Alberto Contreras, por Emilio Balcarce
De Enciclopedia de la Ciencia Ficcion y Fantasia argentina
Revisión de 14:13 30 ene 2008
Al Maestro con cariño, por Emilio Balcarce (Publicado en la revista Skorpio 169, julio de 1990)
Cuando un alumno se “gradúa” siempre debe recordar a su maestro. Y éste para mí fue Alberto Contreras, dibujante y guionista injustamente olvidado por todas las historias de la historieta realizadas hasta ahora. (...) “Tiene todas las condiciones para triunfar en la profesión”, me escribía Contreras, allá por noviembre de 1977, para felicitarme por mi primer guión publicado: Sobrevivientes (dibujado por Lucho Olivera, quien me impuso el metálico seudónimo de Roteng). En esa ocasión, para demostrarme adónde había llegado, me devolvió una carta que yo le había enviado en enero de 1976, pidiéndole orientación profesional. Habían pasado casi dos años de un “curso por correspondencia” que gratuitamente me dictó Contreras. Pero no tuve la suerte de poder conocerlo personalmente. Sólo me lo permitió a través de sus inteligentes cartas.
Hijo de un dibujante de los diarios La Razón y Noticias Gráficas, astrónomo aficionado, estudiante autodidacta de Historia Antigua y maquetista naval, Alberto Contreras fue subteniente de reserva de tropas esquiadoras andinas, obrero de la obra del Dique Cabra Corral en Salta; vendedor de estaño en esa misma provincia y en Jujuy; obrero textil; mozo a bordo del tren “Cinta de Plata”; vendedor de sandwiches en trenes de larga distancia; armador de tipografía; bocetista; diagramador y ayudante de fotógrafo hasta que comenzó a trabajar como guionista en Editorial Columba. Allí, bajo diecinueve seudónimos distintos, publicó estupendos guiones de guerra. Sam Levine, Delbert Mano, Douglas Mandelbaum, Guy Eiseley, Jack Jellicoe, Al Stonewall, Oliver Shapiro y Lawrence Mc Carthy fueron algunos de sus “nombres artísticos”.
Pero el que más me impactó fue "El regreso de Osiris", tira que publicó en el diario Clarín (luego de haber estado olvidada un mes en el escritorio de Américo Barrios, periodista de Crónica.
“Fue el primer historietista que hizo una space opera argentina”, me dijo un lector en una reciente muestra. Y coincido con él, porque El Eternauta de Oesterheld transcurría en la Tierra y Contreras llevó a sus personajes criollos a todos los planetas del sistema solar. Su epopeya de Osiris (el regente urlánida que quería dejarle la cultura de su raza extraterrestre a los humanos, para que estos siguieran con su tarea emprendida: la búsqueda de la verdad absoluta) me apasionó desde el primer día. Obra en la que transmitió su profundo conocimiento bíblico, dado que era miembro de “Los Testigos Cristianos de Jehová” y editor de las revistas Atalaya y Despertad, de la citada congregación.
En esa historia cósmica Contreras también volcó a sus afectos. A muchos de sus lectores les sorprenderá saber que algunos de sus personajes llevaron el rostro de sus seres queridos. Familiares y amigos posaron para los cuadritos que dibujó. También varias modelos de bellas artes, para esas opulentas extraterrestres que su Rotring delineó. Y hasta él mismo, como Hitchcock en el cine, apareció retratado en sus dos hijos en algunas de sus tiras, teniendo encuentros cercanos del tercer tipo.
Por esa, su mayor obra, comencé a escribirle. Y él me enseñó la técnica de un guión. Quise agradecérselo de alguna manera, y me escribió que cuando un joven se acercara a mí a pedirme ayuda, hiciera por él lo mismo que él hizo por mí. Y también me dio invalorables consejos como el siguiente:
“Humildad, paciencia, trabajo. Ese es el secreto. Humildad para reconocer los errores. Y para no creer que uno es más que otro. Humildad para aprender. Paciencia para perfeccionarse, para estudiar, para esperar. Trabajo, para ser cada día mejor”.
Así era Alberto Contreras, de cuyo fallecimiento, a los 36 años de edad por un derrame cerebral, me enteré por esta misma revista. Fue el 13 de febrero de 1979 y tuvo connotaciones “misteriosas”, dado que en la última tira del El regreso de Osiris publicada el día anterior, dejó el siguiente mensaje: “Perdón, lector. El cerebro y la mano que guiaba a Osiris se han detenido. Quiera Dios que algún día podamos reencontrarnos. Gracias.”
¿Premonición? En su tira, los urlánidas reclutaban a “voluntarios” extraterrestres para que tripularan sus platos voladores de exploración. ¿Cómo lo hacían? Podían prever el futuro con cinco horas de anticipación. Sabían cuando un ser humano iba a morir por un accidente o enfermedad, entonces iban, lo salvaban de la muerte y lo convertían en uno de ellos, otorgándole la posibilidad de vivir 400 años más.
--Volveré convertido en el primer extraterrestre que pise la tierra -–me aseguró un compañero de trabajo suyo del diario Clarín, que mi maestro afirmó. Si es cierto lo que dijo, espero estar allí cuando eso suceda entonces, para poder por fin estrechar su generosa mano.