue desde hace un tiempo. La cosa es más o menos así: yo pienso que los escritores de ciencia ficción corremos con desventajas comparados con, por ejemplo, un escritor costumbrista y/o de comedia romántica. Lo digo porque el público puede ver hasta el hartazgo cien variaciones de «Cuando Harry conoció a Sally» pero no puede soportar dos películas diferentes donde el argumento se base en un robot que recibe un rayo y adquiere conciencia de sí. Como que la ciencia ficción debe tener continuamente ideas innovadoras. ¿A vos qué te parece?
LAURA PONCE: Jeje. Asunto complicado, si los hay.
Creo la ciencia ficción es un poco víctima de su propio éxito, de sus propias características esenciales. Se le pide que tenga continuamente ideas renovadoras porque por naturaleza es origen y espacio de discusión de esas ideas. Además es característica de la sociedad actual, ya enviciada con los cambios vertiginosos, estar pidiendo más continuamente. Los contenidos no importan demasiado porque apenas son percibidos (y la ciencia ficción es, sobre todo, contenidos, ideas), las formas, cuanto más llamativas, mejor, porque en la cresta de la continua ola de novedades hay que poder diferenciarse, porque ya viene otra y otra y otra cosa más, que demasiado pronto sepulta en el olvido lo que era flamante hasta recién… Creo que la enfermedad que define nuestro presente es el Déficit de Atención. Además, como nada se aprecia lo suficiente, como muy pocos se toman el tiempo de conocer verdaderamente algo, lo que rige la vida en el mundo actual es el pre-juicio, la idea que tenemos de algo antes de conocerlo. No es algo necesariamente malo (hay demasiado por conocer en el universo, nos quedaríamos paralizados, no podríamos desenvolvernos en el mundo si esperáramos conocer cabalmente cada objeto o cada persona; nunca terminaríamos), pero, por desgracia, ahora parece ser el mecanismo que se impone sobre cualquier otro, casi anulando la verdadera experimentación o búsqueda de entendimiento.
Un poco se trata de lo que te decía antes: se espera que la ciencia ficción sea eso que propone (o lo que el gran público supuestamente entiende por tal): ideas novedosas, imágenes grandilocuentes, desafío intelectual, pero ese mismo gran público tampoco está demasiado dispuesto a dedicarle el tiempo y compromiso mental o un mínimo espacio de análisis y reflexión; se aburre demasiado rápido y se va a mirar una comedia romántica.
AXXÓN: En una pregunta anterior hablaste de «construcción mítica» de la sociedad. Desgraciadamente sólo conozco de Latinoamérica, Argentina y Uruguay. Así que mi pregunta quizá tenga validez local: ¿Por qué sabemos todo de elfos, trolls, orcos, mitología griega, mitología celta, etc., y no sabemos un catzo sobre incas, mayas, aztecas? O sí sabemos, pero no escribimos. O escribimos muy poco.
LAURA PONCE: Bueno, creo que se debe a la tan mentada invasión cultural.
En primera instancia, hay mucha más presencia, mucho más conocimiento general, mucho más material disponible acerca de mitología clásica (griega y romana) y mitología nórdica, que sobre mitología latinoamericana o argentina; basta ir a cualquier biblioteca no especializada para comprobarlo. Pero bastaría con pedir diccionarios: ¿cuántos encontraríamos de inglés y cuántos de quechua o aimará?
Parece una comparación tramposa, pero creo que va al origen del problema: falta conocimiento sobre mitología precolombina porque falta interés sobre la cultura nativa en sí; no se la valoriza porque se vive en la creencia de que lo de afuera es mejor. Esta situación es el resultado de quinientos años de conquista, vaciamiento e imposición cultural, de un patrimonio y una identidad barridas con fuego y con sangre, y de nuevos dioses y nuevas leyes metidos por la fuerza; se nos convenció de que las viejas creencias y las viejas formas de vida estaban equivocadas, que eran vergonzantes, y que la Verdad y lo valioso venían de afuera, y hoy en día seguimos presos de ese convencimiento. No es fácil de revertir. Sin embargo, afortunadamente, hay cierta tendencia en dirección contraria, cierto redescubrimiento de las raíces. Prueba de ello es la «Saga de los Confines», de Liliana Bodoc, o «Ygdrasil», de Jorge Baradit.
Hay un territorio vasto y fértil, sólo hay que tener ganas de ir a explorarlo. Y ahí, a partir de ese interés, de esa valorización, quizás comience un verdadero renacimiento.
AXXÓN: La siguiente es una pregunta donde pretendo que no te busques escapatoria, je. Como editora: si necesitás un cuento para completar PRÓXIMA, y no podés tocar los otros cuentos ni nada de la revista, y tenés un cuento fantástico y otro de ciencia ficción. Los dos son iguales de buenos, y los dos se prestan para la temática de ese número. (¿Me olvidé de algo para que no te escapes?). ¿Cuál elegirías? ¿Por qué?
LAURA PONCE: Elegiría el de ciencia ficción.
¿Fui suficientemente directa? :-P
Lo elegiría porque, en la línea editorial de la revista, la ciencia ficción está primero. Pero, por supuesto, eso responde también a mi preferencia personal.
AXXÓN: ¿Cuál sería el límite del «avance» del editor? ¿Depende del prestigio de las editoriales? ¿Cuál es tu límite como editora?
LAURA PONCE: Siempre consideré que el propósito del editor es dar a conocer la mejor versión posible de cada obra. Mi trabajo es ayudar al autor a llegar a esa versión. No se trata de publicar el cuento que yo hubiera escrito con su idea, sino el cuento de él en su forma más perfecta. Para lograrlo, necesariamente, tenemos que comunicarnos, tengo que entender qué es lo que se propone, qué es lo que quiere contar o qué efecto busca provocar. A veces el cuento lo hace por sí solo, y no hay nada que corregir (esa es la situación ideal); otras veces, puedo identificar la idea, la intención, pero me doy cuenta de que no termina de cerrar o de que falla en algo, entonces empiezo a hablar con el autor, a comentarle mis impresiones y a hacerle preguntas; o, si veo claramente el problema, le hago sugerencias. Por supuesto, lo que hago son sugerencias, no imposiciones; el dueño del cuento y quien va a decidir su destino es el autor, no yo.
AXXÓN: Volviendo a tu faceta de escritora, ¿qué autores te influenciaron? Y como editora, ¿qué editores te influenciaron?
LAURA PONCE: Uh, los autores que me influenciaron son muchísimos; creo que todos los que he leído me formaron, de un modo u otro, respecto a lo que quería y a lo que no quería ser. Lo mismo pasa con los editores. Pero podría nombrarte a mis favoritos en ambos casos. En cuanto a los escritores: Úrsula K. Le Guin, Arthur Clarke, Phil K. Dick, Angélica Gorosdischer, Ray Bradbury, Greg Egan, Brian Aldiss, Carlos Gardini, Borges, Lovecraft… (y digo estos sólo por mencionar algunos). Y en cuanto a los editores, admiro el trabajo de Oesterheld en Hora Cero, de Stan Lee en Marvel, de Judith Merril en sus célebres antologías, de Hernán Casciari en Orsai; ese don maravilloso para la visión de conjunto… Acá, respeto mucho el trabajo de Eduardo Carletti, Santiago Oviedo, Luis Pestarini, con todo lo significa darle continuidad a los proyectos a lo largo del tiempo, superando innumerables obstáculos. Y quisiera destacar en particular a la persona que me enseñó valiosos principios del oficio (desde el consejo y desde el ejemplo): Daniel Vázquez. Vayan mi admiración y agradecimiento para él.
AXXÓN: ¿Porqué elegiste el papel por sobre lo digital?
LAURA PONCE: Principalmente, porque quería llegar a otro público, pero también porque quería recuperar el objeto: la revista como eso que uno lleva en la mochila y la saca en el banco de una plaza o mientras viaja en subte, o se la lleva para leer a la cama. Además, recuperar el objeto como algo hermoso, la cosa fetichista del acabado brillante, de contar con las mejores tapas, los mejores ilustradores, buena calidad de papel y de impresión… Aumentar el placer sensorial, devolverle al lector esa otra experiencia más compleja que ofrecieron tantas recordadas revistas de papel. En síntesis: quería hacer participar al lector de una manera más activa, darle más.
Foto para el recuerdo: PROXIMA y amigos reunidos tras la presentación del número 5.
AXXÓN: Por estas pampas la gran mayoría de los escritores noveles reniegan de la investigación previa. ¿Algún consejito y/o sugerencia?
LAURA PONCE: La sugerencia sería que se pongan las pilas, je: los libros no muerden. Mi opinión es que la investigación puede no ser imprescindible (dependiendo del tema que se trate), pero siempre es útil. Lo más probable es que muy poca de la información encontrada termine dentro del texto (y está bien que así sea), sin embargo, es una parte importante del proceso creativo, sobre todo si se quiere escribir ciencia ficción. Y también es una parte importante en la formación/educación del autor. ¿Se acuerdan de aquello de que «lo que se aprende no ocupa lugar»? Bueno, es tal cual; uno se va enriqueciendo, y nunca se sabe para qué puede terminar sirviéndole eso que aprendió.
Además, si van a escribir respecto de algún tema que no conocen, ¿no les da curiosidad averiguar lo que puedan al respecto? Creo que investigar no es una carga, es parte del placer de lo que hacemos…
AXXÓN: ¿Te imaginás una AXXÓN sin Carletti?
LAURA PONCE: Uhm, qué difícil… Creo que la verdadera prueba de las grandes obras es sobrevivir a sus creadores; sin embargo, dadas las características particulares de Axxón y la situación en que se encuentra, no me la imagino sin la presencia de Eduardo. Me parece que, más allá de que haya gente valiosísima como Silvia Angiola y Daniel Vázquez, cuyo trabajo hace posible cada número de la revista, el peso de que el portal siga en funcionamiento día a día sigue recayendo en gran medida sobre Eduardo, y eso es mucho decir.
AXXÓN: ¿Y una PRÓXIMA sin Laura Ponce?
LAURA PONCE: Acá la cosa es más complicada, je. Quizás porque no se trate de una gran obra, entonces no esté destinada a sobrevivirme, o quizás porque la línea de la revista lleva muy marcada mi impronta, mis preferencias y propósitos personales, pero no me imagino a PRÓXIMA hecha por otra gente. Podría continuar, por supuesto, pero creo que quienes la siguieran la harían a su modo; podría llamarse igual y seguir teniendo el mismo tipo de contenidos, pero sería la revista de quienes sean que la hagan, no la mía. Como dice el tango: «Ya no sos mi Margarita, ahora te llaman Margot». :-P
AXXÓN: Por aquí me topé con muchos a los cuales les leí sus cuentos, y luego les sugerí correcciones de estilo. Varios me respondieron: «No importa cómo esté escrito, lo que vale es la idea».
LAURA PONCE: Jeje, otro asunto espinoso… Sabrás bien que no coincido con esa apreciación: para mí el modo en el que está presentada una historia, la forma, el estilo, son muy importantes. Sin embargo, creo que tiene más potencial un cuento con una buena idea y mal estilo, que el caso opuesto; en lo personal, me entusiasma más, me da más ganas de trabajar, de ayudar al autor para mejorarlo, si veo que tiene algo que contar; si no hay sustento, si no hay «carne», el estilo no tiene más sentido que maquillaje en el aire.
AXXÓN: La respuesta es buena, pero diste un último ejemplo demasiado extremista…
LAURA PONCE: Sí, puede ser. Pretendí ser clara, no andar con evasivas, pero es cierto que en general nada es tan blanco ni negro; la realidad se mueve en un universo de tonos de gris. Es raro que me lleguen cuentos que no tiene nada que decir o que su autor no tenga ninguna noción de estilo. Sin embargo (y sin que esto libere a los autores de su responsabilidad por mejorar la forma en la que escriben), creo que el estilo se puede enseñar; lo otro no.
AXXÓN: Bueno, hasta aquí llegamos. La redacción de AXXÓN (y yo especialmente) te agradecemos por cómo te brindaste para esta entrevista. Será, entonces, hasta la próxima :)
Son tuyas las últimas palabras.
LAURA PONCE: Ha sido un gran placer compartir esta conversación con ustedes, con vos, Ric. Le tengo un gran afecto a la gente de Axxón, a todo lo que Axxón significó y significa para la ciencia ficción hispanohablante; creo que es un espacio al que todos los que estamos en esto le debemos mucho. Entonces, eso: Gracias.
Y será hasta la PRÓXIMA ;-)
Axxón 240 – marzo de 2013