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05/Oct/04




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Cordero Patagónico, cine continuado y dos cuentos de Alberto Laiseca

La segunda parada del Tren Patagónico —el sábado 25 de septiembre, al mediodía— fue la ciudad de Los Menucos (Río Negro, Argentina), a unos 500 kilómetros de Viedma, donde los integrantes del Taller Itinerante Viaje Hacia el Centro de los Confines, organizado por la Fundación Ciudad de Arena, fueron recibidos con cordero patagónico. La ocasión fue propicia para los discursos de bienvenida y la lectura de la disposición que declaraba el periplo de interés provincial...

...Sin embargo, el postre lo aportó Alberto Laiseca quien, una vez más, hizo gala de esa capacidad de mantener hiptnotizada a la audiencia y narró una historia de terror que tenía algo de clásico del género y algo de Cementerio de animales de Stephen King. En algún momento del almuerzo, Carlos Gamerro hizo un brindis por el organizador que todos festejaron.

Al final del almuerzo, hubo tiempo de recorrer el pueblo, y confirmar aquello de que Los Menucos es la capital nacional de la piedra laja. De hecho, varios escritores y fans pudieron hacerse de pequeños "recuerdos" de fluorita verde o violeta, y pequeñas muestras de lajas que encontraron a los costados de las vías. Y es que en Los Menucos, con sus prolijas calles y bulevares, el tiempo parecía haberse detenido: una sensación maravillosa que no siempre disfrutamos quienes vivimos bajo los rigores de la Capital.

En este punto es menester aclarar que para este cronista resulta difícil dar cuenta de en qué momento sucedieron distintas actividades que se dieron sobre el Tren Patagónico luego de la visita a Los Menucos. ¿Cuándo fue que se improvisó aquel taller literario axxonita en el que se discutió el cuento de Luciano Levín y otro relato de Alejandro Alonso basado en el universo de "La tripa de Dios" (de Eduardo Carletti)? ¿En qué momento se proyectó la nueva versión de Solaris? En este orden, probablemente una de las sorpresas más gratas hayan sido los multipremiados cortometrajes de Juan Pablo Zaramella: "El guante" (blanco y negro, 2001) y "Viaje a Marte" (2004), ambos realizados con la técnica de stop motion. Es que la misma informalidad de la propuesta llevaba a que en un extremo del tren Rafael Pinedo propusiera a los alumnos viedmenses reescribir el final de uno de sus cuentos, mientras que otros se deleitaban en el vagón-cine con el documental "Memorias del Siglo XX", basado en las filmaciones "caseras" del poeta uruguayo Enrique Amorín, donde aparecen Quiroga, Borges, Sábato y tantos otros grandes artistas y pensadores de su época.

Tampoco faltaron las anécdotas. Cuentan que la noche anterior (del 24 al 25 de septiembre), un conocido escritor y un no menos reputado ensayista intentaron entrar, ganzúa en mano, en el camarote del presidente del Club del progreso, para descubrir (al ser interrogados) que habían confundido el vagón. Otros dicen que Alberto Laiseca desgranó la noche en el vagón-comedor dialogando con fans y talleristas al amparo de su infaltable vaso de whisky.

La cuestión es que sin que el tiempo pesara, los talleristas arribaron a Ingeniero Jacobacci, promediando la tarde del 25 y con perspectivas de pasar allí la noche. 

La nota de color la dieron los habitantes de Jacobacci que, superada la capacidad de los hoteles de la ciudad, y ante los incomprensibles trabas de los responsables del Tren Patagónico para dejar el tren abierto esa noche, ofrecieron sus hogares (gracias a la oportuna intervención de la intendenta Gabriela Buyayisqui), con lo que se completó las pocas plazas que faltaban. Esa noche, los talleristas itinerantes visitaron artesanos de Jacobacci y el museo, para luego ser agasajados por las autoridades del lugar. 

Y el agasajo fue a lo grande, con cantores, danzas típicas y la presencia del ya legendario poeta local Elías Chucair. Promediando la velada y a modo de retribución, Laiseca volvió erizar la piel de los comensales, esta vez con un extraño y perturbador cuento alemán que hablaba de muerte y abnegación en vano.

Ya tarde, los talleristas volvieron a hoteles (y viviendas particulares) para pasar la noche y encaminarse por la mañana hacia el último destino del viaje: Bariloche, desde donde casi sin solución de continuidad tomaron los transportes que los llevarías (felices y exhaustos) de regreso a sus ciudades.

¿Puede pedirse más? Difícilmente. De este viaje se dirán muchas cosas, porque de eso se trataba: de hacer historia.

 

Joe Garrafex para Axxón y Garrafex News.

Más información:
Viajando hacia el oeste (¡Y Viedma fue una fiesta! - Cuarta Parte)
Bienvenidos al Tren (¡Y Viedma fue una fiesta! - Tercera parte)
Carlos Gardini: "Escribo por un acto de fe" (¡Y Viedma fue una fiesta! - Segunda Parte)
Ciencia ficción: ¡Y Viedma fue una fiesta! (Primera Parte)


            

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