Ya hemos hablado desde esta ínclita tribuna acerca de los loros y su singular naturaleza de únicos organismos sintácticos de este planeta aparte de H. sapiens.
Yerra el enjundioso Desmond Morris al decir que el hombre es un mono desnudo; los monos no son capaces de pensamiento sintáctico, es decir que ellos y nosotros podremos compartir las características del primate, pero estamos separados por una distancia
tan grande como la que los separa a ellos del gusano plano.
La capacidad sintáctica parecía habernos puesto en el lugar único de una especie que, a través de ella, podía componer óperas, construir portaaviones para pulverizar al vecino o desarrollar los inmunosupresores que posibilitan toda nuestra tecnología de
transplantes. Todo gracias a la capacidad de hablar.
Los loros pueden hablar. Ya hemos conocido en estas páginas a la lora de Churchill, que todavía recuerda el discurso antifascista que el Primer Ministro le enseñara hace más de 60 años, y
a Alex, el gris africano que ha comprendido conceptos totalmente abstractos como tipo, forma, color, cantidad, categoría o especie. Algo muy por delante (tan por delante como una Ferrari F550
Maranello compitiendo con el vecino en bicicleta) de la supuesta capacidad "lingüística" de otras especies como los monos o los delfines. Acá no es cuestión de qué tan cerca está alguien de
ser un mamífero superior, sino de quién tiene más capacidad sintáctica.
Alex es el africano gris (Psittacus erithacus) de la doctora Pepperberg. Alex vive en la Universidad de Brandeis, y, como todos los grises africanos, tiene el cerebro del tamaño de una nuez. Y gracias. Nada tan sofisticado como los grandes y poderosos
cerebros de un elefante, un tigre o un gorila.
Pero Alex habla, con profundidad, corrección gramatical, sentido de la oportunidad y gracia mundana. No es el lorito que sólo sabe pedir la papa. Es el lorazo al que se le dice "por color, Alex", y toma cuarenta fichas y las apila según su color. Luego
se le dice "por la forma, Alex, por favor", y el psitácido desarma las pilitas y las reordena amontonando las triangulares por un lado, las redondas por el otro, y así. No sólo puede hablar, sino que interpreta correctamente la palabra hablada. Algo
que ningún otro animal del mundo, salvo el hombre, es capaz de hacer ni de lejos. El mamífero más inteligente del mundo, como un perro border collie, un caballo criollo argentino o un elefante asiático criado en la India, sólo conoce una palabra
en cualquier idioma humano: su propio nombre.
Maestro y alumna... ¿o era al revés?
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Ahora, los científicos han descubierto que Alex es más inteligente que una parte sustancial de la Humanidad. De hecho, es capaz de entender algo que ningún niño normal menor de 4 años puede comprender: el concepto de cantidades negativas, es decir,
ausencia de cantidad. En otras palabras, el concepto de cero o nada. Para ser justo, debo aclarar que la población de Europa en su conjunto, incluida la Iglesia, los matemáticos y los filósofos, tampoco lo entendieron hasta el siglo
XIII, en que Leonardo de Pisa (Fibonacci) introdujo el concepto de cero y su símbolo, junto con el sistema numeral indoárabe en una sociedad avanzada pero dominada aún por los engorrosos
e hiperprimitivos números romanos.
Lo que Alex entiende con tanta facilidad amarga a los niños con dificultades de aprendizaje, complica la vida de los maestros que los educan, y avergüenza a algunos gobernantes argentinos de triste memoria, que dicen haber aprendido mucho "leyendo las
obras de Sócrates", que nunca escribió una palabra.
Alex, el P. erithacus de 28 años de edad, trabaja con la psicóloga comparativa e investigadora cognoscitiva Irene Pepperberg. Y le gusta dar sorpresas a su coequiper humana: un buen día, comenzó a utilizar espontáneamente la palabra "ninguno". Fue
en medio de una serie de pruebas para evaluar su capacidad de contar cantidades y su habilidad para describir la ausencia de una cantidad numérica mirando objetos (o la falta de ellos) en una bandeja. Alex pasó la prueba con facilidad.
De inmediato se diseñó toda una serie de experimentos para verificar esta capacidad, en la que Alex demostró a los asombrados científicos que, si se le ponían 16 caramelos en el platito, el plumífero respondía "dieciséis". Si se le ponían 4, decía "cuatro".
Si no se le ponían caramelos, decía tranquilamente "ninguno". ¡Vaya, qué pájaro!
Alex, primer organismo sintáctico aparte del Hombre
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Los resultados de la investigación de Pepperberg (¿o de Alex el lorito sintáctico?) fueron publicados en el número de julio de la prestigiosa revista internacional The Journal of Comparative Psichology. Los experimentos prueban que el cerebro avícola,
aunque se diferencia del de los mamíferos en cuanto a estructura física y organización neurológica es perfectamente capaz de un altísimo procesamiento cognoscitivo, mucho mayor del que anteriormente se pensaba. En otras palabras, los loros piensan.
Y mucho. Y bien.
Este descubrimiento es trascendental: es la primera vez que se demuestra que un animal cualquier animal es capaz de un pensamiento abstracto elevadísimo, tan abstracto y elevado que se expresa a través de la negación lógica, porque
el objeto aludido ni siquiera está allí. Alex habla de la ausencia de un objeto, es decir, de la negación de cantidades aritméticas. Nosotros tenemos que ir a la escuela para lograr lo mismo, con nuestro poderoso cerebro de primate equipando
nuestros cuerpos.
Los chimpancés pueden hacer algo parecido, y se cree que el mono ardilla también, pero Alex suma al hecho de ser la primera ave que se percata de lo que Fibonacci se dio cuenta hace siete siglos, la circunstancia de que es el único animal que,
hecho este gran hallazgo, lo proclama a voz en cuello. Y, como sabemos, Fibonacci hablaba pero los monos no.
"Alex es el primer pájaro que demuestra haberse dado cuenta de la ausencia de un objeto numérico", dice la investigadora. "No estamos seguros de si los logros de Alex, así como los de algunos otros animales como los chimpancés, pueden obtenerse mediante
el mero entrenamiento; más bien, creemos que se basan en capacidades cognoscitivas que son esenciales para su supervivencia, como reconocer los conceptos de 'más' por contraposición a 'menos'". Un loro que sepa esto podrá ir adonde hay "más" comida y ahorrar
así horas de vuelo buscándola.
No es la primera vez que Alex menciona la palabra "ninguno". Antes también la usaba, pero sólo cuando se le preguntaba acerca de las similitudes o diferencias entre dos objetos y él pensaba que no se parecían en absoluto. Estamos hablando de fichas o muñequitos
de diferentes formas, colores y tamaños. Por ejemplo, si se le mostraban dos fichas verdes pero de distinta forma, Alex decía: "color". Si se le mostraban dos cuadrados, uno verde y otro rojo, Alex decía "forma". Si se le mostraba una esfera amarilla grande
y un cubo azul pequeño, el animal declaraba redondamente: "ninguno". Ninguna de las categorías encajaba.
Sin embargo, recién ahora Alex ha comenzado a reconocer que la cantidad "cero" puede ser expresada por la palabra "ninguno". 1 caramelo es "uno", 0 caramelos son "ninguno". Ha elaborado el concepto de ausencia de cantidad.
La científica explica: "Alex tiene un concepto similar al cero; no es idéntico al nuestro, pero nos ha mostrado repetidamente que comprende la ausencia de una cantidad".
El hombre mismo ha tenido problemas con el cero: no todas las sociedades humanas han comprendido que "nada" es la ausencia de "algo" o que "ninguno" es la ausencia de "uno o más". Como hemos dicho, Europa conoció el cero recién en 1202.
La importancia de la investigación numérica descansa en su capacidad de determinar la potencia de la cognición animal y las posibilidades del animal para alcanzar éxitos más complejos. En ese aspecto, los estudios de Pepperberg sobre el cerebro del ave
continuarán con investigaciones acerca de cómo cuenta el loro sus caramelos, cómo hace para sumar e incluso restar cantidades.
Irene Pepperberg, amiga de Alex
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Más importante todavía: los estudios de la joven, que utiliza un método de entrenamiento conocido como "técnica del modelo rival", también encierra un promisorio futuro en el tratamiento y enseñanza de niños autistas, con problemas de aprendizaje, fallas
del lenguaje, incapacidad conceptual numérica e incluso problemas sociales, de relación o de conducta.
¿Eres tú?
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La técnica del modelo rival trabaja con dos instructores: uno da las órdenes y el otro presenta respuestas correctas o incorrectas a la vista del ave. El "instructor-alumno" compite como rival de Alex para atraer la atención del "amo". El proceso es totalmente
interactivo: "amo" y "alumno" cambian de roles con frecuencia.
El estudiante, en este caso un loro de mediana edad, intenta reproducir el comportamiento correcto. Y normalmente lo logra. "Hasta ahora, esta técnica ha dado buenos resultados al ser utilizada en pequeños grupos de chicos autistas, dirigidos por la médica
Diane Sherman de Monterey, California", nos indica la doctora Pepperberg. "Esta clase de investigaciones están cambiando nuestra forma de pensar acerca de los pájaros y la inteligencia, aunque también nos ayuda a romper las barreras entre los humanos y
el aprendizaje", concluye. "Y no podemos darnos el lujo de subestimar esos avances".
MÁS DATOS:
SpaceDaily: Understanding the meaning of "nothing"
Los loros grises africanos
Fundación Alex
(Traducido, adaptado y ampliado por Marcelo Dos Santos de SpaceDaily y de otros sitios de Internet)