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04/Abr/09



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El borrado de la memoria sin uso de drogas podría llevar a mentes impecables

Una nueva terapia sin el uso de drogas borra los malos recuerdos en ratas y humanos. El simple tratamiento podría finalmente ayudar a los pacientes con trastorno de estrés postraumático, dicen los investigadores

El nuevo procedimiento se basa en una peculiar propiedad de los recuerdos denominada reconsolidación. El proceso de refrescar un recuerdo —con una sacudida emocional o sensorial, por ejemplo— parece hacerlo maleable por unas horas.

Drogas potentes que impiden a las neuronas hacer nuevas proteínas pueden borrar los malos recuerdos durante esta ventana. Pero estos químicos son tóxicos, y el borrado total de la memoria podía hacer más daño que beneficio, dice Karim Nader, neurocientífica en la Universidad McGill en Montreal, Canadá, que llevó a cabo algunos de los estudios sobre drogas.

En la búsqueda de una manera más suave de bloquear los malos recuerdos, Marie Monfils, neurocientífica en la University of Texas en Austin, hizo pequeños cambios a una terapia usada a veces para tratar el PTSD (Post Traumatic Stress Disorder, en español, Trastorno por estrés postraumático, TEPT), a la que se le llama extinción.

Aquí, los doctores aplican repetidamente ejemplos amenazadores —disparos de armas, por ejemplo— en ambientes seguros con la esperanza de ahogar las asociaciones temidas.

¿El fin de extinción?

Estudios previos en pacientes y animales indican que la terapia de extinción funciona hasta cierto punto, pero los malos recuerdos reaparecen a menudo, dice Monfils. Ella y sus colegas se preguntaron si llevaban a cabo la extinción durante la ventana de reconsolidación podría conducir a un efecto permanente.

Su equipo primero le enseñó a unas ratas a relacionar un tono musical con una leve descarga eléctrica. Si tocaban el tono sin la descarga, generalmente las ratas se congelaban de miedo. Cuando su equipo tocó ese tono una y otra vez, 19 veces, las ratas mostraron menos y menos miedo. Ésta es la terapia estándar de extinción. Sin embargo, un mes después ese miedo al tono regresó, tan fuerte como antes.

Para hacer el efecto permanente, el equipo de Monfils refrescó la memoria de las descargas de otras ratas sólo una vez, esperó una hora para que comenzara la reconsolidación del recuerdo, y luego tocó el tono una y otra vez.

"Es muy simple, y casi ingenuo pensar que funcionaría", dice Monfils. Pero los malos recuerdos desaparecieron permanentemente.

Las ratas que recibieron la terapia de extinción después de que se cerrara esta ventana de reconsolidación, también recayeron.

Falta total de recuerdos

Usando un procedimiento casi idéntico, Daniela Schiller y Elizabeth Phelps, neurocientíficas en la New York University, probaron si podían impedir que voluntarios humanos recordaran un mal recuerdo. En este caso hicieron coincidir una descarga eléctrica con un cuadrado azul en una pantalla de computadora. Presentaron sus conclusiones el mes pasado en la reunión anual de la Cognitive Neuroscience Society en San Francisco.

Schiller y Phelps midieron cambios diminutos e imperceptibles en el sudor —una reacción al miedo bien documentada— en unos 80 voluntarios.

Como con las ratas, la exposición repetida a la pantalla azul durante la ventana de reconsolidación parecía bloquear el regreso del mal recuerdo.

Recuerdos paralelos

Y además, si los voluntarios aprendían a relacionar cuadrados azules y amarillos con una descarga, el equipo de Schiller pudo bloquear las reacciones de temor para la pantalla azul de forma selectiva, mientras mantenía el miedo para la amarilla.

"Cuando se hace la extinción durante la reconsolidación, probablemente tiene el mismo efecto que las drogas", dice Schiller.

Monfils teoriza que la terapia de extinción por sí sola crea dos recuerdos paralelos vinculados con el tono o con el cuadrado azul, uno produce miedo, el otro no. Si se espera a que comience la reconsolidación, se sobrescribe el recuerdo en lugar de hacer un recuerdo paralelo, dice.

A pesar de la prueba inicial en experimentos con ratas y humanos, Monfils dice que los investigadores deben proceder con precaución al aplicar las nuevas conclusiones para tratar la PTSD u otros trastornos de ansiedad. Las ventanas de reconsolidación de algunas personas pueden ser más largas que las de otras, y que las personas responden de manera diferente a las situaciones de estrés.

"Soy una simple investigadora de ratas. De ninguna manera voy a sugerir que vaya a decirle a los clínicos cómo deben tratar a sus pacientes", dice.

Fuente: New Scientist. Aportado por Graciela Lorenzo Tillard

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