Taller Literario Gratuito de Axxón
Narrativa de CF, Fantasía, Terror
Organizado y Coordinado por el Taller de Narrativa de Axxón

para quienes deseen escribir mejor
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Trampa Para Un Viajero

por A.D. Cordes

Codificación:

  • En rojo, texto original.
  • Entre llaves { } texto suprimido.
  • Tachado, texto reemplazado por otro. El texto de reemplazo va en negro y negrita.
  • Entre corchetes [ ] texto de comentario y sugerencias.
  • Cuando aparece el texto "[punto seguido]" o "[punto aparte]" es porque se cambió el cierre del párrafo.

 

Cada tanto uno se topa con una historia en la que el autor, en su deseo de llegar a un desenlace o lograr un efecto, se hace dueño absoluto de la realidad que describe y, como un dios caprichoso, fuerza cosas y obvia otras basándose en sus deseos. El cuento ha de funcionar, sin duda, para el escritor, pero no necesariamente para otras personas. Hay cantidad de reglas que se deben cumplir para lograr credibilidad: reglas físicas, de sentido común, ecológicas, sociológicas, psicológicas, etcétera. Estar en otro planeta, o en el espacio, no es suficiente para que pase cualquier cosa; no con los conocimientos actuales. Cualquier ruptura de las reglas básicas desmerece la credibilidad. No es algo absoluto, depende de la formación del lector. Pero al fin y al cabo, romper estas reglas desmerecerá el relato (o simplemente lo destruirá) para muchos de los lectores a los que llegue ese trabajo. Y seguro lo hará para los editores.

Un escritor debe ser enormemente crítico en cada cosa que afirma. Hay que ser muy cuidadoso con las contradicciones. Sólo debe tomar como ejemplo y guía las mejores fuentes. En las películas de Hollywood, a veces aclamadas, se pueden encontrar cantidad de incongruencias, errores físicos y de lógica. Algunos escritores están influidos por estas películas, y en ocasiones se defienden mencionándolas. "Pero si esto lo hace el protagonista en xxxx". No es una excusa. La mayor parte —si no todas— de las producciones de Hollywood son hechas exclusivamente para ganar dinero. Nosotros —dado el panorama de posibilidades que nos ofrece el mercado— escribimos por arte.

Y ya que hablamos de Hollywood, mencionemos también otro de los monstruos, aunque dejaremos el tema para extenderlo en la próxima ocasión: cuidado con las malas traducciones.

 

El cuento:

Las regiones externas del sistema de Andrómeda [ no te refieres a la conocida galaxia vecina, sino un "sistema", por lo tanto el nombre no debe ser necesariamente el mismo (con acento). Si la intención era referirte a la galaxia vecina, fallaste al decir "sistema". Si no, sería recomendable usar cualquier otro nombre, para evitar estos planteamientos. Pero te recomendamos que no cambies "sistema" por "galaxia", porque las escalas se van al diablo... ] pueden ser un lugar muy peligroso. Pocos planetas están habitados y, a medida que uno se va alejando, las señales de la civilización se van apagando por completo.

Los datos sobre estas regiones también son escasos; existen muy pocos mapas que las representen con exactitud. Todavía menos información hay sobre los planetas que puedan aparecer haber en esta zona. Muchos se han perdido en las oscuras infinidades.

La única manera que existe para acceder a algún punto de esta región con la mayor seguridad es el salto hiperespacial, una funcionalidad muy costosa que pocas naves poseen.

Uno se pregunta qué razón tendría una nave para aventurarse por estas regiones y la respuesta es simple: recursos. La excesiva centralización de la población a lo largo de unos pocos planetas del sistema provocó ha provocado el rápido consumo de los recursos en ellos disponibles {en estos}. No siendo la solución óptima, se han lanzado varias estaciones espaciales equipadas con un generador de hiperespacio fueron lanzadas hacía lejanos planetas. Siendo éstos inhabitados (pero habitables) ofrecen gran cantidad de minerales, agua, abundante flora y hasta inclusive alguna primitiva forma de vida.

[ Notar el abuso de los gerundios (No siendo, siendo). Esto obliga a invertir el sujeto y el predicado. Mejor usar frases más llanas, del tipo: "Como estos planetas permanecían inhabitados..." ]

Fueron bautizados de acuerdo al recurso natural predominante en ellos, sin alardes de originalidad (se {lo} nombró Aqua a un planeta el cual el 95% de su superficie eran son océanos).

La única manera de abastecer estas estaciones es mediante naves de carga, muy lentas, carentes de un generador de hiperespacio. Los conductores de estas naves se embarcan en viajes de dos meses o más.

Una vez que uno termina de alejarse de los límites conocidos, se interna en un largo viaje en regiones inhóspitas. Es aquí donde el ser humano comprende el verdadero significado de la palabra soledad.

 

Davis estaba comenzando a sufrir. Aquel era su primer viaje. Los primeros días los había pasado relativamente bien, quizá por la novedad del asunto. Pero ahora estaba realmente sintiendo la soledad. Y el silencio. En los cortos viajes de patrulla que realizaba cada tanto escuchaba conversaciones de la base o de sus compañeros por el transmisor, inclusive cabía la posibilidad de sintonizar alguna señal de radio destinada a las estaciones espaciales. Pero ahora ni siquiera tenía eso. Las baterías para un reproductor de audio no duraban más de dos días y, debido a estrictas reglamentaciones de seguridad, estaba prohibido conectarlo a la batería de la nave. [ Lo del de las baterías parece un poco elemental… naves hiperlumínicas y astronautas con walkman? Mmm ]

Estaba todo sumido en un espectral silencio. Tan solo el sonido de su respiración y, por increíble que parezca, el latir de su corazón que retumbaba en sus oídos. Maldijo a la empresa que construyó había construido {de} la nave de carga por equiparla con un acelerador tan silencioso.

Y era tecnología muy vieja. Los aceleradores de iones tenían la gran virtud de utilizar muy poco combustible (gas {de} xenón en este caso) [ parece poco probable que usen un gas raro, como el xenón, difícil de encontrar; puede ser que hayas leído sobre motores iónicos y que ahí diga que usarán xenón o gases inertes similares; si es así, el comentario anterior fue ocioso, si no, conviene elegir un gas más fácil de encontrar ] y cubrir largas distancias. Sin embargo, aunque la relación combustible/rendimiento era baja, la distancia que debía recorrer era muy grande, por lo tanto, el abastecimiento de combustible era considerable. Sumándole a eso el cargamento destinado a la estación espacial, la nave tenía muy poco espacio libre. Por supuesto, el peso de ésta carecía de sentido en el vacío, pero eso no facilitaba el lento avance. Davis tenía un largo trecho por recorrer.

Fueron pasadas cuatro semanas cuando encontró motivo de preocupación: notó que el marcador de reservas de gas de xenón estaba demasiado bajo. Un rápido cálculo le reveló que inexplicablemente el combustible disponible no alcanzaba para llegar a destino. Y no solo eso; luego de varios minutos de estudiar el asunto, llegó a la conclusión de que las reservas se estaban vaciando más rápido de lo normal. Verificó la situación de los sectores de almacenamiento y no encontró ningún tipo de pérdida. Los aceleradores de iones no podían estar consumiendo más de lo necesario; el combustible estaba desapareciendo.

Pensó cuidadosamente qué podía estar sucediendo. Carecía de lógica, pero recordó haber escuchado un caso similar algún tiempo atrás, aunque la pérdida no era tan exagerada, tan solo unos puntos debajo de lo normal. Los científicos que investigaron el hecho estuvieron de acuerdo en que podría ser radiación emanando de un sol que, al reaccionar con el gas de xenón [ la palabra "reaccionar" no es muy feliz, porque el gas xenón, justamente, es inerte: no reacciona ], provocaba su evaporación [ un gas no se puede evaporar, ya lo está ]. El sol debía ser gigantesco y las emanaciones de radiación podían alcanzar miles y miles de kilómetros.

Davis evaluó la situación: podía enviar una señal dando a conocer su posición y detener los aceleradores. La señal tardaría unos dos días en llegar a la estación más cercana; luego cuatro semanas hasta que llegase una nave de rescate. Se moriría de inanición. [ Es difícil que alguien sano se muera por no comer durante 28 días. Sería preferible explotar el tema de la desesperación por la soledad. La falta de agua tampoco es creíble. Tal vez el tema del oxígeno podría funcionar, con la excusa de que el sistema de reciclado nunca llegó a ser perfecto. ] Por desgracia, no estaba transportando comestibles sino piezas mecánicas. No, la opción más acertada era buscar algún planeta con una calificación decente de habitabilidad e informar de su situación desde allí. Algo debería poder conseguir para alimentarse; algunos frutos naturales y agua para beber.

A medida que la nave seguía avanzando con la ruta normal del viaje, indicó al analizador que buscara planetas habitables. Intentó serenarse lo más posible; era un proceso que podía tardar un buen rato. De hecho, fue luego de un día que el analizador le informó de un planeta a aproximadamente mil kilómetros [ mil kilómetros es una distancia muy pequeña, probablemente debería ser cien mil ] de distancia con una calificación de vida bastante aceptable. Hasta era posible encontrar alguna forma de vida (pero la idea no le entusiasmó mucho).

Ingresó las coordenadas del planeta como nueva ruta y se limitó a recostarse en el sillón de mandos y fijar la vista en el oscuro infinito que lo rodeaba. El salvaje infinito. Muchos pensamientos se agolpaban en su cabeza, esperando a ser tratados, analizados, estudiados uno por uno. Pero sólo se limitó a esperar. El navegador de rutas indicaba cerca de cuatro horas para llegar a destino. Esperó. Y fue sintiendo como si el negro espacio a su alrededor se fuese cerrando, oprimiéndolo. Sentía que se deslizaba, filtrándose por invisibles rendijas en la estructura de la nave. Pronto lo {tenía} tuvo muy cerca: el silencio {era} fue total. Todo quedó negro. Entonces se durmió.

 

No se veía muy vivo. Predominaban inmensos desiertos y llanuras estériles. Poca agua, pocas nubes. Lo que significaba poca lluvia. Davis presionó unos botones aquí y allá e inmediatamente salió disparada una probeta en dirección al planeta. Pasados varios minutos, la probeta envió la información correspondiente. Sugería aterrizar en el hemisferio norte donde, en esta época del año, el clima sería menos sofocante debido a que el sol enfocaba en un ángulo pequeño. Increíblemente, estaba demasiado lejos pero, debido a su inmenso tamaño, calentaba sobremanera la superficie del planeta. Se preguntó si sería este el sol que estaba causando la evaporización del gas de xenón. En realidad, no importaba ya que, una vez detenida la nave y dejaran de funcionar los aceleradores, la radiación no podría llegar al gas.

[ Atención, las naves de rescate probablemente también funcionen con xenón (recordar de todos modos que lo "xenón" y lo de la "evaporación" de un gas parece poco científico). ¿No tendrían el mismo problema? ¿No será mejor instituir que la nave de él tiene un problema técnico en lugar de que todo eso sea por el sol del sistema? Además, no se entiende por qué cuando la nave esté detenida la radiación iría a dejar de causar el efecto de "evaporación". ]

Hizo una maniobra para dirigirse a la región sugerida. Cualquier cosa con tal de hacer su estadía más amena. Estaría al menos un mes en el planeta. Pensó en bautizarlo "Davis"{ a este}.

Luego de ingresar en la atmósfera, el analizador le llamó la atención emitiendo una serie pitidos y haciendo titilar un cartel en su pantalla. Se acercó a éste para descubrir el motivo y cual no fue su sorpresa al observar que el analizador había reconocido unas estructuras semejantes a viviendas en un gran valle varios kilómetros hacía el este. Inmediatamente pensó en un error de la computadora, pero luego se dio cuenta de que tenía cierta lógica: la situación de las supuestas viviendas era ideal. Los vientos y las tormentas de arena no serían una gran amenaza en el interior del valle y esa zona en particular debía tener un clima templado.

No dejando ciertas dudas de lado, modificó la ruta del aterrizaje en dirección a las estructuras. [ "No dejando ciertas dudas de lado" es una expresión poco feliz. Sugerimos: "Todavía con ciertas reservas (o dudas) en su mente..." o algo así. ]

 

La nave se posó suavemente en el duro y rocoso suelo del planeta. Davis observó a través del panel de la cabina un paisaje desolador: estaba en una llanura rodeada de grandes montañas que se elevaban varios kilómetros. Un sol muy lejano se escondía detrás de éstas, proyectando enormes sombras. El suelo estaba cubierto de una fina arenilla de un color anaranjado. Pero el cielo era lo que convertía el paisaje en un espectáculo deprimente: la bóveda, de un gris demacrado, lo cubría todo, contrastando con el naranja brillante que predominaba en este mundo. Unas tonalidades rojizas casi imperceptibles se podían ver aquí y allá, dando a creer que quizás alguna vez el cielo fue había sido rojo. Se parecería a Marte, pensó. También se adivinaba el contorno de una luna. Imaginó que el triste color era debido a la gran distancia del sol.

Y finalmente, estaba el último detalle, el único indicio de una posible vida en el planeta: cerca de la montaña más grande, bajo su sombra, estaban las estructuras. Eran dos en realidad. Una de ellas bastante grande y la otra más pequeña [ Sugerido: "Eran dos en realidad, una de ellas bastante grande". Se sobreentiende que la otra era más pequeña. No abusar de este tipo de redundancias ]. Estaban a unos tres kilómetros de donde aterrizó había aterrizado. Esto lo hizo a propósito, pues si efectivamente estaban habitadas no quería alarmar a quien estuviese dentro.

[ Atención, si la visibilidad es similar a la de la Tierra en un día despejado y la curvatura es más o menos similar, se puede ver tranquilamente hasta 10 a 14 Km. (es la distancia al horizonte). Una prueba de esto son los barcos en el mar, que se ven sobre el horizonte, incluso a veces se ve sólo la mitad de arriba (la inferior está debajo de la línea del horizonte). ]

Apagó los dos aceleradores de iones y fue apagando los equipos de la cabina. Finalmente, bajó la potencia del generador hasta el nivel de emergencia. Las luces se apagaron y sólo quedó encendido un foco rojo. Siguiendo las normas de seguridad, caminó por un estrecho pasillo hasta la parte trasera de la nave y cerró cuatro válvulas para impedir el paso del gas de xenón. Luego, volviendo al frente, pensó en qué quedaba por hacer, si no estaba olvidando algo. Pero no se detuvo a pensar mucho ya que la curiosidad por ver de que se trataban las estructuras era muy grande. [punto aparte]

Por supuesto, no iba a bajar sin un arma.

Movió una palanca junto a la puerta y una luz verde sobre éste se prendió encendió, indicando que la puerta se había destrabado. Dio un fuerte empujón {a} y ésta {y} se deslizó unos diez centímetros hacía afuera. Luego automáticamente se elevó hasta estar al ras con la parte superior de la nave.

La primer impresión que tuvo Davis al bajar de la nave fue lo dificultoso que era respirar; el aire estaba caliente, denso y le costaba un gran esfuerzo inhalar el oxígeno. Curiosamente, el suelo no era lo duro que parecía. En algunas partes, era como pisar sobre un colchón.

Dejó de distraerse y se encaminó hacía las estructuras.

[ Para bajar en un planeta debería haber una suerte de manual de procedimientos con una cantidad de verificaciones, al menos automáticas. El tipo es un astronauta y seguramente no se detiene a pensar qué es lo que tiene que hacer, sino que hace exactamente lo que debe porque así fue entrenado. Podría ser tan poco profesional como el autor lo expresa si lo que se quiere hacer es dar una impresión general de decadencia. Pero éste no parece el caso, ya que la supuesta sociedad decadente no aparece en el relato. Las características de los personajes deben estar al servicio de lo que uno desea decir o de lo que uno desea hacerle hacer (o no hacer) al personaje del cuento. Los detalles pintorescos de la personalidad de un personaje no deben interferir en la historia o en la credibilidad de la historia. ]

 

Luego de caminar durante unos diez minutos, comenzaron a tomar forma. Definitivamente eran viviendas. La más grande parecía ser de dos pisos, mientras que la más pequeña era simplemente una formación de madera y chapas, como una choza. Quizás con propósito de almacenar cosas, pensó él.

En contraste con la rudimentaria mano de obra de la choza, la casa parecía muy bien construida. Pero el estilo era demasiado antiguo, similar al de aquellas casas victorianas del siglo XVIII. Este estilo de construcción todavía era utilizado en algunas regiones de la Tierra pero no era común encontrárselo fuera de aquel sistema.

En cuanto estuvo a una distancia de unos pocos metros, pudo observar que, salvo dos o tres, las numerosas ventanas que tenía estaban tapadas por unas mugrientas cortinas. Esto le causó una gran inquietud ya que el débil sol no proyectaba mucha luz y debía de estar muy oscuro dentro de la casa. Ahora el sol le estaba pegando de costado dándole un siniestro aspecto.

[ Las montañas que rodean el "gran valle" (y protegen de los vientos, etc.), ¿no impiden la posibilidad de un sol muy de sesgo? ]

La excesiva cantidad de tonalidades anaranjadas casi dañaba la vista; pero la casa estaba sumida en sombras, salvo {por} la parte lateral, que miraba al oeste, en la cual se reflejaba el sol. Parecía estar deshabitada, pero ¿no era alta la posibilidad encontrar formas de vida? No necesariamente podría ser civilizada. ¿Y si la casa era una especie de nido albergando alguna forma de vida salvaje?

Sin embargo, la curiosidad le venció. Pensó que podría encontrar algo de valor en su interior. Fue acercándose lentamente hacía el umbral. Cuando comenzó a hacerlo, instintivamente llevó la mano a la funda de su arma.

No tuvo tiempo de reaccionar; la sorpresa le paralizó. La puerta se abrió cuando estaba sólo a dos metros{ de esta}. Estaba muy oscuro pero podía divisar una figura allí dentro. Era alguien y le estaba mirando, estudiándolo. Una parte de él quería sacar el arma y apuntarle pero otra parte racional le decía que esperara. Ninguno de los dos se movió durante varios segundos. Parecía que no había movimiento en todo el planeta; hasta el tiempo se había parado para que la persona dentro de la casa estudiase detenidamente a Davis.

De pronto, habló. Y para mayor sorpresa, lo hizo en el Idioma Universal:

—Disculpe mi actitud, es que no vemos muchas personas. —Hablaba bajo, casi en susurros. Y, pese a que no lo veía nítidamente, tenía la sensación que estaba hablando con la cabeza baja—. Se lo ve a Ud. muy agitado, ¿desearía pasar a descansar?

Davis vaciló durante unos instantes. Su interlocutor era una persona mayor; su quejosa y cansada voz lo revelaba. De seguro no iría a atacarlo. No le gustaba la idea de acompañarle al interior con tanta oscuridad pero tenía muchas preguntas que hacer. Y necesitaba descansar [ parece exagerado: caminó sólo tres kilómetros ].

Lentamente fue acercándose al viejo. Él se movió del paso, permitiéndole entrar. El interior de la casa era triste. Estaba en lo que parecía ser una sala de estar. Lo poco que podía divisar a través de las sombras eran algunos muebles y escasos adornos. En el centro de la sala, sobre una vieja alfombra, había una mesa de madera y cuatro sillas a su alrededor. Dos sillones mostrando [no abusar de los gerundios, mejor: "que mostraban"] varios años de uso estaban más atrás. Los adornos consistían en chucherías hechas con vidrio y restos metálicos. Colgaban del centro de la sala y de la entrada a un angosto pasillo.

Le dio las gracias al viejo por su hospitalidad y éste murmuró algo como "de nada" o "no hay de qué". {No pudo entender con claridad.} [ Es redundante: lo que expresó el relator hace evidente que el personaje no pudo entender lo que dice el viejo ] Cuando cerró la puerta, le ofreció sentarse en uno de los sillones y le dijo que esperase. Acto seguido, se internó en el pasillo golpeando los adornos y desapareció, dejándolos tintineando levemente.

Sus ojos comenzaron a acostumbrarse en la oscuridad y reconoció una pequeña mesita [ "pequeña" y "mesita" (diminutivo) parecen redundantes ] en un rincón de la sala con dos marcos encima. Pero las fotos eran muy viejas y parecían haber sufrido quemaduras ya que sólo se distinguía una mancha negra y borrosa.

Algo le había llamado la atención y recién estaba pensando en ello. El viejo había hablado en plural cuando se refirió a la escasez de gente. "No vemos muchas personas..." ¿Había adquirido esa costumbre debido a la soledad a la que estaba confinado? ¿O habitaban otras personas en la casa?

Mientras estaba pensando en el asunto, el viejo volvió con un vaso de agua y se lo ofreció en silencio. Davis dio las gracias y, vacilando un poco, bebió el liquido. Tenía ese sabor térreo del agua de pozo. Asumió que la debía obtener de algún canal subterráneo.

Mientras bebía, estudiaba de reojo al viejo muy discretamente. Era más fornido de lo que le había parecido antes, seguramente debido al trabajo duro que demandaba el planeta. No debía ser nada fácil la vida en él. Tenía unos ojos pequeños y entrecerrados. Una abultada barba blanca le cubría la cara. Observó que las ropas que llevaba (una camisa y un par de jeans) estaban descoloridas y sucias. No podía calcular con exactitud su edad pero, pese a la imagen algo demacrada, se lo veía muy saludable.

La timidez del hombre era evidente ya que permanecía la mayor parte del tiempo con la cabeza baja. Habló nuevamente en susurros:

—Estábamos por almorzar. Si quiere acompañarnos, hay comida de sobra.

El ofrecimiento le desconcertó un poco. No se sentía cómodo y se sentiría menos cómodo todavía si {compartía} tenía que compartir una mesa con él. Pero también podía parecer rudo poco cortés si rechazaba la invitación y realmente estaba hambriento. Y quería conocer al resto de los habitantes.

Aceptó y el viejo le indicó que lo siguiera. Luego de levantarse, él lo condujo a través del estrecho pasillo hasta una pequeña sala con una escalera y dos puertas. Abrió una de ellas y Davis pudo ver que era un comedor.

Al entrar, vio que{, en} a la mesa{,} estaban sentados un niño y una niña, que sonrieron tímidamente al verle. El niño era {mas grande} mayor. Tenía la piel extremadamente blanca. La pequeña era rubia y tenía grandes ojos azules. El viejo les dijo que el señor los iba a acompañar y que debían comportarse bien durante la comida. Ellos asintieron sin preguntar nada.

El viejo le acercó un asiento a la punta de la mesa y Davis se sentó {en este}. Inmediatamente {él }desapareció a través de una {puerta} entrada que debía dar a la cocina. Se quedó a solas con los niños y, viendo que éstos estaban completamente callados, se limitó a observar el comedor. No era mucho más alegre que la sala de estar.

Cuando regresó el viejo, lo hizo junto con una señora algo más joven que él que llevaba una gran bandeja. Caminaron sin decir palabra hasta la mesa. La situación comenzaba a incomodarle. No sentía nada malo, estaba seguro de que no había problemas en quedarse. Pero el silencio de sus anfitriones le daba la sensación de ser un mero observador, un intruso en sus vidas. Por otra parte, se sentía indignado por no haber sido presentado debidamente.

La señora destapó la bandeja y descubrió una abundante guarnición de verduras y lo que parecían ser frutos comestibles. La comida sabía bien, pese a que estaba acostumbrado a comer platos con carne. Para su alivio, el viejo habló durante la comida, aunque fue el único. Le contó que cultivaban las verduras y los frutos en el sótano de la casa, donde estaba más fresco, haciéndoles llegar aire puro mediante unas instalaciones.

Le contó también que otros habitaban en el planeta pero más al oeste, donde había agua {con} en más abundancia. Mientras hablaba, se empeñaba en mantener esa postura de humildad, con la cabeza baja, casi sin mirarle a los ojos. Davis entendió que esta gente mantenía muy poco contacto con otras personas y esa era la razón de su timidez.

Comió con ganas los bocados, uno tras otro. No estaba muy hambriento [ Cuidado, poco antes dice del personaje: "y realmente estaba hambriento" ] , pero una cierta ansiedad le hacía comer apresuradamente. Los demás no comían mucho. En vano dejaba el plato vacío ya que, pese a que él ofrecía alguna resistencia, lo seguían llenando con verduras que pasaban de simplemente saber bien a estar realmente deliciosas. Sólo por cuestiones de educación no se negaba.

Una vez que hubo terminado, casi no se podía mover. Sentía como si hubiese devorado un inmenso banquete digno de reyes. Había subestimado a las verduras; el traje le estaba apretando. Hizo gesto de levantarse y el viejo inmediatamente le ofreció subir a un dormitorio a relajarse. A Davis ya le faltaban las palabras para agradecer la bondad del buen hombre. Accedió de inmediato; la larga caminata le había dejado exhausto y, luego de la cuantiosa comida, sólo pensaba en dormir. Antes de retirarse, dio las gracias a la señora y los niños, quienes respondieron murmurando algo.

El viejo lo guió nuevamente hasta la pequeña sala que servía de intersección y ambos subieron las escaleras. Los peldaños eran cortos y no muy altos y el ascenso lo hicieron enseguida. [ Tendría que estar en voz pasiva (el ascenso fue hecho por las personas), pero tampoco queda bien. Mejor: "...de modo que el ascenso fue rápido". ]

Salieron a un pasillo de varios metros de largo con sendas puertas a cada lado. Se preguntó qué habría en tantos cuartos ya que, suponiendo que los cuatro durmieran separados, sobraban habitaciones. El viejo le señaló la última puerta al fondo del pasillo y le dijo que lo llamara si se le ofrecía cualquier cosa. Davis le dio las gracias una vez más y se dirigió a la habitación.

El dormitorio no difería mucho del clima general de la casa: la cantidad de muebles era lo mínimo y necesario (una cama, una mesita de noche y un viejo armario), las paredes se mostraban desnudas en varias partes, sin pintura, especialmente en los rincones, y la única luz que provenía de una lámpara en la mesita era débil y hacía forzar la vista. No había mucho que mirar y tampoco se detuvo a investigar el ropero ni la mesita; se recostó en la cama y en contados segundos se estaba sumiendo en un profundo sueño con inquietudes y preocupaciones que se agolpaban en su cabeza.

[ "mesita" está repetido tres veces en el párrafo, sin contar otra aparición unos párrafos atrás. ]

 

¡La señal de localización! Lo había olvidado al bajar de la nave, en su afano ( ¿afán? ] por investigar el planeta. Debía dar a conocer su ubicación a la Base Central con la mayor urgencia.

Se vistió con rapidez, maldiciéndose por su torpeza. Corría el riesgo de quedarse varado en un planeta muerto; debía llegar cuanto antes a la nave.

Cuando bajó, vio por una ventana que estaba oscureciendo [ cuando llegó a la casa estaba oscureciendo, "las sombras eran largas" decía el texto… El personaje debería sorprenderse de que todavía no haya oscurecido ] y asumió que debió haber dormido un buen rato. En la sala de estar estaba [ ojo las repeticiones y los sonsonetes: mejor sería "en la sala estaba" ] el viejo sentado en el sofá, que esta vez le miraba con curiosidad. Davis le explicó que debía irse con apuro, pero que iba a regresar en unas horas. El viejo vaciló unos segundos y le dijo:

—La cena está casi lista. ¿Por qué no come con nosotros antes de irse? Si regresa más tarde, no habrá nada que comer. —Y agregó, casi esbozando una sonrisa—: Aparte, no querrá irse con el estomago vacío.

Casi estuvo a punto de decir que no pero lo pensó un momento.

Serían al menos cuatro horas [ ¿para caminar tres kilómetros? Recuerda que la velocidad de paso normal de un hombre es de 4 km/hora. Aún si fueran 6 km. (ida y vuelta), le llevaría una hora y media en total. No tardaría más de una hora en llegar a la nave. Y no tiene obligación de volver de inmediato: puede comer y dormir en la nave. ] en ir hasta la nave, enviar la señal y volver. Todavía estaba satisfecho por la cuantiosa comida del almuerzo pero no le desagradaba para nada la idea de volver a probar esas sabrosas verduras.

Quizás no era muy responsable de su parte, pero tiempo ya se había perdido y perder unos minutos más no iba a causar ningún peligro. Accedió nuevamente a la cordialidad de su anfitrión y lo acompañó al comedor.

El resto de la familia estaban sentados a la mesa, casi tal cual los había dejado anteriormente. Se sentó en la silla que había ocupado antes y esperó. El viejo se sentó después de él; esta vez no le quitaba la vista de encima.

Nadie se levantó. La mesa estaba vacía así que supuso que se estaba cocinando la comida. Siguió esperando en el silencio que ya estaba acostumbrado [ ¿El silencio se había acostumbrado? Sugerimos "en el silencio al que ya se estaba acostumbrando", o "al que ya se había acostumbrado" ] y aprovechó para repasar mentalmente el procedimiento de envío de la señal de localización y qué información iba a adjuntar.

Pasó un buen rato sin que nada sucediera y ya se estaba poniendo realmente incómodo, no como las veces anteriores [ ¿no será "la vez anterior"?, sólo hubo una vez ]; esta vez también estaba inquieto. Observó a sus acompañantes y vio que parecían estar agitándose, respirando con esfuerzo, todos mirando a la mesa. Se comenzó a preocupar y les iba a preguntar si se sentían bien, pero no hizo a tiempo.

Primero se abalanzó la niña. Saltó con una destreza sorprendente y alcanzó a morderle la oreja izquierda. Davis soltó un grito desgarrador. Antes de intentar comprender qué estaba sucediendo, se agarró de la mesa y trató de levantarse. Fue en vano; alguien lo estaba presionando con fuerza contra la silla {fuertemente}, la señora o el viejo... ya no importaba. El dolor en la oreja era tremendo, le estremecía todo el cuerpo, hasta que sintió que ya no estaba ahí. Trató de zafarse usando todas sus fuerzas pero sentía como si cientos de brazos lo estuvieran sujetando. Delante suyo, la niña estaba con la boca ensangrentada, terminando de masticar su oreja, y se acercaba lentamente por más. De repente, otro mordiscón en el cuello le hizo gritar nuevamente y echarse hacía atrás.

Cuando abrió los ojos, estaba mirando al viejo que estaba parado {detrás suyo} tras él, esta vez con la boca abierta. Descendió y ya no lo volvió a ver. Lo último que vio fueron esas hileras de dientes afilados. 

 

Está escrito medianamente bien. Los errores ortográficos son mínimos y casi no hay errores de puntuación. La estructura de la historia está llevada de modo lineal y, como crítica de lector, se podría decir que en algún momento —la secuencia del personaje reconociendo la casa, la comida y su ida a descansar— llega a hacerse un poco aburrida. Hay problemas de apresuramiento: escaso estudio del escenario y las situaciones. Los personajes casi no tienen desarrollo. Respecto a la credibilidad, tan esencial en la CF, debemos decir que parecen muy poco profesionales las actitudes mostradas en esta historia por un astronauta, aunque sólo sea piloto de un carguero (un carguero por el espacio ha de llevar mucha carga para justificar su viaje, y eso debe costar mucho dinero). Con esa actitud, casi seguro que un viajero solitario no vuelve vivo de ningún lugar. Eso tratarían de evitarlo las empresas, eligiendo perfiles psicológicos adecuados y poniendo "estrictas reglamentaciones de seguridad" a cada paso ejecutado por sus pilotos. En principio, para que el personaje pueda actuar cometiendo esos actos fuera de lugar, el escritor debe hacer algún trabajo de construcción de la credibilidad. No alcanza el hecho de que sea su primer viaje, ni que la nave sea de carga. El lector lucha para creerse los "horrores" que comete este hombre. También —por lo arriesgado— parecería estar deseando la muerte. Ningún explorador —aunque no lo sea profesionalmente, él está en esa actividad en esta historia— entraría al ámbito de otros con tanta confianza, ni se pondría a comer —y menos comer mucho— la comida de un planeta que acaba de pisar por primera vez. Aunque la actitud de sus anfitriones lo lleve a la confianza, uno espera que analice químicamente cada cosa (se habla de "probeta" en alguna parte), desde el aire a respirar a las superficies que toca con sus manos desnudas. Mucho más el agua que toma —que debería evitar consumir— y la comida. También es muy raro que se quede en la casa, aunque esté cansado. Es raro también que esté cansado de caminar sólo tres kilómetros. Pero ya se vuelve excesivo que se quede a dormir. Ésa es la sensación de un lector crítico de CF. Los habitantes de la casa, por otra parte, habrán de ser ricos y derrochadores, cosa poco creíble si se analiza la situación en que los encontramos, prácticamente "cazando" viajeros espaciales. Ésta ha de ser una actividad poco fructífera, al menos en oportunidades. La comida parece sobrarles, pues se la ofrecen a él en cantidad y, al fin y al cabo, la "gastan" inútilmente, ya que tal como se da en esta historia no es un "engorde": en horas no lograrán aumentar la parte comestible de su masa corporal, la comida que lo abulta estará en el estómago o los intestinos, indigerida. Lo lógico sería que, ya que él está siendo confiado, lo narcoticen —o lo golpeen, al fin y al cabo sí lo inmovilizan en la escena final— y se lo coman de inmediato. Si no lo hacen, debería plantearse algún motivo: entretenimiento —están taaan aburridos—, o por causa de algún rito que se obligan a cumplir antes de comérselo. Cosas que no se plantean ni se sugieren. En las últimas escenas, el lector debe suponer que finalmente el hombre fue drogado de algún modo, pues sino, aunque lo sujeten, se defendería como un animal salvaje: nadie puede mantenerse tan racional mientras le comen una parte de su cuerpo. El desenlace (que se lo quieren comer a él) es previsible, prácticamente desde el primer momento del almuerzo. Quitando todo esto, que lleva la credibilidad de un lector avezado a un valor cercano a cero, la historia podría funcionar (no todos los lectores son avezados y tan críticos) con un poco más de sofisticación. Así como está, el cuento es, en lo básico, un típico cuento de monstruo y víctima, muy simple, sin ningún engaño, sutileza o psicología extraña, que ayudarían a darle complejidad. Por último, está claro que no hace falta ir a un planeta tan lejano para presentar esta historia. Se podría relatar ocurriendo en una selva, o en cualquier paraje apartado.

 

 
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