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ARGENTINA

 

 

Si cualquiera de nosotros escribe juntas en un buscador las palabras «literatura» y «oprimidos», encontrarán muchas referencias. En mi caso, Google me regaló esta frase, que no por conocida deja de ser maravillosa: «La literatura es la voz de los oprimidos».

Me quedé pensando un poco al respecto, más después de leer algunos artículos traídos del océano cibernético a partir de esas dos palabras-carnada.

Las entradas principales que hallé se referían a escritores de la primera mitad del siglo XX, quienes denunciaron las atroces injusticias que el gran sueño americano cometía contra los obreros y campesinos que, paradójicamente, le daban sustento con su sangre y su sudor. Sin ellos, la realización de ese sueño sería imposible.

Hoy, casi un siglo después, podemos decir que no hemos aprendido demasiado al respecto.

 

La verdadera literatura de ciencia ficción no tiene como finalidad escribir sobre el futuro o sobre bichos raros que viven extrañas aventuras en mundos muy, muy lejanos. Eso no es más que el plumaje, el disfraz que ostenta para mostrarnos lo que nos muestra. Escribimos ciencia ficción para leernos a nosotros mismos, para entender con otros ojos el aquí y el ahora. Así, si agregamos «ciencia ficción» a las dos palabritas anteriores, caemos directamente a dos términos que conocemos bastante bien: utopía y distopía. Esta vertiente de la literatura fantástica ha sido terreno fértil para la producción de obras que dieron voz al oprimido y que dejaron al desnudo lo más feo de nuestra especie. Y, obviamente, también para lo bello, ya que no se puede tener lo uno sin lo otro. Sin la brillantez de lo bello, sólo tendríamos un páramo parejo y oscuro, aunque por la omisión de la luz menos doloroso. Nada peor para el oprimido que el adormecimiento chato y abúlico del zombi social que sólo consume pan y circo.

 

Los argentinos vivimos en un reino distópico donde se vive a merced de los vaivenes, caprichos y conveniencias de una caquistocracia lamentable. En una país de ciencia ficción, donde las leyes no corren con igualdad para todos y donde éstas pueden borrarse con el codo del mismo brazo que las escribe, las consecuencias diarias de los actos de quienes deberían velar por los intereses de los habitantes de esta bendita tierra pocas veces (diría que nunca) benefician con claridad a la mayoría. Pero, aunque no es para consuelo, sabemos que hemos pasado por momentos peores. Quizá por esto, y espero no ser injusto con alguna gran obra que me esté salteando, la Obra de Ciencia Ficción Argentina por excelencia sigue siendo «El Eternauta», a la que hoy podemos considerar una novela gráfica, si bien merece por origen y forma de publicación el rótulo de «Historieta». A casi sesenta años de la aparición de sus primeras tiras en la ya legendaria revista Hora Cero, su historia sigue pegándonos fuerte. A mí ya me había pegado así antes de conocer quién había sido su autor y cómo había terminado su vida, y hoy me pregunto si su sensibilidad humana y social y su extrema visión de la realidad, tangible a través de la obra, no lo habrán empujado a empuñar armas muy poco literarias que lo terminaron arrastrando a un fin nefasto. La respuesta es obvia.

 

El oprimido muchas veces no es consciente de la opresión que sufre. Si ha nacido oprimido, si no conoce otra cosa, posiblemente no pueda hacer más que volcar cierto resentimiento sobre la realidad que lo rodea. Y ni hablar del oprimido que no se reconoce como tal, embaucado por un sueño de tecnofelicidad ajeno a su origen y necesidad. Hace falta mucha lucidez para ver la viga en el ojo propio.

 

Aprovechemos nuestra capacidad de leer en los intersticios de la realidad para crear las obras que marcarán la diferencia. Si la obra más brillante que dio el fantástico de nuestro país es una historieta que se escribió hace sesenta años, realmente no hemos avanzado demasiado. Sé que probablemente esté siendo injusto, se me vienen a la mente varias obras y autores que podrían contradecir con argumentos sólidos la sentencia previa, pero desde este lugar siento que debo invitarlos a subir la apuesta. Sé que esas obras están ahí o están por venir.

Nada más deseado que disfrutarlas justo a ustedes.

 

 


Axxón 278

Editorial

7 Respuestas a “Editorial: «La Ciencia Ficción de los Oprimidos»”
  1. Raúl dice:

    Comparto prácticamente todo el editorial. Con una excepción mínima: Toda obra literaria puede ser la voz de los oprimidos. Que lo sea es una decisión ética del autor.
    Esa decisión y sus razones van a estar presentes en toda la obra. Y, si la obra es lierariamente buena, vana tocar el corazón y e entendimiento del lector.

    Un abrazo!

  2. Mekola dice:

    La opresión se puede dar de muchas maneras. No sólo la opresión por la exigencia, sino también la opresión por ausencia. Me consta que el sentimiento de soledad, saberte en la muchedumbre sin poder contar con nadie, a causa de la desconfianza que los medios de comunicación hegemónicos (hablo de los más vistos en toda América Latina y España) generan contra los oprimidos de nuestra región. Películas como la clásica «Metrópolis» de 1927 -quizá la obra más importante en la historia del cine alemán-, muestran una verdadera crítica social entre un mundo de privilegiados y un mundo de oprimidos.

    Como marcaba Fritz Lang en Metrópolis, el mediador para un mundo de opresores y oprimidos debe ser el Corazón. Esto es, la compasión humana, tener humanidad ante la situación de los oprimidos. Incluso los opresores se ven obligados a tener compasión, porque demasiada opresión podría acabar de una vez por todas con su poder. Eso con el tiempo, varios gobernantes se han dado cuenta, y si no lo saben, más vale que lo aprendan.

    Tal vez por eso, por siglos se ha hablado de un Apocalipsis social, desde el Ragnarök nórdico hasta el bíblico de Juan escrito en el año 70 d.C. , que ya se ha dado más de una vez sobre fines de «mundos» (que debería verse como «fines de sociedades») y que es algo que no pierde actualidad, porque es un proceso que se repite en muchas vidas humanas.

  3. Carlos E. Ferro dice:

    Excelente editorial, Daniel. Hace varios números que no leía, y me alegro de haber vuelto a esa costumbre con este.
    Me llegó muy hondo, toca muchas preocupaciones que comparto, desde un lugar bastante similar al mío (y claro, por algo somos casi como manifestaciones de la misma persona).
    Yéndome un poco de la temática, el tema de la literatura/voz de los oprimidos me recordó instantáneamente a los trovadores de «Lágrimas de Luz» cuyo mayor logro era ser la voz popular a tal punto que pasaran a ser Anónimos (no el Anonymous, pero eso me trae a V for Vendetta, que usaba la misma máscara y tiene mucho que ver también).
    Y también, en otra vertiente, a La Voz de los Muertos de Scott Card, a lo que se dedica Ender cuando se retira del ejército, hacerse voz de los que no pueden hablar.
    Un gran abrazo, y sigamos levantando nuestras voces, nuestras plumas y contra la opresión… un cricket (o gato mecánico, que suena más de CF, el que se comería a La Rata de acero inoxidable)

    • dany dice:

      Gracias, Carlos. por tus palabras y por recordarnos tan buenas historias que hablan por los que generalmente son (somos) los mudos de la historia.

  4. Sin ciencia y razón nos vamos al precipicio pero sin sentimientos y sensibilidad nos vamos también al precipicio, Por qué nos tocó ser animales racionales? Para qué tanto avance entonces? Mejor es sólo vivir séntido común o como una cosa eteréa que no siente pero éxiste. A veces el infierno es la evolución que nos tocó a nosotros, el cielo es nunca haber evolucionado de ése muy bárbaro pero nada caótico estado simiesco en que estabámos. Como ahora tenemos tanto caos por delante, mejor estar en continuación que en reinicio.
    Se me hace imposible que razón y corazon se unan, es como pedir que el arbol se una con la hierba ya que son separados botánicamente, si unes la razón con la emoción no obtienes nada. Es inevitable que seres vivos capaces de organizar sociedades tan complejas como la nuestra acabarán creando castas sociales o sistemas que reemplazarán pero conservando el mismo concepto de dirigir: asegurar el máximo provecho para los que puedan asegurarlo, y dicho lo último, me parece que tendrán un concepto de dinero y de deuda.

    • dany dice:

      En mi humilde opinión, hay una herramienta básica que permite obtener lo mejor entre razón y corazón. Esa herramienta es la educación. Y aclaro que no es lo mismo instrucción que educación, acumular datos no es estar mejor educados. Hace falta una mirada inteligente y a la vez sensible para educar, y no es fácil. Más si reconocemos que el lugar donde la educación comienza es el hogar, y hoy esa educación suele faltar, con ambos padres ausentes por cuestiones de trabajo. Si logramos educar dirigentes (digo dirigentes, no políticos) que entiendan que es mucho más que beneficiosa la persecución del bien común que la del bien propio, si se entiende que dirigir no es abusar ni aplastar, tendremos alguna posibilidad de lograr algo, más allá del sistema de organización de la sociedad imperante.

  5. Cómo puede dejar de haber opresión si siempre se pide »corazon» en vez de razón?

  6.  
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