14/Dic/08!f>
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La justicia puede tener un fuerte cableado en el cerebro humano
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Llámelo instinto de justicia. Cuando se juzga la culpabilidad o la inocencia de supuestos criminales, nuestro cerebro parece responder como si hubiéramos sido
personalmente agraviados, dicen los investigadores
Nuestro sentido de justicia cuando tiene que ver directamente con los demás podría colocar los cimientos biológicos para los sistemas jurídicos desarrollados
sobre la sentencia de jurados supuestamente imparciales, es la hipótesis de los investigadores.
"Esto sugiere que los antiguos y modernos sistemas de justicia penal pueden estar construidos sobre una maquinaria mucho más primitiva y pre-existente del
reconocimiento de la injusticia", dice Owen Jones, profesor de leyes y biología en la Vanderbilt University en Nashville, Tennessee, y que estuvo involucrado en
el estudio.
Él y sus colegas René Marois y Joshua Buckholz también descubrieron que el cerebro valoraba la culpabilidad e imponía el castigo mediante diferentes
mecanismos -los antiguos racionalmente, los modernos más emocionalmente.
Usando la MRI funcional, el equipo sondeó los cerebros de 16 voluntarios mientras juzgaban diferentes situaciones de culpabilidad y criminalidad sobre una
escala de 0 a 9, desde ningún castigo hasta el castigo extremo.
La mente de la víctima
Mientras yacían bajo un escáner fMRI, que tomaba las imágenes de la actividad cerebral usando niveles de flujo sanguíneo, los voluntarios juzgaron crímenes
bien definidos, que iban desde el hurto menor hasta violación y homicidio. También juzgaron situaciones donde la culpabilidad criminal era más ambigua -tortura
y homicidio directamente vinculado con un tumor cerebral, o el hurto menor en un estado alucinatorio, por ejemplo.
La actividad en una pequeña parte de la corteza prefrontal parecía marcar la diferencia entre los crímenes inequívocos y las situaciones donde la culpabilidad
era más cuestionable, sin importar la gravedad de los actos. Cuando los participantes juzgaron homicidios, agresiones y robos obvios, la corteza prefrontal
dorsolateral derecha (rDLPFC) estaba más activa que durante las sentencias de los crímenes donde la culpabilidad era más ambigua.
Esta región ha sido implicada en las decisiones de moral y justicia, así como con otras funciones no relacionadas con la ley. Cuando otro equipo bloqueó
temporalmente el rDLPFC con un imán, participantes que jugaban a un juego financiero que prueba la confianza, no pudieron castigar las ofertas injustas.
Nadie esperaba que casi la misma maquinaria cognitiva se ponga en funcionamiento cuando se toma una decisión imparcial sobre una trampa, y cuando uno
mismo es estafado, dice Jones.
Sentencia emocional
Johannes Haushofer, neurocientífico en la Universidad de Zurich y no involucrado en el estudio, está de acuerdo. Castigar una propuesta injusta y juzgar a un
supuesto asesino podrían ambos poner en funcionamiento un mecanismo cerebral que sofoca las reacciones reflejas, dice.
Usando las mismas pruebas de fMRI, el equipo de Jones a continuación comparó las valoraciones de castigo con la actividad cerebral, sin considerar la
responsabilidad. Una violación y homicidio cometido por una persona con tumor cerebral podían provocar una sentencia más dura que robar una camiseta
deliberadamente, por ejemplo.
Entre los 16 voluntarios, la actividad en varias áreas cerebrales implicadas en la emoción parecía corresponder al castigo. Una mayor actividad en las regiones
como la amígdala se correspondía con sentencias más duras.
"Una hipótesis es que las regiones emocionales están impulsando el nivel de castigo", dice Jones.
Sin embargo, rápidamente señala que su estudio no estableció una relación causa-efecto entre la actividad cerebral y las sentencias. "Puede ser que en cuanto
uno ha decidido un gran castigo, la propia respuesta emocional es más alta". Los experimentos para liberar esta relación están siendo preparados.
Los juicios reflejan el cerebro
Él y Marois ven a su investigación como un primer paso para revelar la base nerviosa de los sistemas jurídicos y expresan su inquietud en aplicar sus
conclusiones a jueces y jurados de mundo real.
Sin embargo, si son correctas, las conclusiones del estudio podrían quitar fuerza a un dogma principal de la justicia. "Todo el concepto de que la ley representa
una tercera perspectiva desvinculada y decisiva para determinar que la trasgresión puede no ser tan distinta como quizás a nuestro sistema jurídico le gustaría",
dice Marois.
Joshua Greene, neurocientífico en la Harvard University, esta intrigado por la conclusión de que diferentes procesos cerebrales subyacen a la culpabilidad y el
castigo. Señala que la mayor parte de los sistemas jurídicos también dividen a los juicios delictivos en dos fases: la determinación de la culpabilidad y la
imposición de la sentencia.
"Nuestros sistemas jurídicos no cayeron del cielo. Fueron generados por la mente humana", añade.
Fuente: New Scientist. Aportado por Graciela Lorenzo Tillard
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Artículo original (inglés)
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