AxxónCINE: «La Jetée, más allá de la ciencia ficción», Adam Gai
Agregado el 24 junio 2010 por admin en 208, Artículos, tags: CineLa Jetée
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La Jetée
Comentario por:
Adam Gai
Dirección:
Chris Marker
País:
Francia
Año: 1962
Duración: 28 minutos
Género:
Corto, drama, ciencia-ficción
Intérpretes:
Jean Négroni, Hélène Chatelain, Davos Hanich, Jacques Ledoux
Guión:
Chris Marker
Producción:
Anatole Dauman
Estreno:
16 de febrero de 1962
La jetée (1962) de Chris Marker es considerada por la crítica como una de las mejores películas de ciencia-ficción, pero, curiosamente, se aparta de las convenciones corrientes del género. No hay en ella naves interplanetarias, seres extraterrestres, monstruos fantásticos, espacios desconocidos o tecnologías ultra complejas. La tecnología se limita a un viaje en el tiempo, que tal vez es imaginario. La acción comienza en la «jetée» (terraza) del viejo aeropuerto de Orly, a la que los días domingo, los parisienses acudían con sus hijos a ver el aterrizaje y despegue de los aviones. Es allí donde se produce el asesinato del protagonista, ya adulto, en presencia de él mismo cuando era niño. La historia se inicia un poco antes de una supuesta Tercera Guerra Mundial y salta después al tiempo en que el niño es un adulto sometido a experimentos en las catacumbas del palacio de Chaillot, que lo remiten al pasado, al futuro y finalmente a los momentos en que comienza el relato. Basta, aparentemente, con la aplicación de una inyección para que el viaje temporal se produzca. Hay sí, obedeciendo las leyes del género, torturadores provistos de lentes que les permiten captar las imágenes soñadas o vividas por el héroe y hay, además, habitantes terráqueos del futuro, que se caracterizan físicamente por tener una especie de tercer ojo en la frente1. Son estos los escasos recursos que el film extrae de los anaqueles de la ciencia-ficción. Lo verdaderamente extraordinario está en otro nivel, el del discurso de la película, constituida por una serie numerosa de fotografías fijas que son comentadas por un narrador que las enlaza con su relato. Son las palabras del narrador las únicas que el espectador escucha, fuera de las que murmuran en alemán los que hacen ensayos con los prisioneros, dentro de la historia. Los sonidos que se escuchan en ella son esos murmullos, ruidos de aviones, al principio, y fuertes latidos del corazón de los hombres-cobayo. Los sobrevivientes de la guerra habitan el mundo subterráneo, porque no pueden salir a la superficie, en la que todo está contaminado por la radioactividad. Es por eso que los dominadores de turno intentan enviar a algunos de sus prisioneros a esferas de otros tiempos para conseguir alimentos, remedios y fuentes de energía. El único hombre que puede servir a sus propósitos es aquél que conserva una imagen persistente del pasado, en el que, como niño, es fascinado por la presencia de una mujer desconocida en la terraza del aeropuerto que visita. En ese momento será también testigo del asesinato de un hombre, que, sin saberlo, resulta ser él mismo, en tanto adulto.2 El mundo del pasado asoma paulatinamente en el presente de las catacumbas. Vemos así una sucesión de fotografías que parecen reproducir lo que imagina el personaje («El décimo día, las imágenes comienzan a fluir, como confesiones»). La fijeza de las imágenes, que el narrador comenta, parece ser prueba de que no sólo el espacio de la posguerra está deteriorado, sino también la dimensión del tiempo. Las imágenes inmóviles serían una manifestación de ello. La jetéepone en cuestión un principio básico del cine, el movimiento que lo caracteriza, y tal vez ésta sea la marca más punzante de ciencia-ficción en el corazón del discurso de la película. Un solo movimiento es perceptible como tal, el parpadeo de la mujer acostada, única escena tomada usando una cámara cinematográfica. El protagonista es el que puede vivir un mismo instante teniendo simultáneamente dos edades distintas, la de su infancia y la de su adultez, sin tener, al principio, conciencia de la situación. En ese momento fantástico va a penetrar uno de los agentes de las catacumbas para matar al protagonista, después de que se han alcanzado los objetivos por los cuales fue obligado a viajar en el tiempo.
Chris Marker (tal vez el menos famoso de los pioneros de la nouvellevaguefrancesa) se destaca por sus innovaciones en diversos campos. Es poeta, crítico de cine, novelista, fotógrafo, creador de instalaciones artísticas, inventor de tecnologías digitales y, sobre todo, director de cine documental. Sus obras no son fáciles de encasillar dentro de los géneros tradicionales, y por lo tanto, La jetéese define más correctamente como un foto-relato, que posee, por su configuración, elementos característicos de los álbumes de fotografía, de la proyección de diapositivas o de las historietas de papel construidas no con dibujos, sino con fotos (existe una versión libresca del film, La Jetée: cine-roman, New York, Zone Books, 1992). Los documentales de viaje de Chris Marker son también ensayos filosóficos en los que a veces las palabras tienen mayor relieve que las imágenes o les dan una significación muy distinta de la que tendrían si se exhibieran solas. La Jetée, a pesar de estar constituida por «stills», produce a veces, paradójicamente, una impresión de intenso movimiento. La carrera del héroe al encuentro de su amada, en la terraza del aeropuerto, es inmovilizada por las fotografías, y el procedimiento hace reflexionar al espectador sobre la naturaleza de lo que es un movimiento. Como los teoremas de geometría tratados con el método del absurdo, la captación de la continuidad en esta obra de Chris Marker, se vale, paradójicamente, de un procedimiento de negación de su continuidad: la cesura perceptible entre las imágenes. En las escenas de las catacumbas, la oscuridad, la difícil percepción del entorno, contribuyen al halo de misterio que envuelve a las acciones constantemente recortadas.
El título, como los críticos lo han señalado, permite una doble lectura. No se refiere sólo al espacio de observación en el aeropuerto: la jetée (la terraza), sino también a la presencia de un sujeto: la j´étais(en francés: yo estaba allí). Las dos frases comparten los mismos sonidos. El referente del deíctico yono es unívoco, puede referir tanto el protagonista como al narrador. Lo ambiguo, lo fantástico, mana de las imágenes, más por su sintaxis que por sus referentes. Este foto-relato de ciencia-ficción tan excepcional apunta, no obstante, a nuestra realidad histórica. La Tercera Guerra Mundial, los experimentos científicos con los prisioneros, el hábitat de los sobrevivientes, que resulta ser un nuevo campo de concentración, reflejan indirectamente lo que ocurrió en la realidad de la Segunda Guerra Mundial y constituyen también una advertencia sobre las consecuencias de las guerras y violencias de cualquier tiempo.
Chris Marker fue asistente de Alain Resnais en su famoso documental Noche y niebla(1955) y su foto-relato, como aquella película, es también una meditación sobre el poder de la memoria, sus elementos positivos y negativos. En La jetée es la capacidad de recordar de uno solo de los sobrevivientes la que puede contribuir a rescatar de la ruina al mundo de la posguerra. El olvido, la represión del recuerdo, su falsificación, la denegación, son un temible boomerang. El recurso de las fotos fijas hace patente la dificultad de reconstrucción de un pasado, sin el cual no se puede construir el futuro. Chris Marker ha señalado, respecto a sus películas documentales, que no son exactamente una muestra de cine-verdad, sino, en todo caso, una muestra de «cine-mi-verdad». Es sólo a través de un enfoque personal que se puede captar un retazo de historia. Tal posición está implícita en las maniobras de los que en La jetéehacen experimentos, tratando de recuperar una faceta de tiempo perdido a partir de las imágenes personales de un sobreviviente aferrado a un recuerdo. Los policías de la memoria no la pueden regenerar por sí mismos. El héroe, en cambio, puede trasladarse al pasado gracias a la atracción por una mujer en el tiempo de su infancia, mujer que en su sueño o renacimiento posterior se convertirá en efímera compañera. Por un lado, los que mandan se quedarán con las fuentes de energía traídas por el prisionero desde el futuro, pero, por otro lado, la víctima conocerá el amor y la muerte, que son condiciones de su verdadera humanidad. Ensayo filosófico, experimentación con el cine, el foto-relato de Chris Marker es algo más que una gran película de ciencia-ficción que juega con el tiempo durante veintiocho minutos.
NOTAS
NOTA 1: Sander Lee en su artículo «Platonic Themes in Chris Marker´s La Jetée» considera que los habitantes del futuro «son mostrados con marcas en el centro de la frente, señal tradicional hindú de un tercer ojo que mira para adentro, con intención de autodescubrimiento» (mi traducción).Ver revista digital Senses of Cinema No. 4, año 2000. VOLVER
NOTA 2: Una semejante convergencia de tiempos incompatibles, se da en el cuento de Julio Cortázar, «La isla a mediodía», que pertenece al volumen Todos los fuegos el fuego, publicado en 1966. En dicho relato coin-ciden el tiempo del steward en el avión que cae, con el tiempo del mismo steward que pasa su vacación en la isla, cerca de la cual se producirá el accidente. El héroe que se lanza al mar con intención de rescatar a algún sobreviviente, se encuentra con el cuerpo de un muerto que es él mismo. Es sabida la influencia de Cortázar en la obra de directores de cine europeo por los años 60. En este caso, si hubo influencia, fue la de Chris Marker sobre el cuentista. VOLVER
Adam Gai
Adam Gai nació en Argentina y vive en Israel. Es Licenciado en Letras por la Universidad de Buenos Aires y Doctor en Letras por la Universidad Hebrea de Jerusalén. Fue catedrático de literatura española y latinoamericana en la Universidad de Tel Aviv y en la de Jerusalén. Ha publicado, entre otros, artículos sobre la narrativa de Anderson Imbert, Bianco, Bioy Casares, Borges, Carpentier, Cervantes Cortázar y Piñera.
Cuentos suyos han aparecido en diversas revistas digitales y en las antologías Grageas (Ediciones Desde la Gente, Buenos Aires, 2007), La monstrua: Narraciones de lonnombrable (Vavelia, México, 2008) y Otras miradas (Ediciones Desde la Gente, Buenos Aires 2008). Sus comentarios y artículos sobre cine pueden leerse en las revistas electrónicas filmsdefrance.com, y cinecritic.biz.