Batería atómica
Esta fuente de energía fue inventada por un equipo de la Universidad de Cornell, en Estados Unidos. Su corazón es una delgada tira de
cobre de 1 mm de ancho, 2 cm de largo y un espesor de 60 micrómetros. Muy cerca del cobre hay una delgada
cinta de plata-63, un isótopo radioactivo.
Al decaer, el isótopo emite electrones en forma de partículas beta. Los electrones son absorbidos por la tira de cobre, que
adquiere una carga negativa. El isótopo, al perder electrones, adquiere carga electrostática positiva, lo que produce atracción entre las placas.
Cuando la atracción electrostática se hace suficientemente fuerte, la tira de cobre se curva para acercarse al isótopo de
plata. Cuando están suficientemente cerca, las cargas se cortocircuitan, es decir, los electrones circulan y la carga electrostática desaparece. La tira de cobre retorna
a su posición y el proceso recomienza. Es como esos pájaros de jueguete que pivotan, inclinándose, y toman agua de un vaso (los que ven a Los
Simpson lo deben tener muy presente).
Debido a que el material radioactivo tiene un tiempo muy largo de desintegración, la batería puede operar durante una
vida entera. La plata-63, por ejemplo, tiene una vida media de alrededor de cien años.
La tira de cobre se puede unir a una pequeña biela, por ejemplo, o a un cristal piezoeléctrico, para transferir energía. También se podría poner un
imán en el extremo de la pieza móvil y hacerlo circular frente a una bobina para generar electricidad. La
batería se podría usar en pequeños robots o en sensores que deben permanecer largos períodos sin mantenimiento.
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