Se han cumplido este año los 60 años
desde el famoso avistamiento en el que se acuñó el nombre "Flying Saucer" ("plato volador" o "platillo volante", el 24 de junio de 1947) y también del famoso "Incidente de Roswell".
Es entonces una buena ocasión para revisar la historia y conocer algunos sucesos en todo su detalle.
Durante años, la Fuerza Aérea [de EEUU] los ha etiquetado como engaños, alucinaciones o interpretaciones erróneas. Hoy, el propio consultor científico de la Fuerza Aérea para la investigación de objetos voladores no identificados declara que muchos de los avistamientos no pueden ser explicados tan fácilmente.
El Dr. J. Allen Hynek
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El 25 de agosto de 1966, un oficial de la fuerza aérea a cargo de un equipo de misiles en Dakota del Norte repentinamente descubrió que sus transmisiones de radio eran interrumpidas por la estática. En ese momento, él estaba refugiado en una cápsula de concreto a una profundidad de 60 pies (18 metros). Mientras intentaba aclarar el problema, otros miembros de la fuerza aérea en la superficie reportaron haber visto un OVNI, un objeto volador no identificado, en lo alto del cielo. Tenía una luz roja brillante, y parecía ascender y descender en forma alternativa. Simultáneamente, un equipo de radar en tierra detectó el OVNI a 100.000 pies (30,5 kilómetros).
Así comienza un informe sobre OVNIs verdaderamente desconcertante, un caso que hasta hoy no ha sido explicado pues no coincide con las causas familiares como globos sonda, aviones, satélites o meteoritos. "Cuando el OVNI se elevó, la estática se detuvo", indica el informe hecho por el director de operaciones de la base. "Luego, el OVNI comenzó a descender en picada. Parecía que aterrizaría a diez o quince millas (16 o 24 kilómetros) al sur del área en donde fue visto. El control de la base de misiles envió una patrulla de soldados bien armados para inspeccionar la zona. Cuando la patrulla se encontraba a diez millas (16 kilómetros) del sitio de aterrizaje, la estática interrumpió el contacto radial con ellos. Cinco u ocho minutos después el resplandor que se divisaba más adelante comenzó a disminuir y el OVNI comenzó a elevarse nuevamente. Otro OVNI fue avistado y su presencia fue confirmada por radar. El que fue avistado primero pasó por debajo del segundo. El radar también confirmó esto. El primero comenzó a tomar altitud mientras se dirigía al norte y el segundo pareció desaparecer junto a su resplandor rojo".
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Este incidente, que no fue difundido por la prensa, es típico de los casos desconcertantes que he estudiado durante mis 18 años como consultor científico sobre el problema de los OVNIs para la Fuerza Aérea. Lo que convierte al informe en algo especialmente destacable es el hecho de que otro incidente ocurrió en las cercanías de la base pocos días antes. Un oficial de policía un hombre confiable vio en plena luz del día lo que él describió como "un objeto flotante descendiendo por el costado de una colina, bamboleándose de lado a lado a una distancia de diez pies (3 metros) de la tierra. Cuando alcanzó el fondo del valle, se elevó a casi cien pies (30 metros) y se movió a través del valle hacia un pequeño estanque".
El objeto que tenía un diámetro aproximado de 30 pies (9 metros), luego pareció achatarse, y una pequeña cúpula se hizo visible en su parte superior. El objeto se mantuvo sobre el agua por algo así como un minuto y luego se dirigió a un pequeño campo, donde parecía que iba a aterrizar. Sin embargo, no tocó la tierra y se quedó estático a una altura aproximada de 10 pies (3 metros) sobre la tierra y a casi 250 pies (75 metros) de distancia con respecto al testigo, quien observaba esto desde su patrulla estacionada. El objeto luego se inclinó hacia arriba y desapareció rápidamente entre las nubes. Una historia fantástica; no obstante, he entrevistado al testigo en este caso y estoy personalmente seguro de que él está más allá de la infamia.
Durante los años en que he sido su consultor, la Fuerza Aérea ha argüido constantemente que los OVNIs eran engaños, alucinaciones o interpretaciones erróneas de fenómenos naturales. Para la mayor parte de los casos estaría de acuerdo con la Fuerza Aérea. Como astrónomo profesional soy titular del departamento de astronomía de la Universidad Northwestern no he tenido problemas para explicar la extensa mayoría de avistamientos reportados.
Pero no puedo explicarlos todos. De los 15.000 casos que he analizado, varios cientos son enigmáticos, y algunos de estos casos enigmáticos, tal vez uno en 25, son desconcertantes. Deseo aprender mucho más sobre estos casos a las que he podido acceder a través de informes o entrevistas.
Estos casos especiales han sido reportados por personas inteligentes y muy respetadas, que muy a menudo tienen entrenamiento técnico (astrónomos, operadores de torres de control en aeropuertos, antropólogos, oficiales de la Fuerza Aérea, personal del FBI, médicos, meteorólogos, pilotos, operadores de radar, pilotos de prueba y profesores universitarios). He discutido por años con la Fuerza Aérea que estos casos inusuales necesitaban mucho más estudio que el que ellos dispensaban. Ahora, finalmente, la Fuerza Aérea ha comenzado una investigación científica seria del fenómeno OVNI. (Comité Condon, Universidad de Colorado)
El público, estoy seguro, desea saber en qué puede creer -qué puede ser creído- acerca de las historias de "platillos voladores" que parecen volverse más sensacionalistas a cada momento. Con toda la lealtad a la Fuerza Aérea, y con una profunda apreciación de sus problemas, ahora siento que es mi deber discutir sobre el misterio OVNI completa y francamente. Hablo como un científico con una experiencia única. Soy el único científico que ha pasado casi veinte años supervisando la situación OVNI en este y otros países y que también ha leído millares de informes y se ha entrevistado personalmente con muchas personas que han avistado OVNIs.
El conseguir la verdad sobre los "platillos voladores" ha sido extraordinariamente dificultoso porque el tema engendra automáticamente reacciones instantáneas y creencias apasionadas. Casi todos mis colegas científicos, lamento decirlo, se han mofado de los reportes de OVNIs, aunque esto constituye una reacción anticientífica puesto que ninguno de ellos ha estudiado la evidencia. Hasta hace poco tiempo, mis amigos en ciencias físicas incluso no discutían del tema OVNI conmigo. El tema, de hecho, raramente se presentaba. Mis amigos, obviamente, no podían entender como yo, un científico, se había podido mezclar con eso de los "platillos voladores". Era como si luego de ser cantante de ópera decidía probar suerte cantando en un cabaret. Todo era demasiado embarazoso como para discutirlo en una conversación cotidiana.
Mientras que los científicos se reían entre dientes de los OVNIs, un cierto número de grupos de entusiastas ciudadanos le decían al gran público que los "platillos voladores" realmente existían. Los creyentes de los OVNIs acusaron a la Fuerza Aérea de encubrir la existencia de "platillos voladores" para evitar el pánico de la población. Puesto que yo era el consultor de la Fuerza Aérea, estos grupos me acusaron de venderme como científico, porque no admití en primera instancia que los ovnis existieran. Era el bufón de la Fuerza Aérea, su astrónomo domesticado, un hombre que prefería conservar sus honorarios como consultor antes que divulgar la verdad entre la gente.
Recibí muchas cartas que me atacaban a mí por no atacar a la Fuerza Aérea. Un escritor típico precisó que como científico mi primera lealtad era para con la "verdad", él también indicó que "cualquier persona que haya seguido de cerca la historia OVNI sabe que muchos informes han sido explicados de una manera que sólo puede definirse como ridícula".
Otra típica carta declaraba: "A pesar de que la Fuerza Aérea proclama (o está instruida para proclamar) que los OVNIs no existen, yo pienso que el sentido común nos dice a la gran mayoría que sí existen. A través de los años, ha habido mucha gente que ha tenido experiencias aterrorizantes relacionadas con los OVNIs. Pienso que nuestro Gobierno insulta la inteligencia de nuestro pueblo al mantener en secreto información sobre los OVNIs".
La cuestión de los OVNIs se ha convertido en una batalla de creencias. Por un lado, la que sustenta la posición de la Fuerza Aérea, y que está respaldada por el "establishment científico", cree que los OVNIs no existen; y por el otro lado están los que creen que los OVNIs representan algo completamente nuevo en la experiencia humana. Y luego tenemos el resto del mundo, la gran mayoría de personas que, si piensan en todas la aristas del tema, no saben qué creer.
La cuestión de si existen o no los OVNIs no debe ser una batalla de creencias. Debe ser un tema para el sosegado y razonado análisis científico.
En 1948, cuando por primera vez oí hablar de OVNIs, pensé que eran absolutas tonterías, como cualquier científico lo hubiese hecho. La mayor parte de los primeros reportes eran demasiado vagos: "Cuando entre al cuarto de baño y miré a través de la ventana vi una luz brillante en el cielo. Se movía hacia arriba, hacia abajo y hacia los costados. Cuando volví a mirar ya se había ido".
En aquella época yo era director del Observatorio de la Universidad Estatal de Ohio en Columbus. Un día tuve una visita de varios hombres del centro técnico de la base Wright-Patterson de la Fuerza Aérea, que quedaba a sólo 60 millas (97 kilómetros) de distancia en Dayton. Con cierta vergüenza obvia, los hombres tocaron el tema de los "platillos voladores" y me preguntaron si podría servir como consultor en la materia para la Fuerza Aérea.
El trabajo me pareció que no iba a tomar mucho tiempo, así que accedí. Cuando comencé a repasar casos, asumí que había una explicación natural para todos los avistamientos, o por lo menos la habría si lográbamos encontrar las piezas faltantes del enigma. Es por eso que, generalmente, suscribí a la opinión de la Fuerza Aérea, que sostenía que los avistamientos eran el resultado de interpretaciones erróneas, engaños o alucinaciones.
Durante los años siguientes no tuve problemas en explicar o descartar la mayoría de los casos que me eran asignados, pero algunos de ellos eran lo suficientemente desconcertantes como para sorprenderme (casos que la Fuerza Aérea más tarde referenciaría como "no identificados"). Déjenme enfatizar el siguiente punto: la Fuerza Aérea impuso su propio pensamiento en cada caso; yo sólo aporté mi opinión. Pronto encontré que la Fuerza Aérea mostraba una tendencia a aumentar sus explicaciones preliminares mientras compilaba sus resúmenes anuales; un "posible" avión se convirtió a menudo en "probable" avión. Me hacían recordar la leyenda griega de Procrustes, quien trató de meter a todos los hombres en la misma cama. Si eran demasiado largos les recortaba el sobrante, y si eran muy cortos los estiraba.
Contrariamente a lo que afirmaba en las declaraciones públicas, la Fuerza Aérea realmente nunca dedicó bastante dinero y atención al problema de los OVNIs como para llegar al fondo de los casos desconcertantes. El programa de evaluación OVNI de la Fuerza Aérea, conocido como "Project Blue Book" (Proyecto Libro Azul), era hospedado en una sola sala de la base Wright-Patterson. Durante la mayor parte de su historia, el Proyecto Blue Book fue dirigido por un solo capitán. Este solo hecho le indicará a cualquier persona familiarizada con los procedimientos militares la importancia relativa del Proyecto Blue Book en el organigrama de la Fuerza Aérea. El personal, que estaba compuesto generalmente por dos oficiales y un sargento, trataba de decidir, en base de declaraciones incompletas, las causas de todos los avistamientos de OVNIs reportados a la Fuerza Aérea. A partir de 1947 hasta 1965, el proyecto Blue Book revisó 10.147 casos. Usando los criterios de la Fuerza Aérea, el proyecto identificó 9.501, dejando sin resolver más de 600, que fueron designados como no identificados.
En 1952 mi sensación de que la Fuerza Aérea no investigaba los reportes con la suficiente seriedad me condujo a escribir un artículo sugiriendo que el tema merecía un estudio mucho más profundo. En 1953 la Fuerza Aérea prestó más atención a los OVNIs, aunque no la suficiente, según mi opinión. Un panel compuesto por algunos de los más respetados científicos en el país fue organizado bajo la dirección de Howard P. Robertson, un distinguido físico de Cal Tech. El panel Robertson discutió sobre los OVNIs por cuatro días. La mayor parte de los casos, incidentalmente, no eran tan desconcertantes como algunos de los que tenemos ahora. El panel solamente estudió con detalle 15 reportes, descartando varios cientos de los preparados en aquella época, aunque repasaron rápidamente muchos otros. Esto era como pedirle a Madame Curie que examine una pequeña fracción de pecblenda que acaba de destilar y esperar que obtenga radio de inmediato.
Me incluyeron como miembro asociado del panel, pero mi papel era realmente el de un mero observador. Después de terminar su breve examen, el panel concluyó que "la evidencia presentada sobre objetos voladores no identificados no ha demostrado ninguna indicación de que estos fenómenos constituyen una amenaza física directa a la seguridad nacional", y que "creemos firmemente que no hay ningún residuo de casos que indiquen fenómenos atribuibles a artefactos foráneos capaces de actos hostiles, y que no hay evidencia de que los fenómenos sugieren una necesidad de revisión de los conceptos científicos actuales". Es interesante observar la frase "creemos firmemente", una frase más apropiada al clero que a la comunidad científica.
El informe Robertson inmediatamente se convirtió en la justificación principal de la posición de la Fuerza Aérea: "no hay nada de qué preocuparse allá afuera", algo que se sostiene hasta el presente. No me preguntaron si quería firmar el informe, pero la verdad es que no lo habría firmado si me lo hubiesen preguntado. Sentía que la pregunta era más complicada de lo que el panel creía y que la historia podría mirar hacia atrás algún día y decir que el panel había actuado precipitadamente. Aquellos hombres se tomaron apenas cuatro días para hacer un juicio sobre un tema intrincado, al cual yo había estudiado por más de cinco años sin poder llegar a solucionar sus incógnitas.
En 1953, el año del informe Robertson, ocurrió uno de los casos más desconcertantes que he estudiado. Fue reportado primero en Black Hawk, Dakota del Sur, y luego en Bismarck, Dakota del Norte, durante la noche del 5 de agosto y el amanecer del 6 de agosto. Un grupo de personas en Black Hawk reportó estar viendo varios objetos extraños en el cielo. Lo que hizo que estos informes fuesen particularmente significativos fue el hecho de que estas personas eran observadores entrenados, miembros de la red nacional de civiles que se mantenían alerta por la posibilidad de bombarderos enemigos.
Aproximadamente al mismo tiempo, figuras no identificadas aparecieron en la pantalla del radar de la base Ellsworth de la Fuerza Aérea, que está cerca de Black Hawk. Un avión 'caza' F-84 se encontraba en el área y reportó estar viendo los OVNIs. El piloto transmitió que uno de los objetos parecía estar sobre la localidad Piedmont, en Dakota del Sur, y que se movía dos veces más rápido que su avión 'caza' con propulsión a chorro. Era "más brillante que la estrella más brillante" que alguna vez hubiese observado. Cuando el piloto comenzó la persecución, la luz "sólo desapareció". Cinco civiles en tierra, que habían visto al jet perseguir la luz, confirmaron los dichos del piloto.
Más tarde, un segundo F-84 fue enviado a perseguir al OVNI, que todavía aparecía en el radar de la base. Después de varios minutos, el piloto reportó ver un objeto con una luz de intensidad variable, que alternaba entre las tonalidades del blanco al verde. Mientras el piloto perseguía al OVNI, observó que había destellado la luz de su sistema de armamento, indicando que el radar de su avión había escogido un objetivo para derribar. El objeto estaba directamente delante de su avión pero en una altitud levemente mayor. En ese momento se elevó muy rápidamente. Cuando el piloto se dio cuenta de que inevitablemente se objetivo se escapaba interrumpió la persecución. Los operadores del radar en tierra rastrearon al 'caza' que volvía de la persecución con las manos vacías, mientras la luz del OVNI continuaba su marcha hasta salir del alcance de la pantalla del radar.
Mientras el objeto seguía hacia el norte, la base Ellsworth notificó esta situación al centro de vigilancia en Bismarck, 220 millas (354 kilómetros) al norte, donde un sargento, después de recibir la noticia, salió a la azotea y vio un OVNI. La fuerza aérea no tenía ningún avión en Bismarck que pudiesen enviar tras el OVNI, que finalmente desapareció en la noche.
Investigué este avistamiento y no pude encontrar una explicación satisfactoria. En mi informe, señalé que "el incidente entero, en mi opinión, tiene demasiado de 'Alicia en el País de las Maravillas' para mi gusto".
Fue en ese tiempo aproximadamente cuando algunos firmes creyentes de los OVNIs se disgustaron con la Fuerza Aérea y decidieron tomar el asunto en sus propias manos, como los vigilantes del viejo oeste; se organizaron "para hacer el trabajo que la Fuerza Aérea hacía mal". Estos grupos integrados por personas de distintas procedencia y preparación, eran a menudo los receptores de los intrigantes informes que nunca llegaron a la atención oficial del Proyecto Blue Book. El primer grupo de esta clase en los Estados Unidos fue el APRO (Organización de Investigación de Fenómenos Aéreos, en inglés: Aerial Phenomena Research Organization), fundado en 1952 y que todavía se mantiene muy activo, al igual que NICAP (Comité Nacional de las Investigaciones sobre Fenómenos Aéreos, en inglés: National Investigations Committee on Aerial Phenomena) que fue organizado algunos años más tarde.
A medida que pasaron los años, aprendí cada vez más sobre la naturaleza global de los avistamientos de OVNIs. Había asumido, al principio, que eran un fenómeno puramente americano. Pero los informes de avistamientos comenzaron a llegar de varias partes del mundo, hasta que 70 países fueron incluidos en la lista. Como científico, estaba naturalmente interesado en correlacionar todos los datos; un zoólogo que estudia hormigas rojas en Utah, por ejemplo, desea investigar una nueva especie encontrada a lo largo del Amazonas. Pero cuando sugerí a la fuerza aérea que los enlaces con el exterior del país fuesen utilizados para recolectar informes sobre avistamientos extranjeros, me dieron la espalda. Nadie en una posición de autoridad parecía querer tomar parte en un tema tan embarazoso.
Gradualmente, comencé a acumular casos que realmente no podría explicar, casos reportados por gente confiable que a menudo entrevisté personalmente. Encontré que las personas que hacían estos reportes a menudo desconocían todo lo relacionado con OVNIs antes de su experiencia, que los confundió y aterrorizó. Por temor al ridículo, eran con frecuencia renuentes a reportar avistamientos y lo hicieron tan solamente por un sentido del deber y un enorme deseo de conseguir una explicación racional para su experiencia irracional. Una de las cartas que me enviaron concluía con esta oración: "Esperando que no llegue a pensar que estoy chiflado, aunque no importa si lo hace, sinceramente..."
Traducido al español por Leonardo Montero Flores
PARTE 2