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Se conocen algunos resultados de la misión Deep Impact
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Algo más de dos meses después de que la sonda Deep Impact lanzara un impacto contra el cometa Tempel 1, los científicos comienzan a develar sus secretos.
Un lugar donde se suceden las explosiones de polvo, con multitud de gigantescos cráteres causados por impactos y donde la superficie se calienta rápidamente
cuando recibe la luz directa del sol.
(El Mundo) - El estudio lo ha publicado la revista Science en su versión en Internet y es firmado por casi dos docenas de científicos de diferentes
universidades. Todos ellos utilizaron las imágenes captadas por el propio proyectil que el pasado 4 de julio impactó contra el cometa, que estuvo fotografiando el
Tempel 1 hasta 4 segundos antes del brutal choque, así como los datos recogidos por
observatorios y satélites de todo el mundo. Además, la propia nave en la que viajó el proyectil grabó el cometa una vez producido el choque.
La primera conclusión es que el impacto se produjo a las 5:44:36 horas del 4 de julio, aunque en la Tierra lo 'vimos' casi siete minutos y medio después, el
tiempo que tarda la luz en hacer el viaje desde el cometa hasta la Tierra. El proyectil, de 346 kilogramos, impactó a una velocidad de 10,3 km/s, y estuvo
tomando imágenes del cometa hasta apenas cuatro segundos antes de la colisión. Además, decenas de observatorios de todo el mundo grabaron el impacto, lo
que ha convertido al Tempel 1 en el cometa más fotografiado y mejor estudiado desde que el Halley pasara cerca de la Tierra en 1986.
Los científicos han podido determinar que el núcleo del cometa, antes del impacto, tenía regiones de muy distinta morfología, lo que sugiere ha sufrido a lo largo
de los años una evolución geológica. En varias zonas de la superficie se han apreciado grandes cráteres de entre 40 y 400 metros de largo, que los expertos
atribuyen a impactos de otros cuerpos celestes.
Además, los científicos han encontrado dos zonas de superficie suave en el Tempel 1, y el color es más o menos homogéneo en toda su superficie. Con los
aparatos de infrarrojos se ha podido determinar que la temperatura en la superficie, en los momentos en que le llegan los rayos del Sol, es de entre -13 y 55
grados centígrados.
En cuanto a la actividad del cometa, los expertos han hallado numerosas y breves erupciones de gas en la superficie, muchas de ellas en la misma zona del
Tempel 1, la más cercana al sol (poco antes del impacto programado, se detectó
una).
El proyectil de la Deep Impact se estrelló contra el cometa siguiendo una trayectoria oblicua, perfectamente captada desde la Tierra, aunque los científicos
todavía no han podido observar el cráter debido a la gran cantidad de polvo que se levantó tras la explosión, que impide la visión desde los observatorios. De
hecho, el impacto provocó que saliera del cometa un cono de polvo a una velocidad de unos 5 m/s que se expandió en más de tres kilómetros.
Con la cantidad de material que se ha recabado, aseguran los científicos, las investigaciones proseguirán durante meses e incluso años, siempre con la premisa, la
misma que llevó a la NASA a lanzar la misión, de tratar de encontrar una respuesta al origen y la formación del planeta Tierra.
De momento, el Temple 1 ya ha sido calificado 'oficialmente' como un cometa del tipo Júpiter similar a los cometas Borrelly y Wild2, donde se producen frecuentes erupciones de polvo y cenizas en
la superficie. Además, es el primer cometa estudiado que presenta impactos de cráteres en su superficie, y el primero en el que se encuentran diversas
características topográficas.
Además, el impacto provocó la expulsión de una gran cantidad de diminutas partículas, demasiadas para haberse pulverizado en el momento del choque, lo que
lleva a los expertos a pensar que ya estaban en ese estado antes de la colisión.
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