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¡ME GUSTA
AXXÓN!
  
 

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ARGENTINA

 

Ricardo Giorno
Ricardo Giorno

AXXÓN: ¿Cómo, cuándo y por qué comenzaste a escribir?

 

Ricardo Giorno: Allá por 1998 me instalaron Internet. Fue un antes y un después: me metí en cuanta página iba encontrando.

En un grupo que ya no existe, conocí gente de toda la Argentina. Me hice muy amigo de una señora que vivía en un pueblo pequeño llamado Quines. Ella (¡no puedo acordarme su nombre, qué lo parió!) era doctora y trabajaba ahí mismo. Todo esto viene a cuento porque un día se discutió sobre las ventajas o desventajas de vivir en un pueblo chico. Ella decía que era la panacea estratosférica vivir en un pueblito, y yo (rata de ciudad) le decía que podría llegar a morir si pasaba más de una semana en un lugar así. Entonces no se me ocurrió otra cosa para ganar la discusión que escribir un cuento sobre un par de ET’s que tienen un desperfecto con su nave, y deben aterrizar en las cercanías de un pueblo de la Provincia de Buenos Aires. Yo hacía comentar, por la boca de uno de ellos, la vida de pueblo. Así nacieron personajes como la Bestia de Semblante Calmo (el macho de más de 40) y la Fijadora Indeleble de Preconceptos (la hembra). No se me ocurrió encarar el asunto de otra manera que no fuese la ciencia ficción.

Me gustó tanto el hecho de sentarme frente a la compu y crear un universo antes desconocido, que ese cuento desembocó en una novela de 450 páginas. Y ahí, a mis 48 años, me largué a escribir para no parar. Espero que me dure.

Ah, esa novela al principio me pareció mala, pero leyéndoles partes a mis amigos Mosqueteros, me hicieron darme cuenta de que no. De que le falta mucho pulido y también le falta explicar un poco mejor la historia. Voy a ver si convenzo a los Mosqueteros para que juntos emprendamos la aventura.

 

 

AXXÓN: Suele suceder con la primera novela: al propio escritor no lo convence. Respecto a la discusión con la señora, siendo un hecho común de la vida costumbrista: ¿qué te motivó a explicar tus razones a través de la ciencia ficción?

 

RG: Toda mi lectura proviene de la fantasía y la ciencia ficción. Apenas sí leí a Borges, Bioy Casares o Cortázar. Casi no tengo lectura costumbrista. Debe ser por eso que, ante mi primer «reto» como escritor, no se me ocurrió otra cosa que hacerlo a través de la ciencia ficción.

Es que, si te ponés a pensar y querés que suceda, la ciencia ficción sirve para todo. Hasta para reírte. Fijate:

¿Un profesor que realmente desea enseñar, ser equitativo con las notas y premiar sólo la excelencia? Un marciano.

¿Una mujer que ama y sigue a su marido y defiende la santidad de su hogar? Una mina que fue abducida y los ET’s le llenaron el bocho de boludeces.

¿Un niño que respeta a sus maestros, que no le gusta el fútbol y es estudioso? Pertenece a una familia de ET’s que vinoa espiarnos para luego iniciar la conquista.

¿La Humanidad evolucionó a través de los eones? ¿Fue una creación de Dios? ¡No! ¡Nada de eso! Los extraterrestres provenientes de Sirio manipularon nuestro ADN.

Y así podría seguir hasta el infinito.

¿Qué me motivó a explicar mis razones a través de la ciencia ficción? ¿Y yo qué sé? Aunque quizás… Ahora que recuerdo, en un juego de la famosa copita, hace muchísimos años, salió que provengo de Venus. Así que me imagino que esta sería una respuesta tan válida como cualquier otra.

 

 

AXXÓN: He leído tus relatos en Axxón, NM, Alfa Eridiani y en otras publicaciones electrónicas, y sé de tu libro Subyacente Inesperado y otros cuentos: ¿cómo llegaste a este momento, cómo es tu método de trabajo —si lo tenés—, y cómo empezás a trabajar un cuento?

 

Ricardo Giorno y Eduardo Carletti
Ricardo Giorno y Eduardo Carletti

RG: Una muy buena pregunta, difícil de contestar. Lo primero que me viene a la cabeza es que no tuve una meta definida, algo premeditado, planificado. Simplemente escribí y escribí y escribí. Consulté mucho. Pedí consejos y le hice caso a lo que me aconsejaron. Fui a muchos cursos, como por ejemplo el de Creación de Universos, que dictaban Eduardo Carletti y Alejandro Alonso. Estuve y estoy en muchos talleres literarios de pares. Descubrí un maestro formidable como lo es Marcelo di Marco. Y lo demás vino por añadidura. ¿Cómo llegué a este momento? Qué sé yo, sólo viví la vida día a día.

Mi método de trabajo es no tener método. Te voy a unir las dos preguntas: empiezo a trabajar sin método viendo por dónde dispara la liebre.

Hubo cuentos que empecé por el principio y le pegué derecho hasta el final. Hubo cuentos que empecé simultáneamente por el principio y por el final y después fui yendo hacia atrás. En realidad, siempre que se termina un cuento se debe ir para atrás cuando inicia la corrección. Vos bien sabés que se debe cumplir lo que se promete, y algunos hasta saben hacerse la pregunta: ¿Prometí lo que cumplí?

Por último, pocas veces (2) uní dos cuentos empezados para producir uno, y que no se note.

Espero haberte respondido correctamente, porque seguro que va a venir un nuevo cuento y no sé si seguiré lo que describí acá arriba.

En fin…

 

 

AXXÓN: O sea, el acto creativo —la inspiración, como suele llamársele—. No eligís qué escribir: la idea te nace y te dejás llevar.

 

RG: Bueno, sí. Pero no es tan drástico. Una cosa es la idea y otra cosa muy diferente es el desarrollo de esa idea. Tener una buena idea por una inspiración no significa nada. Pero absolutamente nada de nada. ¿Sabés cuántas buenas ideas vi durante mis años de talleres literarios? Y la mayoría moría ahogada en la orilla. Lo que vale no es «la idea», lo que vale es el desarrollo. Y lo digo convencido, por más que muchos ahora estén pataleando.

Te doy ejemplos de ideas medianamente simplonas que, gracias a su gran desarrollo, resultaron exitosas:

Un capitán de barco persigue a una ballena con resultados catastróficos: Moby Dick.

En una galaxia muy, muy lejana, una minoría monárquica inicia una revolución con final exitoso: Star Wars.

Una nave interestelar de carga descubre una especie desconocida que nos toma como huésped en su estado larvario: Alien, el 8vo. pasajero.

Una nave extraterrestre pasa por el sistema solar: Cita con Rama.

Y puedo seguir un rato largo.

Por eso me pudre hasta el hartazgo cuando me dicen: «Prefiero una buena idea mal escrita que un cuento bien escrito que no me diga nada». Ninguna de las dos posibilidades es veraz. Una buena idea mal escrita es una bosta galáctica intragable. Y un cuento bien escrito que no transmita nada, no existe, porque si no transmite nada es que está mal escrito.

Volviendo a tu pregunta, quizá la idea inicial no dependa de mi voluntad, pero yo soy el que elige cómo desarrollarla, qué personajes crear, desde qué punto de vista narrar. En definitiva, la inspiración es la chispa, pero el combustible lo pongo yo.

 

 

AXXÓN: Sí, eligís cómo desarrollar la idea, los personajes, el punto de vista, pero siempre acotado por los límites que te fija el texto mismo. Si no hubieras usado este concepto al escribir tu cuentazo «A vos te parece», el cuento hubiera «muerto en la orilla». Y, seguramente, le dedicaste un buen tiempo de corrección después de escribirlo, buscando las palabras y frases que mejor se adaptaban al texto. ¿O no?

 

RG: No entendí eso de «acotado por los límites que te fija el texto mismo». El relato te pone pocos límites. Ya sé, no es lo mismo un cuento largo que uno larguero, pero fuera de eso no encuentro otros límites. Es mi opinión y puede estar equivocada.

Con respecto a la segunda parte, la respuesta es sí, le dedico mucho tiempo a la corrección de mis cuentos. Primero el tiempo es en solitario. Voy «purgando» palabras o frases que pertenecen al lector para cambiarlas por las que le corresponden al narrador.

No es lo mismo escribir «Arnaldo Yahuati era un hombre despreciable, pagado de sí mismo y atrapado entre la gula y el desprecio hacia su mujer», que escribir:

«—¡Arriba,Arnaldo! —le dijo desde la cocina aquella arpía, igual que todas las semanas de lunes a viernes—. Ya son las 6:30.

—Sí, Ernestina, ya voy —contestó Arnaldo Yahuati remoloneando, envuelto en la pesadez matinal que nunca lo abandonaba—. La que te ha parido.

Se tambaleó hasta el baño.

A través del espejo, una cara redonda le envió una mueca de desagrado. La misma cara, día tras día.

—Te mantienes flaco… —se dijo a sí mismo con desgano, entrando la panza frente al espejo mientras trataba de sacar músculo—. Flaco y fibroso, macho.

Tomó una ducha.

Puteando a los cuatro vientos, se atragantó la cornucopia de yogures, tostadas y cruasanes de Ernestina.

Y salió de su casa sin saludarla.

—La estúpida de mujer que tengo ya debe estar prendida a la computadora —dijo, dando un portazo.»

Considero que una vez que el lector lea esto, pensará: «Arnaldo Yahuati era un hombre despreciable, pagado de sí mismo y atrapado entre la gula y el desprecio hacia su mujer». O sea que el escritor (aquella persona que desea serlo) debe buscar la complicidad del lector. Lograr que su lector reescriba gozosamente la obra. Por eso hablé de palabras que le corresponden al autor y palabras que le corresponden al lector. La eterna lucha interior del escritor entre «ideas» y «acciones».

Hay que estar atentos a los verbos «ser» y «estar», por lo general te están avisando de que a esa zona le podés sacar un buen jugo.

Después llevo el cuento al taller. Ahí se produce un intercambio de ideas muy provechoso. Por último, se procede a la corrección de estilo bajo la coordinación de Marcelo di Marco.

Corregir a fondo un cuento lleva mucho tiempo y mucho esfuerzo. Mi experiencia me indica que la mayoría de los escritores le escapa a la corrección.

Por lo menos, así lo veo yo.

 

 

AXXÓN: Voy a tratar de aclarar el concepto «acotado por los límites que te fija el texto mismo». Porque no creo que el relato te ponga pocos límites. Tomo tu ejemplo: vos decidís escribir sobre Arnaldo Yahuati, un tipo despreciable y atrapado entre la gula y el maltrato hacia su mujer. A partir de ese momento, tu libertad de expresión queda restringida a lo que el texto necesita. No podés expresarte como si Yahuati fuera un hombre gentil, distinguido y de vocabulario fino. Cada palabra, frase o actitud que Yahuati asuma en el contexto de la narración debe dejar en evidencia su condición de hombre despreciable y rústico. ¿No coincidís con este criterio?

 

RG: Coincido con ese criterio. Lo que pasa es que la palabra «límite» es demasiado fuerte. ¿Un camino? Quizá sea preferible hablar de caminos, no de límites.

Es que uno ya nace limitado. Una vez le dije esto a una mina, y ella me respondió: «Mi imaginación no tiene límites». Yo le respondí algo como «Ah, qué bueno» y me las piqué. Hubiera sido inútil pedirle que se imagine un color desconocido: aun con mucha imaginación, no lo hubiese logrado. Y aunque nunca consiga imaginarse un color nuevo, ella seguiría pensando que su imaginación no tiene límites.

Así que, en la escritura, me gusta pensar en caminos, sendas, huellas, pero no límites: el famoso contexto. Y cada uno toma el camino que cree correcto dentro de cada contexto. Después de toda esta palabrería, voy comprendiendo tu pregunta.

Ahora que lo pienso, un límite sería la imposibilidad de hacer un Yahuati falseado, no creíble. Sin embargo, yo sé que puedo lograrlo. Y no lo hago porque elijo hacer un Yahuati creíble. Y como decía la nonna: «Le cose sono come sono mentre mangio tagliatelle».

 

 

AXXÓN: ¿Cuántas horas de tu vida le dedicás a la literatura? ¿Cuánto a leer y cuanto a escribir?

 

RG: La literatura, el oficio de escribir, abarca gran parte del día. Porque no sólo es el tiempo de escritura, también se debe contabilizar como tiempo a los numerosos momentos que «gasto» pensando en el cuento.

Estoy en una etapa de mi vida en que, desgraciadamente, uso la lectura para destrabar bloqueos de escritura.

 

 

AXXÓN: ¿Le dedicás tiempo al trabajo de investigación para tus cuentos y novelas?

 

RG: Sí, le dedico mucho tiempo. Te doy un ejemplo: acabo de manguear la historia de Belgrano (editada por el Congreso) para investigar sus batallas. Pienso usar una réplica de ellas para lo que estoy escribiendo ahora.

Pregunto mucho. Busco mucho en Internet. Es una tarea ardua, no hay duda, pero que da un matiz extra a tu texto. Y esto me agrada.

Esto es algo crucial para quien quiera escribir ciencia ficción.

 

 

AXXÓN: ¿Y para el que escribe otro tipo de literatura?

 

RG: Desconozco. Aunque me imagino que debe ser tan trabajoso como para la ciencia ficción.

 

 

AXXÓN: ¿Cuál pensás que es el futuro de las religiones?

 

RG: El futuro va «pegado» al Hombre. Si sigue existiendo la humanidad, seguirá habiendo religión.

 

 

AXXÓN: Las ideas iniciales de un cuento: ¿se van modificando a medida que la narración avanza? Las modificaciones: ¿te sugieren nuevos caminos?

 

RG: Sí, siempre se van modificando. Una vez leí un reportaje a Abelardo Castillo que dijo que el que no inicia un cuento sabiendo el final es un boludo (Abelardo lo dijo con certeras palabras). Y bueno, yo seré flor de boludo, porque siempre arranco sin saber dónde voy a parar.

 

 

AXXÓN: ¿Te molesta pensar en la muerte? ¿Cómo te gustaría que te recuerden?

 

RG: Me molesta mucho pensar en la parca. Me gustaría que me recuerden como un tipo jodón, buenazo y siempre dispuesto a echar una mano al que estaba en la lona.

 

 

AXXÓN: ¿Cómo ves al Mundo? ¿Tiende a mejorar o a empeorar?

 

RG: Lo que pasa es que no conozco al Mundo. Ni siquiera conozco a mi Argentina. Soy un porteño al que le cuesta mucho salir de su ciudad. Y mi ciudad mejoró y empeoró. Pareja, la cosa.

 

 

AXXÓN: ¿»1984″ de Orwell o «Un mundo feliz» de Huxley?

 

 

RG: Una mezcla rara de ambas. No sé otros países, pero por acá, cada vez hay más cámaras. Cada vez tenés que ir anotándote en cosas que no necesitarías anotarte (ejemplo, la Sube). Y, por otro lado, hay más joda, más liviandad en los compromisos personales, más permisividad. El coctel actual puede desembocar… ¿En qué? Sólo el tiempo lo develará.

 

 

AXXÓN: ¿Te molesta hacer cosas que no te gustan para lograr avanzar en la literatura?

 

RG: No sé. Jamás lo tuve que hacer. ¿Qué sería hacer una cosa que no me gusta? ¿Escribir tipo Corín Tellado? Por más que quisiera no podría. No me saldría una sola letra. Hay que respetar, eso es lo primero. Y si quisiera escribir como otro sería un insulto tanto para el otro como para mí.

Me dejaste pensando con esto. Por ejemplo, mi esposa me rompe seguido con eso de «Escribí algo que se entienda. Alguna historia romántica». Y no puedo darle el gusto. No sale, o sale un bodrio acaramelado y cursi.

 

 

AXXÓN: ¿Te dedicás a «vender» lo que escribís?

 

RG: ¡Qué buena pregunta! Y no, soy un boludón para esto. La verdad es que me gustaría tener esa veta mercantil. Pero también hay que tener producción, y yo no tengo tanta.

 

 

AXXÓN: ¿Participás en concursos? ¿Cuáles tres te gustaría ganar?

 

Ricardo Giorno, Mariláu Sánchez, Eduardo Poggi y Sergio Bonomo
Ricardo Giorno, Mariláu Sánchez, Eduardo Poggi y Sergio Bonomo

RG: No participo en concursos. Me estoy preparando para el UPC, eso sí. Pero va lento el asunto. Actualmente estoy escribiendo una nouvelle a ocho manos con tres amigos: Mariláu Sánchez, Eduardo Poggi y Sergio Bonomo. Los tres excelentísimos escritores. Y lo digo con pruebas en la mano: por favor lean «Fairlane» de Bonomo, «Amarillo» de Mariláu y «Muerte en la pulpería» de Poggi, los tres publicados por Axxón.

Lo que estamos escribiendo a ocho manos queremos presentarlo en el XXV Certamen literario de Ciencia Ficción Alberto Magno, convocado por la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV/EHU.

 

 

AXXÓN: ¿Cuáles son los últimos tres libros que leíste?

 

RG: Embajada alienígena de Ian Watson: una buena idea que te va enganchando, que abre muchas posibilidades. Lástima que al final la historia le quedó grande al autor. Silbervogel de Federico Buccino: un compilado de cuentos de terror muy recomendable, que te atrapa de veras. Y Refugio del viento de George R. R. Martin y Lisa Tuttle: una agradable aventura, un poco larga, pero digna.

 

 

AXXÓN: ¿Qué música te gusta?

 

RG: Toda música tiene sus cosas buenas. Escucho de todo, pero compro rock (rockanrol – progresivo – sinfónico). Me está gustando mucho el tango instrumental. En fin, son etapas, pero el rock queda.

Como buen veterano vinagre, no me gusta mucho el rock nacional actual-actual.

 

 

AXXÓN: ¿Compartís el concepto de que atrás de una obra de arte se encuentra la idiosincrasia del propio autor?

 

RG: Sí. Es tarea del autor que no se note. Aunque a la larga aflora. Y está bien que sea así. Lo que no me gustan son las bajadas de línea. O los cuentos con moralina.

 

 

AXXÓN: ¿Cuál es el problema más importante que enfrenta el mundo de hoy?

 

RG: La credibilidad. Nadie es creíble. Y eso es un bajón.

 

 

AXXÓN: ¿Qué es lo más importante que te ha pasado en la vida?

 

Ricardo Giorno en Familia
Ricardo Giorno en Familia

RG: Encontrar mi pareja, tener hijos, redescubrir a mis padres. Tener nietos. Salir goleador en varios campeonatos (aficionados, obvio). Tener amigos.

 

 

AXXÓN: ¿Escribir no entra dentro de lo importante? ¿Pesa más el fulbito?

 

RG: Escribir entra dentro de lo importante. Pero (salvo el fulbito, que me ha abandonado, je) lo otro es mucho más significativo para mí.

 

 

AXXÓN: Si pensás que existe ¿qué poder podría cambiar al Mundo?

 

RG: ¿Físicamente? ¿Espiritualmente? Aclare.

 

 

AXXÓN: Física y espiritualmente.

 

RG: En cuanto a lo físico, hay poderes latentes que pueden cambiar a la Tierra. Por ejemplo la caída de un gran meteoro o cometa. También la erupción de un supervolcán cambiaría drásticamente el clima. Las razones o causas pueden ir de una exposición a los rayos X que nos deje estériles, hasta una bacteria que se escape de un laboratorio y nos extinga. El menú es amplio.

Lo espiritual sería más difícil de explicar. Solo puedo moverme por suposiciones, una más loca que la otra. Puede ocurrir que el Islam se una y decida una guerra santa. Otra bacteria escapada de los laboratorios (o no) que produzca enzimas que nos conviertan en todavía más pelotudamente creyentes de una religión. Tantas cosas me están pasando ahora por la cabeza… Creo que lo espiritual es lo más inasible y proclive a la mentira del universo todo.

 

 

AXXÓN: ¿Y si pensamos en un cambio para mejorar el Mundo? Un poder político, o una personalidad con influencia internacional y con carisma, o el amor entre los seres humanos.

 

RG: Mmm… Una persona en solitario no puede cambiar para bien al mundo. Construir es más difícil que destruir. Y me cuesta pensar en un grupo bien intencionado que quiera mejorar al mundo. Soy demasiado descreído como para siquiera considerar la posibilidad de que espontáneamente el humano deje de lado su ego y se preste para una revolución basada en el amor al prójimo. Aunque hoy, el amor sobra: el inmenso amor a sí mismo. Es lo que pienso. Hay excepciones, lo sé, las he constatado. Pero son amplias minorías.

 

 

AXXÓN: ¿La Universidad o la Universidad de la Calle?

 

RG: Ambas. Y se aplican en diferentes circunstancias. Aunque en las relaciones importantes, que son las personales, la Universidad de la Calle es lo más.

 

 

AXXÓN: ¿Vas al cine? ¿Qué tipo de cine te gusta?

 

RG: Menos comedias románticas, lo que venga. Me tiran mucho las de ciencia ficción, pero veo de todo.

 

 

AXXÓN: ¿Sentís lo mismo al escribir novelas que al escribir cuentos?

 

RG: Y… no. El cuento es una exhalación. La novela es algo que se va meditando. Te acostás y, antes de dormirte, pasás un buen rato reconstruyendo una escena, pergeñando un camino. Te demorás a propósito en evitar que muera un personaje querido, buscándole la solución para que no desaparezca. Empecé escribiendo una novela. Después me pasé al cuento, que me dio muchas satisfacciones. Pero mi corazón está en la novela.

 

 

AXXÓN: ¿Te resulta más difícil escribir cuento que novela?

 

RG: Basándome en mi experiencia, más difícil es escribir un cuento. Las palabras deben ser pesadas, medidas, el vocabulario, exacto. Corregir hasta el cansancio, una y otra y otra vez. La novela es más «trabajosa» en el tiempo. Pero mucho más distendida.

 

 

AXXÓN: ¿Qué diferencias ves en cada caso?

 

RG: Como dije antes, las diferencias las marca el corazón. Y el tiempo, que es un capricho que nos imponemos.

 

 

AXXÓN: Estas últimas palabras me recuerdan el título de uno de tus cuentos publicado en NM, y se me ocurre preguntarte: ¿Qué importancia le das al paso del tiempo?

 

RG: ¡Qué tema, mamita!

El tiempo es algo que llevo encima y que necesito desacelerar. Pero él acelera cada vez más.

 

 

AXXÓN: ¿Qué tiempo te toma escribir un cuento y cuánto una novela?

 

RG: Un cuento lo escribo desde un día a una semana. La corrección puede durar meses. Las novelas: estoy escribiendo varias al mismo tiempo. Me duran años de escritura. Por ahora le estoy pegando a Dioses de Selva (una idea que me dio Dany «Axxonita» Vázquez). Las insoportables aventuras del terrible inspector Mordancio (una idea que me dio Sergio Gaut vel Hartman). Camino a Longipan (que me está ayudando Eduardo Carletti). Quansabata (un afano sutil a Shakespeare). La copa rota (un post apocalíptico porteño con mucha droga y muchas motos). El Noble Guerrero Mal Hecho (una sátira que se va transformando de a poco en tragedia), y Brendo (un asesino que es usado por la religión). Esta última ya terminada, falta la corrección.

 

 

AXXÓN: ¿Qué te lleva a escribir varias novelas en paralelo, en vez de terminar una a la vez?

 

RG: Soy (para la escritura) obsesivo y ansioso. Además, me di cuenta de que cuando me trabo con una puedo seguir con otra. ¡Es magnífico!

 

 

AXXÓN: ¿Qué proporción de tiempo le dedicás a la corrección? ¿Escribís y corregís al mismo tiempo?

 

RG: Mirá, la proporción en los cuentos es de 1 a 5. Si tardo 1 en escribir, tardo 5 en corregir. Con las novelas, no sé.

 

 

AXXÓN: ¿Cuándo y qué empezaste a leer?

 

RG: Empecé como todos por estas pampas: con la colección Robin Hood. Después conocí la ciencia ficción y no me desvié del tema.

 

 

AXXÓN: ¿Los personajes te definen el vocabulario, o te dejás llevar por tu propia forma de expresión?

 

RG: Los personajes gobiernan. Aunque es un gobierno difícil: uno siempre lo quiere hacer más embrollado.

 

 

AXXÓN: ¿Te interesa escarbar el interior de los personajes o te interesa la historia en sí misma?

 

RG: Una pregunta que me cuesta contestar. Muy compleja. Creo que voy a salir del paso diciendo que mitad y mitad.

Si bien me gusta escribir bien metido dentro de la cabeza del personaje, también es cierto que pienso mucho en lo que va pasando por «fuera» del personaje. Me gusta mostrar más que decir. Prefiero que el lector saque conclusiones sobre el interior del personaje, relatando el accionar del personaje. Debe ser mi gusto personal en las lecturas. Cuando veo largos monólogos interiores, les rajo como a la plaga. Y la acción (trato) debe trascurrir rápida, sin dar respiro.

 

 

AXXÓN: ¿Sos consciente de que en la mayoría de tus narraciones el tema sexual es una constante?

 

RG: No. ¿Se nota?

Es que el sexo es lo único con lo que nosotros, simples humanos, podemos crear algo trascendente. ¿Qué mejor que crear vida? Celebro el amor en todas sus formas (y posiciones, claro).

Lo que quiero decir es que no es necesario poner sexo dentro de una narración. Pero no incluir conscientemente al sexo en la escritura, es pacatería, es mentirse a sí mismo.

 

 

AXXÓN: Varias veces mencionaste a la corrección de estilo. ¿Qué importancia le asignás en el acto de escribir?

 

RG: La corrección de estilo es algo que muy pocos emplean. Y no es poca cosa, todo lo contrario. ¿Qué hubiese sido de la primitiva Coca Cola sin su sexy botellita curvilínea? En un cuento, tomemos al oscuro líquido como el contenido y al envase como el estilo.

¿Por qué escribir «El viejo Murúa tenía nostalgia de su niñez»?, cuando bien podés escribir: «Él mismo lo había comprobado un año atrás: la quinta y sus queridos recuerdos habían desaparecido bajo casas de precarios bloques y chapas oxidadas. En un momento de nostalgia, había caminado hasta la estación La Paternal para tomar el San Martín hasta José C. Paz. Y se bajoneó al ver un Coto ocupando el predio de tres manzanas entre la estación y su entrañable casa. Incluso el descampado, la laguna y las zanjas donde había pescado ranas y anguilas, estaban ocupados por el estacionamiento del súper y el asfalto de las calles. Tampoco existía el ligustro que rodeaba la casa levantada por su viejo y sus tíos, sobre unos terrenos comprados por el abuelo. Ni siquiera habían sobrevivido los ciruelos, castaños, damascos, mandarinos, nogales y nísperos de los que tanta fruta habían cosechado.»

De esta forma, dejamos que el lector gozosamente piense: «Ahhhh, el viejo tiene nostalgia».

Estas son las cosas que a mí me desvelan. Las cosas, creo yo, que separan a un escritor de alguien que escribe.

 

 

AXXÓN: Asumo que salís a cazar palabras que sobran.

 

RG: Descubrí que cuando un adjetivo no da vida, mata. Y que cuando sacás adjetivos creás oraciones, párrafos enteros.

Por ejemplo: Julián salió a un claro. En medio de ese claro se levantaba una casa enorme, vieja y misteriosa.

Podemos escribirlo así:

Julián salió a un claro.

—¡Una casa en medio de la selva! —dijo.

Al acercarse, le calculó unos cien metros de lado. ¿Y para arriba? Y, más alta que el árbol más alto. Descubrió mampostería caída, rajaduras cubiertas de helechos. Y los vidrios, más negros que el negro de sus ojos, le erizaron los pelos de la nuca.

Así le llega con más polenta al lector, ¿no te parece?

 

 

AXXÓN: Me parece que sí, Ricardo. Te agradezco el tiempo que me brindaste para concretar esta entrevista. Te dejo con un abrazo, y te digo lo mismo que le decís a tus entrevistados: «La última palabra es tuya».

 

RG: Ahora sufro en carne propia el tormento que apliqué a otros.

La primera palabra que me viene en mente es: agradecimiento.

Agradecer a la portentosa Axxón, con más de 24 años abriendo puertas. Y a mí me las abrió de par en par. Agradecer a Eduardo Carletti, que siempre que lo jodo está ahí. Agradecer a Daniel Vázquez y a Silvia Angiola por la polenta que ponen todos los meses para que esta locura llamada Axxón pueda publicarse (y que también, cuando los jodo, siempre están ahí). Y agradecerte a vos, Edu, por la paciencia.

Un sincero abrazo a todos.

 

 


Axxón 248 – noviembre de 2013