La
yunta e torres
Capítulo 9
El enanito y el elfo,
el mago y el montaraz
llegaron al fin nomás
por un asunto e’ importancia
a Las Edoras, la estancia
con las montañas detrás.
“¡Quién vive!”, hablaron los guardias
que estaban en la tranquera,
y dijo el mago: “a cualquiera
que traiga intención e’ bien
nunca se le grita ‘quién’
sinó ‘pase cuando quiera’”.
Se impresionó el vigilante
y al compañero jue a hablar:
“Lo vas corriendo a buscar
a don Teo y le decís
que está el Gandalf Ponchogrís
con gente acá pa’ charlar.”
El otro golvió enseguida.
“Dice que pueden seguí,
pero que dejen aquí
las latas y los facones.
Éstas son las condiciones
que pone el Lengua e’ Lumbrí.”
“Tá güeno”, contestó el Trancos.
“¡Pero guay con esta espada!
No le vaya a pasar nada
ni la saquen de la funda,
que al que ansina se conjunda
lo viá correr a patadas.”
Al viejo patrón lo hallaron
bajo ponchos y cobijas.
Cuidandoló estaba la hija
de su hermana la dijunta,
y el sirviente en la otra punta
con nombre de sabandija.
Se sorprendieron de ver
quien juera bravo guerrero
encorvao sobre un brasero
más pálido que fantasma,
demientras que el consejero
le ponía cataplasmas.
Pensó el Lengua que el istari
tenía en venir mucha audacia,
y con poca diplomacia
le gritó: “¡Juira, lechuza!
Siempre que éste se nos cruza
nos pasa alguna disgracia.”
“Si hay disgracia”, dijo el Gandalf,
“ésa no viene conmigo.
Yo solamente le digo
que se está poniendo feo,
y hay que pararle, don Teo,
las patas al enemigo.”
“¡Por favor, no me hagan rair
con las cosas que me vienen!
A la edá que el patrón tiene
uno no está pa’ esos trotes.
No me escuche a estos pavotes,
don Teodén, no le conviene.”
“Ricuerde que por cuidarlo
hace mucho que no duermo.
Usté ’tá bastante enfermo”,
seguía diciendolé el Grima,
“como pa’ que éstos encima
se lo lleven por los yermos.”
Retrucó el Gandalf: “Ya basta,
viborita con careta,
que te doy con la chancleta
y esa lengua viperina,
con perdón de la sobrina,
te la hago a la vinagreta.”
“¿Ya vio, patrón”, dijo el otro,
“qué insolente está este mago?
¡No permita que estos vagos
le echen pelos en la leche!
¡Si yo juera usté, los hago
que a rebencazos los echen!”
Vido el mago que ya iba
pa’ largo con ese atasco.
Con su bastón un chubasco
ahí mesmo se improvisó
y a palazos lo corrió
al Lengua e’ Lumbrí del casco.
“¡Por qué no te vas, sotreta,
a emponzoñar a tu agüela!
¡Corré a tenerle la vela
a tu patrón verdadero,
pedazo e’ bicho rastrero,
que te clavo las espuelas!”
“Al Sarumán se vendió
pa’ repartirse el botín.
Ayudemé, misia Eugüín,
a sacar de acá a su tío,
que ajuera no está tan frío
como le contaba el ruin.”
Tomó el patrón don Teodén
mejor color con el fresco.
“Mi amigo, yo le agradezco,
ahura estoy mucho mejor.
Mi gentileza le ofrezco
por librarme del traidor.”
Dijo el Gandalf: “Mucho tiempo
se ha perdido ya, mi rey.
Ya bastante ha dado el güey
cornadas a su colega;
ahura que la guerra llega,
ser unidos es la ley.”
Al rato nomás don Teo
andaba e’ mil maravillas.
Se acomodó en una silla
y habló en lo que liaba un pucho:
“Vamo’ a tener que dir muchos
al fortín e’ Cuernavilla.”
La reunieron a la tropa
con el comendante Eumer,
y acabando de poner
a la misia e’ cuidadora
se jueron de Las Edoras,
quién sabe si pa’ golver. |