Los aminoácidos son los bloques estructurales de las proteínas, copias convertidas directamente de los genes del ADN que operan en el organismo de diferentes formas y forman la base de la vida tal como la conocemos.
Hay 20 clases distintas de aminoácidos, y ellos, además de formar proteínas, se unen en distintas unidades más pequeñas llamadas péptidos, que forman sustancias tan importantes como por ejemplo muchas hormonas.
Hace pocos días, científicos norteamericanos de los Laboratorios Bell acaban de hacer un descubrimiento trascendental: los aminoácidos y los péptidos (y, en consecuencia, las gigantescas proteínas) tienen una cierta, mínima carga eléctrica que les permite adherirse a ciertos metales, sales no metálicas y varios materiales semiconductores.
Bob Willet y sus colegas estudiaron entonces la forma en que diversos péptidos (compuestos por entre 8 y 10 aminoácidos) se adhieren al oro, paladio, platino, titanio, aluminio, silicio, nitruro de silicio, arseniuro de galio y arseniuro de galio-aluminio.
Esta nanomáquina de control de movimiento podría aplicarse, mediante el fenómeno de adherencia, a rotar y configurar proteínas. Sería la solución a las enfermedades producidas por priones
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La teoría en que los investigadores basan su descubrimiento dice que las cadenas de péptidos que tienen un grupo químico que presenta carga eléctrica ubicado lateralmente a la cadena principal se adhieren con más firmeza que las que son eléctricamente neutras. De todas las superficies ensayadas, descubrieron que las sales de silicio, el silicio y el aluminio son más adherentes que los arseniuros y el paladio. Los metales no oxidantes (platino, paladio y oro) son, por regla general, menos ávidos de aminoácidos que los que sí interaccionan con el oxígeno.
Un ejemplo de adherencia de proteínas a membranas, desarrollado por la evolución. Canal electrónico de sodio en una célula viva: cerrado (izq.) y abierto
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Las aplicaciones de este descubrimiento son enormes y tienen una importancia tal vez incomparable para futuras aplicaciones médicas: para ello, piénsese que la gente de Bell ha utilizado los resultados de sus experimentos para diseñar una superficie inorgánica que muestra una afinidad exclusiva con una secuencia concreta de péptidos (las que contienen al aminoácido asparragina rodeado de moléculas de leucina).
Ello significa que ya se están construyendo nanoestructuras capaces de unirse eléctricamente con una hormona o proteína determinada. Ellas podrían ser vehículos incomparables para diversos tipos de tratamientos médicos que hasta ahora eran imposibles de realizar.
Los creadores de esta técnica piensan implementarla en un futuro próximo para tareas de detección biomolecular, transporte y almacenamiento de moléculas aisladas. Si ello consigue concretarse a bajo costo, significará una verdadera revolución en beneficio de la salud humana.
MÁS DATOS:
Bell Laboratories
PhysicsWeb
(Traducido, adaptado y ampliado por Marcelo Dos Santos de PhysicsWeb y de otros sitios de Internet)