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ARGENTINA

 


por Francisco Costantini

En el número 217 de esta revista apareció un artículo de Iván Prado Sejas titulado «El escapismo, la denuncia social y la liberación en la ciencia ficción y la narrativa fantástica». Ni bien terminé la lectura del mismo, noté que no estaba completamente de acuerdo con varias de las cosas que el autor decía; días después, cuando volví al texto, comprobé que aquello con lo que coincidía en realidad era muy poco. Sentí, entonces, la necesidad de formular lo que pensaba por escrito, como una manera de entender qué cosas se habían movilizado en mi interior a partir del desacuerdo. Estas palabras son el intento por organizar mis ideas.

El primer argumento de Prado Sejas es:

 

«El escritor de ciencia ficción y/o narrativa fantástica debe ir más allá de la mera fantasía o de la denuncia social, y debe buscar la libertad del espíritu presente en cada ser. Esta búsqueda presupone ir hacia dentro de nosotros mismos, buscar nuestra esencia.»

 

Lo primero que me sorprende es el tono exhortativo que tiene este enunciado («el escritor […] debe» ), como si fuera una ley inviolable. Lo segundo, y que me parece mucho más grave e, incluso, alarmante, es que el autor afirma que la búsqueda de la libertad del ser es la búsqueda de nuestra esencia. Yo me pregunto: ¿qué esencia? Pensadores de todos los tiempos han tratado de responder a la pregunta fundamental de qué es el hombre y, en su artículo, Prado Sejas habla de esencia como si fuera un concepto simple, incluso válido. No me parece apropiado. Preguntémosle a Hitler, Bush y Osama Bin Laden, sólo por tomar tres personas significativas, qué es el hombre, cuál su naturaleza invariable, y dudo que puedan ponerse de acuerdo. Definir qué es el hombre es definir, también, qué no debe ser, y eso puede llegar a ser muy peligroso.

 

El autor también sostiene:

 

«Esta entidad [la esencia] está mucho más allá de posturas personales o grupales; por eso el ser humano, llegado el momento, siempre se trasciende a sí mismo a pesar de las ideologías».

 

La palabra «trascendencia» también es sospechosa. Según la Real Academia Española puede significar, entre otras acepciones, estar o ir más allá de algo o traspasar los límites de la experiencia. Entonces, la trascendencia nos llevaría más allá de la esencia humana. Pero como no sabemos cuál es esa esencia (que, como el propio Prado Sejas contradictoriamente afirma, está más allá de cualquier postura pues es esencialmente indefinible), nos resulta imposible constatar si ciertamente la hemos trascendido. En todo caso, el hombre ha venido cambiando, evolucionando, desde antes de ser hombre y, ya sea natural o artificialmente, parece dudoso que deje de hacerlo alguna vez (si no desaparece antes, por supuesto).

 

Todo esto invalida la siguiente conclusión:

 

«La libertad es trascender lo común, ir más allá de uno mismo; la literatura fantástica va más allá de la realidad cotidiana (que a veces aprisiona); por lo tanto, lo fantástico promueve la libertad.»

 

¿La libertad es trascender lo común, ir más allá de uno mismo? ¿Cómo? ¿Es que somos prisioneros? ¿De qué? ¿De la realidad? ¿No forman el lenguaje y la facultad imaginativa del hombre parte de dicha realidad? ¿Cómo eludirla, entonces, cómo ir más allá de uno mismo, haciendo uso de elementos que la conforman? Son preguntas muy serias como para dar respuestas tan simples. La fórmula en la que se basa Prado Sejas peca, diría yo, de inocente: la realidad cotidiana aprisiona, el género fantástico elude (o parece eludir) dicha realidad, por lo tanto, libera. Veamos dos ejemplos tomados del cine para poder pensar esto: Día de la Independencia y Avatar.

La primera es una película que nos cuenta la típica invasión extraterrestre a nuestro planeta. Como suele ocurrir, los espectadores ven más que nada la invasión y la consecuente resistencia suceder en territorio norteamericano. Claro, son sus militares y científicos (¡y justo un 4 de julio!) quienes salvan el planeta. En la segunda, en cambio, los malos, los invasores, son los seres humanos. No sólo eso: son yanquis imperialistas. Siguiendo el esquema básico esbozado en el párrafo anterior, diríamos que ambos filmes son liberadores pues pertenecen al género fantástico. Pero las películas plantean la misma situación desde polos opuestos, ¿cómo ambas pueden liberarme? Día de la Independencia no hace más que machacar con el mismo discurso que venimos oyendo desde finales de la Segunda Guerra: los estadounidenses son los salvadores y protectores del mundo. Tomar eso como cierto, desde nuestra situación de latinoamericanos, difícilmente pueda liberarnos de nada. Lo de Avatar es más sencillo, pues, como han reconocido críticos y hasta el presidente boliviano Evo Morales (más allá de todas las salvedades que puedan hacerse), ven en ella «una profunda muestra de la resistencia al capitalismo y la lucha por la defensa de la naturaleza» (Morales, 2010). Entonces, ambas producciones se encuadran dentro de la ciencia ficción, pero mientras una nos permite ir más allá de nuestra realidad cotidiana como habitantes de América Latina, la otra nos sumerge en el discurso hegemónico de siempre, no hay trascendencia. Ergo, la definición que da Prado Sejas sobre el género fantástico no puede ser correcta.

Ahora, ¿qué pasa cuando a partir de un análisis crítico logramos desentrañar los sentidos que buscan imponernos a partir de una producción cultural? ¿No hay liberación allí? Diríamos que sí, pues el receptor ha logrado desocultar los mecanismos que funcionan detrás de la máscara de una simple historia de buenos y villanos. Pero esto ya no es intrínseco al producto en sí, libro o película, sino que se debe a la participación activa del lector o espectador. Pensemos si no en la interpretación, válida, que en el contexto de la década del setenta le dieron los lectores argentinos a El Eternauta, sentido que no estaba manifiesto cuando comenzó a publicarse en 1957. Prado Sejas jamás tiene en cuenta el rol interpretativo del lector, sin el cual la obra sería un objeto inerte, incapaz de significar nada, mucho menos de provocar alguna trascendencia.

Una última pregunta: ¿por qué sólo el fantástico ha de ser liberador? ¿Qué ocurre con las grandes obras de la literatura universal, sin importar el género al que pertenezcan? ¿El Quijote, Hamlet, Crimen y castigo, Operación masacre —y una lista casi interminable de novelas, cuentos, dramas y poemas— no ayudan a ver desde un ángulo distinto la realidad nuestra de cada día, incluso sin importar cuándo ni dónde hayan sido escritas? La respuesta me parece obvia; no por nada los clásicos se convierten en clásicos. Otra razón para rechazar la definición que del género fantástico da el autor boliviano.

Así, no podemos aceptar la propuesta de Iván Prado Sejas puesto que la acción liberadora que él describe como efecto de la ciencia ficción y la fantasía no se cumple siempre ni tampoco es propia únicamente de estos géneros, sino de la literatura —y el arte— en general. Lo fallido, entonces, de tal definición es que no acota la especifidad del género abordado. Aparte, no debemos olvidar que su tesis se apoya sobre una concepción de «esencia» que, por lo menos, es discutible, y que el autor nunca problematiza.

Lo esperable sería que yo diera mi propia definición, si no perfecta, al menos mejor que la que en estos párrafos estoy cuestionando. En realidad se vuelve muy complicado hacerlo. La ciencia ficción y el género fantástico en general han venido evolucionando desde hace siglos. Como ocurre con el hombre, no hay tal esencia en este caso ni en la literatura en general. Todo cambia, y a partir de nuestra experiencia vamos tratando de armar estructuras, sistematizaciones, pero pretender que sean definitivas, inmanentes, es un error. Pablo Capanna dice que «en lugar de definir en abstracto qué es la ciencia ficción, tendremos que describir sus creaciones como la respuesta históricamente dada a ciertas circunstancias históricas» (Capanna, 2007: 51).

No deberíamos olvidar, cuando analizamos estas cuestiones, que la función ineludible de todo arte es la estética, es decir, crear belleza que cautive a sus potenciales receptores. Sin embargo, porque la situación lo amerita, puedo ensayar una descripción más específica partiendo de las ideas de Sam J. Lundwall, quien sostiene que «ciencia ficción/fantasía no es tanto un género como un punto de vista». (Lundwall, 1976: 16-18). Creo que pensar al fantástico como un punto de vista nos permite considerar a esta literatura —y tampoco en todos los casos— como la construcción de una mirada peculiar, subversiva, ante la realidad. Digo construcción de una mirada, pues se trata de un proceso realizado entre el autor y el lector en el momento de la escritura, primero, y de la lectura, después, donde lo real se pone en cuestión a partir del texto que muestra y hace palpables otras construcciones tan ciertas, tan posibles —o tan inciertas e imposibles— como aquellas con las que, día a día, segundo a segundo, estamos acostumbrados a convivir. Como quizás no ocurra en cualquier otro género o punto de vista, la realidad se pone en suspenso y es cuestionada sin miramientos, lo que para nada significa que otras formas literarias y artísticas no nos permitan ir más allá de nuestra situación cotidiana y ayudarnos a pensar.

En todo caso, el debate sigue abierto, y pienso que siempre encontraremos nuevas e interesantes perspectivas desde donde abordar el análisis de la ciencia ficción y la fantasía.

 

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

 

 

 

Francisco Costantini (Mar del Plata, 1983). Trabaja en dos colegios de enseñanza secundaria en la localidad de Batán. Su primer cuento publicado fue ESA PROFUNDA SOLEDAD en el número 175 de Axxón, en 2007. Ha publicado también en otros sitios de Internet como Axolotl y Bem On Line. Participó en las antologías Grageas, 100 cuentos breves de todo el mundo (2007) Grageas 2, más de 100 cuentos breves hispanoamericanos (2010) y Ficciones en diez tiempos (2011). Actualmente integra junto a otras personas un proyecto editorial llamado Letra Sudaca y publica ficciones breves de su autoría en el blog Friccionario.


Axxón 220 – julio de 2011

Artículo de autor latinoamericano (Artículo : Opinión : Debate: Literatura: Géneros : Ciencia Ficción : Argentina : Argentino).